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El Papa y Zapatero se equivocaron

Intervenir puede entorpecer

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Nos cuesta entender que SS. El Papa, tan dado a dar su opinión sobre la política, especialmente cuando se trata de criticar al capitalismo y tan “comprensivo” con determinados regímenes, como por ejemplo el Kirchnerismo peronista de Cristina Fernández; después de haber intentado mediar con Maduro y su oposición, de haber formado parte, con Rodríguez Zapatero, de aquella comisión que lo único que logró fue darle alas al chavismo del sátrapa venezolano; perjudicar a la oposición y dar la más completa impresión de ineptitud, fracaso y pérdida de tiempo, como ya se podría esperar de una iniciativa tan carente de perspectivas, conociendo la idiosincrasia, la sicopatía y la incapacidad del actual presidente de la república venezolana, para aceptar otra cosa que no sea que se cumplan, sin discutir, sus órdenes; su actitud absolutista y dictatorial, su falta de humildad para aceptar consejos o iniciativas, por muy de buena voluntad con las que se le ofrezcan, si no están absolutamente de acuerdo con su especial locura autocrática.

Ante los cruentos acontecimientos por los que, durante estos días pasados, están asolando Venezuela, frente a las continuas detenciones de ciudadanos que se quejan porque no pueden comer o porque no pueden ejercer sus libertades o libertad de expresión o debido a que el Gobierno mantiene encerrados a cientos de prisioneros políticos, sin que se sepa lo que ha podido ser de muchos de ellos en las tenebrosas cárceles del régimen; nos extraña que, el papa Francisco, se haya encerrado en un mutismo que, a muchos, nos parece raro, impropio y puede que muy condescendiente, hacia un sujeto que aprovechándose de su poder y del Ejército que lo respalda, está implantando en su país un régimen de terror, basado solamente en la fuerza, con la colaboración de un TSJ que prevarica y miente cuando el dictador se lo pide y que ignora las funciones del Parlamento, hasta el punto de intentar privarle de sus atribuciones y ahora, en último lugar y como solución a todos los males que le aquejan, haya decidido nombrar una nueva “asamblea constituyente” con el fin de redactar una nueva constitución que, naturalmente, esté hecha según sus propias conveniencias y a mayor alabanza de su figura dictatorial de Maduro, aunque con ello ignore los derechos fundamentales, las libertades y las necesidades básicas del pueblo venezolano.

A estas horas el Papa ya debería haber elevado su voz autorizada para clamar contra lo que está ocurriendo con el régimen chavista, en la castigada nación sudamericana. A estas horas, el Vaticano ya debiera de haber formulado una protesta formal ante el embajador venezolano, en la que se reclamase la libertad de todos los presos que, injustamente, sólo por cuestiones políticas y sin el amparo de la Justicia, permanecen en condiciones precarias y de aislamiento en las cárceles de su país y, a estas horas, el nuncio de SS en Venezuela, ya debiera de haber denunciado la situación de hambruna, de escasez de medicinas, de abuso de autoridad y de miseria, en la que se encuentra una parte importante de la población que ya no puede ocultar su desesperación saliendo en multitud a las calles de Caracas para expresar públicamente su descontento.

En ocasiones, los que hemos tenido una educación cristiana, no acabamos de entender cómo la Iglesia, en muchas ocasiones, a pesar de haber renegado contra el comunismo que, dicho sea de paso, siempre ha cargado contra ella llegándola a calificar de “opio del pueblo” y, como ocurrió en España durante la Guerra Civil, miles de sacerdotes y miles de católicos fueron asesinados simplemente por ser ministros de la Iglesia o por ser miembros de la misma; parece que tiene determinadas simpatías hacia este populacho que, valiéndose de las desgracias, las injusticias, las miserias y la pobreza que existen, en mayor o menor proporción, en todas las naciones, aprovechan para criticar al capitalismo que, si bien tiene evidentes defectos y, en ocasiones, favorece situaciones de injusticia; vista la actividad de promoción que llevan a cabo los empresarios, el dinero que ponen en juego para dotar a sus empresas de los elementos de producción precisos para activar la producción de sus productos; el riesgo que asumen al lanzarse al mercado, sin saber las consecuencias económicas que tendrá para él y su familia aquella aventura y, especialmente, la cantidad de puestos de trabajo que su actividad y esfuerzo proporcionan a los trabajadores ( a diferencia de las soluciones estatales que siempre se traducen en meras subvenciones, en donaciones a fondo perdido o a ayudas para familias en situación insegura que no sirven más que para paliar una situación difícil pero, nunca, para solucionar el verdadero problema que es proporcionar un trabajo, mediante el cual, las personas en situación precaria puedan ganarse honrada y dignamente la vida), creemos que se merecen, al menos, la presunción de ser útiles para la sociedad.

