No comprendo muy bien qué gusto saca nadie al hacerse pasar permanentemente por otra persona. Por tanto, ni siquiera me enfada cuando me cuentan que hay páginas, comentarios u otro tipo de suplantaciones de mi nombre en la red. Lo considero anecdótico y no me siento concernido por ello.
Como en otros órdenes de la vida, cuando escucho comentarios sobre mi persona procuro 'darme por eludido'. Sería fatigante hasta la extenuación, andar aclarando constantemente todo aquello que dicen que han dicho que dijeron que dijiste. Sería insoportable combatir cada afirmación o reflexión sobre tu persona que, lícitamente o no, tantísimos otros individuos airean libremente.
He asistido impávido, aunque no negaré que con cierta molestia, a miles de afirmaciones calumniosas, inexactas o sencillamente frívolas sobre mi persona. Aunque molesto lo considero un peaje de mi actividad.
Ya decía el gran Groucho Marx: '¿Mi imagen? os la regalo. Haced con ella lo que queráis'.
Sin embargo, no estaría de más echar un ojo profundo a la crueldad, la desvergüenza y el desahogo con el que algunos opinadores oficiales (cuyos nombres omito deliberadamente) se despachan sobre las miserias de los demás olvidando por completo las propias.
Como dice mi amigo Arturo Fernández: 'Qué mundo chatín, qué mundo...'.
Poned en tela de juicio todo lo que no sepáis personalmente y a ciencia cierta.