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Trepando por las rocas del Parque del Lago Oxeanich

Imposible gritar “Libertad” (II)

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Milagros de ojos negros… cual terciopelo su piel, de acero inoxidable tu firme mirada de clavel, del bueno… cual recuerdo en la distancia, estás tú, morena de piel, dorada por el luminoso sol, niña hija de dioses lejanos, encantada, Milita, muñequita de flores frescas en sus gestos y su caminar, acaramelada y alegre, pero en su pasado, sin nada en su seno, viviendo en la sombra del trueno del llanto y el lamento, del mismo ser que no fue... Milagros no se murió de hambre porque recibió alimentos a tiempo.

Viendo a Yolanda... niña hermosa, de película, preciosita, gran amiga de los seres humanos, cariñosita con pequitas, ella que no me quiso besar. Viéndola ojo a ojo, sintiéndola, cara a cara, jugando con sus muñecas, divirtiéndose sin cesar, gritando con la boca llena, dándome sus peluches, bailando a buen ritmo, pisando pedales de bici, sin llorar ni un pelo, con sus ojos luminosos de oro, abiertos cual la luz solar, grandes cual es mi presente, haciéndose querer mucho. Esa niña africana vive gracias a la ayuda de mi prima Macarena que lo hizo todo por ella, la apadrino por medio de una Ong y luego, la adoptó.

¿Qué buscamos ayudando a los demás?... me pregunto yo, Gabriela Valle.

Busco: vivir en paz... con los santos, con los demás... con lo que soy, yo soy yo... y quiero tanto vivir tranquila. Vivir en dulce soledad si toca, en armonía el alma que no llora, en sabiduría, ciencia eterna, en gracia de los que gracias hacen y no en la distancia de los que sufren. Vivir en paz, paz es paz... paz interior, de espíritu, paz verdadera, de dentro afuera, paz eterna, en plenitud, decir... sólo me queda: vivir en paz siendo solidaria, amiga de los necesitados, donante de amor y de tiempo… también.

Para lo que me queda... mejor arrojar una sonrisa al cielo, al aire, a la inconstancia y decirle: aquí estoy yo: doña Gabrielita... Quiero sobrevivir, salir de abajo, aún más, ayúdame. Para lo que me resta, mejor ver los campos llenos de flores, salpicados de pétalos de rosas, mejor no llorar la pena por lo que no fue, ni será (el remedio de las acciones del pasado, los muertos de hambre que han sido olvidados). Mejor pensar en lo que sí, sí puede ser.

Para lo que me resta, Dios me miro en el espejo, ganas de llorar tengo y lloro, que es triste todo en el río... quedo en soledad. Sola... Sólo nada tengo, vacíos los bolsillos, más que la noche gris, aquella en la que me cuesta dormir. Bendiciones pido al alba y que me deje recuperar, verme un buen porvenir aunque sea pequeño, y encontrar fuera lo que no encontré en algunas personas del mundo poco amigo de regalar y poco amable en que me hayo. El mundo en que también estás tú.

No es que sea imposible gritar, pero “libertad”, tal como están las cosas, no puedo, ¿por qué los africanos siguen siendo pobres cuando se da dinero y dinero para la causa?, por qué siguen muriéndose de hambre?, ¿por qué las madres tienen hijos sin control, niñor que luego mueren de desnutrición?...

Hay tantas cosas que no se comprenden, que dan rabia.

Sé que sé lo que sé... y andando voy por el río, paso a paso en sus orillas que son las mías, marchando paso a paso... y sólo sé que nada sé. Como decía el filósofo, sólo que la felicidad, la risa se puede encontrar en los otros, en lo más triste y penoso, en lo más sombrío, en la infelicidad del ser humano que enseña. Que lo sé del fondo y hubiera deseado saberlo todo, pero todo se escapa de mis manos casi pintadas de negro por acción de los rayos del sol disfrazado de lluvia. Todo se va y yo... voy perdiendo terreno poco a poco, se es lo que se puede, lo que no, no. Y feliz igual yo soy que nada valgo ni soy, salvo para mis familias.

Escribí un cuento a un niño de África del Sur… Con ese cuento también le hice feliz:

Le hablé de Lourdo, perro que fue el mejor amigo de Pedro, que sería la mejor compañía de un chiquillo. Lourdo, cabeza de tigre y tierna piel llena de estrellas. Lourdo de zanahoria. Lourdo de estrella a estrella. Lourdo valiente e irónico y burlesco y también luchador. Lourdo de pelo negro, ojos marrones, corazón de oro y collar con medalla y campana de plata.

