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Oposición, fiscales, jueces y separatistas sincronizan sus fuerzas para darle la puntilla al gobierno de los populares

Campaña orquestada de acoso y derribo contra el PP

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Verán ustedes, pero, cuando las casualidades se van repitiendo con cierto orden, frecuencia y de un modo oportuno, en favor de los intereses de determinados grupos políticos, partidos u organismos claramente politizados, uno empieza a pensar que, aquellas contingencias que, aparentemente, pudieran considerarse fruto de la mera casualidad, pasan a tener otro sentido más sospechoso y menos fiable, de modo que van adquiriendo otras explicaciones que pudieran, en el caso que nos ocupa, considerarse como conspirativas, prefabricadas, ladinamente espaciadas y utilizadas de forma que vayan tejiendo una estudiada tela de araña, con el fin de desprestigiar, denigrar, abochornar e infamar a aquellos a los que se pretende perjudicar, con el objetivo de sustituirlos en el poder.

Es evidente que, el PP, ha estado afectado de numerosos casos de corrupción y ello merece todo el rechazo, tanto por parte de todos los partidos del arco parlamentario como, incluso, de aquellos que son miembros del mismo o de sus simpatizantes que, normalmente, los votan en las elecciones. Puede ser que, la dirección del partido y su presidente, el señor Rajoy, con el que no me siento cómodo como viejo votante de dicha formación, debieran de haber actuado con mayor presteza, librarse de la basura que tanto les ha venido perjudicando e iniciar una catarsis, de modo que se produjera el necesario regreso a los orígenes, recobrando los valores, principios, ideales y doctrinas que heredaron de la antigua Alianza Popular, de los que nunca debieron de haberse apartado. Pero una cosa no empece la otra.

No obstante, en la actualidad, tiene lugar una sincronización de prácticas, una rara mezcla de actuaciones judiciales, intervenciones de la fiscalía, ataques furibundos en el Congreso de diputados, manifestaciones callejeras, filtraciones sumariales, grabaciones secretas, denuncias y escuchas telefónicas que, en conjunto, suponen lo que cualquier espectador objetivo de la situación, en la que se está poniendo al PP, tendría motivos para sospechar que se está organizando lo que se puede entender como un acoso y derribo, en contra del gobierno del PP y del propio partido de la derecha española.

Cuando se escucha hablar a los miembros de Podemos en el Parlamento uno pensaría que son los encargados de rescatar a España de una situación humillante, que no existe democracia y que todos los españoles se están muriendo de hambre, como sucede en la Venezuela con el dictador Maduro, al que todavía tienen la poca vergüenza de pretender defender. No obstante, si se puede considerar lógico que los comunistas bolivarianos sostenga lo que les es propio, como es el totalitarismo y el absolutismo soviético; cuesta más entender que partidos, como el PSOE, que tradicionalmente se han mostrado como constitucionalistas, defensores de la unidad de España y cooperadores con el gobierno de turno, cuando se ha tratado de asuntos de Estado, como es el caso de nuestras relaciones internacionales o la misma unidad del Estado español; hayan derivado hacia una oposición radical, escorados hacia la extrema izquierda y con algunos de sus líderes, como es el caso de Pedro Sánchez, que ha manifestado un odio tal hacia el PP y su presidente que ha llegado a negarse a dialogar con ningún representante del mismo en detrimento de los intereses de España.

Parece como si la oposición que se pudiera considerar constitucionalista, incluido al señor Rivera de C’s, un señor que pretende medrar a costa de basar toda su campaña en un solo tema: la corrupción de los demás. Ni tiene un plan de gobierno ni siquiera se le puede catalogar dentro de una tendencia clara política, porque empezó siendo de izquierdas y antinacionalista y ahora se ha cambiado a liberal, sin que este cambio parezca que se haya incorporado al resto de su programa que, al parecer, se centra en intentar restarle votos al PP sin que, a cambio, parezca que tenga la más mínima posibilidad de restárselos a la izquierda. En todo caso para un partido que le hizo firmar más de 150 concesiones al PP para apoyar la investidura de Rajoy, es evidente que su falta de lealtad corre parejas con la poca sintonía que siente por Rajoy.

