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“La dictadura es el sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio.” Enrique Jardiel Poncela

Maduro e Iglesias: un réquiem por la democracia

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Cuando observamos los cambios que se van produciendo en nuestro entorno político y vamos viendo como todo lo que forma parte de los estados democráticos se va desmoronando, como si de unos castillos de naipes se tratara; no podemos dejar de pensar que, aquellos valores que permitieron a alguien definir el régimen democrático como la expresión más genuina, recogida a través de las urnas, de la voluntad mayoritaria del pueblo, se han puesto en cuestión, han dejado de tener validez para algunos sectores más intransigentes y menos tolerantes de la ciudadanía, con la evidente intención de dar paso a lo que, se podría calificar, como un retorno a aquella época, que ya dábamos por felizmente superada, en la que los totalitarismos se consideraban como un remedio a la pobreza, la falta de trabajo y el desarrollo de una nación. Ejemplos como los del señor Hitler en Alemania; el señor Mussolini en Italia; el señor Stalin en la URRS y el señor Pol Pot en Camboya, nos pueden servir de ejemplos, suficientemente ilustrativos, de lo que acabaron por ser sus aventuras absolutistas en los países en los que consiguieron aplicar sus doctrinas antidemocráticas. Asesinatos, injusticias, racismo, xenofobia, intransigencia y liberticidio han sido y siguen siendo algunas de las características de estos regímenes autoritarios, en los que los ciudadanos acaban por sufrir las consecuencias de haberse dejado engañar por los voceros anticapitalistas.

Si algo podemos agradecer a este sátrapa venezolano, Nicolás Maduro, cuya incontinencia verbal va pareja con su falta de preparación, su fanatismo, su incapacidad para gobernar y su apego a la presidencia, taras que le impiden ver, con claridad, el mal que se le está infringiendo a su pueblo con su obcecación por privarlo de sus libertades y su empeño en llevarlo hacia la miseria y la quiebra nacional; es que, por fin, se ha despojado de la máscara de gobernante demócrata, para dejar al descubierto su verdadera personalidad de dictador, sin escrúpulos, en el momento en el que se ha sacado de la manga lo que se atreve a llamar “poder constituyente”, una nueva aventura para intentar salirse de las dificultades en las que se ha metido, desde que hace poco intentó otro de sus golpes de Estado, cuando manipuló al TSJ venezolano para que despojase, al Parlamento venezolano, de las atribuciones constitucionales que le atribuía la legislación venezolana. Una muestra más de lo que está dispuesto a hacer, con tal de impedir que, el Parlamento, convoque nuevas elecciones y, de paso, sacárselo de encima, la tenemos en este nuevo intento de redactar una nueva constitución, que anule la anterior, que le permita asumir todos los poderes del Estado, olvidándose de Montesquieu y de la separación de poderes que deben existir en todo estado de Derecho democrático.

Este individuo, que ha conseguido distanciarse de la OEA, molesto por las críticas del secretario de esta organización de países americanos, con sede en Washington; pretende convocar una Asamblea Nacional Constituyente para anular el Parlamento y ganar tiempo para evitar la convocatoria de elecciones. Ha intentado “justificar” su decisión mediante un discurso en el que abogaba por apelar a un “poder constituyente para que el pueblo tome todo el poder de la patria", un nuevo truco para dar un paso más, destinado a instaurar la dictadura total en Venezuela que, por supuesto le permitiría erigirse en un nuevo Fidel Castro, de Venezuela.

Pero, si la situación en la república venezolana es la muestra más fehaciente de lo que representa la implantación de un régimen comunista bolivariano, sus consecuencias nefastas para la ciudadanía del país, la miseria que se ha extendido por todo el Estado, la falta de trabajo y las penurias económicas que afectan a todo el pueblo, privado de lo más elemental para vivir, sin alimentos, con los supermercados vacíos y las farmacias sin las medicinas necesarias para poder atender a los enfermos; con las calles en efervescencia y los pistoleros de régimen, armados por los seguidores de Maduro, disparando contra aquellos valientes, que todavía se atreven a salir a la calle, reclamando justicia y libertad para los presos políticos, que ya son legión; lo que queda por venir todavía amenaza con empeorar, si cabe, la situación.

