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El actual gobierno de Paraguay ha tenido sus aristas revolucionarias, a pesar de la apariencia conservadora y campañas periodísticas adversas

Horacio Cartes desafía al mito del Pato Rengo

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Luego de una campaña turbulenta a favor de una Enmienda que permita su reelección, finalmente el presidente de Paraguay Horacio Cartes abandonó la idea de ser reelecto, y desafiando a los mitos creados por la historia reciente, ha decidido impulsar a la presidencia a un virtual delfin político.

La experiencia de la transición paraguaya indica que hasta ahora ello ha sido imposible, pero no es el primer objetivo trazado por el actual presidente que intenta desafiar la lógica impuesta por los medios del establishment. Prolongar la incertidumbre con respecto a la reelección le permitió mantener alineados a sus cuadros, y encontrarse hoy en mejores condiciones para apuntalar al sucesor de su preferencia.

Cartes ha sido el primer presidente en desafiar a la prensa hegemónica, y no puede afirmarse que terminara derrotado, pues renunció a sus objetivos cuando ya estaban a la vuelta de la esquina.

Los mitos del establishment mediático, por otra parte, han demostrado ser similares en todas las latitudes. En la política norteamericana, existe el mito del “Pato Cojo” o “Pato Rengo”, cuando se acerca el fin de su mandato, y ya todos tienen la mente puesta en quien lo sucederá.

Durante el periodo de pato rengo, dicen los mitos, un presidente ya no puede hacer nada, se encuentra en un período duro y con baja popularidad, rodeado por mediocres de segunda línea pues los mejores colaboradores ya lo han abandonado, y se le hace cuesta arriba intervenir en los acontecimientos que determinarán su sucesor.

Si bien todo esto se ha dado durante la historia reciente del Paraguay, un análisis del cuadro completo indica que no se trata de un destino inexorable escrito en los astros.

De acuerdo al catedrático de Yale Steven Calabresi, todos estos mitos sobre el Pato Rengo han sido desmentidos por la historia aunque hayan logrado instalarse en la cultura popular.

En Estados Unidos, presidentes como Franklin Delano Roosevelt o Ronald Reagan lograron los mayores y más trascendentales éxitos de su gestión cuando ya se encontraban en su etapa final o de “Lame Duck”.

Elegir un delfin del mismo signo político fue tan común que en un período de 24 años Estados Unidos tuvo tres presidentes demócratas consecutivos, y todos completaron dos períodos: Thomas Jefferson, James Madison y James Monroe. Pero no fueron las únicas elecciones de “Delfines” exitosas.

Andrew Jackson logró imponer a su delfin Martin Van Buren en 1836, Ulysses Grant a Rutherford Hayes en 1876. Theodoro Roosevelt fue sucedido por su secretario de guerra y Delfin, William Howard Taft, ganador de la presidencia en 1908.

Calvin Coolidge, convertido en presidente a la muerte de Warren G. Harding, renunció a un segundo período e impuso a su delfin Herbert Hoover como sucesor. Por su parte Harry Truman, hecho presidente al morir Roosevelt, fue reelecto en 1948 ganando la quinta elección presidencial consecutiva para su partido, el Demócrata. Y por supuesto, Ronald Reagan logró imponer a George Bush (p) en 1988.

Tampoco es cierto que en su etapa de pato cojo un presidente necesariamente deba recurrir a los mediocres, encontrándose abandonado por los mejores cuadros. Henry Kissinger, considerado en Estados Unidos uno de los mejores secretarios de estado, fue nombrado por Nixon en esa etapa, superando a su predecesor Williams Rogers y a su sucesor Cyrus Vance según todos los analistas.

Por último, tampoco es una norma inalterable que en el período de pato cojo los presidentes decaigan en popularidad. Ronald Reagan y Bill Clinton son citados como ejemplos de presidentes que subieron en popularidad en la última etapa de su estadía en la Casa Blanca.

A pesar de estas realidades históricas, los mitos el pato rengo han logrado instalarse en el imaginario popular a través de la fuerte inducción mediática, aunque solo se necesite claridad de mente para derrotarlos.

Es muy posible que Horacio Cartes, agitador de controversias y retador de mitos, sea el primer presidente de la transición paraguaya en conseguirlo.