Pero dónde, en verdad, se produce un verdadero asedio en contra del PP, curiosamente, es dentro de la fiscalía y de la judicatura. Ya se sabe que, incomprensiblemente, para una profesión donde es primordial la imparcialidad, la aplicación de las leyes según el sentido que pretendió el legislador, la honorabilidad, la equidad, ocurre que, dentro de los fiscales, jueces y magistrados, hay facciones que se unen en agrupaciones según sus ideas políticas,; algo que nunca hemos podido entender, si es que estamos hablando de unos señores que han jurado respetar y hacer respetar las leyes que, naturalmente, no sería posible si cada uno de ellos las aplicase según su propias ideas políticas ( algo que, por desgracia, a veces ocurre).

Estos días hemos visto que, por meras suposiciones, ha sido envuelto en una desagradable situación un alto funcionario del Gobierno, simplemente porque tuvo una conversación con un hermano de un imputado un tiempo atrás, antes de que fuese acusado de un supuesto delito. Los fiscales tuvieron que rectificar negando que se le acusase de haber dado un chivatazo y afirmando que eran meras suposiciones. Es evidente que la honra de una persona no puede ponerse a pública exposición por un fiscal o un juez, simplemente porque exista una mera suposición, sin pruebas, dando tres cuartos al pregonero (la prensa lo divulgó de inmediato) y sin que el interesado todavía supiera de qué era de lo que se le acusaba en concreto. Por desgracia, ya son demasiadas las ocasiones en que supuestos autores de delitos, por simples suposiciones, por meros indicios y antes de que sean considerados como “investigados”, aparezcan en las portadas de los periódicos (unos que merecen mención especial por su falta de respeto por el secreto de los sumarios y por su propensión, en aquellos casos en los que la presunta “víctima” de la inquisición judicial resulta ser de derechas, a publicar la noticia en las primeras páginas).

Es evidente que la mayoría de los jueces, magistrados y fiscales de nuestra Administración de Justicia son personas que cumplen con su deber, que hacen su trabajo sin publicidad y ajustándose al código ético que debe respetar todo profesional de la Justicia; pero, señores, es obvio, palpable, de público conocimiento y generalmente admitido por la ciudadanía que algunos jueces, fiscales y magistrados campan por sus respetos, juzgan en función de sus particulares opiniones personales y, en ocasiones, se dejan llevar por su dependencia respecto a determinadas doctrinas políticas, con las que posiblemente están demasiado identificados. Es una opinión extendida y las encuestas así lo indican que, en estos momentos, en España, el concepto que una parte importante de la ciudadanía española tiene de la Administración de Justicia es, evidentemente, poco favorable. Fallan los plazos, se desvelan los secretos de sumario antes de tiempo, se eternizan las diligencias, se alargan los juicios por tiempo excesivo (véase la forma en la que se viene sustanciando el caso Gratel, que parece que nunca tendrá fin) o bien, como ha sucedido con el caso de los ERE’s, en Andalucía, algunos expedientes se van difuminando por el camino desde que, la juez Alaya, fue apartada del caso por ser “demasiado eficiente”. No, señores, no parece que lo que está sucediendo con el PP tenga visos de ser una actuación en interés de la Justicia; más bien da la sensación de que aquí existe un “contubernio” de las izquierdas y de quienes están decididos a apoyarlas, para impedir como sea que la derecha, que es la que ha sacado a España del peligro de quiebra soberana, pueda continuar en el poder y, con la intención de lograr este propósito, los hay que no han dudado en poner, como se dice, “toda la carne en el asador”, aunque para conseguirlo no hayan dudado en utilizar los trucos, las martingalas políticas y los procedimientos más repugnantes, menos decentes y más torticeros.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, empezamos a sospechar que, todo lo que está sucediendo, toda esta serie de acusaciones, de ataques formulados desde todos los partidos de la oposición y, especialmente virulentos, los que parten del grupo de los desmadrados de los bancos de Podemos vienen a coincidir, precisamente, en uno de los momentos en los que el gobierno necesitaría más apoyo del resto de las cámaras, cuando los separatistas catalanes están jugando a fondo su baza separatista con la intención de valerse de la debilidad del Gobierno para intentar salirse con la suya o sea, lograr la independencia de Cataluña. Claro que no lo van a conseguir.