La intervención extemporánea y, evidentemente, contraproducente del señor Zapatero (un gobernante nefasto para España) y el Papa Francisco, que no se caracteriza por su clarividencia en materia política, seguramente condicionado por sus simpatías hacia el peronismo; no han hecho más que ayudar a exacerbar los ánimos y a crear un rechazo unánime en la oposición al chavismo, que ya sólo confía en un milagro que haga que el Ejército recapacite y presione al dictador para que ceda y abandone por las buenas el puesto que actualmente ocupa. El fantasma de la guerra civil, cada día que pasa, se hace más evidente y la miseria parece que ya se ha convertido en algo crónico en un país que, por otra parte, tiene una inmensidad de riquezas naturales.

Y, hete aquí que, en España, apoyado por Maduro y financiado por él y, también, desde Irán, aquí tenemos a un clon español, incubado en la universidad Complutense, bajo la presidencia del hijo de Santiago Carrillo; al que todos conocemos como la comuna de Podemos, en la que se han entronizados varios de los profesores salidos de dicha universidad, convertidos por sus maestros filocomunistas, en avispados activistas que utilizan sus conocimientos, las instrucciones y enseñanzas copiadas del régimen soviético y con aspiraciones de resucitarlo en España; aprovechándose de las consecuencias de la crisis pasada, para atacar a la actual democracia española que, con todos los inconvenientes propios de un régimen en el que existen las libertades, es la forma más eficaz para gobernar una nación. Pablo Iglesias y sus seguidores, Iñigo Errejón, Monedero, Irene Montero y todo su séquito, aprovechándose de los lamentables casos de corrupción en el PP madrileño, están forzando la marcha, intentando lograr el apoyo de los sindicatos que, desprestigiados entre los trabajadores, hacen de tripas corazón intentando hacerse publicidad a través de una prensa que los apoya cuando, en realidad, las manifestaciones del 1 de mayo pasado han sido las menos numerosas desde el año 2008.

Es evidente que, la decepción de muchos españoles respecto al sistema político español, agravada por los inacabables casos de corrupción que se han venido descubriendo en varios de los partidos políticos españoles, se ha ido agravando a medida que la propaganda de las izquierdas ha ido magnificando lo que ya, de por sí, era bastante desagradable y, permítaseme este desahogo, el absurdo empeño en justificarlo, mantenerlo oculto y, el desbarajuste de declaraciones contradictorias que, algunos dirigentes del PP, con poca fortuna, han ido haciendo; han contribuido, sin duda, a que el tema de la comunidad Madrileña se haya convertido en un polvorín para los populares que, sin duda, van a tener que trabajar duro si, de aquí a las próximas elecciones ( ahora, como predijimos, ya no serían tan favorables, al partido de Rajoy, la convocatoria de unas nuevas elecciones) quieren intentar apagar los rescoldos de esta lamentable cuestión.

Y un inciso. No perdamos de vista a una de las estrellas que dio lugar a que se destapase el tema del señor Ignacio González y de sus negocios sucios que, curiosamente fue la que denunció el caso ante los juzgados, la señora Cristina Cifuentes. Esta señora es una rara avis aterrizada en el PP y, vean ustedes, otra de las salidas de la Universidad Complutense de Madrid. Por raro que parezca es la única que parece llevarse bien con la alcaldesa señora Carmena y la que se ha desmarcado del resto de dirigentes del PP en cuanto a erigirse, por su cuenta, en la crítica sin paliativos de la corrupción que parece decidida a erradicar, con o sin la ayuda de sus compañeros de partido. Los hay que dicen de ella que aspira a suceder al propio Rajoy y que, aunque milita en el PP, tiene sus diferencias con algunos de los principios que muchos echamos de menos en este partido que, con su nueva dirección, da la sensación que se han perdido muchos de los valores por los que muchos lo votamos. Cuidadito con esta señora.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con gran preocupación como la estructura política, que ha venido rigiendo durante años en nuestra nación, empieza a resquebrajarse y a presentar grietas que, sin duda, van a intentar aprovechar para derrumbarla, aquellos podemitas y extremistas antisistema que han visto su ocasión de dinamitar el sistema, desde la podredumbre de las bodegas enlodadas de un desconocido PP. Dios quiera que, todo lo conseguido a través de los años, no acabe en agua de borrajas.