Horacio Cartes desafía al mito del Pato Rengo

El actual gobierno de Paraguay ha tenido sus aristas revolucionarias, a pesar de la apariencia conservadora y campañas periodísticas adversas
Luis Agüero Wagner
lunes, 15 de mayo de 2017, 08:30 h (CET)
Luego de una campaña turbulenta a favor de una Enmienda que permita su reelección, finalmente el presidente de Paraguay Horacio Cartes abandonó la idea de ser reelecto, y desafiando a los mitos creados por la historia reciente, ha decidido impulsar a la presidencia a un virtual delfin político.

La experiencia de la transición paraguaya indica que hasta ahora ello ha sido imposible, pero no es el primer objetivo trazado por el actual presidente que intenta desafiar la lógica impuesta por los medios del establishment. Prolongar la incertidumbre con respecto a la reelección le permitió mantener alineados a sus cuadros, y encontrarse hoy en mejores condiciones para apuntalar al sucesor de su preferencia.

Cartes ha sido el primer presidente en desafiar a la prensa hegemónica, y no puede afirmarse que terminara derrotado, pues renunció a sus objetivos cuando ya estaban a la vuelta de la esquina.

Los mitos del establishment mediático, por otra parte, han demostrado ser similares en todas las latitudes. En la política norteamericana, existe el mito del “Pato Cojo” o “Pato Rengo”, cuando se acerca el fin de su mandato, y ya todos tienen la mente puesta en quien lo sucederá.

Durante el periodo de pato rengo, dicen los mitos, un presidente ya no puede hacer nada, se encuentra en un período duro y con baja popularidad, rodeado por mediocres de segunda línea pues los mejores colaboradores ya lo han abandonado, y se le hace cuesta arriba intervenir en los acontecimientos que determinarán su sucesor.

Si bien todo esto se ha dado durante la historia reciente del Paraguay, un análisis del cuadro completo indica que no se trata de un destino inexorable escrito en los astros.

De acuerdo al catedrático de Yale Steven Calabresi, todos estos mitos sobre el Pato Rengo han sido desmentidos por la historia aunque hayan logrado instalarse en la cultura popular.

En Estados Unidos, presidentes como Franklin Delano Roosevelt o Ronald Reagan lograron los mayores y más trascendentales éxitos de su gestión cuando ya se encontraban en su etapa final o de “Lame Duck”.

Elegir un delfin del mismo signo político fue tan común que en un período de 24 años Estados Unidos tuvo tres presidentes demócratas consecutivos, y todos completaron dos períodos: Thomas Jefferson, James Madison y James Monroe. Pero no fueron las únicas elecciones de “Delfines” exitosas.

Andrew Jackson logró imponer a su delfin Martin Van Buren en 1836, Ulysses Grant a Rutherford Hayes en 1876. Theodoro Roosevelt fue sucedido por su secretario de guerra y Delfin, William Howard Taft, ganador de la presidencia en 1908.

Calvin Coolidge, convertido en presidente a la muerte de Warren G. Harding, renunció a un segundo período e impuso a su delfin Herbert Hoover como sucesor. Por su parte Harry Truman, hecho presidente al morir Roosevelt, fue reelecto en 1948 ganando la quinta elección presidencial consecutiva para su partido, el Demócrata. Y por supuesto, Ronald Reagan logró imponer a George Bush (p) en 1988.

Tampoco es cierto que en su etapa de pato cojo un presidente necesariamente deba recurrir a los mediocres, encontrándose abandonado por los mejores cuadros. Henry Kissinger, considerado en Estados Unidos uno de los mejores secretarios de estado, fue nombrado por Nixon en esa etapa, superando a su predecesor Williams Rogers y a su sucesor Cyrus Vance según todos los analistas.

Por último, tampoco es una norma inalterable que en el período de pato cojo los presidentes decaigan en popularidad. Ronald Reagan y Bill Clinton son citados como ejemplos de presidentes que subieron en popularidad en la última etapa de su estadía en la Casa Blanca.

A pesar de estas realidades históricas, los mitos el pato rengo han logrado instalarse en el imaginario popular a través de la fuerte inducción mediática, aunque solo se necesite claridad de mente para derrotarlos.

Es muy posible que Horacio Cartes, agitador de controversias y retador de mitos, sea el primer presidente de la transición paraguaya en conseguirlo.

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