Continuará…

Imposible gritar “Libertad” (II)

Trepando por las rocas del Parque del Lago Oxeanich
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
jueves, 4 de mayo de 2017, 00:05 h (CET)
Milagros de ojos negros… cual terciopelo su piel, de acero inoxidable tu firme mirada de clavel, del bueno… cual recuerdo en la distancia, estás tú, morena de piel, dorada por el luminoso sol, niña hija de dioses lejanos, encantada, Milita, muñequita de flores frescas en sus gestos y su caminar, acaramelada y alegre, pero en su pasado, sin nada en su seno, viviendo en la sombra del trueno del llanto y el lamento, del mismo ser que no fue... Milagros no se murió de hambre porque recibió alimentos a tiempo.

Viendo a Yolanda... niña hermosa, de película, preciosita, gran amiga de los seres humanos, cariñosita con pequitas, ella que no me quiso besar. Viéndola ojo a ojo, sintiéndola, cara a cara, jugando con sus muñecas, divirtiéndose sin cesar, gritando con la boca llena, dándome sus peluches, bailando a buen ritmo, pisando pedales de bici, sin llorar ni un pelo, con sus ojos luminosos de oro, abiertos cual la luz solar, grandes cual es mi presente, haciéndose querer mucho. Esa niña africana vive gracias a la ayuda de mi prima Macarena que lo hizo todo por ella, la apadrino por medio de una Ong y luego, la adoptó.

¿Qué buscamos ayudando a los demás?... me pregunto yo, Gabriela Valle.

Busco: vivir en paz... con los santos, con los demás... con lo que soy, yo soy yo... y quiero tanto vivir tranquila. Vivir en dulce soledad si toca, en armonía el alma que no llora, en sabiduría, ciencia eterna, en gracia de los que gracias hacen y no en la distancia de los que sufren. Vivir en paz, paz es paz... paz interior, de espíritu, paz verdadera, de dentro afuera, paz eterna, en plenitud, decir... sólo me queda: vivir en paz siendo solidaria, amiga de los necesitados, donante de amor y de tiempo… también.

Para lo que me queda... mejor arrojar una sonrisa al cielo, al aire, a la inconstancia y decirle: aquí estoy yo: doña Gabrielita... Quiero sobrevivir, salir de abajo, aún más, ayúdame. Para lo que me resta, mejor ver los campos llenos de flores, salpicados de pétalos de rosas, mejor no llorar la pena por lo que no fue, ni será (el remedio de las acciones del pasado, los muertos de hambre que han sido olvidados). Mejor pensar en lo que sí, sí puede ser.

Para lo que me resta, Dios me miro en el espejo, ganas de llorar tengo y lloro, que es triste todo en el río... quedo en soledad. Sola... Sólo nada tengo, vacíos los bolsillos, más que la noche gris, aquella en la que me cuesta dormir. Bendiciones pido al alba y que me deje recuperar, verme un buen porvenir aunque sea pequeño, y encontrar fuera lo que no encontré en algunas personas del mundo poco amigo de regalar y poco amable en que me hayo. El mundo en que también estás tú.

No es que sea imposible gritar, pero “libertad”, tal como están las cosas, no puedo, ¿por qué los africanos siguen siendo pobres cuando se da dinero y dinero para la causa?, por qué siguen muriéndose de hambre?, ¿por qué las madres tienen hijos sin control, niñor que luego mueren de desnutrición?...

Hay tantas cosas que no se comprenden, que dan rabia.

Sé que sé lo que sé... y andando voy por el río, paso a paso en sus orillas que son las mías, marchando paso a paso... y sólo sé que nada sé. Como decía el filósofo, sólo que la felicidad, la risa se puede encontrar en los otros, en lo más triste y penoso, en lo más sombrío, en la infelicidad del ser humano que enseña. Que lo sé del fondo y hubiera deseado saberlo todo, pero todo se escapa de mis manos casi pintadas de negro por acción de los rayos del sol disfrazado de lluvia. Todo se va y yo... voy perdiendo terreno poco a poco, se es lo que se puede, lo que no, no. Y feliz igual yo soy que nada valgo ni soy, salvo para mis familias.

Escribí un cuento a un niño de África del Sur… Con ese cuento también le hice feliz:

Le hablé de Lourdo, perro que fue el mejor amigo de Pedro, que sería la mejor compañía de un chiquillo. Lourdo, cabeza de tigre y tierna piel llena de estrellas. Lourdo de zanahoria. Lourdo de estrella a estrella. Lourdo valiente e irónico y burlesco y también luchador. Lourdo de pelo negro, ojos marrones, corazón de oro y collar con medalla y campana de plata.

Continuará…

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