Maduro e Iglesias: un réquiem por la democracia

“La dictadura es el sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio.” Enrique Jardiel Poncela
Miguel Massanet
miércoles, 3 de mayo de 2017, 00:39 h (CET)
Cuando observamos los cambios que se van produciendo en nuestro entorno político y vamos viendo como todo lo que forma parte de los estados democráticos se va desmoronando, como si de unos castillos de naipes se tratara; no podemos dejar de pensar que, aquellos valores que permitieron a alguien definir el régimen democrático como la expresión más genuina, recogida a través de las urnas, de la voluntad mayoritaria del pueblo, se han puesto en cuestión, han dejado de tener validez para algunos sectores más intransigentes y menos tolerantes de la ciudadanía, con la evidente intención de dar paso a lo que, se podría calificar, como un retorno a aquella época, que ya dábamos por felizmente superada, en la que los totalitarismos se consideraban como un remedio a la pobreza, la falta de trabajo y el desarrollo de una nación. Ejemplos como los del señor Hitler en Alemania; el señor Mussolini en Italia; el señor Stalin en la URRS y el señor Pol Pot en Camboya, nos pueden servir de ejemplos, suficientemente ilustrativos, de lo que acabaron por ser sus aventuras absolutistas en los países en los que consiguieron aplicar sus doctrinas antidemocráticas. Asesinatos, injusticias, racismo, xenofobia, intransigencia y liberticidio han sido y siguen siendo algunas de las características de estos regímenes autoritarios, en los que los ciudadanos acaban por sufrir las consecuencias de haberse dejado engañar por los voceros anticapitalistas.

Si algo podemos agradecer a este sátrapa venezolano, Nicolás Maduro, cuya incontinencia verbal va pareja con su falta de preparación, su fanatismo, su incapacidad para gobernar y su apego a la presidencia, taras que le impiden ver, con claridad, el mal que se le está infringiendo a su pueblo con su obcecación por privarlo de sus libertades y su empeño en llevarlo hacia la miseria y la quiebra nacional; es que, por fin, se ha despojado de la máscara de gobernante demócrata, para dejar al descubierto su verdadera personalidad de dictador, sin escrúpulos, en el momento en el que se ha sacado de la manga lo que se atreve a llamar “poder constituyente”, una nueva aventura para intentar salirse de las dificultades en las que se ha metido, desde que hace poco intentó otro de sus golpes de Estado, cuando manipuló al TSJ venezolano para que despojase, al Parlamento venezolano, de las atribuciones constitucionales que le atribuía la legislación venezolana. Una muestra más de lo que está dispuesto a hacer, con tal de impedir que, el Parlamento, convoque nuevas elecciones y, de paso, sacárselo de encima, la tenemos en este nuevo intento de redactar una nueva constitución, que anule la anterior, que le permita asumir todos los poderes del Estado, olvidándose de Montesquieu y de la separación de poderes que deben existir en todo estado de Derecho democrático.

Este individuo, que ha conseguido distanciarse de la OEA, molesto por las críticas del secretario de esta organización de países americanos, con sede en Washington; pretende convocar una Asamblea Nacional Constituyente para anular el Parlamento y ganar tiempo para evitar la convocatoria de elecciones. Ha intentado “justificar” su decisión mediante un discurso en el que abogaba por apelar a un “poder constituyente para que el pueblo tome todo el poder de la patria", un nuevo truco para dar un paso más, destinado a instaurar la dictadura total en Venezuela que, por supuesto le permitiría erigirse en un nuevo Fidel Castro, de Venezuela.

Pero, si la situación en la república venezolana es la muestra más fehaciente de lo que representa la implantación de un régimen comunista bolivariano, sus consecuencias nefastas para la ciudadanía del país, la miseria que se ha extendido por todo el Estado, la falta de trabajo y las penurias económicas que afectan a todo el pueblo, privado de lo más elemental para vivir, sin alimentos, con los supermercados vacíos y las farmacias sin las medicinas necesarias para poder atender a los enfermos; con las calles en efervescencia y los pistoleros de régimen, armados por los seguidores de Maduro, disparando contra aquellos valientes, que todavía se atreven a salir a la calle, reclamando justicia y libertad para los presos políticos, que ya son legión; lo que queda por venir todavía amenaza con empeorar, si cabe, la situación.

