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“Guárdate de la máscara de quien te muestra su rostro demasiado descubierto” F. Pananti

Un golpe bajo al soberanismo catalán: Maduro con la estelada

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Es evidente que las fuerzas que, en España, se están confabulando contra el Estado de derecho, van adquiriendo confianza en sus posibilidades de éxito, a medida que van pasando los meses y, aquellos partidos constitucionalistas que vienen confiando en los tribunales para acabar con las aspiraciones revolucionarias de partidos como la CUP o Podemos o de propuestas separatistas como los de Junts pel Sí y ERC, y siguen convencidos de que, por medio de la acción de los tribunales nacionales de Justicia, van a poder contenerlos, no se percatan de que cada vez son más evidentes los pasos de esta izquierda radical y de los partidos nacionalistas hacia la revolución, puenteando las instituciones del Estado, despreciando las resoluciones que puedan seguir emitiendo los jueces y magistrados y avanzando en su proyecto, de ir trasladando a las calles y a todos aquellos que se han dejado convencer por sus peregrinas propuestas, la fórmula de que será por medio de la desobediencia civil, de la desacreditación de los partidos constitucionalistas y la creación de la falsa idea de que, a través del sistema democrático, del orden y de las actuales instituciones nunca se logrará que “el pueblo”, entendiendo por tal todos los descontentos con la actual democracia llegue, alguna vez, a alcanzar el poder.

Lo cierto es, señores, que vamos asistiendo, cada día más asombrados, a las distintas propuestas que estos que, ocupando plaza en las instituciones, se van dedicando a ir recortando o, al menos, esto es lo que pretenden, los derechos de los ciudadanos por medio de prohibiciones que, a través de los ayuntamientos que controlan, tiene la pretensión de implantar, excediéndose en sus facultades, invadiendo el terreno legislativo que no les compete y usando los municipios como plataforma para ir implantando, por la puerta trasera de las instituciones públicas, una serie de restricciones y obligaciones que atentan de forma directa a los derechos fundamentales que la Constitución atribuye a los ciudadanos españoles.

La CUP se ha constituido, en Cataluña, a pesar de ser una de las fuerzas minoritarias en el Parlamento catalán, en la fuerza que, en estos momentos, tiene más influencia; de modo que está imponiendo sus condiciones al resto de fuerzas políticas nacionalistas, a pesar de los intentos de la oposición minoritaria que poco puede hacer ante partidos como PDEcat y ERC que se ven obligados para no perder la mayoría, a ceder, una y otra vez, ante las exigencia de los comunistas cuperos que son los que, en realidad, vienen marcando la hoja de ruta del proceso soberanista, obligando a Puigdemont a adelantar la fecha del controvertido referéndum y a mostrarse belicoso ante los requerimientos y avisos del TC, persistiendo en su actitud rebelde y desafiante, que no va llevarle a otro destino que el que se les reserva a quienes intentan olvidar que existen unas leyes nacionales, que nadie puede dejar de cumplir.

Mientras en el Ayuntamiento de Barcelona estos comunistas de la CUP impiden con sus votos que se apruebe una moción del PP pidiendo la libertad de los presos políticos en Venezuela y la restauración de la democracia en aquella nación, los tres concejales de la CUP exhibían orgullosos la foto que se hicieron con el señor Maduro, detrás de una bandera separatista conocida como una “estelada”. No sabemos a quien se le ha ocurrido acudir ante el mayor tirano de Hispanoamérica, Nicolás Maduro, un sujeto que ha despreciado la voluntad popular legítimamente expresada a través de las urnas, mediante la cual se consiguió la elección de una mayoría muy cualificada de la oposición contraria al dictador; obligando a un Tribunal Superior de Justicia, formado por magistrados vendidos al régimen, a que desposeyese a los parlamentarios de las funciones que legalmente les correspondían, para impedirles que solicitasen nuevas elecciones y los destituyesen de su cargo. Seguramente, como no ha habido país ni en Europa ni en el norte de América, que quisiera recibir a los representantes del soberanismo catalán, han decidido acudir, en busca de apoyo, ante el gobernante más controvertido, más incapaz, más autócrata y más antidemocrático de toda Sudamérica.

