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Ciclismo
Etiquetas | Tour de Francia
El gran retorno publicitario del Tour de Francia no impulsa las inversiones de las marcas y los ciclistas cuentan con salarios y premios de rebajas

Ciclismo a precio de saldo

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En el ciclismo todo es extraordinario: recorridos kilométricos, ascensiones con porcentajes inhumanos, calendarios cargados de competiciones, descensos y caídas vertiginosas, tecnologías de última generación, aficionados agolpados en las cunetas, escándalos consecuencias del dopaje… Todo es a lo grande. Todo excepto el dinero de los ciclistas. En comparación a otros deportes, éstos no son millonarios y sí trabajadores de la bicicleta. El ganador del Tour de Francia se embolsará unos 450.000 euros; en Roland Garros, el vencedor supera el millón de euros.

Siempre se ha defendido que el ciclismo es un deporte solidario y con un desbordante compañerismo entre todos los integrantes del pelotón. Habrá, no obstante, detractores de esta teoría, pero el factor monetario refuerza el pensamiento primigenio. Aunque el ciclismo de elite es un deporte de masas en muchos países -especialmente Francia, Bélgica, Holanda y en menor medida España e Italia- esto no se refleja en el dinero: inversiones aparte, los salarios y premios en carrera son ridículos en comparación a otros deportes. Ni siquiera el Tour de Francia es una excepción. En la ‘Grand Bouclè’ se mueven unos 3,5 millones de euros para todos los ciclistas.

Trabajadores de la bicicleta
Estas cifras modestas se desglosan de la siguiente manera. Cada una de las 21 etapas ofrece premios en metálico a los 20 primeros corredores: el vencedor se lleva 8.000 euros; el segundo, 4.000 euros; el tercero, 2000 euros; y en descenso hasta el vigésimo que cobra 100 euros. El premio gordo está en París. El ganador del Tour de Francia recibe una recompensa de 450.000 euros; el segundo, algo más de 200.000 euros; y el tercero, sobre los 100.000 euros. Y cada corredor que cruza los Campos Elíseos ingresa 450 euros. Las clasificaciones de la montaña y la regularidad se reparten sobre 150.000 y 100.000 euros, respectivamente, a lo largo de las tres semanas. En este mismo tiempo, los mejores jóvenes cuentan con una bolsa de 70.000 euros. Y el mejor equipo final se lleva 50.000 euros y el más combativo, 20.000 euros.

Estos premios, en consecuencia, no están en consonancia con las horas y esfuerzos echados sobre las carreteras. Porque, además, estas cifras son antes de impuestos. El fisco francés recluta entorno al 40 por ciento de cada premio. No sólo esto. Porque en el ciclismo, al contrario de lo que sucede en otros deportes, todos los premios forman parte de una bolsa común que se reparte entre ciclistas, mecánicos, masajistas, cocineros… Gratificaciones aparte, cada ciclista cuenta con un salario fijo. Pero en este terreno, hay más sueldos normales que estratosféricos. Las nóminas de Contador (5 millones de euros), los hermanos Schleck (2), Gilbert (1,8) o Cavendish (2 cuando firme por Sky) son una excepción. El salario del pelotón se sitúa entre los 40.000 y 100.000 euros anuales. Lógicamente, ningún ciclista está entre los 50 deportistas mejor pagados.

Escasa inversión, mucha rentabilidad
Y todo esto es verdaderamente un fenómeno paranormal. El ciclismo, según estudios de empresas de publicidad, aporta un conocimiento de marca y unos retornos publicitarios a las empresas patrocinadoras muy superior a la inversión realizada. Sin embargo, pocos apuestan por el ciclismo, especialmente en España, donde sólo hay dos equipos en el Tour de Francia: Euskaltel-Euskadi (en activo desde 1994) y Movistar (creado en 2011). Quizá sea una consecuencia de los problemas de dopaje. Porque crear una formación ciclista es barato. La inversión media está en unos 10 millones de euros (la cantidad que ha invertido Telefónica), aunque hay grupos con presupuestos más ajustados como Euskaltel-Euskadi y Europcar, ambos con 6,5 millones de euros.

Los presupuestos más sobresalientes se encuentran en Rabobank y Katusha, ambos con una financiación de 15 millones de euros por curso. Leopard, recién creado en 2011, ha empezado con 12 millones de euros, más o menos como las cuentas de BMC y FDJ. Y las inversiones son rentables, como han certificado algunos equipos. EL HTC ha calculado un retorno publicitario sobre los 147 millones de euros en esta pasada temporada, de los cuales 76 fueron por participar en el Tour de Francia. Su inversión asciende a 10 millones de euros por año. El Ag2R, entidad más modesta, asegura tener un reporte de 90,5 millones de euros, es decir, el equivalente a 10.000 anuncios de un minuto de duración.
www.rafaelmerino.com
@RM_rafamerino