No entendemos cómo se puede confundir a los grandes magnates, a los lobbies de empresas o a los grandes especuladores o mafias explotadoras, máxime cuando es evidente que nada tiene que ver con el sistema de la oferta y la demanda y el de la libertad de comercio y de empresa, donde es evidente que cuando más desarrollado económico, cuanto más empresas estén en funcionamiento en una nación y cuantos más puestos de trabajo se hayan creado; la prosperidad de una nación va experimentando un crecimientos que resulta beneficioso para todos sus ciudadanos, aunque ello también reporte beneficios a los empresarios y, de retruque, a los servicios sociales y a las ayudas públicas y sociales, derivadas de los impuestos que pagan los que, a la vez, van creando riqueza para el país.

Lo cierto es que, si nadie interviene de una manera eficaz, si nadie le pone las peras a cuarto a este camionero, ignorante y descontrolado que se ha creído ser el enviado del Cielo o de su amigo Chávez, para convertir a su país, Venezuela, en un erial de pobreza y una alfombra de cadáveres, fruto de sus veleidades autócratas; por las que considera a la oposición política como enemigos a los que hay que abatir. Es muy probable que las gestiones del Papa y de los que colaboraron con él, como es el caso de Rodríguez Zapatero, un señor al que no le ha bastado dejar a su país, España, hecho unos zorros, sino que ha de seguir perjudicando, con su evidente incapacidad para la negociación, su falta de visión política y sus resabios de un viejo comunismo que, interpretado por él, puede resultar más peligroso que una bomba tóxica; no sólo hayan resultado contraproducentes sino, incluso, que le hayan proporcionado a Maduro una cobertura de legitimidad y de honradez de las que carecía en absoluto.

Si en América, sus manejos, ya empiezan a preocupar hasta a sus propios amigos bolivarianos; sus bravatas y sus formas insensatas de comportarse y sus actuaciones violando las leyes de su propio país, ya le han obligado a retirarse de la Organización de Estados Americanos y, sus incontinencias verbales, lo han situado en el punto de mira de muchos de los países amigos, como ha sido en el caso de España, dónde no sólo nos ha enviado a un grupo de guerrilleros de su revolución, encabezados por Iglesias, Errejón y Monedero, sino que los ha financiado y, por si fuera poco, no se corta a la hora de insultar a los españoles y a nuestras autoridades, incluido al señor presidente del Gobierno.

Creo que ya ha llegado el momento en el que sepamos quienes están a favor y quienes, en contra, de este dictadorzuelo de opereta, máxime cuando ha quedado demostrado que carece de sentido de la justicia, que es incapaz de gobernar a su pueblo, que no le importa el bienestar de los ciudadanos venezolanos y que, lo único que le preocupa, es mantenerse en el poder, aunque, para ello, deba encarcelar, torturar y mandar asesinar a quienes tienen la valentía de desafiarlo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estimamos que, como ya hemos repetido muchas veces, las facultades de SS. el Papa, en lo humano no tienen por qué ser compartidas, aunque en el aspecto teológico, sus palabras deban respetarse y cumplirse. En todo caso, nos gustaría que, al respecto, tratándose de un caso tan evidente de esclavización de un pueblo bajo las botas de un dictador, afectado de la locura por el poder; es evidente que un cambio de actitud de Francisco, en el sentido de apoyar al pueblo venezolano, sería bien recibido en todo el mundo civilizado.