Es obvio que, incluso dentro de su propio partido y ya no hablemos del resto de partidos independentistas, como es el caso del PDEcat, esta fotografía les ha sentado como un fuerte dolor de tripas ya que, toda la campaña que han venido realizando, intentando darle un carácter democrático a la independencia de Cataluña de España, lo que han pretendido justificar diciendo (erróneamente, por supuesto) que una mayoría de los catalanes estaban a favor de la independencia (algo que las encuestas desmienten y las últimas elecciones municipales catalanas, a las que los nacionalistas pretendieron darle el carácter de una consulta, confirmaron que los votantes a los partidos de índole constitucionalista superaron a los nacionalistas, aunque consiguieran mayoría en el Parlamento) se les ha evaporado cuando han acudido, en busca de apoyo, a un sujeto al que todo el mundo considera como un personaje totalitario, que ha impedido la democracia en su país; ha encarcelado a los líderes de la oposición y ha armado a sus correligionarios para que impidan que la democracia pudiera obligarle a abandonar el poder. Han conseguido ser avalados por el mayor dictador que, hoy en día, gobierna en Venezuela. ¡Felicidades por esta gesta!

No quiero dar por finalizado este comentario sin hacer mención a otra de las boutades que estos individuos de la CUP han cometido, después de que hubieran metido la pata con sus comentarios sobre los “tampones” y las copas menstruales, la vida de tribu con la paternidad compartida y ahora hablan de la urbanidad en el transporte público. Porque para la coordinadora de la CUP en Tarrasa, una señora llamada Sara Moya, como parece que no tiene ideas más útiles y provechosas de las que presumir, ha presentado una propuesta de resolución, en el pleno del ayuntamiento, en la que exige una campaña de publicidad en marquesinas y paradas del transporte público contra lo que llaman el “manpreading”, práctica que consiste en sentarse con las piernas abiertas y ocupar, de ese modo más de un asiento.

Para aquella dama, aparte de considerarlo de mala educación, es un gesto de “machismo” y de “uso expansivo del espacio”, lo que, a juicio de este grupo de cuperos, requiere que los hombres asuman “una perspectiva integral de género”. Si esta chorrada municipal llegara a cuajar nos preguntamos ¿cómo se van a sentar aquellos hombres que su estómago no les permite juntar las piernas, para evitar que su paquete escandalice a las señoras? ¿O si, esta práctica, se va a aplicar a los hombres solamente o si también se harán efectivas para aquellas voluminosas damas que desparraman su anatomía por el asiento de al lado o en aquellos casos en los que, sus propios vientres, les obligan, como a algunos hombres, a sentarse espatarradas? Esperamos que, el ayuntamiento de Tarrasa, a costa del sueldo de los ediles, facilite, a estas personas de sobrepeso, gimnasios en los que puedan ejercitarse para recobrar y estilizar su figura y, de esta manera, no provoquen escándalo a estas libertarias, abortistas y remilgadas, que se escandalizan ante la visión de una entrepierna masculina.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no acabamos de entender cómo, un país en el que habíamos conseguido un largo periodo de paz; que supo llevar a cabo una transición ejemplar a la muerte del general Franco, que supimos escalar dentro de Europa una posición privilegiada y empezábamos a notar los primeros buenos augurios respecto a nuestra recuperación, después de una crisis en las que se puso a prueba nuestra capacidad de supervivencia; vuelve a situarse en el ojo del huracán, amenazado por quienes intentan, en una loca aventura revolucionaria y secesionista, buscarnos la ruina con sus proyectos de restaurar regímenes totalitarios que ya pensábamos que sólo eran cosa del pasado. Dios nos libre de semejantes redentores.

