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Fin de semana electoral

Francia y su futuro, preocupa a los españoles

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Francia es nuestra vecina, forma parte de la CE y ha colaborado, durante los últimos años, eficazmente en la lucha de España contra el terrorismo de ETA; ayudando a que la banda haya quedado prácticamente inoperante, a pesar de que todavía no se ha rendido y, la entrega última de las armas, no ha dejado de ser más que un gesto meramente simbólico. Francia, sin embargo, es una nación básica para la UE y, de lo que suceda en este país, depende mucho lo que va a ocurrir en el resto de Europa. Es evidente, por cierto, que nos preocupen las elecciones que están teniendo lugar al otro lado de los Pirineos y que no dejemos de mirar, con un cierto recelo, a los dos contrincantes políticos que se disputan, en esta segunda vuelta, la presidencia de la república gala.

Sin grandes sorpresas, los dos candidatos que ya se perfilaban como ganadores de la primera vuelta, Macrón y Le Pen, han salido elegidos y se van a disputar, en la segunda vuelta del domingo, cuál de los dos va ocupar su puesto en el Elíseo, en las elecciones presidenciales francesas. Ahora se trata, aunque aparentemente la ventaja la tiene el señor Macrón, de ver quién es el que consigue la victoria y la diferencia que hay entre los resultados que haya entre uno y otra. No olvidemos que hablamos de la elección del presidente de la república francesa, un señor que, a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, cuando las elecciones se polarizaban en los partidos mayoritarios, este es un caso en el que el candidato Macrón ha improvisado un partido, “En marcha”, sin más estructura que el haber formado una pila electoral alrededor de la personalidad del candidato, pero que todavía se encuentra en fase de gestación.

En el próximo mes de junio van a celebrarse las elecciones legislativas francesas y allí, es muy probable que los resultados obtenidos por los partidarios de Macrón no sean los mismos que han conducido a Emmanuel a la presidencia del país. Los partidos tradicionales, especialmente el republicano del señor Fillón, que seguramente hubiera salido vencedor de estos pasados comicios de no ser por las imputaciones, que la Justicia francesa, ha destapado respecto al empleo de su esposa en algún organismo público, gracias a las influencias de su marido. Si, como todas las encuestas anuncian, la señora Marine Le Pen pierde las legislativas, parece ser que el señor Fillón, evidentemente descartado para presentarse de nuevo, puede que tenga un sucesor en un valor nuevo, un personaje que parece que ha entrado pisando fuerte en la política del partido republicano francés, que parece que es un serio aspirante a conseguir que la derecha francesa, ante las nuevas legislativas, se agrupe entorno a él para plantar cara a sus adversarios, los comunistas de Mélechon y los socialistas, un partido que, después de las últimas elecciones, parece que ha quedado desarbolado en Francia.

Un protegido del señor Chirac, el señor François Baroin, de 52 años; al que se le ha designado para dirigir la campaña de Los republicanos para las legislativas de junio; un joven senador, parece ser que está situado en una inmejorable posición para ocupar el puesto de primer ministro, si la derecha francesa obtiene mayoría, algo muy posible. Es muy probable que, Macron, consiga en esta segunda vuelta una gran mayoría a costa del voto de otros partidos confabulados para que Le Pen no consiga salir elegida. Pero esto no quiere decir que el niño bonito de En Marcha, el señor Baroin, tenga las mismas simpatías que, en su día, suscitaron Segolene Royal o Manuel Valls, y que en las legislativas logre superar a los republicanos, lo que podría llevar a una cohabitación entre Baroin como primer ministro y Macrón como presidente de la república, en sustitución del señor Hollande.

La derecha tradicional francesa no ha sido demasiado proclive a mantener unas relaciones excesivamente amistosas con España; podríamos decir que, entre ambas naciones, existen unas relaciones de “falsos amigos”. Con la excepción del socialista francés, señor Hollande, no se puede decir que, entre los gobiernos francés y español, hayan existido unas relaciones muy cordiales y podríamos decir que, entre los pueblos, especialmente respeto a sus rivalidades en productos agrícolas, tenemos la experiencia de numerosos incidentes en la frontera, entre ambas naciones, en los que ciudadanos franceses han cometido actos de vandalismo con nuestros camiones de productos hortícolas y frutales. Particularmente, han existido dos presidentes franceses que han demostrado una especial antipatía y ojeriza respecto a los españoles. Hablamos de Valerie Giscard de Estany (1974 a 1981) y el señor Chaques Chirac, ambos pródigos en ofensas al rey Juan Carlos y a Adolfo Suárez.

