La sorpresa de la noticia y la tristeza fueron totales en un país que vive a través de la música y de sus ritmos alegres. Sin embargo, la leyenda caribeña llevaba un tiempo padeciendo lo que se veía como un mal insuperable. Desde el año pasado los rumores de distintas procedencias lo enterraban con apresuramiento, se adelantaban a lo que todavía negaban los médicos, dando por imposible una vuelta a la normalidad.
Una prueba de la larga agonía, es el título del periódico de la costa Caribe “El Universal” que, nada más confirmarse la noticia, escribía “La última y definitiva muerte del Joe Arroyo”. No era un secreto para nadie que el cantante autor de temas tan conocidos como “La noche” o “La rebelión” padecía complicaciones de salud a raíz de problemas renales y motrices. Tampoco se desconocía su relación desgastante con las drogas, pero más allá de todas estas viejas etiquetas, Joe Arroyo es lo que es: un mito de la música colombiana. Un representante de la riqueza y la mezcla del Caribe. Un talento sin límites, capaz de renovar todos los fundamentos de la música tradicional e influir en las figuras más comerciales del momento (como Shakira).
En una serie que casualmente se difunde en estos días en la televisión colombiana ––otra coincidencia o quizás apresuramiento en enterrarlo––, el cantante cartagenero está descrito como un hombre de enorme talento, con una voz maravillosa, que, gracias a su enorme carisma, es capaz de seducir a todos los públicos, pero, también y sobre todo, a todas las mujeres que se ponen en su camino.
| Arroyo canta junto a Shakira
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Joe Arroyo era un hombre que vivía a cien por hora, que no perdía la ocasión de exponer su talento o de hacer nuevos encuentros. Espontaneidad y fuego. Entusiasmo y creatividad concentrados en una carrera tan intensa como brillante. Desde los ocho años, empezó a cantar en bares de mala muerte de Cartagena, la ciudad que le vio nacer, y más adelante, con el amor que profesaba por la música y sus raíces afrocaribeñas, fue incorporándose en grupos como “Super Combo Los Diamantes” o “La Protesta”.
En el año 1973, cuando sólo tenía dieciocho años, Joe Arroyo tuvo su gran oportunidad. Un contrato para cantar en la grandísima orquesta colombiana “Fruko y sus tesos” le fue ofrecido y, a partir de ahí, se alejaron los viejos fantasmas de una infancia marcada por la pobreza. Joe se estrenó en los escenarios más prestigiosos de Colombia y grabó hasta 1981 con la discográfica Fuentes los temas que hicieron bailar a generaciones enteras.
En 1981, constituyó su propia orquesta: La Verdad, con la cual expresó su gran creatividad y una capacidad abrumadora para encandilar al público. De ahí nacieron ritmos influenciados por toda la zona Caribe, mezclas inéditas y las canciones que hoy escuchamos con nostalgia: “Rebelión” (1986), un tema que narra las vivencias de un matrimonio africano en la plantación de un esclavista en la Cartagena del siglo XVII, o “La Noche” (1988), un maravilloso tema impregnado de la alegría y la picaresca del Caribe en el que un hombre narra el recuerdo de un amor fugaz.
El legado de Joe Arroyo es innegable. Así lo reconoce la Academia Latina de Grabación (Grammy) que le rendirá un homenaje póstumo el próximo 9 de noviembre y le entregará el premio a la Excelencia Musical. En este evento participarán artistas como Gal Costa, José Feliciano, Alex Lora, Les Luthiers, Rubén Rada y Linda Ronstadt. Será la ocasión para todos de volver a descubrir un hombre que ha transformado el panorama musical de Colombia y de toda latinoamérica.