Ciclismo a precio de saldo

El gran retorno publicitario del Tour de Francia no impulsa las inversiones de las marcas y los ciclistas cuentan con salarios y premios de rebajas
Rafael Merino
miércoles, 20 de julio de 2011, 08:16 h (CET)
En el ciclismo todo es extraordinario: recorridos kilométricos, ascensiones con porcentajes inhumanos, calendarios cargados de competiciones, descensos y caídas vertiginosas, tecnologías de última generación, aficionados agolpados en las cunetas, escándalos consecuencias del dopaje… Todo es a lo grande. Todo excepto el dinero de los ciclistas. En comparación a otros deportes, éstos no son millonarios y sí trabajadores de la bicicleta. El ganador del Tour de Francia se embolsará unos 450.000 euros; en Roland Garros, el vencedor supera el millón de euros.

Siempre se ha defendido que el ciclismo es un deporte solidario y con un desbordante compañerismo entre todos los integrantes del pelotón. Habrá, no obstante, detractores de esta teoría, pero el factor monetario refuerza el pensamiento primigenio. Aunque el ciclismo de elite es un deporte de masas en muchos países -especialmente Francia, Bélgica, Holanda y en menor medida España e Italia- esto no se refleja en el dinero: inversiones aparte, los salarios y premios en carrera son ridículos en comparación a otros deportes. Ni siquiera el Tour de Francia es una excepción. En la ‘Grand Bouclè’ se mueven unos 3,5 millones de euros para todos los ciclistas.

Trabajadores de la bicicleta
Estas cifras modestas se desglosan de la siguiente manera. Cada una de las 21 etapas ofrece premios en metálico a los 20 primeros corredores: el vencedor se lleva 8.000 euros; el segundo, 4.000 euros; el tercero, 2000 euros; y en descenso hasta el vigésimo que cobra 100 euros. El premio gordo está en París. El ganador del Tour de Francia recibe una recompensa de 450.000 euros; el segundo, algo más de 200.000 euros; y el tercero, sobre los 100.000 euros. Y cada corredor que cruza los Campos Elíseos ingresa 450 euros. Las clasificaciones de la montaña y la regularidad se reparten sobre 150.000 y 100.000 euros, respectivamente, a lo largo de las tres semanas. En este mismo tiempo, los mejores jóvenes cuentan con una bolsa de 70.000 euros. Y el mejor equipo final se lleva 50.000 euros y el más combativo, 20.000 euros.

Estos premios, en consecuencia, no están en consonancia con las horas y esfuerzos echados sobre las carreteras. Porque, además, estas cifras son antes de impuestos. El fisco francés recluta entorno al 40 por ciento de cada premio. No sólo esto. Porque en el ciclismo, al contrario de lo que sucede en otros deportes, todos los premios forman parte de una bolsa común que se reparte entre ciclistas, mecánicos, masajistas, cocineros… Gratificaciones aparte, cada ciclista cuenta con un salario fijo. Pero en este terreno, hay más sueldos normales que estratosféricos. Las nóminas de Contador (5 millones de euros), los hermanos Schleck (2), Gilbert (1,8) o Cavendish (2 cuando firme por Sky) son una excepción. El salario del pelotón se sitúa entre los 40.000 y 100.000 euros anuales. Lógicamente, ningún ciclista está entre los 50 deportistas mejor pagados.

Escasa inversión, mucha rentabilidad
Y todo esto es verdaderamente un fenómeno paranormal. El ciclismo, según estudios de empresas de publicidad, aporta un conocimiento de marca y unos retornos publicitarios a las empresas patrocinadoras muy superior a la inversión realizada. Sin embargo, pocos apuestan por el ciclismo, especialmente en España, donde sólo hay dos equipos en el Tour de Francia: Euskaltel-Euskadi (en activo desde 1994) y Movistar (creado en 2011). Quizá sea una consecuencia de los problemas de dopaje. Porque crear una formación ciclista es barato. La inversión media está en unos 10 millones de euros (la cantidad que ha invertido Telefónica), aunque hay grupos con presupuestos más ajustados como Euskaltel-Euskadi y Europcar, ambos con 6,5 millones de euros.

Los presupuestos más sobresalientes se encuentran en Rabobank y Katusha, ambos con una financiación de 15 millones de euros por curso. Leopard, recién creado en 2011, ha empezado con 12 millones de euros, más o menos como las cuentas de BMC y FDJ. Y las inversiones son rentables, como han certificado algunos equipos. EL HTC ha calculado un retorno publicitario sobre los 147 millones de euros en esta pasada temporada, de los cuales 76 fueron por participar en el Tour de Francia. Su inversión asciende a 10 millones de euros por año. El Ag2R, entidad más modesta, asegura tener un reporte de 90,5 millones de euros, es decir, el equivalente a 10.000 anuncios de un minuto de duración.
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