Un golpe bajo al soberanismo catalán: Maduro con la estelada

“Guárdate de la máscara de quien te muestra su rostro demasiado descubierto” F. Pananti
Miguel Massanet
sábado, 29 de abril de 2017, 11:30 h (CET)
Es evidente que las fuerzas que, en España, se están confabulando contra el Estado de derecho, van adquiriendo confianza en sus posibilidades de éxito, a medida que van pasando los meses y, aquellos partidos constitucionalistas que vienen confiando en los tribunales para acabar con las aspiraciones revolucionarias de partidos como la CUP o Podemos o de propuestas separatistas como los de Junts pel Sí y ERC, y siguen convencidos de que, por medio de la acción de los tribunales nacionales de Justicia, van a poder contenerlos, no se percatan de que cada vez son más evidentes los pasos de esta izquierda radical y de los partidos nacionalistas hacia la revolución, puenteando las instituciones del Estado, despreciando las resoluciones que puedan seguir emitiendo los jueces y magistrados y avanzando en su proyecto, de ir trasladando a las calles y a todos aquellos que se han dejado convencer por sus peregrinas propuestas, la fórmula de que será por medio de la desobediencia civil, de la desacreditación de los partidos constitucionalistas y la creación de la falsa idea de que, a través del sistema democrático, del orden y de las actuales instituciones nunca se logrará que “el pueblo”, entendiendo por tal todos los descontentos con la actual democracia llegue, alguna vez, a alcanzar el poder.

Lo cierto es, señores, que vamos asistiendo, cada día más asombrados, a las distintas propuestas que estos que, ocupando plaza en las instituciones, se van dedicando a ir recortando o, al menos, esto es lo que pretenden, los derechos de los ciudadanos por medio de prohibiciones que, a través de los ayuntamientos que controlan, tiene la pretensión de implantar, excediéndose en sus facultades, invadiendo el terreno legislativo que no les compete y usando los municipios como plataforma para ir implantando, por la puerta trasera de las instituciones públicas, una serie de restricciones y obligaciones que atentan de forma directa a los derechos fundamentales que la Constitución atribuye a los ciudadanos españoles.

La CUP se ha constituido, en Cataluña, a pesar de ser una de las fuerzas minoritarias en el Parlamento catalán, en la fuerza que, en estos momentos, tiene más influencia; de modo que está imponiendo sus condiciones al resto de fuerzas políticas nacionalistas, a pesar de los intentos de la oposición minoritaria que poco puede hacer ante partidos como PDEcat y ERC que se ven obligados para no perder la mayoría, a ceder, una y otra vez, ante las exigencia de los comunistas cuperos que son los que, en realidad, vienen marcando la hoja de ruta del proceso soberanista, obligando a Puigdemont a adelantar la fecha del controvertido referéndum y a mostrarse belicoso ante los requerimientos y avisos del TC, persistiendo en su actitud rebelde y desafiante, que no va llevarle a otro destino que el que se les reserva a quienes intentan olvidar que existen unas leyes nacionales, que nadie puede dejar de cumplir.

Mientras en el Ayuntamiento de Barcelona estos comunistas de la CUP impiden con sus votos que se apruebe una moción del PP pidiendo la libertad de los presos políticos en Venezuela y la restauración de la democracia en aquella nación, los tres concejales de la CUP exhibían orgullosos la foto que se hicieron con el señor Maduro, detrás de una bandera separatista conocida como una “estelada”. No sabemos a quien se le ha ocurrido acudir ante el mayor tirano de Hispanoamérica, Nicolás Maduro, un sujeto que ha despreciado la voluntad popular legítimamente expresada a través de las urnas, mediante la cual se consiguió la elección de una mayoría muy cualificada de la oposición contraria al dictador; obligando a un Tribunal Superior de Justicia, formado por magistrados vendidos al régimen, a que desposeyese a los parlamentarios de las funciones que legalmente les correspondían, para impedirles que solicitasen nuevas elecciones y los destituyesen de su cargo. Seguramente, como no ha habido país ni en Europa ni en el norte de América, que quisiera recibir a los representantes del soberanismo catalán, han decidido acudir, en busca de apoyo, ante el gobernante más controvertido, más incapaz, más autócrata y más antidemocrático de toda Sudamérica.

