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Europa podría no ser capaz de salvarse

El gran peligro es Europa

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WASHINGTON - Demasiados países tienen demasiada deuda. Su crecimiento económico -- que ayuda a los países a cumplir sus obligaciones -- es demasiado débil. Y los inquietos mercados económicos parecen cada vez más impacientes por saturar el mercado de los títulos de deuda soberana de los países expuestos. Éste es el verdadero peligro para la recuperación económica global y la recuperación económica estadounidense, ensombreciendo bastante más la rebaja de la deuda soberana estadounidense por parte de Standard & Poor's y la fuerte caída de la Bolsa el lunes.

Europa representa alrededor de la quinta parte de la economía mundial y adquiere alrededor de la cuarta parte de la exportación estadounidense. Mientras la crisis de la deuda de Europa se confinó a unos cuantos países pequeños, se les podía rescatar; otros países europeos expendían los préstamos que sustituían al crédito negado en los mercados privados de crédito. En 2010, las deudas helena, irlandesa y portuguesa se situaron en las inmediaciones de los 640.000 millones de euros (en torno a 910.000 millones de dólares), menos del 7% de los 9,8 billones de euros de deuda de todos los socios de la Unión Europea.

Con España, Italia y probablemente Francia objeto ya de embestida económica, la situación cambia de manera radical. Hay más países deudores y más deuda en riesgo. En 2010, la deuda de Italia era de 1,8 billones de euros; la de España de 630.000 millones de euros; y la de Francia, de 1,6 billones. Pero hay cada vez menos países que puedan financiar un rescate; y algunos de ellos tienen deudas considerables. Hasta la relación entre deuda y producto interior bruto (PIB) de Alemania, una medida del endeudamiento en relación a su economía real, alcanzó un elevado 83% el último ejercicio, comparable al de Francia. (La gran diferencia entre Francia y Alemania es que la economía de Alemania está creciendo más rápido).

Hasta la fecha, los líderes de Europa han intentado salir adelante: se rescata a Grecia y compañía; se espera a que una recuperación económica modesta y una austeridad limitada por parte de los países endeudados solucionen la crisis. Pero esta fórmula está alcanzando su límite.

Las medidas de austeridad -- los recortes del gasto público, las subidas tributarias -- son la cura económica estándar de los países endeudados por encima de su crecimiento. Ello podría funcionar en el caso de países individuales o incluso de unos cuantos países cada vez. Pero si la mayor parte de Europa suscribe medidas de austeridad, la lógica sale por la culata. El crecimiento económico se desacelera; la recesión puede reaparecer. La menor recaudación fiscal dificulta que los países cumplan sus obligaciones. A medida que esto se vuelve evidente, la crisis económica se retroalimenta. Los inversores venden los títulos de deuda soberana de los países débiles, impulsando sus tipos de interés y haciendo más pesada la penalización de la deuda.

Este es el monstruo que esta acechando ya a Europa. La pasada semana, los tipos de las deudas soberanas italiana y española a 10 años superaron el 6%, cuatro enteros porcentuales aproximadamente por encima de los títulos del bono país alemán a 10 años. Mientras tanto, las perspectivas de crecimiento económico se deterioran al no haber beneficios compensando en el resto del mundo que pudieran impulsar las exportaciones de Europa.

De manera que Europa se enfrenta ya a una crisis que es simultáneamente financiera, económica, diplomática, política y social. El alardeado "modelo europeo" de generosos estados del bienestar reniega a pasos agigantados de sus promesas. Naturalmente, esto es enormemente impopular. Las tensiones entre los países se agravan, a medida que cada uno trata de achacar la culpa y pasar la factura a los demás.

¿Puede salvarse Europa? Si no puede, ¿alguien la salvará? Una sugerencia es la creación de un título de deuda común que permitiría a las economías débiles compartir la calificación crediticia de Alemania; pero esto obligaría a Alemania a garantizar la deuda del resto de países -- papel que probablemente los alemanes rechacen. Al parecer existen otras tres posibilidades.

