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Falleció en la madrugada del domingo, a los 83 años de edad, a causa de problemas respiratorios

El exdictador Juan María Bordaberry es enterrado sin honores

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En su casa de Montevideo, donde vivió sus últimos años bajo arresto domiciliario, y acompañado sólo por sus más allegados, murió Bordaberry, protagonista del golpe de Estado de 1973 en Uruguay, país que gobernó hasta 1976.

Fue iniciado en la política por su padre, el terrateniente, senador y periodista Domingo Bordaberry. Representaría primero a la Liga Federal de Acción Ruralista, una asociación que velaba por los intereses de pequeños y medianos terratenientes, para ingresar después en las filas del Partido Nacional, o Partido Blanco, donde consiguió una histórica victoria electoral después de 93 años del partido en la oposición. De este movimiento rural populista surgirían más tarde vertientes radicales de distintos signos políticos, ultraconservadoras por un lado, y radicales de izquierdas como la guerrilla Tupamara.

En 1965 abandonaría el Partido Blanco, manifestándose desilusionado con el sistema político de partidos, aludiendo a la falta de libertad en el seno de su formación, lo que el llamó la “disciplina partidaria”. Si bien, volvería a la actividad política hacia finales de los años 60, esta vez en las filas del Partido Colorado, como ministro de Ganadería y Agricultura. En 1971, es propuesto como primer ministro de este partido en las elecciones, donde fue electo por el pueblo uruguayo como presidente del país para el período 1972-1977, una época de máxima agitación por la sangrienta confrontación entre los movimientos radicales procubanos y los grupos de ultraderecha.

Durante los tres años que duró su gobierno, el Ejército se hizo con el control de la situación en Uruguay, derrotando a las guerrillas revolucionarias. Bordaberry abogó entonces por la creación de “un nuevo Estado uruguayo”, en el que se suprimirían todas las formaciones políticas, y comenzó una política autoritaria en estrecha colaboración con las dictaduras en Argentina y Chile.

En 1973 disolvió el Parlamento y los gobiernos regionales, suprimió la actividad gremial e instauró un gobierno militar de facto, con una dura represión inicial.

En 1976 propone institucionalizar el Gobierno en una cámara corporativa, con posibilidad de elecciones, aunque limitando la actividad de partidos a unas “determinadas tendencias”, afines a su ideología.

En este punto colisionó con el mando militar, con muchos de sus miembros afines a los partidos tradicionales uruguayos, lo que produjo su derrocamiento por parte del Ejército, que pondría en su lugar a otro ciudadano civil, Alberto Demicheli.

Bordaberry permaneció en el país, volvería a su rancho alejado de la vida política. Fue en esta época, tras su destitución, cuando las investigaciones judiciales le asocian con el plan Cóndor, las actividades de los servicios de inteligencia de las dictaduras en Latinoamérica para la eliminación de comunistas y opositores al régimen dictatorial.

Aunque la democracia se reinstauró en Uruguay en 1985, no sería hasta 2005 cuando Bordaberry tuvo que responder por sus crímenes. Sería condenado a 30 años de cárcel por los asesinatos de los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez, y de los exguerrilleros Rosario Barredo y William Whitelaw.

Sería también condenado por atentar contra la Constitución, nueve desapariciones forzadas en varios países y otros dos asesinatos.

Debido a su precario estado de salud, sólo permanecería un año en la cárcel, y en 2007 le concedieron el arresto domiciliario, donde vivió hasta el pasado domingo.

El exdictador Juan María Bordaberry es enterrado sin honores

Falleció en la madrugada del domingo, a los 83 años de edad, a causa de problemas respiratorios
Rubén  Verdú
martes, 19 de julio de 2011, 07:50 h (CET)

En su casa de Montevideo, donde vivió sus últimos años bajo arresto domiciliario, y acompañado sólo por sus más allegados, murió Bordaberry, protagonista del golpe de Estado de 1973 en Uruguay, país que gobernó hasta 1976.

Fue iniciado en la política por su padre, el terrateniente, senador y periodista Domingo Bordaberry. Representaría primero a la Liga Federal de Acción Ruralista, una asociación que velaba por los intereses de pequeños y medianos terratenientes, para ingresar después en las filas del Partido Nacional, o Partido Blanco, donde consiguió una histórica victoria electoral después de 93 años del partido en la oposición. De este movimiento rural populista surgirían más tarde vertientes radicales de distintos signos políticos, ultraconservadoras por un lado, y radicales de izquierdas como la guerrilla Tupamara.

En 1965 abandonaría el Partido Blanco, manifestándose desilusionado con el sistema político de partidos, aludiendo a la falta de libertad en el seno de su formación, lo que el llamó la “disciplina partidaria”. Si bien, volvería a la actividad política hacia finales de los años 60, esta vez en las filas del Partido Colorado, como ministro de Ganadería y Agricultura. En 1971, es propuesto como primer ministro de este partido en las elecciones, donde fue electo por el pueblo uruguayo como presidente del país para el período 1972-1977, una época de máxima agitación por la sangrienta confrontación entre los movimientos radicales procubanos y los grupos de ultraderecha.

Durante los tres años que duró su gobierno, el Ejército se hizo con el control de la situación en Uruguay, derrotando a las guerrillas revolucionarias. Bordaberry abogó entonces por la creación de “un nuevo Estado uruguayo”, en el que se suprimirían todas las formaciones políticas, y comenzó una política autoritaria en estrecha colaboración con las dictaduras en Argentina y Chile.

En 1973 disolvió el Parlamento y los gobiernos regionales, suprimió la actividad gremial e instauró un gobierno militar de facto, con una dura represión inicial.

En 1976 propone institucionalizar el Gobierno en una cámara corporativa, con posibilidad de elecciones, aunque limitando la actividad de partidos a unas “determinadas tendencias”, afines a su ideología.

En este punto colisionó con el mando militar, con muchos de sus miembros afines a los partidos tradicionales uruguayos, lo que produjo su derrocamiento por parte del Ejército, que pondría en su lugar a otro ciudadano civil, Alberto Demicheli.

Bordaberry permaneció en el país, volvería a su rancho alejado de la vida política. Fue en esta época, tras su destitución, cuando las investigaciones judiciales le asocian con el plan Cóndor, las actividades de los servicios de inteligencia de las dictaduras en Latinoamérica para la eliminación de comunistas y opositores al régimen dictatorial.

Aunque la democracia se reinstauró en Uruguay en 1985, no sería hasta 2005 cuando Bordaberry tuvo que responder por sus crímenes. Sería condenado a 30 años de cárcel por los asesinatos de los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez, y de los exguerrilleros Rosario Barredo y William Whitelaw.

Sería también condenado por atentar contra la Constitución, nueve desapariciones forzadas en varios países y otros dos asesinatos.

Debido a su precario estado de salud, sólo permanecería un año en la cárcel, y en 2007 le concedieron el arresto domiciliario, donde vivió hasta el pasado domingo.

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