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Opinión
Etiquetas | Columna de Martín Cid
¿Qué tienen en común?

J.L.R. Zapatero y T.S. Elliot

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Hoy iba en un coche en pleno Madrid (sí, aún algunos potentados tienen dinero para gasolina en España). Si bien es cierto que aún no hemos llegado a niveles como los de Venezuela u otros paraísos similares en los que te atracan por sólo llevar las ventanillas bajadas, cuando se me ocurre echar un vistazo el panorama es desolador: comercios y más comercios en alquiler, venta, traspaso… busco en vano alguno de “Se Regala” pero parece que la situación en España aún no está tan mal y algunos españoles (yo no) aún creen que alguien va a invertir en poner un nuevo negocio. Desde la calle Goya hasta Moncloa me encuentro tiendas de esas “de toda la vida”, escaparates que miraba cuando ni siquiera había empezado a fumar (¡y fíjense si hace tiempo de eso!), antes pletóricos de vida hoy rellenos con cartelitos de “Se Vende” o “Se Alquila”.

Les juro que el panorama es para espantarse: antes del verano los comerciantes de Madrid han decidido cerrar para quitar la razón al poeta y a su eso de que abril era el mes más cruel: muchos de ellos, al no poder mantener el bajón de los meses de verano han decidido cerrar el chiringuito a la espera de… ¿un meteorito que eche a ZP de la Moncloa? ¿Que Harry Potter le proporcione al Gobierno una receta secreta para el reflote económico? Como parece que nada de esto es probable (aunque a mí por lo menos me parece bastante más probable que que los socialistas arreglen algo) el globo se ha ido hinchando hasta el punto en que esos comerciantes (que a saber de qué viven el año que viene) tendrán que echar mano de sus ahorros o intentar vender un pisito por aquí de esos que a todos nos sobran porque somos millonarios.

Seguimos con la pescadilla que se muerde la cola… sigo mirando por la ventanilla y… ¡Sorpresa! ¡Si no sólo los comercios “Se Venden”, no! ¡También hay casas y pisos y apartamentos en venta por todos lados! Alguien más sabio me dijo alguna vez que cuando aumenta la oferta… y baja la demanda… y los precios baja que te baja… ¡malo, malo!

Dícese: no hay movimiento en la calle y la gente quiere vender pero no hay dinero para
comprar. Señoras y señores, creo que no hay que ser Adam Smith ni William Shakespeare para darse cuenta de que “algo huele a podrido en Dinamarca”… y en España ya deja un tufillo bastante familiar.

Mientras, a los señores del Gobierno (y de los Ayuntamientos, y ya me da igual que sean de un lado o del otro, que todos lucen por igual sus neuronas) se les ocurren normas como poner un nuevo impuesto para los camiones porque… porque hay que meter mano también a este sector porque todos imaginamos a un camionero en una gran mansión comiendo Beluga y bebiendo don Perignon… así que es normal que haya un impuesto extra para los camioneros. ¡Hay que parar este despilfarro, eruditos señores del Gobierno!

Así, recorte arriba recorte abajo los del Gobierno intentan cuadrar números recortando los sueldos a los funcionarios y privatizando aquí y allí (porque los de izquierdas también privatizan) pero… ¡Que ni así cuadran los números y lo de la deuda pinta mal, pero que mal, mal! El otro día una chica que trabaja de dependienta en unos grandes almacenes me suelta la siguiente:

-¡Yo soy economista y lo de la deuda externa es gravísimo! ¡Ni nuestros nietos van a poder pagar!

Lo de que una economista esté de dependienta en unos grandes almacenes ya llama bastante la atención, pero la chica sigue:

-Antes dábamos créditos tranquilamente pero ahora… ya casi ni damos. Los clientes han dejado de pagar el año pasado.

¡Vaya, vaya! Ahora estos grandes almacenes (que ya sabemos todos a los que me refiero, no nos hagamos los tontos) ya no dejan pagar a plazos debido a la morosidad de los clientes… los bancos ya no dan créditos porque la gente está en el paro y los que aún trabajan tienen menos que antes porque han dicho los de arriba que hay que ahorrar (por cierto, con “lo de arriba” no me refiero a los angelitos sino a los señores del Gobierno)… Sinceramente, la cosa pinta mal.

Casi para terminar les voy a dejar con una anécdota que me contó un argentino cuando la crisis en su país (digo “casi para terminar” porque el chiste malo lo tengo preparado para el final). Pasaba por allí, en Buenos Aires, un camión con vacas… total, que el camión para en un semáforo porque le han dicho al tipo que cuando está en rojo no se puede pasar… Los ciudadanos deciden entonces espontáneamente volcar el camión y abrir las puertas. Allí mismo los argentinos se precipitaron sobre los animales y los despedazaron, llevándose los animales a trozos. Pero claro, eso es Argentina y España va de maravilla.

Bueno, ahora queda la resolución político-literaria a la pregunta estúpida que planteábamos al principio: ¿En qué se parecen T.S. Elliot y J.L.R. Zapatero? En que Thomas Stearn Elliot escribió La Tierra Baldía y José Luis Rodríguez Zapatero la hizo realidad.

Sean buenos, no gasten demasiado y cuidado, camioneros (sobre todo si transportan vacas), que parece que la cosa va contra ustedes.