Primera, el Banco Central Europeo -- la Reserva Federal de Europa -- trata de estabilizar los mercados financieros adquiriendo los títulos de deuda soberana de los países endeudados objeto de presiones. Ya compró títulos de deuda griega, irlandesa y portuguesa; ahora está adquiriendo títulos italianos y españoles. ¿Pero dónde se detiene esto? El Banco Central Europeo está actuando a regañadientes, porque teme que las excesivas compras de títulos de deuda (la conversión de deuda soberana de títulos a dinero) desencadene un torrente de liquidez inflacionaria. Este enfoque viene a ser Salir Adelante versión 2.0.

Segunda, el Fondo Monetario Internacional organiza una batería de medidas de rescate global por valor de billones de euros. Los países endeudados de Europa podrían endeudarse a tipos bajos con vencimiento largo. Una vez aliviadas las presiones de la deuda, Europa podría seguir políticas más orientadas al crecimiento económico. Pero cualquier paquete de medidas habría de estar fuertemente financiado por países con considerables reservas de divisa exterior, que vienen a ser los países exportadores de petróleo y -- el más importante -- China, con reservas de 3,2 billones de dólares.

Tercera, ciertos países europeos podrían negociar rebajas de su deuda o faltar al pago de ellas. A nivel superficial, parece una solución. Pero acarrearía otros problemas. Los impagos causarían enormes pérdidas a los bancos, las aseguradoras y los fondos de pensiones. Muchos bancos europeos quebrarían a menos que fueran rescatados. ¿Quién los rescataría? La confianza se desplomaría. La recesión vendría a ser inevitable. Los países en situación de mora también tendrían problemas para endeudarse en el futuro.

Cada una de estas posibilidades implica incertidumbres momentáneas políticas, económicas y técnicas. ¿Y si la crisis se contagia de Italia a Bélgica o a Francia? ¿Contemplaría China rescatar a Europa? Si llegara a contemplarlo, constituiría una sobrecogedora transferencia de poder geopolítico y de prestigio en favor de China. ¿Puede el Banco Central Europeo (o la Reserva Federal) adquirir cantidades interminables de deuda pública soberana sin alimentar en algún momento las perspectivas inflacionarias? Los interrogantes que asolan Europa son horrorosos de contemplarse. Pero no van a desaparecer por las buenas mañana.

El gran peligro es Europa

Europa podría no ser capaz de salvarse
Robert J. Samuelson
miércoles, 10 de agosto de 2011, 07:54 h (CET)
WASHINGTON - Demasiados países tienen demasiada deuda. Su crecimiento económico -- que ayuda a los países a cumplir sus obligaciones -- es demasiado débil. Y los inquietos mercados económicos parecen cada vez más impacientes por saturar el mercado de los títulos de deuda soberana de los países expuestos. Éste es el verdadero peligro para la recuperación económica global y la recuperación económica estadounidense, ensombreciendo bastante más la rebaja de la deuda soberana estadounidense por parte de Standard & Poor's y la fuerte caída de la Bolsa el lunes.

Europa representa alrededor de la quinta parte de la economía mundial y adquiere alrededor de la cuarta parte de la exportación estadounidense. Mientras la crisis de la deuda de Europa se confinó a unos cuantos países pequeños, se les podía rescatar; otros países europeos expendían los préstamos que sustituían al crédito negado en los mercados privados de crédito. En 2010, las deudas helena, irlandesa y portuguesa se situaron en las inmediaciones de los 640.000 millones de euros (en torno a 910.000 millones de dólares), menos del 7% de los 9,8 billones de euros de deuda de todos los socios de la Unión Europea.

Con España, Italia y probablemente Francia objeto ya de embestida económica, la situación cambia de manera radical. Hay más países deudores y más deuda en riesgo. En 2010, la deuda de Italia era de 1,8 billones de euros; la de España de 630.000 millones de euros; y la de Francia, de 1,6 billones. Pero hay cada vez menos países que puedan financiar un rescate; y algunos de ellos tienen deudas considerables. Hasta la relación entre deuda y producto interior bruto (PIB) de Alemania, una medida del endeudamiento en relación a su economía real, alcanzó un elevado 83% el último ejercicio, comparable al de Francia. (La gran diferencia entre Francia y Alemania es que la economía de Alemania está creciendo más rápido).

Hasta la fecha, los líderes de Europa han intentado salir adelante: se rescata a Grecia y compañía; se espera a que una recuperación económica modesta y una austeridad limitada por parte de los países endeudados solucionen la crisis. Pero esta fórmula está alcanzando su límite.