Es obvio que, incluso dentro de su propio partido y ya no hablemos del resto de partidos independentistas, como es el caso del PDEcat, esta fotografía les ha sentado como un fuerte dolor de tripas ya que, toda la campaña que han venido realizando, intentando darle un carácter democrático a la independencia de Cataluña de España, lo que han pretendido justificar diciendo (erróneamente, por supuesto) que una mayoría de los catalanes estaban a favor de la independencia (algo que las encuestas desmienten y las últimas elecciones municipales catalanas, a las que los nacionalistas pretendieron darle el carácter de una consulta, confirmaron que los votantes a los partidos de índole constitucionalista superaron a los nacionalistas, aunque consiguieran mayoría en el Parlamento) se les ha evaporado cuando han acudido, en busca de apoyo, a un sujeto al que todo el mundo considera como un personaje totalitario, que ha impedido la democracia en su país; ha encarcelado a los líderes de la oposición y ha armado a sus correligionarios para que impidan que la democracia pudiera obligarle a abandonar el poder. Han conseguido ser avalados por el mayor dictador que, hoy en día, gobierna en Venezuela. ¡Felicidades por esta gesta!

No quiero dar por finalizado este comentario sin hacer mención a otra de las boutades que estos individuos de la CUP han cometido, después de que hubieran metido la pata con sus comentarios sobre los “tampones” y las copas menstruales, la vida de tribu con la paternidad compartida y ahora hablan de la urbanidad en el transporte público. Porque para la coordinadora de la CUP en Tarrasa, una señora llamada Sara Moya, como parece que no tiene ideas más útiles y provechosas de las que presumir, ha presentado una propuesta de resolución, en el pleno del ayuntamiento, en la que exige una campaña de publicidad en marquesinas y paradas del transporte público contra lo que llaman el “manpreading”, práctica que consiste en sentarse con las piernas abiertas y ocupar, de ese modo más de un asiento.

Para aquella dama, aparte de considerarlo de mala educación, es un gesto de “machismo” y de “uso expansivo del espacio”, lo que, a juicio de este grupo de cuperos, requiere que los hombres asuman “una perspectiva integral de género”. Si esta chorrada municipal llegara a cuajar nos preguntamos ¿cómo se van a sentar aquellos hombres que su estómago no les permite juntar las piernas, para evitar que su paquete escandalice a las señoras? ¿O si, esta práctica, se va a aplicar a los hombres solamente o si también se harán efectivas para aquellas voluminosas damas que desparraman su anatomía por el asiento de al lado o en aquellos casos en los que, sus propios vientres, les obligan, como a algunos hombres, a sentarse espatarradas? Esperamos que, el ayuntamiento de Tarrasa, a costa del sueldo de los ediles, facilite, a estas personas de sobrepeso, gimnasios en los que puedan ejercitarse para recobrar y estilizar su figura y, de esta manera, no provoquen escándalo a estas libertarias, abortistas y remilgadas, que se escandalizan ante la visión de una entrepierna masculina.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no acabamos de entender cómo, un país en el que habíamos conseguido un largo periodo de paz; que supo llevar a cabo una transición ejemplar a la muerte del general Franco, que supimos escalar dentro de Europa una posición privilegiada y empezábamos a notar los primeros buenos augurios respecto a nuestra recuperación, después de una crisis en las que se puso a prueba nuestra capacidad de supervivencia; vuelve a situarse en el ojo del huracán, amenazado por quienes intentan, en una loca aventura revolucionaria y secesionista, buscarnos la ruina con sus proyectos de restaurar regímenes totalitarios que ya pensábamos que sólo eran cosa del pasado. Dios nos libre de semejantes redentores.

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