Especialmente, el señor Chirac, se distinguió por su abierta animadversión contra España apoyando, dándole cobijo e impidiendo que se persiguiera en su país, a la banda terrorista ETA. Por otra parte, su actividad no se limitó a perjudicarnos dentro del país vecino, sino que se dedicó a instruir a los presidentes de los países iberoamericanos, sobre el carácter depredador de la colonización española, tal como contaba el corresponsal del diario Clarín. No sabemos si su protegido, el señor François Baroin, que mantuvo tan estrechas relaciones con el señor Chirac, llegó a compartir con el mandatario francés la ojeriza hacia los gobernantes españoles y, por extensión, respecto al resto de ciudadanos de nuestro país, pero, no se me negará, que convendría estar avizor respecto a este posible primer ministro francés, si es que, el destino, llegara a auparle al cargo de presidente del ejecutivo francés.

Sería muy desagradable que, después de unos años de buenas relaciones con el país vecino, volviéramos a tener enfrentamientos con un gobierno, precisamente de derechas, cuando hemos sido capaces de entendernos perfectamente con los socialistas franceses. Lo cierto es que estamos ante una situación harto complicada en Europa, asediada por una izquierda extremista y populista, empeñada en ir introduciendo en la CE los vicios que, la izquierda de los países hispanoamericanos, ha ido introduciendo en aquellas naciones, en las que la teorías absolutistas, comunistoides y evidentemente dictatoriales, han convertido a muchas de aquellas regiones en verdaderos feudos de la miseria y la pobreza; aquella misma basura que importaron de la Rusia soviética y de sus métodos expeditivos de comportarse.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, si es cierto que estamos muy pendientes de los acontecimientos, verdaderamente preocupantes que tienen lugar en nuestro país, tales como la expansión de comunismo; el evidente peligro que, para la estabilidad, del país supondría una victoria de socialista Pedro Sánchez, un verdadero adalid del extremismo radicalizado o que el problema catalán no fuera detenido a tiempo, evitando que sus aspiraciones independentistas llegaran a tomar forma y fuera preciso utilizar métodos que todos preferiríamos, si es posible, evitar. No lo sería menos el que, la importancia que tiene la UE, la estocada que supone para la CE el brexit británico, y las consecuencias que, para España y sus empresas, pudiera llegar a producir una Francia que empezara a tener veleidades aislacionistas (algo que con Marine Le Pen parecería asegurado) no contribuyen, en manera alguna, a tranquilizarnos ante lo que pudiera suceder en nuestro país vecino.

Francia y su futuro, preocupa a los españoles

Fin de semana electoral
Miguel Massanet
sábado, 6 de mayo de 2017, 11:21 h (CET)
Francia es nuestra vecina, forma parte de la CE y ha colaborado, durante los últimos años, eficazmente en la lucha de España contra el terrorismo de ETA; ayudando a que la banda haya quedado prácticamente inoperante, a pesar de que todavía no se ha rendido y, la entrega última de las armas, no ha dejado de ser más que un gesto meramente simbólico. Francia, sin embargo, es una nación básica para la UE y, de lo que suceda en este país, depende mucho lo que va a ocurrir en el resto de Europa. Es evidente, por cierto, que nos preocupen las elecciones que están teniendo lugar al otro lado de los Pirineos y que no dejemos de mirar, con un cierto recelo, a los dos contrincantes políticos que se disputan, en esta segunda vuelta, la presidencia de la república gala.

Sin grandes sorpresas, los dos candidatos que ya se perfilaban como ganadores de la primera vuelta, Macrón y Le Pen, han salido elegidos y se van a disputar, en la segunda vuelta del domingo, cuál de los dos va ocupar su puesto en el Elíseo, en las elecciones presidenciales francesas. Ahora se trata, aunque aparentemente la ventaja la tiene el señor Macrón, de ver quién es el que consigue la victoria y la diferencia que hay entre los resultados que haya entre uno y otra. No olvidemos que hablamos de la elección del presidente de la república francesa, un señor que, a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, cuando las elecciones se polarizaban en los partidos mayoritarios, este es un caso en el que el candidato Macrón ha improvisado un partido, “En marcha”, sin más estructura que el haber formado una pila electoral alrededor de la personalidad del candidato, pero que todavía se encuentra en fase de gestación.

En el próximo mes de junio van a celebrarse las elecciones legislativas francesas y allí, es muy probable que los resultados obtenidos por los partidarios de Macrón no sean los mismos que han conducido a Emmanuel a la presidencia del país. Los partidos tradicionales, especialmente el republicano del señor Fillón, que seguramente hubiera salido vencedor de estos pasados comicios de no ser por las imputaciones, que la Justicia francesa, ha destapado respecto al empleo de su esposa en algún organismo público, gracias a las influencias de su marido. Si, como todas las encuestas anuncian, la señora Marine Le Pen pierde las legislativas, parece ser que el señor Fillón, evidentemente descartado para presentarse de nuevo, puede que tenga un sucesor en un valor nuevo, un personaje que parece que ha entrado pisando fuerte en la política del partido republicano francés, que parece que es un serio aspirante a conseguir que la derecha francesa, ante las nuevas legislativas, se agrupe entorno a él para plantar cara a sus adversarios, los comunistas de Mélechon y los socialistas, un partido que, después de las últimas elecciones, parece que ha quedado desarbolado en Francia.