La intervención extemporánea y, evidentemente, contraproducente del señor Zapatero (un gobernante nefasto para España) y el Papa Francisco, que no se caracteriza por su clarividencia en materia política, seguramente condicionado por sus simpatías hacia el peronismo; no han hecho más que ayudar a exacerbar los ánimos y a crear un rechazo unánime en la oposición al chavismo, que ya sólo confía en un milagro que haga que el Ejército recapacite y presione al dictador para que ceda y abandone por las buenas el puesto que actualmente ocupa. El fantasma de la guerra civil, cada día que pasa, se hace más evidente y la miseria parece que ya se ha convertido en algo crónico en un país que, por otra parte, tiene una inmensidad de riquezas naturales.

Y, hete aquí que, en España, apoyado por Maduro y financiado por él y, también, desde Irán, aquí tenemos a un clon español, incubado en la universidad Complutense, bajo la presidencia del hijo de Santiago Carrillo; al que todos conocemos como la comuna de Podemos, en la que se han entronizados varios de los profesores salidos de dicha universidad, convertidos por sus maestros filocomunistas, en avispados activistas que utilizan sus conocimientos, las instrucciones y enseñanzas copiadas del régimen soviético y con aspiraciones de resucitarlo en España; aprovechándose de las consecuencias de la crisis pasada, para atacar a la actual democracia española que, con todos los inconvenientes propios de un régimen en el que existen las libertades, es la forma más eficaz para gobernar una nación. Pablo Iglesias y sus seguidores, Iñigo Errejón, Monedero, Irene Montero y todo su séquito, aprovechándose de los lamentables casos de corrupción en el PP madrileño, están forzando la marcha, intentando lograr el apoyo de los sindicatos que, desprestigiados entre los trabajadores, hacen de tripas corazón intentando hacerse publicidad a través de una prensa que los apoya cuando, en realidad, las manifestaciones del 1 de mayo pasado han sido las menos numerosas desde el año 2008.

Es evidente que, la decepción de muchos españoles respecto al sistema político español, agravada por los inacabables casos de corrupción que se han venido descubriendo en varios de los partidos políticos españoles, se ha ido agravando a medida que la propaganda de las izquierdas ha ido magnificando lo que ya, de por sí, era bastante desagradable y, permítaseme este desahogo, el absurdo empeño en justificarlo, mantenerlo oculto y, el desbarajuste de declaraciones contradictorias que, algunos dirigentes del PP, con poca fortuna, han ido haciendo; han contribuido, sin duda, a que el tema de la comunidad Madrileña se haya convertido en un polvorín para los populares que, sin duda, van a tener que trabajar duro si, de aquí a las próximas elecciones ( ahora, como predijimos, ya no serían tan favorables, al partido de Rajoy, la convocatoria de unas nuevas elecciones) quieren intentar apagar los rescoldos de esta lamentable cuestión.

Y un inciso. No perdamos de vista a una de las estrellas que dio lugar a que se destapase el tema del señor Ignacio González y de sus negocios sucios que, curiosamente fue la que denunció el caso ante los juzgados, la señora Cristina Cifuentes. Esta señora es una rara avis aterrizada en el PP y, vean ustedes, otra de las salidas de la Universidad Complutense de Madrid. Por raro que parezca es la única que parece llevarse bien con la alcaldesa señora Carmena y la que se ha desmarcado del resto de dirigentes del PP en cuanto a erigirse, por su cuenta, en la crítica sin paliativos de la corrupción que parece decidida a erradicar, con o sin la ayuda de sus compañeros de partido. Los hay que dicen de ella que aspira a suceder al propio Rajoy y que, aunque milita en el PP, tiene sus diferencias con algunos de los principios que muchos echamos de menos en este partido que, con su nueva dirección, da la sensación que se han perdido muchos de los valores por los que muchos lo votamos. Cuidadito con esta señora.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con gran preocupación como la estructura política, que ha venido rigiendo durante años en nuestra nación, empieza a resquebrajarse y a presentar grietas que, sin duda, van a intentar aprovechar para derrumbarla, aquellos podemitas y extremistas antisistema que han visto su ocasión de dinamitar el sistema, desde la podredumbre de las bodegas enlodadas de un desconocido PP. Dios quiera que, todo lo conseguido a través de los años, no acabe en agua de borrajas.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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