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Etiquetas | Despachos de Guerra
La ofensiva de verano de los Insurgentes se ceba con los civiles afganos, que sufren en silencio una campaña de terror y tortura en todo el país

Amador Guallar corresponsal en Afganistán

Los Talibán estrangulan a un chico de 8 años

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KABUL– La conflictiva provincia de Helmand, uno de los bastiones por excelencia de la Insurgencia afgana en el sur del país, fue el escenario hace dos días de uno de los actos más crueles de toda la guerra, cuando varios combatientes Talibán secuestraron y asesinaron a un chico de ocho años, Mohmmad Ibrahim, estrangulándolo con un chal como castigo porque su padre, Mohammed Daoud, conductor del comandante de la Policía Nacional Afgana en el distrito de Gereshk, se negó a entregarles uno de los vehículos policiales.

Según fuentes de la oficina del Comandante del distrito los secuestradores pretendían usar el vehículo como parte de futuros ataques, en los que lo utilizarían para pasar desapercibidos entre la policía y el ejército afganos.

El asesinato e intento de extorsión fue confirmado y condenado por la Comisión Independiente para los Derechos Humanos en Afganistán que, además, aseguró que este crimen forma parte de una campaña Talibán “para hostigar a los niños que tienen alguna relación con las Fuerzas de Seguridad Afganas, o con las fuerzas de la Coalición Internacional”. Una campaña descrita como “sistemática y cruel” por Nader Nadery, miembro de esa ONG.

El asesinato también fue condenado por el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, que lo calificó como “una acción que no está permitida en ninguna cultura o religión”, así como añadió que ha dado la orden de que los culpables sean arrestados “lo antes posible”.

Por su parte, Qari Yosuf Ahmadi, uno de los portavoces de los Talibán, negó ayer que la Insurgencia tuviera relación con este crimen, y afirmó que el Gobierno afgano les “está acusando falsamente”.

Crímenes de guerra Talibán

El caso de Mohammed Daoud no es un acto aislado, sino que es otro crimen de guerra perpetrado por la Insurgencia afgana, con el objetivo de aterrorizar a la población y asegurarse de que los civiles, sobre todo los más desprotegidos en las aldeas más aisladas del país, no prestan ningún tipo de ayuda o servicio tanto a las Fuerzas de Seguridad Afganas como de la OTAN.

De hecho, y según la citada ONG, esta última campaña de verano se está caracterizando no sólo por un aumento de los combates en todas las provincias, sino que también por los abusos contra civiles en los que los Talibán emplean tácticas como cortar orejas, dedos o la lengua a aquéllos que presten ayuda a sus enemigos.

Motivo por el que diversas organizaciones internacionales han pedido que el Tribunal Internacional de La Haya investigue los crímenes de guerra Talibán.

“La Insurgencia no sólo se desentiende de dichos crímenes, sino que sigue utilizando tácticas criminales que aumentan día tras día”, según afirmó Ajmal Samadi, director de la prestigiosa ONG Afghan Rights Monitor, cuya misión es monitorizar los crímenes contra la población civil tanto de los Talibán como de las Fuerzas de Seguridad Afganas y de la Coalición Internacional.

Recientemente, las Naciones Unidas publicó un informe en el que aseguraba que “la Insurgencia afgana es la responsable del 80 % de las víctimas civiles”, que sólo en lo que llevamos de año ya han aumentado más de un 20% con respecto a 2010.

Aumentan los combates

Por su parte, tanto la Fuerza Internacional para la Seguridad en Afganistán (ISAF) como el ejército afgano siguen luchando por todo el país para contener la avalancha Insurgente y su campaña de verano.

Sólo en la última semana ISAF ha informado de la muerte de más de 140 combatientes Talibán. Algo que no sucede desde los primeros años de la guerra y que, por lo tanto, sugiere que la Insurgencia sigue organizada y contado con más efectivos de los que el Gobierno de Karzai quiere admitir.

Ejemplo de ello es la provincia de Paktika, la cual limita con Pakistán, donde en los últimos tres días las fuerzas de la Coalición han abatido a 80 miembros de la Insurgencia sólo en dos aldeas, las de Marizko y Armai, situadas en el distrito de Sar Rowzah, el cual se encuentra a 155 km al este de la capital del país, Kabul.