Un protegido del señor Chirac, el señor François Baroin, de 52 años; al que se le ha designado para dirigir la campaña de Los republicanos para las legislativas de junio; un joven senador, parece ser que está situado en una inmejorable posición para ocupar el puesto de primer ministro, si la derecha francesa obtiene mayoría, algo muy posible. Es muy probable que, Macron, consiga en esta segunda vuelta una gran mayoría a costa del voto de otros partidos confabulados para que Le Pen no consiga salir elegida. Pero esto no quiere decir que el niño bonito de En Marcha, el señor Baroin, tenga las mismas simpatías que, en su día, suscitaron Segolene Royal o Manuel Valls, y que en las legislativas logre superar a los republicanos, lo que podría llevar a una cohabitación entre Baroin como primer ministro y Macrón como presidente de la república, en sustitución del señor Hollande.

La derecha tradicional francesa no ha sido demasiado proclive a mantener unas relaciones excesivamente amistosas con España; podríamos decir que, entre ambas naciones, existen unas relaciones de “falsos amigos”. Con la excepción del socialista francés, señor Hollande, no se puede decir que, entre los gobiernos francés y español, hayan existido unas relaciones muy cordiales y podríamos decir que, entre los pueblos, especialmente respeto a sus rivalidades en productos agrícolas, tenemos la experiencia de numerosos incidentes en la frontera, entre ambas naciones, en los que ciudadanos franceses han cometido actos de vandalismo con nuestros camiones de productos hortícolas y frutales. Particularmente, han existido dos presidentes franceses que han demostrado una especial antipatía y ojeriza respecto a los españoles. Hablamos de Valerie Giscard de Estany (1974 a 1981) y el señor Chaques Chirac, ambos pródigos en ofensas al rey Juan Carlos y a Adolfo Suárez.

Especialmente, el señor Chirac, se distinguió por su abierta animadversión contra España apoyando, dándole cobijo e impidiendo que se persiguiera en su país, a la banda terrorista ETA. Por otra parte, su actividad no se limitó a perjudicarnos dentro del país vecino, sino que se dedicó a instruir a los presidentes de los países iberoamericanos, sobre el carácter depredador de la colonización española, tal como contaba el corresponsal del diario Clarín. No sabemos si su protegido, el señor François Baroin, que mantuvo tan estrechas relaciones con el señor Chirac, llegó a compartir con el mandatario francés la ojeriza hacia los gobernantes españoles y, por extensión, respecto al resto de ciudadanos de nuestro país, pero, no se me negará, que convendría estar avizor respecto a este posible primer ministro francés, si es que, el destino, llegara a auparle al cargo de presidente del ejecutivo francés.

Sería muy desagradable que, después de unos años de buenas relaciones con el país vecino, volviéramos a tener enfrentamientos con un gobierno, precisamente de derechas, cuando hemos sido capaces de entendernos perfectamente con los socialistas franceses. Lo cierto es que estamos ante una situación harto complicada en Europa, asediada por una izquierda extremista y populista, empeñada en ir introduciendo en la CE los vicios que, la izquierda de los países hispanoamericanos, ha ido introduciendo en aquellas naciones, en las que la teorías absolutistas, comunistoides y evidentemente dictatoriales, han convertido a muchas de aquellas regiones en verdaderos feudos de la miseria y la pobreza; aquella misma basura que importaron de la Rusia soviética y de sus métodos expeditivos de comportarse.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, si es cierto que estamos muy pendientes de los acontecimientos, verdaderamente preocupantes que tienen lugar en nuestro país, tales como la expansión de comunismo; el evidente peligro que, para la estabilidad, del país supondría una victoria de socialista Pedro Sánchez, un verdadero adalid del extremismo radicalizado o que el problema catalán no fuera detenido a tiempo, evitando que sus aspiraciones independentistas llegaran a tomar forma y fuera preciso utilizar métodos que todos preferiríamos, si es posible, evitar. No lo sería menos el que, la importancia que tiene la UE, la estocada que supone para la CE el brexit británico, y las consecuencias que, para España y sus empresas, pudiera llegar a producir una Francia que empezara a tener veleidades aislacionistas (algo que con Marine Le Pen parecería asegurado) no contribuyen, en manera alguna, a tranquilizarnos ante lo que pudiera suceder en nuestro país vecino.

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