Actitudes carcas hay a todas las edades. No es el caso de Benedicto XVI, el papa 2.0 desde aquel día que sorprendió al mundo lanzando un tweet a través de un ipad en el que daba a conocer el portal de noticias del Vaticano. Muestra de que el problema generacional no reside en la diferencia de edad, fundamentalmente radica en la conducta y el talante. Un Papa de inquietudes, que ha tenido la sensibilidad e inteligencia de enganchar a los jóvenes demostrando una conexión real con su lenguaje cumpliendo con las normas de la Iglesia, he ahí su mérito.
Hoy comienza la Jornada Mundial de la Juventud que se difundirá en Internet y especialmente en las redes sociales, aprovechando las ventajas que estas ofrecen para que nadie se quede sin participar e internautas compartan experiencias. Aparentemente puede entenderse que la aparición del papa en el entorno digital no es más que una cuestión de fachada cuando realmente tiene mucho trasfondo, ejemplifica por dónde entiende él que debe ir la actitud de la iglesia.
Su principal labor es evangelizar y divulgar el mensaje de Cristo: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura”. Las nuevas tecnologías hoy son una herramienta instantánea y eficaz de comunicación también para la Iglesia y Benedicto XVI ha entendido el impacto que su mensaje puede tener haciendo uso de ellas. La JMJ será seguida en directo en los 5 continentes a través del mundo online y miles de jóvenes se unirán entorno a un mensaje de esperanza. Otros intentarán boicotear y destruir esa ilusión en ese mismo mundo online.
Más les valdría a indignados del 15M tomar nota del compromiso y la conducta de los peregrinos. En su mayoría éstos también culpan de la dura situación de crisis a los políticos, a los bancos y al Ejecutivo, se muestran preocupados por el paro, encuentran los mismos problemas en su búsqueda desesperada de trabajo y sienten frustración. Gandhi introdujo la ética en un país en el que la política era sinónimo de corrupción. Su mensaje siempre fue de fe y voluntad: “dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos”. La diferencia de los jóvenes de la JMJ es que ellos, como Gandhi, se apoyan en una religión basada en el amor y la caridad, se unen movidos por unos valores y unas normas morales. Luchan por lo que creen sin necesidad de formar parte de un movimiento cuya actitud ya muy pocos comparten.