Campaña orquestada de acoso y derribo contra el PP

Oposición, fiscales, jueces y separatistas sincronizan sus fuerzas para darle la puntilla al gobierno de los populares
Miguel Massanet
jueves, 11 de mayo de 2017, 01:36 h (CET)
Verán ustedes, pero, cuando las casualidades se van repitiendo con cierto orden, frecuencia y de un modo oportuno, en favor de los intereses de determinados grupos políticos, partidos u organismos claramente politizados, uno empieza a pensar que, aquellas contingencias que, aparentemente, pudieran considerarse fruto de la mera casualidad, pasan a tener otro sentido más sospechoso y menos fiable, de modo que van adquiriendo otras explicaciones que pudieran, en el caso que nos ocupa, considerarse como conspirativas, prefabricadas, ladinamente espaciadas y utilizadas de forma que vayan tejiendo una estudiada tela de araña, con el fin de desprestigiar, denigrar, abochornar e infamar a aquellos a los que se pretende perjudicar, con el objetivo de sustituirlos en el poder.

Es evidente que, el PP, ha estado afectado de numerosos casos de corrupción y ello merece todo el rechazo, tanto por parte de todos los partidos del arco parlamentario como, incluso, de aquellos que son miembros del mismo o de sus simpatizantes que, normalmente, los votan en las elecciones. Puede ser que, la dirección del partido y su presidente, el señor Rajoy, con el que no me siento cómodo como viejo votante de dicha formación, debieran de haber actuado con mayor presteza, librarse de la basura que tanto les ha venido perjudicando e iniciar una catarsis, de modo que se produjera el necesario regreso a los orígenes, recobrando los valores, principios, ideales y doctrinas que heredaron de la antigua Alianza Popular, de los que nunca debieron de haberse apartado. Pero una cosa no empece la otra.

No obstante, en la actualidad, tiene lugar una sincronización de prácticas, una rara mezcla de actuaciones judiciales, intervenciones de la fiscalía, ataques furibundos en el Congreso de diputados, manifestaciones callejeras, filtraciones sumariales, grabaciones secretas, denuncias y escuchas telefónicas que, en conjunto, suponen lo que cualquier espectador objetivo de la situación, en la que se está poniendo al PP, tendría motivos para sospechar que se está organizando lo que se puede entender como un acoso y derribo, en contra del gobierno del PP y del propio partido de la derecha española.

Cuando se escucha hablar a los miembros de Podemos en el Parlamento uno pensaría que son los encargados de rescatar a España de una situación humillante, que no existe democracia y que todos los españoles se están muriendo de hambre, como sucede en la Venezuela con el dictador Maduro, al que todavía tienen la poca vergüenza de pretender defender. No obstante, si se puede considerar lógico que los comunistas bolivarianos sostenga lo que les es propio, como es el totalitarismo y el absolutismo soviético; cuesta más entender que partidos, como el PSOE, que tradicionalmente se han mostrado como constitucionalistas, defensores de la unidad de España y cooperadores con el gobierno de turno, cuando se ha tratado de asuntos de Estado, como es el caso de nuestras relaciones internacionales o la misma unidad del Estado español; hayan derivado hacia una oposición radical, escorados hacia la extrema izquierda y con algunos de sus líderes, como es el caso de Pedro Sánchez, que ha manifestado un odio tal hacia el PP y su presidente que ha llegado a negarse a dialogar con ningún representante del mismo en detrimento de los intereses de España.

Parece como si la oposición que se pudiera considerar constitucionalista, incluido al señor Rivera de C’s, un señor que pretende medrar a costa de basar toda su campaña en un solo tema: la corrupción de los demás. Ni tiene un plan de gobierno ni siquiera se le puede catalogar dentro de una tendencia clara política, porque empezó siendo de izquierdas y antinacionalista y ahora se ha cambiado a liberal, sin que este cambio parezca que se haya incorporado al resto de su programa que, al parecer, se centra en intentar restarle votos al PP sin que, a cambio, parezca que tenga la más mínima posibilidad de restárselos a la izquierda. En todo caso para un partido que le hizo firmar más de 150 concesiones al PP para apoyar la investidura de Rajoy, es evidente que su falta de lealtad corre parejas con la poca sintonía que siente por Rajoy.