Amador Guallar Photo Web Site

Los Talibán estrangulan a un chico de 8 años

La ofensiva de verano de los Insurgentes se ceba con los civiles afganos, que sufren en silencio una campaña de terror y tortura en todo el país

Amador Guallar corresponsal en Afganistán
Amador Guallar
martes, 26 de julio de 2011, 08:16 h (CET)
KABUL– La conflictiva provincia de Helmand, uno de los bastiones por excelencia de la Insurgencia afgana en el sur del país, fue el escenario hace dos días de uno de los actos más crueles de toda la guerra, cuando varios combatientes Talibán secuestraron y asesinaron a un chico de ocho años, Mohmmad Ibrahim, estrangulándolo con un chal como castigo porque su padre, Mohammed Daoud, conductor del comandante de la Policía Nacional Afgana en el distrito de Gereshk, se negó a entregarles uno de los vehículos policiales.

Según fuentes de la oficina del Comandante del distrito los secuestradores pretendían usar el vehículo como parte de futuros ataques, en los que lo utilizarían para pasar desapercibidos entre la policía y el ejército afganos.

El asesinato e intento de extorsión fue confirmado y condenado por la Comisión Independiente para los Derechos Humanos en Afganistán que, además, aseguró que este crimen forma parte de una campaña Talibán “para hostigar a los niños que tienen alguna relación con las Fuerzas de Seguridad Afganas, o con las fuerzas de la Coalición Internacional”. Una campaña descrita como “sistemática y cruel” por Nader Nadery, miembro de esa ONG.

El asesinato también fue condenado por el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, que lo calificó como “una acción que no está permitida en ninguna cultura o religión”, así como añadió que ha dado la orden de que los culpables sean arrestados “lo antes posible”.

Por su parte, Qari Yosuf Ahmadi, uno de los portavoces de los Talibán, negó ayer que la Insurgencia tuviera relación con este crimen, y afirmó que el Gobierno afgano les “está acusando falsamente”.

Crímenes de guerra Talibán

El caso de Mohammed Daoud no es un acto aislado, sino que es otro crimen de guerra perpetrado por la Insurgencia afgana, con el objetivo de aterrorizar a la población y asegurarse de que los civiles, sobre todo los más desprotegidos en las aldeas más aisladas del país, no prestan ningún tipo de ayuda o servicio tanto a las Fuerzas de Seguridad Afganas como de la OTAN.

De hecho, y según la citada ONG, esta última campaña de verano se está caracterizando no sólo por un aumento de los combates en todas las provincias, sino que también por los abusos contra civiles en los que los Talibán emplean tácticas como cortar orejas, dedos o la lengua a aquéllos que presten ayuda a sus enemigos.

Motivo por el que diversas organizaciones internacionales han pedido que el Tribunal Internacional de La Haya investigue los crímenes de guerra Talibán.

“La Insurgencia no sólo se desentiende de dichos crímenes, sino que sigue utilizando tácticas criminales que aumentan día tras día”, según afirmó Ajmal Samadi, director de la prestigiosa ONG Afghan Rights Monitor, cuya misión es monitorizar los crímenes contra la población civil tanto de los Talibán como de las Fuerzas de Seguridad Afganas y de la Coalición Internacional.

Recientemente, las Naciones Unidas publicó un informe en el que aseguraba que “la Insurgencia afgana es la responsable del 80 % de las víctimas civiles”, que sólo en lo que llevamos de año ya han aumentado más de un 20% con respecto a 2010.

Aumentan los combates

Por su parte, tanto la Fuerza Internacional para la Seguridad en Afganistán (ISAF) como el ejército afgano siguen luchando por todo el país para contener la avalancha Insurgente y su campaña de verano.

Sólo en la última semana ISAF ha informado de la muerte de más de 140 combatientes Talibán. Algo que no sucede desde los primeros años de la guerra y que, por lo tanto, sugiere que la Insurgencia sigue organizada y contado con más efectivos de los que el Gobierno de Karzai quiere admitir.

Ejemplo de ello es la provincia de Paktika, la cual limita con Pakistán, donde en los últimos tres días las fuerzas de la Coalición han abatido a 80 miembros de la Insurgencia sólo en dos aldeas, las de Marizko y Armai, situadas en el distrito de Sar Rowzah, el cual se encuentra a 155 km al este de la capital del país, Kabul.

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