J.L.R. Zapatero y T.S. Elliot

¿Qué tienen en común?
Martín Cid
jueves, 21 de julio de 2011, 06:47 h (CET)
Hoy iba en un coche en pleno Madrid (sí, aún algunos potentados tienen dinero para gasolina en España). Si bien es cierto que aún no hemos llegado a niveles como los de Venezuela u otros paraísos similares en los que te atracan por sólo llevar las ventanillas bajadas, cuando se me ocurre echar un vistazo el panorama es desolador: comercios y más comercios en alquiler, venta, traspaso… busco en vano alguno de “Se Regala” pero parece que la situación en España aún no está tan mal y algunos españoles (yo no) aún creen que alguien va a invertir en poner un nuevo negocio. Desde la calle Goya hasta Moncloa me encuentro tiendas de esas “de toda la vida”, escaparates que miraba cuando ni siquiera había empezado a fumar (¡y fíjense si hace tiempo de eso!), antes pletóricos de vida hoy rellenos con cartelitos de “Se Vende” o “Se Alquila”.

Les juro que el panorama es para espantarse: antes del verano los comerciantes de Madrid han decidido cerrar para quitar la razón al poeta y a su eso de que abril era el mes más cruel: muchos de ellos, al no poder mantener el bajón de los meses de verano han decidido cerrar el chiringuito a la espera de… ¿un meteorito que eche a ZP de la Moncloa? ¿Que Harry Potter le proporcione al Gobierno una receta secreta para el reflote económico? Como parece que nada de esto es probable (aunque a mí por lo menos me parece bastante más probable que que los socialistas arreglen algo) el globo se ha ido hinchando hasta el punto en que esos comerciantes (que a saber de qué viven el año que viene) tendrán que echar mano de sus ahorros o intentar vender un pisito por aquí de esos que a todos nos sobran porque somos millonarios.

Seguimos con la pescadilla que se muerde la cola… sigo mirando por la ventanilla y… ¡Sorpresa! ¡Si no sólo los comercios “Se Venden”, no! ¡También hay casas y pisos y apartamentos en venta por todos lados! Alguien más sabio me dijo alguna vez que cuando aumenta la oferta… y baja la demanda… y los precios baja que te baja… ¡malo, malo!

Dícese: no hay movimiento en la calle y la gente quiere vender pero no hay dinero para
comprar. Señoras y señores, creo que no hay que ser Adam Smith ni William Shakespeare para darse cuenta de que “algo huele a podrido en Dinamarca”… y en España ya deja un tufillo bastante familiar.

Mientras, a los señores del Gobierno (y de los Ayuntamientos, y ya me da igual que sean de un lado o del otro, que todos lucen por igual sus neuronas) se les ocurren normas como poner un nuevo impuesto para los camiones porque… porque hay que meter mano también a este sector porque todos imaginamos a un camionero en una gran mansión comiendo Beluga y bebiendo don Perignon… así que es normal que haya un impuesto extra para los camioneros. ¡Hay que parar este despilfarro, eruditos señores del Gobierno!

Así, recorte arriba recorte abajo los del Gobierno intentan cuadrar números recortando los sueldos a los funcionarios y privatizando aquí y allí (porque los de izquierdas también privatizan) pero… ¡Que ni así cuadran los números y lo de la deuda pinta mal, pero que mal, mal! El otro día una chica que trabaja de dependienta en unos grandes almacenes me suelta la siguiente:

-¡Yo soy economista y lo de la deuda externa es gravísimo! ¡Ni nuestros nietos van a poder pagar!

Lo de que una economista esté de dependienta en unos grandes almacenes ya llama bastante la atención, pero la chica sigue:

-Antes dábamos créditos tranquilamente pero ahora… ya casi ni damos. Los clientes han dejado de pagar el año pasado.

¡Vaya, vaya! Ahora estos grandes almacenes (que ya sabemos todos a los que me refiero, no nos hagamos los tontos) ya no dejan pagar a plazos debido a la morosidad de los clientes… los bancos ya no dan créditos porque la gente está en el paro y los que aún trabajan tienen menos que antes porque han dicho los de arriba que hay que ahorrar (por cierto, con “lo de arriba” no me refiero a los angelitos sino a los señores del Gobierno)… Sinceramente, la cosa pinta mal.

Casi para terminar les voy a dejar con una anécdota que me contó un argentino cuando la crisis en su país (digo “casi para terminar” porque el chiste malo lo tengo preparado para el final). Pasaba por allí, en Buenos Aires, un camión con vacas… total, que el camión para en un semáforo porque le han dicho al tipo que cuando está en rojo no se puede pasar… Los ciudadanos deciden entonces espontáneamente volcar el camión y abrir las puertas. Allí mismo los argentinos se precipitaron sobre los animales y los despedazaron, llevándose los animales a trozos. Pero claro, eso es Argentina y España va de maravilla.

Bueno, ahora queda la resolución político-literaria a la pregunta estúpida que planteábamos al principio: ¿En qué se parecen T.S. Elliot y J.L.R. Zapatero? En que Thomas Stearn Elliot escribió La Tierra Baldía y José Luis Rodríguez Zapatero la hizo realidad.

Sean buenos, no gasten demasiado y cuidado, camioneros (sobre todo si transportan vacas), que parece que la cosa va contra ustedes.

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