Pero dónde, en verdad, se produce un verdadero asedio en contra del PP, curiosamente, es dentro de la fiscalía y de la judicatura. Ya se sabe que, incomprensiblemente, para una profesión donde es primordial la imparcialidad, la aplicación de las leyes según el sentido que pretendió el legislador, la honorabilidad, la equidad, ocurre que, dentro de los fiscales, jueces y magistrados, hay facciones que se unen en agrupaciones según sus ideas políticas,; algo que nunca hemos podido entender, si es que estamos hablando de unos señores que han jurado respetar y hacer respetar las leyes que, naturalmente, no sería posible si cada uno de ellos las aplicase según su propias ideas políticas ( algo que, por desgracia, a veces ocurre).

Estos días hemos visto que, por meras suposiciones, ha sido envuelto en una desagradable situación un alto funcionario del Gobierno, simplemente porque tuvo una conversación con un hermano de un imputado un tiempo atrás, antes de que fuese acusado de un supuesto delito. Los fiscales tuvieron que rectificar negando que se le acusase de haber dado un chivatazo y afirmando que eran meras suposiciones. Es evidente que la honra de una persona no puede ponerse a pública exposición por un fiscal o un juez, simplemente porque exista una mera suposición, sin pruebas, dando tres cuartos al pregonero (la prensa lo divulgó de inmediato) y sin que el interesado todavía supiera de qué era de lo que se le acusaba en concreto. Por desgracia, ya son demasiadas las ocasiones en que supuestos autores de delitos, por simples suposiciones, por meros indicios y antes de que sean considerados como “investigados”, aparezcan en las portadas de los periódicos (unos que merecen mención especial por su falta de respeto por el secreto de los sumarios y por su propensión, en aquellos casos en los que la presunta “víctima” de la inquisición judicial resulta ser de derechas, a publicar la noticia en las primeras páginas).

Es evidente que la mayoría de los jueces, magistrados y fiscales de nuestra Administración de Justicia son personas que cumplen con su deber, que hacen su trabajo sin publicidad y ajustándose al código ético que debe respetar todo profesional de la Justicia; pero, señores, es obvio, palpable, de público conocimiento y generalmente admitido por la ciudadanía que algunos jueces, fiscales y magistrados campan por sus respetos, juzgan en función de sus particulares opiniones personales y, en ocasiones, se dejan llevar por su dependencia respecto a determinadas doctrinas políticas, con las que posiblemente están demasiado identificados. Es una opinión extendida y las encuestas así lo indican que, en estos momentos, en España, el concepto que una parte importante de la ciudadanía española tiene de la Administración de Justicia es, evidentemente, poco favorable. Fallan los plazos, se desvelan los secretos de sumario antes de tiempo, se eternizan las diligencias, se alargan los juicios por tiempo excesivo (véase la forma en la que se viene sustanciando el caso Gratel, que parece que nunca tendrá fin) o bien, como ha sucedido con el caso de los ERE’s, en Andalucía, algunos expedientes se van difuminando por el camino desde que, la juez Alaya, fue apartada del caso por ser “demasiado eficiente”. No, señores, no parece que lo que está sucediendo con el PP tenga visos de ser una actuación en interés de la Justicia; más bien da la sensación de que aquí existe un “contubernio” de las izquierdas y de quienes están decididos a apoyarlas, para impedir como sea que la derecha, que es la que ha sacado a España del peligro de quiebra soberana, pueda continuar en el poder y, con la intención de lograr este propósito, los hay que no han dudado en poner, como se dice, “toda la carne en el asador”, aunque para conseguirlo no hayan dudado en utilizar los trucos, las martingalas políticas y los procedimientos más repugnantes, menos decentes y más torticeros.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, empezamos a sospechar que, todo lo que está sucediendo, toda esta serie de acusaciones, de ataques formulados desde todos los partidos de la oposición y, especialmente virulentos, los que parten del grupo de los desmadrados de los bancos de Podemos vienen a coincidir, precisamente, en uno de los momentos en los que el gobierno necesitaría más apoyo del resto de las cámaras, cuando los separatistas catalanes están jugando a fondo su baza separatista con la intención de valerse de la debilidad del Gobierno para intentar salirse con la suya o sea, lograr la independencia de Cataluña. Claro que no lo van a conseguir.

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