El Real decreto que prepara el Ministerio de Educación se va a convertir en el hazmerreír de la Europa moderna y ya lo es entre gran parte del profesorado español. Me refiero al profesorado responsable, no a ese sector que se dice partidario de eliminar los deberes, de dejar hacer al alumnado y de desterrar la necesaria disciplina en clase; hablar de disciplina nada tiene que ver con el control férreo y estricto de antaño sino que se trata de conseguir el necesario equilibrio, la adecuada convivencia en el aula, y el imprescindible saber estar, para poder trabajar a diario.

El paso de ruptura de la LOMCE que lleva el MEC va a hacer que se quede en lo que ya había; es decir, en la LOE socialista. Esta última ley no obligaba al alumnado a alcanzar una media de 5, además de permitir que ese mismo alumnado titulase incluso con la evaluación negativa de una o dos materias. Pero vamos más lejos, también permitía "excepcionalmente tres suspenso"; claro que esto último ya quedaba en manos del equipo docente, con tal de que el alumnado alcanzase las competencias básicas y objetivos de la etapa, el ciclo o el nivel.

Ya nadie se acuerda de dónde queda aquella reválida que tanta polémica levantó y la calificación final de al menos un 5. El Partido Popular ha ido desmontando la tenada que montó y se está quedando con los cuatro palos que la sujetaban. Allí donde esté José Ignacio Wert se tiene que estar tirando de los pelos al comprobar que la calidad y la excelencia pretendida se están quedando en miseria, simple polvo y nula validez. Ya hay quien dice que el Ministerio de Educación va a vender títulos de secundaria obligatoria en los mercadillos de los sábados y en las ferias medievales de los pueblos y ciudades.

La esperanza del profesorado es que el proyecto de Real decreto aún tiene que ser tratado en el Consejo de Estado, y pasar el correspondiente examen. Incluso, ha de pasar por el Consejo Escolar del Estado, previo a su aprobación por el Consejo de Ministros. Se confía en que haya cambios importantes en la línea de la calidad educativa. No creo que el Ministerio tenga como principal objetivo maquillar los datos del tremendo fracaso escolar existente en general y, en particular, en algunas comunidades autónomas.

El Gobierno ya se ha bajado los pantalones en numerosas ocasiones. No da más de sí. Parece como si estuviera dispuesto a desmontar todo el trabajo de la legislatura anterior, con tal de mantenerse en el sillón/Gobierno. Alguien tiene que explicar a Mariano y a Íñigo Méndez de Vigo que la educación no se merece más desprecios ni más dejadez.

Lo mejor de todo, sin duda, es la capacidad del profesorado para adaptarse a cualquier circunstancia. Hay comunidades autónomas con un profesorado que lo mismo le da “planchar huevos que freír corbatas” porque dispone de recursos personales sobrados; eso sí, la administración educativa nunca se preocupó de dotar de esa formación al profesorado. Es un colectivo que se sabe buscar las habichuelas en todo momento. Incluso voy más lejos: aunque se cambie la normativa en este trimestre, y no sea el primer cambio que se lleva a cabo, el profesorado sabrá gestionarlo. Doy fe, a pesar del MECD y las correspondientes consejerías de educación. Al tiempo.