Intervenir puede entorpecer

El Papa y Zapatero se equivocaron
Miguel Massanet
domingo, 7 de mayo de 2017, 13:44 h (CET)
Nos cuesta entender que SS. El Papa, tan dado a dar su opinión sobre la política, especialmente cuando se trata de criticar al capitalismo y tan “comprensivo” con determinados regímenes, como por ejemplo el Kirchnerismo peronista de Cristina Fernández; después de haber intentado mediar con Maduro y su oposición, de haber formado parte, con Rodríguez Zapatero, de aquella comisión que lo único que logró fue darle alas al chavismo del sátrapa venezolano; perjudicar a la oposición y dar la más completa impresión de ineptitud, fracaso y pérdida de tiempo, como ya se podría esperar de una iniciativa tan carente de perspectivas, conociendo la idiosincrasia, la sicopatía y la incapacidad del actual presidente de la república venezolana, para aceptar otra cosa que no sea que se cumplan, sin discutir, sus órdenes; su actitud absolutista y dictatorial, su falta de humildad para aceptar consejos o iniciativas, por muy de buena voluntad con las que se le ofrezcan, si no están absolutamente de acuerdo con su especial locura autocrática.

Ante los cruentos acontecimientos por los que, durante estos días pasados, están asolando Venezuela, frente a las continuas detenciones de ciudadanos que se quejan porque no pueden comer o porque no pueden ejercer sus libertades o libertad de expresión o debido a que el Gobierno mantiene encerrados a cientos de prisioneros políticos, sin que se sepa lo que ha podido ser de muchos de ellos en las tenebrosas cárceles del régimen; nos extraña que, el papa Francisco, se haya encerrado en un mutismo que, a muchos, nos parece raro, impropio y puede que muy condescendiente, hacia un sujeto que aprovechándose de su poder y del Ejército que lo respalda, está implantando en su país un régimen de terror, basado solamente en la fuerza, con la colaboración de un TSJ que prevarica y miente cuando el dictador se lo pide y que ignora las funciones del Parlamento, hasta el punto de intentar privarle de sus atribuciones y ahora, en último lugar y como solución a todos los males que le aquejan, haya decidido nombrar una nueva “asamblea constituyente” con el fin de redactar una nueva constitución que, naturalmente, esté hecha según sus propias conveniencias y a mayor alabanza de su figura dictatorial de Maduro, aunque con ello ignore los derechos fundamentales, las libertades y las necesidades básicas del pueblo venezolano.

A estas horas el Papa ya debería haber elevado su voz autorizada para clamar contra lo que está ocurriendo con el régimen chavista, en la castigada nación sudamericana. A estas horas, el Vaticano ya debiera de haber formulado una protesta formal ante el embajador venezolano, en la que se reclamase la libertad de todos los presos que, injustamente, sólo por cuestiones políticas y sin el amparo de la Justicia, permanecen en condiciones precarias y de aislamiento en las cárceles de su país y, a estas horas, el nuncio de SS en Venezuela, ya debiera de haber denunciado la situación de hambruna, de escasez de medicinas, de abuso de autoridad y de miseria, en la que se encuentra una parte importante de la población que ya no puede ocultar su desesperación saliendo en multitud a las calles de Caracas para expresar públicamente su descontento.

En ocasiones, los que hemos tenido una educación cristiana, no acabamos de entender cómo la Iglesia, en muchas ocasiones, a pesar de haber renegado contra el comunismo que, dicho sea de paso, siempre ha cargado contra ella llegándola a calificar de “opio del pueblo” y, como ocurrió en España durante la Guerra Civil, miles de sacerdotes y miles de católicos fueron asesinados simplemente por ser ministros de la Iglesia o por ser miembros de la misma; parece que tiene determinadas simpatías hacia este populacho que, valiéndose de las desgracias, las injusticias, las miserias y la pobreza que existen, en mayor o menor proporción, en todas las naciones, aprovechan para criticar al capitalismo que, si bien tiene evidentes defectos y, en ocasiones, favorece situaciones de injusticia; vista la actividad de promoción que llevan a cabo los empresarios, el dinero que ponen en juego para dotar a sus empresas de los elementos de producción precisos para activar la producción de sus productos; el riesgo que asumen al lanzarse al mercado, sin saber las consecuencias económicas que tendrá para él y su familia aquella aventura y, especialmente, la cantidad de puestos de trabajo que su actividad y esfuerzo proporcionan a los trabajadores ( a diferencia de las soluciones estatales que siempre se traducen en meras subvenciones, en donaciones a fondo perdido o a ayudas para familias en situación insegura que no sirven más que para paliar una situación difícil pero, nunca, para solucionar el verdadero problema que es proporcionar un trabajo, mediante el cual, las personas en situación precaria puedan ganarse honrada y dignamente la vida), creemos que se merecen, al menos, la presunción de ser útiles para la sociedad.

