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Con tan solo 159 tweets y 11.500 seguidores a día de hoy el producto de Jack Dorsey mira con asombro al recién nacido perfil @conrubalcaba

Las palabras

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Las palabras son el aliento que necesita el enfermo para paliar su dolor mientras llegan los efectos curativos de su medicación. A través del discurso, se construye la emoción. La palabra reparó los ánimos rotos en la América de Bush. La marca Obama consiguió, mediante la oratoria clásica de la tribuna y los ecos globales de las redes sociales, conseguir la unión desde la cohesión emocional y atesorar el nobel de la paz.

El poder de la palabra ha sepultado decádas de dictadura ante la sombra del faraón. El texto articulado en cientos de blogs consiguió romper el maleficio de la sumisión y tejer las cadenas de la libertad.

Stéphane Hessel plantó la semilla de la indignación. ¡Indígnaos! ha servido para unificar la voluntad social y limar las distancias de miles de ciudadanos al acecho simbólico de la desesesperación. Una vez más, la palabra ha sido el ladrillo de la acción.

El químico de la Moncloa ha sabido conjugar oratoria e ilusión. El discurso ha cohesionado el jarrón agrietado e insuflado el adhesivo necesario a una izquierda huérfana de partido. “Escuchar, hacer y explicar”, la fórmula del diálogo democrático.

¿Dónde estaba el Estado del bienestar, la bronca a los bancos, el “tirón de orejas” a los ricos y la esperanza de los pobres?, ¿Cuándo la derecha se ha cuestionado a sus clientes de partido: bancos, iglesia y patronal?, ¿Cuándo Rajoy y los suyos han hecho una concreción en siete años de oposición?

Las palabras de Rubalcaba han sentado la premisas teóricas de la ilusión. A través de sus palabras, la izquierda ha vuelto a oír los términos probables de su discurso. Se ha hablado de bienestar, se ha dado el “tirón de orejas” a los bancos. Los pobres, aquellos que tienen clarísimo que nunca votarán a la derecha , han sentido en sus oídos las palabras que necesitaban para recuperar su identidad política.

La R de Rubalcaba ha sustituido la Z de Zapatero. Ya no vale el discurso demagógico y maquiavélico de “la culpa fue de..”, ni “abandone el gobierno señor Rubalcaba”. Ante la ausencia de recursos dialécticos, la marca Rajoy pondrá “toda la carne en el asador” para que se convoquen elecciones anticipadas. Elecciones anticipadas para evitar que el tren de la “crisis” pase y pierdan la oportunidad de gobernar.

Las palabras

Con tan solo 159 tweets y 11.500 seguidores a día de hoy el producto de Jack Dorsey mira con asombro al recién nacido perfil @conrubalcaba
Abel Ros
martes, 12 de julio de 2011, 07:34 h (CET)
Las palabras son el aliento que necesita el enfermo para paliar su dolor mientras llegan los efectos curativos de su medicación. A través del discurso, se construye la emoción. La palabra reparó los ánimos rotos en la América de Bush. La marca Obama consiguió, mediante la oratoria clásica de la tribuna y los ecos globales de las redes sociales, conseguir la unión desde la cohesión emocional y atesorar el nobel de la paz.

El poder de la palabra ha sepultado decádas de dictadura ante la sombra del faraón. El texto articulado en cientos de blogs consiguió romper el maleficio de la sumisión y tejer las cadenas de la libertad.

Stéphane Hessel plantó la semilla de la indignación. ¡Indígnaos! ha servido para unificar la voluntad social y limar las distancias de miles de ciudadanos al acecho simbólico de la desesesperación. Una vez más, la palabra ha sido el ladrillo de la acción.

El químico de la Moncloa ha sabido conjugar oratoria e ilusión. El discurso ha cohesionado el jarrón agrietado e insuflado el adhesivo necesario a una izquierda huérfana de partido. “Escuchar, hacer y explicar”, la fórmula del diálogo democrático.

¿Dónde estaba el Estado del bienestar, la bronca a los bancos, el “tirón de orejas” a los ricos y la esperanza de los pobres?, ¿Cuándo la derecha se ha cuestionado a sus clientes de partido: bancos, iglesia y patronal?, ¿Cuándo Rajoy y los suyos han hecho una concreción en siete años de oposición?

Las palabras de Rubalcaba han sentado la premisas teóricas de la ilusión. A través de sus palabras, la izquierda ha vuelto a oír los términos probables de su discurso. Se ha hablado de bienestar, se ha dado el “tirón de orejas” a los bancos. Los pobres, aquellos que tienen clarísimo que nunca votarán a la derecha , han sentido en sus oídos las palabras que necesitaban para recuperar su identidad política.

La R de Rubalcaba ha sustituido la Z de Zapatero. Ya no vale el discurso demagógico y maquiavélico de “la culpa fue de..”, ni “abandone el gobierno señor Rubalcaba”. Ante la ausencia de recursos dialécticos, la marca Rajoy pondrá “toda la carne en el asador” para que se convoquen elecciones anticipadas. Elecciones anticipadas para evitar que el tren de la “crisis” pase y pierdan la oportunidad de gobernar.

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