Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | The Washington Post Writters Group
No me he cortado precisamente a la hora de criticar al Presidente Obama por su estilo de liderazgo excesivamente falto de confianza - lo que descaradamente llamo el enfoque "¿Dónde está Wally?" de la presidencia

Buscar a Wally, en el término medio

|

WASHINGTON - Hoy vengo a alabar a Wally, y a simpatizar con él. También usted se sentiría tentado de esconderse si estuviera afrontando la intransigencia visceral que contagia a los dos extremos del debate del techo de la deuda.

Realmente él no se esconde ahora. La otra cara de la inclinación del presidente a permanecer en segundo plano es su tendencia puntual a ir a por el triple. En su favor hay que decir que la Casa Blanca trata de llegar a un acuerdo más radical, retando a la izquierda a tenor de las pensiones y a la derecha con los impuestos.

Tres hurras por eso. Más es mejor - un plan serio tiene que abarcar pensiones y tributos en la misma medida - pero también podría ser más sencillo. Los múltiples engranajes móviles y electorados del debate presupuestario podrían hacer más factible componer un gran acuerdo que uno mísero.

Salvo porque el estado tiene que negociar con gente como el secretario de la mayoría en la Cámara Eric Cantor. El texto de razonabilidad que utiliza el legislador Republicano de Virginia consiste en expresar aperturismo hacia el cierre de lagunas fiscales, pero solo mientras el cierre no acabe elevando la nueva recaudación.

"Hemos de compensar los recortes tributarios por alguna otra parte porque no vamos a subir los impuestos", decía Cantor en la MSNBC. ¿En qué tabla está escrito que la recaudación pública no se puede elevar? La explicación que da Cantor es que subir los impuestos "no es lo correcto cuando tienes una economía calada".

Es contradictorio y estúpido. Es contradictorio porque, si elevar los impuestos amenaza con desacelerar la recuperación económica, lo mismo se puede decir de recortar el gasto público -- y los Republicanos insisten simultáneamente en rebajar un mayor gasto público antes.

Es estúpido porque responde a un debate que no existe. Más allá de cerrar las lagunas relativamente triviales, el estado no está presionando para sacar adelante impuestos nuevos ahora mismo. Ahora mismo, en todo caso, preferiría ver otra bajada tributaria en forma de prolongación o ampliación de la rebaja de la retención en las nóminas.

Ese recorte, por cierto, brinda una forma potencial de salir del dilema Cantor: es posible imaginar un acuerdo "neutral con la recaudación" combinando bajadas tributarias ahora con subidas más adelante.

Pero entonces el presidente también tiene que negociar con sus presuntos aliados, aunque la alergia de la izquierda a tratar las pensiones no resulta tan desesperante como la intransigencia de la derecha con los impuestos.

Por un lado, los Demócratas acceden paulatinamente a negociar importantes recortes del gasto público mientras los Republicanos insisten en que cualquier impuesto nuevo debería de acompañarse de rebaja del gasto público.

Por el otro, tan frustrantes como me parecen los del colectivo del que-nadie-me-toque-mi-pensión, al menos ellos están convencidos de que su lucha es esencial para conservar el mecanismo de protección social. Los verdaderos fieles del nada-de-impuestos-nuevos para qué lo son -- ¿para proteger el derecho de los gestores de los fondos de inversión a pagar un tipo fiscal más ventajoso que nosotros los panolis?

Aún así, es bastante desesperante. Vea el escándalo de la propuesta que pretende alterar la forma en que se calcula la inflación a efectos de indexar las horquillas fiscales o realizar ajustes en la pensión de la seguridad social a la esperanza de vida.

El cómputo en vigor calcula al alza la inflación porque no tiene en cuenta lo que se llama "horquilla de sesgo". Es lo que da por sentado que si el precio de las manzanas sube, la gente sacará más dinero para comprar manzanas en lugar de cambiarse, digamos, a las baratas peras.

Cambiar a un cálculo diferente que tiene en cuenta esos cambios, llamado índice encadenado de precios al consumo, ahorraría alrededor de 300.000 millones de dólares a 10 años. Daría lugar a unos 87.000 millones de dólares más en impuestos y reduciría la factura de las pensiones públicas, ahorrando 112.000 millones de dólares solamente en las pensiones de la seguridad social.

Sería un remedio elegante porque da lugar a un ahorro importante, torea simultáneamente a las dos partes del debate, y se sustenta sobre datos económicos reales. Si existe alguna necesidad de aliviar el golpe de las pensiones más modestas a las rentas más bajas o alterar de otra forma el cálculo, perfecto, pero ¿por qué los ancianos más acomodados ven crecer sus pensiones más rápido que sus facturas reales?

Aún así la izquierda se ha convencido de que no se puede tocar ni un centavo de las pensiones. "Cualquier político de cualquier formación que se atreva a tocar la seguridad social, el programa Medicare de los ancianos o el programa Medicaid de los pobres va a sentir la ira de los votantes en los comicios más próximos", atrona Roger Hickey, del colectivo Campaña por el Futuro de América. "Los estadounidenses no quieren que las piedras angulares que sustentan a sus padres formen parte de una batería de medidas de reducción del déficit".

Anda ya. Esto es como decir que los estadounidenses no quieren una batería de medidas serias de reducción del déficit.
Pobre Wally.

Buscar a Wally, en el término medio

No me he cortado precisamente a la hora de criticar al Presidente Obama por su estilo de liderazgo excesivamente falto de confianza - lo que descaradamente llamo el enfoque "¿Dónde está Wally?" de la presidencia
Ruth Marcus
sábado, 9 de julio de 2011, 22:00 h (CET)
WASHINGTON - Hoy vengo a alabar a Wally, y a simpatizar con él. También usted se sentiría tentado de esconderse si estuviera afrontando la intransigencia visceral que contagia a los dos extremos del debate del techo de la deuda.