Las medidas de austeridad -- los recortes del gasto público, las subidas tributarias -- son la cura económica estándar de los países endeudados por encima de su crecimiento. Ello podría funcionar en el caso de países individuales o incluso de unos cuantos países cada vez. Pero si la mayor parte de Europa suscribe medidas de austeridad, la lógica sale por la culata. El crecimiento económico se desacelera; la recesión puede reaparecer. La menor recaudación fiscal dificulta que los países cumplan sus obligaciones. A medida que esto se vuelve evidente, la crisis económica se retroalimenta. Los inversores venden los títulos de deuda soberana de los países débiles, impulsando sus tipos de interés y haciendo más pesada la penalización de la deuda.

Este es el monstruo que esta acechando ya a Europa. La pasada semana, los tipos de las deudas soberanas italiana y española a 10 años superaron el 6%, cuatro enteros porcentuales aproximadamente por encima de los títulos del bono país alemán a 10 años. Mientras tanto, las perspectivas de crecimiento económico se deterioran al no haber beneficios compensando en el resto del mundo que pudieran impulsar las exportaciones de Europa.

De manera que Europa se enfrenta ya a una crisis que es simultáneamente financiera, económica, diplomática, política y social. El alardeado "modelo europeo" de generosos estados del bienestar reniega a pasos agigantados de sus promesas. Naturalmente, esto es enormemente impopular. Las tensiones entre los países se agravan, a medida que cada uno trata de achacar la culpa y pasar la factura a los demás.

¿Puede salvarse Europa? Si no puede, ¿alguien la salvará? Una sugerencia es la creación de un título de deuda común que permitiría a las economías débiles compartir la calificación crediticia de Alemania; pero esto obligaría a Alemania a garantizar la deuda del resto de países -- papel que probablemente los alemanes rechacen. Al parecer existen otras tres posibilidades.

Primera, el Banco Central Europeo -- la Reserva Federal de Europa -- trata de estabilizar los mercados financieros adquiriendo los títulos de deuda soberana de los países endeudados objeto de presiones. Ya compró títulos de deuda griega, irlandesa y portuguesa; ahora está adquiriendo títulos italianos y españoles. ¿Pero dónde se detiene esto? El Banco Central Europeo está actuando a regañadientes, porque teme que las excesivas compras de títulos de deuda (la conversión de deuda soberana de títulos a dinero) desencadene un torrente de liquidez inflacionaria. Este enfoque viene a ser Salir Adelante versión 2.0.

Segunda, el Fondo Monetario Internacional organiza una batería de medidas de rescate global por valor de billones de euros. Los países endeudados de Europa podrían endeudarse a tipos bajos con vencimiento largo. Una vez aliviadas las presiones de la deuda, Europa podría seguir políticas más orientadas al crecimiento económico. Pero cualquier paquete de medidas habría de estar fuertemente financiado por países con considerables reservas de divisa exterior, que vienen a ser los países exportadores de petróleo y -- el más importante -- China, con reservas de 3,2 billones de dólares.

Tercera, ciertos países europeos podrían negociar rebajas de su deuda o faltar al pago de ellas. A nivel superficial, parece una solución. Pero acarrearía otros problemas. Los impagos causarían enormes pérdidas a los bancos, las aseguradoras y los fondos de pensiones. Muchos bancos europeos quebrarían a menos que fueran rescatados. ¿Quién los rescataría? La confianza se desplomaría. La recesión vendría a ser inevitable. Los países en situación de mora también tendrían problemas para endeudarse en el futuro.

Cada una de estas posibilidades implica incertidumbres momentáneas políticas, económicas y técnicas. ¿Y si la crisis se contagia de Italia a Bélgica o a Francia? ¿Contemplaría China rescatar a Europa? Si llegara a contemplarlo, constituiría una sobrecogedora transferencia de poder geopolítico y de prestigio en favor de China. ¿Puede el Banco Central Europeo (o la Reserva Federal) adquirir cantidades interminables de deuda pública soberana sin alimentar en algún momento las perspectivas inflacionarias? Los interrogantes que asolan Europa son horrorosos de contemplarse. Pero no van a desaparecer por las buenas mañana.

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