No entendemos cómo se puede confundir a los grandes magnates, a los lobbies de empresas o a los grandes especuladores o mafias explotadoras, máxime cuando es evidente que nada tiene que ver con el sistema de la oferta y la demanda y el de la libertad de comercio y de empresa, donde es evidente que cuando más desarrollado económico, cuanto más empresas estén en funcionamiento en una nación y cuantos más puestos de trabajo se hayan creado; la prosperidad de una nación va experimentando un crecimientos que resulta beneficioso para todos sus ciudadanos, aunque ello también reporte beneficios a los empresarios y, de retruque, a los servicios sociales y a las ayudas públicas y sociales, derivadas de los impuestos que pagan los que, a la vez, van creando riqueza para el país.

Lo cierto es que, si nadie interviene de una manera eficaz, si nadie le pone las peras a cuarto a este camionero, ignorante y descontrolado que se ha creído ser el enviado del Cielo o de su amigo Chávez, para convertir a su país, Venezuela, en un erial de pobreza y una alfombra de cadáveres, fruto de sus veleidades autócratas; por las que considera a la oposición política como enemigos a los que hay que abatir. Es muy probable que las gestiones del Papa y de los que colaboraron con él, como es el caso de Rodríguez Zapatero, un señor al que no le ha bastado dejar a su país, España, hecho unos zorros, sino que ha de seguir perjudicando, con su evidente incapacidad para la negociación, su falta de visión política y sus resabios de un viejo comunismo que, interpretado por él, puede resultar más peligroso que una bomba tóxica; no sólo hayan resultado contraproducentes sino, incluso, que le hayan proporcionado a Maduro una cobertura de legitimidad y de honradez de las que carecía en absoluto.

Si en América, sus manejos, ya empiezan a preocupar hasta a sus propios amigos bolivarianos; sus bravatas y sus formas insensatas de comportarse y sus actuaciones violando las leyes de su propio país, ya le han obligado a retirarse de la Organización de Estados Americanos y, sus incontinencias verbales, lo han situado en el punto de mira de muchos de los países amigos, como ha sido en el caso de España, dónde no sólo nos ha enviado a un grupo de guerrilleros de su revolución, encabezados por Iglesias, Errejón y Monedero, sino que los ha financiado y, por si fuera poco, no se corta a la hora de insultar a los españoles y a nuestras autoridades, incluido al señor presidente del Gobierno.

Creo que ya ha llegado el momento en el que sepamos quienes están a favor y quienes, en contra, de este dictadorzuelo de opereta, máxime cuando ha quedado demostrado que carece de sentido de la justicia, que es incapaz de gobernar a su pueblo, que no le importa el bienestar de los ciudadanos venezolanos y que, lo único que le preocupa, es mantenerse en el poder, aunque, para ello, deba encarcelar, torturar y mandar asesinar a quienes tienen la valentía de desafiarlo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estimamos que, como ya hemos repetido muchas veces, las facultades de SS. el Papa, en lo humano no tienen por qué ser compartidas, aunque en el aspecto teológico, sus palabras deban respetarse y cumplirse. En todo caso, nos gustaría que, al respecto, tratándose de un caso tan evidente de esclavización de un pueblo bajo las botas de un dictador, afectado de la locura por el poder; es evidente que un cambio de actitud de Francisco, en el sentido de apoyar al pueblo venezolano, sería bien recibido en todo el mundo civilizado.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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