Realmente él no se esconde ahora. La otra cara de la inclinación del presidente a permanecer en segundo plano es su tendencia puntual a ir a por el triple. En su favor hay que decir que la Casa Blanca trata de llegar a un acuerdo más radical, retando a la izquierda a tenor de las pensiones y a la derecha con los impuestos.

Tres hurras por eso. Más es mejor - un plan serio tiene que abarcar pensiones y tributos en la misma medida - pero también podría ser más sencillo. Los múltiples engranajes móviles y electorados del debate presupuestario podrían hacer más factible componer un gran acuerdo que uno mísero.

Salvo porque el estado tiene que negociar con gente como el secretario de la mayoría en la Cámara Eric Cantor. El texto de razonabilidad que utiliza el legislador Republicano de Virginia consiste en expresar aperturismo hacia el cierre de lagunas fiscales, pero solo mientras el cierre no acabe elevando la nueva recaudación.

"Hemos de compensar los recortes tributarios por alguna otra parte porque no vamos a subir los impuestos", decía Cantor en la MSNBC. ¿En qué tabla está escrito que la recaudación pública no se puede elevar? La explicación que da Cantor es que subir los impuestos "no es lo correcto cuando tienes una economía calada".

Es contradictorio y estúpido. Es contradictorio porque, si elevar los impuestos amenaza con desacelerar la recuperación económica, lo mismo se puede decir de recortar el gasto público -- y los Republicanos insisten simultáneamente en rebajar un mayor gasto público antes.

Es estúpido porque responde a un debate que no existe. Más allá de cerrar las lagunas relativamente triviales, el estado no está presionando para sacar adelante impuestos nuevos ahora mismo. Ahora mismo, en todo caso, preferiría ver otra bajada tributaria en forma de prolongación o ampliación de la rebaja de la retención en las nóminas.

Ese recorte, por cierto, brinda una forma potencial de salir del dilema Cantor: es posible imaginar un acuerdo "neutral con la recaudación" combinando bajadas tributarias ahora con subidas más adelante.

Pero entonces el presidente también tiene que negociar con sus presuntos aliados, aunque la alergia de la izquierda a tratar las pensiones no resulta tan desesperante como la intransigencia de la derecha con los impuestos.

Por un lado, los Demócratas acceden paulatinamente a negociar importantes recortes del gasto público mientras los Republicanos insisten en que cualquier impuesto nuevo debería de acompañarse de rebaja del gasto público.

Por el otro, tan frustrantes como me parecen los del colectivo del que-nadie-me-toque-mi-pensión, al menos ellos están convencidos de que su lucha es esencial para conservar el mecanismo de protección social. Los verdaderos fieles del nada-de-impuestos-nuevos para qué lo son -- ¿para proteger el derecho de los gestores de los fondos de inversión a pagar un tipo fiscal más ventajoso que nosotros los panolis?

Aún así, es bastante desesperante. Vea el escándalo de la propuesta que pretende alterar la forma en que se calcula la inflación a efectos de indexar las horquillas fiscales o realizar ajustes en la pensión de la seguridad social a la esperanza de vida.

El cómputo en vigor calcula al alza la inflación porque no tiene en cuenta lo que se llama "horquilla de sesgo". Es lo que da por sentado que si el precio de las manzanas sube, la gente sacará más dinero para comprar manzanas en lugar de cambiarse, digamos, a las baratas peras.

Cambiar a un cálculo diferente que tiene en cuenta esos cambios, llamado índice encadenado de precios al consumo, ahorraría alrededor de 300.000 millones de dólares a 10 años. Daría lugar a unos 87.000 millones de dólares más en impuestos y reduciría la factura de las pensiones públicas, ahorrando 112.000 millones de dólares solamente en las pensiones de la seguridad social.

Sería un remedio elegante porque da lugar a un ahorro importante, torea simultáneamente a las dos partes del debate, y se sustenta sobre datos económicos reales. Si existe alguna necesidad de aliviar el golpe de las pensiones más modestas a las rentas más bajas o alterar de otra forma el cálculo, perfecto, pero ¿por qué los ancianos más acomodados ven crecer sus pensiones más rápido que sus facturas reales?

Aún así la izquierda se ha convencido de que no se puede tocar ni un centavo de las pensiones. "Cualquier político de cualquier formación que se atreva a tocar la seguridad social, el programa Medicare de los ancianos o el programa Medicaid de los pobres va a sentir la ira de los votantes en los comicios más próximos", atrona Roger Hickey, del colectivo Campaña por el Futuro de América. "Los estadounidenses no quieren que las piedras angulares que sustentan a sus padres formen parte de una batería de medidas de reducción del déficit".

Anda ya. Esto es como decir que los estadounidenses no quieren una batería de medidas serias de reducción del déficit.
Pobre Wally.

Noticias relacionadas

Alberga la voz protocolo acepciones varias. La cuarta de ellas, siguiendo al DRAE, define esta palabra como ”secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.”. Al parecer, todo protocolo supone una garantía para evitar decisiones improvisadas en los distintos ámbitos y tranquilizar, de paso, a los destinatarios de la actuación, que pueden ser los miembros de un colectivo concreto o, en algunos casos, toda la población.

Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares.

Hoy comienzan las elecciones en la India. Están habilitados para votar más de 960 millones de habitantes en comicios de formato singular que van a durar 44 días. El país encarna la mayor democracia del mundo y, a diferencia de lo que suele acontecer en occidente, se espera un incremento del número de ciudadanos que acudan a las urnas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto