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Imposible gritar “Libertad”

Imposible gritar “Libertad” (III)

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Mi prima Lupe dejó a su alemán... poco le duró, pero volverán a verse. Aunque sólo discutió fue duro, quizá vuelvan, él no se peinaba. A ella le gusta Alemania, quizás vaya a vivir allí, lo sé. Algún día, en un futuro próximo y con ella en su regazo él estará, como quien tiene cogido un bebé. Pero si lo olvidó... le abandonó por un ahora del sol, pero su foto, su firma y su fragancia siguen en su mirada, en sus gestos, lo que me hace pensar en una reconciliación.

Sé que no tiraré en saco roto… todo lo sentido, todo lo añorado, todo el tormento de no sentirme respetada por los que no quieran aceptarme como quiero ser. No tiraré en saco roto la muerte que viene y que parte de mi alma y dice: ¿y a mí qué?... no meteré en saco roto tus ojos verdes que poco me dicen ya, no tiraré en saco roto, vivir por vivir, decirte que sí, cuando quiero decir NO.

Voy a morir… y Dios no lo desea, lloverá, sin duda, lloverá.

Voy a morir, pero los que no colaboran volverán a nacer, como ratas, y no tendrán su queso. Voy a morir como un ser celestial que casi soy, y con Dios que no sé si me abandonó… misericordia Dios, no me olvides. No quiero ser santa, sólo quiero “ayudar”.

Para que escribir palabras, fantasías son poesías, para qué si ya no sé que decir. Pero aquí sigo. Porque tengo una causa, quiero ayudar, aunque pierda, aunque se rían de mí. Quiero poner mi grano de arena y dirigir mi voz a los políticos, los sociólogos, los medios de comunicación, estudiantes, funcionarios, barrenderos, peluqueros, amas de casa, actores y directores de cine, homosexuales... Todos, absolutamente todos podemos hacer algo.

Podemos no sentir “odio”. Odio, mal sentimiento que deja su rastro, del que quiero escapar, que no me deja gritar “Libertad”. Odio, sentimiento de ira, de desolación, del infinito deseo de ver como pierde la felicidad del ser odiado, y son tantos… tantos y tantos los seres que se detestan. Y con qué razón…

Odio, que no deseo morir, más mi muerte se desea. La desean los odiados por mí, que lo sepan eternamente. Nunca responderé por ellos, para mi nada son… que se hundan en una arena sin luna.

Odio a los que no luchan ni comparten y se llevan a todos por delante, se ríen de las desgracias ajenas y a los santos no se encomiendan. No verán la luz solar.

Y a pesar de todo, soy mujer. Y sueño. Y amé. Y a pesar de todo tengo mi vida y mis metas particulares, sólo mías, de mi propiedad, en la sociedad moderna, en un país desarrollado, con más de una casa en la que vivir…

Los sacerdotes dicen que con buenas acciones se busca la “miel azul”… vaya utopía… la mía. Miel color cielo y cielo deseado, amado, valorado. No sé si mío será.

Miel de perlas perdidas de la playa de Macuto y miel con sabor a cielo enlatado, y miel para el bienestar, para curar la fatiga, para la pena y el tormento, para la gripe y el lamento, para respetar. Miel de los caminos, de los pastizales, que da sus beneficios a los caminantes, miel de tul, encantada y emanada de las flores.

Miel de praderas y bosques, de playas solitarias, de civilizaciones variadas, de la aldea de Maio Grande en Galicia, miel celestial y terrenal, miel que vale, que se toma y se alegra todo uno, lo poco que se es. Se tiende la mano al hermano para ayudar, pero no sé que será de mí… no tengo esperanzas de que la miel me sane ni me cure, ni me alivie…

Dios, que haya algo mejor para los que pasan hambre, que algo mejor les suceda, que el tarrito de miel azul bienvenidito sea. Pero que algo mejor haya que les saque de las penas. Es una difícil tarea porque no hay nadie bueno en el mundo… pocos son los que comparten, todo perturba la paz, todo es caer en terrenos que no se pueden pisar. No hay nadie bueno, no hay. No hay sentimientos puros con los que lograr quererse, no hay amor en los seres vivos, sólo interés, sólo maldad. Pisar, pisar y pisar. No hay nadie bueno en el mundo. Si malogran mi destino y no me dejan respirar, no hay nada bueno, no hay.

Continuará…

Imposible gritar “Libertad” (III)

Imposible gritar “Libertad”
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
jueves, 11 de mayo de 2017, 01:40 h (CET)
Mi prima Lupe dejó a su alemán... poco le duró, pero volverán a verse. Aunque sólo discutió fue duro, quizá vuelvan, él no se peinaba. A ella le gusta Alemania, quizás vaya a vivir allí, lo sé. Algún día, en un futuro próximo y con ella en su regazo él estará, como quien tiene cogido un bebé. Pero si lo olvidó... le abandonó por un ahora del sol, pero su foto, su firma y su fragancia siguen en su mirada, en sus gestos, lo que me hace pensar en una reconciliación.

Sé que no tiraré en saco roto… todo lo sentido, todo lo añorado, todo el tormento de no sentirme respetada por los que no quieran aceptarme como quiero ser. No tiraré en saco roto la muerte que viene y que parte de mi alma y dice: ¿y a mí qué?... no meteré en saco roto tus ojos verdes que poco me dicen ya, no tiraré en saco roto, vivir por vivir, decirte que sí, cuando quiero decir NO.

Voy a morir… y Dios no lo desea, lloverá, sin duda, lloverá.

Voy a morir, pero los que no colaboran volverán a nacer, como ratas, y no tendrán su queso. Voy a morir como un ser celestial que casi soy, y con Dios que no sé si me abandonó… misericordia Dios, no me olvides. No quiero ser santa, sólo quiero “ayudar”.

Para que escribir palabras, fantasías son poesías, para qué si ya no sé que decir. Pero aquí sigo. Porque tengo una causa, quiero ayudar, aunque pierda, aunque se rían de mí. Quiero poner mi grano de arena y dirigir mi voz a los políticos, los sociólogos, los medios de comunicación, estudiantes, funcionarios, barrenderos, peluqueros, amas de casa, actores y directores de cine, homosexuales... Todos, absolutamente todos podemos hacer algo.

Podemos no sentir “odio”. Odio, mal sentimiento que deja su rastro, del que quiero escapar, que no me deja gritar “Libertad”. Odio, sentimiento de ira, de desolación, del infinito deseo de ver como pierde la felicidad del ser odiado, y son tantos… tantos y tantos los seres que se detestan. Y con qué razón…

Odio, que no deseo morir, más mi muerte se desea. La desean los odiados por mí, que lo sepan eternamente. Nunca responderé por ellos, para mi nada son… que se hundan en una arena sin luna.

Odio a los que no luchan ni comparten y se llevan a todos por delante, se ríen de las desgracias ajenas y a los santos no se encomiendan. No verán la luz solar.

Y a pesar de todo, soy mujer. Y sueño. Y amé. Y a pesar de todo tengo mi vida y mis metas particulares, sólo mías, de mi propiedad, en la sociedad moderna, en un país desarrollado, con más de una casa en la que vivir…

Los sacerdotes dicen que con buenas acciones se busca la “miel azul”… vaya utopía… la mía. Miel color cielo y cielo deseado, amado, valorado. No sé si mío será.

Miel de perlas perdidas de la playa de Macuto y miel con sabor a cielo enlatado, y miel para el bienestar, para curar la fatiga, para la pena y el tormento, para la gripe y el lamento, para respetar. Miel de los caminos, de los pastizales, que da sus beneficios a los caminantes, miel de tul, encantada y emanada de las flores.

Miel de praderas y bosques, de playas solitarias, de civilizaciones variadas, de la aldea de Maio Grande en Galicia, miel celestial y terrenal, miel que vale, que se toma y se alegra todo uno, lo poco que se es. Se tiende la mano al hermano para ayudar, pero no sé que será de mí… no tengo esperanzas de que la miel me sane ni me cure, ni me alivie…

Dios, que haya algo mejor para los que pasan hambre, que algo mejor les suceda, que el tarrito de miel azul bienvenidito sea. Pero que algo mejor haya que les saque de las penas. Es una difícil tarea porque no hay nadie bueno en el mundo… pocos son los que comparten, todo perturba la paz, todo es caer en terrenos que no se pueden pisar. No hay nadie bueno, no hay. No hay sentimientos puros con los que lograr quererse, no hay amor en los seres vivos, sólo interés, sólo maldad. Pisar, pisar y pisar. No hay nadie bueno en el mundo. Si malogran mi destino y no me dejan respirar, no hay nada bueno, no hay.

Continuará…

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