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La crisis económica mundial, con ocasión de los banquetes

Contra el género humano, con motivo de la crisis económica mundial

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Permítame, si son tan amables, que me una hoy, a modo de ejercicio, al clamor popular para que la crisis económica, la “paguen” quienes la provocaron. Porque “siempre pagamos los mismos”. Es decir, las crisis económicas siempre se ceban con los trabajadores, que, como todo el mundo sabe, no tenemos culpa de nada, somos moralmente superiores a los malvados banqueros y nunca, nunca, admitimos, ni por asomos, la menor sombra de corrupción en nuestro entorno.

Nunca utilizamos, los trabajadores, las herramientas de la empresa para asuntos personales; nunca hacemos trabajos “en B”, somos de los más escrupulosos cuando se trata del IVA de las facturas, tanto emitidas como pagadas. En fin, resulta de una injusticia palmaria que paguemos siempre los buenos. Que, de tan buenos, empezamos a parecer tontos.

El máximo responsable de la crisis

En primer lugar, como todo el mundo sabe, el máximo responsable de la crisis económica actual (y de otros muchos males que aquejan a nuestro mundo) es, por supuesto, George Bush hijo, demonio enviado por los dioses para castigar los pecados de los pérfidos agentes de Wall Street.

Efectivamente, la base de la crisis económica que padecemos reside en las políticas neoliberales de Bush, apoyadas en el crédito barato y en los grandes déficits públicos. (Porque, como todo el mundo sabe, la práctica económica neoliberal se basa en los bajos tipos de interés forzados artificialmente y en la asunción de grandes déficits públicos, mientras que la política económica socialdemócrata, en cambio, gira en torno al equilibrio presupuestario y no interviene, para nada, en los tipos de interés).

La Unión Europea
En segundo lugar, nos encontramos con la Unión Europea, en la que , como todo el mundo sabe, gobierna también un neoliberalismo salvaje, encarnado en el presidente de Francia y en la canciller alemana. Fieros neoliberales donde los haya, que han dejado a los pobres trabajadores franceses y alemanes en una situación mucho peor que la de los trabajadores españoles. Ya se sabe que la derecha mira sólo por los intereses de los ricos y poderosos. Por suerte, nosotros tenemos a nuestro presidente socialdemócrata, que nunca nos dejará en la estacada.

Esta Unión Europea, tan neoliberal ella, sigue de cerca las neoliberales políticas de Bush, interviniendo los tipos de interés a la baja a través del Banco Central Europeo y rescatando, con dinero público, a los bancos y a las grandes empresas que han errado en sus inversiones. Práctica liberal al más puro estilo, que habría recomendado el mismísimo Hayek.

Los mercados
En tercer lugar, tenemos a los mercados. Los diabólicos mercados que tienen secuestrado a nuestro presidente y le obligan a ejecutar políticas ultraliberales contra su voluntad. Ultraliberalismo del mismo tipo que venimos hablando, por supuesto. Ese que rescata Cajas de Ahorros en quiebra, porque han sido gestionadas por políticos, y permite a los sindicatos y a la patronal negociar cómo van a ser los contratos a los que podremos optar una vez nos hayan despedido a todos.

De cualquier modo, ¿quiénes son o en qué consisten esos mercados, que no cejan de presionar a nuestro insigne gobierno, a base de empujar hacia arriba los dichos “puntos básicos” del diferencial de nuestra deuda?

Los mercados son los pequeños ahorradores

Pues se trata, ni más ni menos, que de pequeños ahorradores, como usted y como yo, que suscriben, en un banco, un fondo de inversión, de esos que los bancos nos ofrecen continuamente. Estos fondos de inversión, se utilizan para adquirir deuda del Estado, por los altos tipos de interés que ofrece. Es por ello que, si existe la más mínima sospecha de que un Estado no vaya a poder pagar su deuda, los bancos no se arriesgan a invertir (el dinero de sus clientes, no se olvide) en la deuda de ese Estado, a no ser que se compense el mayor riesgo con un mayor tipo de interés. ¿Qué haría usted en su caso?

Infames mercados, que, seguramente manejados por los ricos y los poderosos, o por políticos (neoliberales, eso siempre) vendidos a sus intereses, no confían en el buen hacer y en la capacidad probada de nuestro gobierno, que ya ha demostrado sobradamente que sabe administrar con eficiencia unos recursos económicos escasos. Los mercados, pues, también debería pagar la crisis.

La responsabilidad del gobierno en la crisis

Luego está, cómo no, el gobierno. Con la antigua tradición española de culpar al gobierno de todo lo que ocurre, resulta sorprendente lo poco que se ha culpado al actual con respecto a su gestión de la crisis. Incluso, imaginen, hay quien culpa al gobierno anterior de José María Aznar. (Claro: era amigo de Bush y copiaba sus prácticas neoliberales, de crédito barato y subvención permanente).

Lo cierto es que, en este caso, no hay mucha materia sobre la que ironizar. En economía, como en casi todo lo demás, este gobierno ha sido el gobierno de Murphy: si algo se podía hacer mal, lo ha hecho mal.

Los bancos y la crisis económica

No hay que olvidar, por Dios, a los bancos, cuya absoluta falta de ética tanto nos subleva. Los malévolos banqueros han aprovechado los bajos tipos de interés para endilgarnos créditos que los ciudadanos no habíamos solicitado ni queríamos en absoluto. Estos señores, obesos y fumadores (¡fumadores!), todos ellos sin excepción, se han dedicado a convencernos de que podíamos pagarnos casas y coches, que nosotros sabíamos perfectamente (para eso estudiamos con la LOGSE) que, si cambiaba la coyuntura económica, no podíamos pagar de ningún modo.

Las empresas y la crisis económica

¿Y las empresas? ¿Qué me dicen de las empresas? Todas ellas aprovechan la crisis económica para despedir a una buena parte de sus trabajadores. Malvados empresarios (son como los banqueros, pero con tirantes). De todos es conocido que los empresarios odian a muerte a sus trabajadores y que están esperando la menor oportunidad para despedirlos, por muy productivos que sean y por mucho dinero que hagan ganar a la empresa. Por eso, en tiempos de bonanza económica, los empresarios sufren terriblemente, por no atreverse a despedir a sus trabajadores, no vayan a tener que pagarles una indemnización.

Los trabajadores y la crisis económica

Y, finalmente, los ciudadanos de a pie. Como definición provisional, podríamos decir que un “trabajador” o un “ciudadano de a pie” es aquel que nunca tiene la culpa de nada de lo que pasa en su país.

Al fin y al cabo, ¿qué hemos hecho mal? ¿Quién puede reprocharnos nada? Mi trabajo habría sido para toda la vida si los pérfidos empresarios, que seguro que me odian, no hubieran aprovechado la crisis para despedirme. Además, yo no quería una casa tan grande y, mucho menos, incluir un coche nuevo en el crédito de la hipoteca: fueron los banqueros los que me obligaron a firmar, muy en contra de mi voluntad. Y, además, los tipos de interés iban a quedarse, para siempre, por debajo del 2%; ¿cómo se atreven a subir?

En resumen, es una cuestión de política económica

Ciertamente, de todos estos hechos, lo único que se podía haber evitado realmente, eran las políticas “neoliberales” de bajos tipos de interés, que, a la postre, distorsionan todo el entrono económico y ponen en marcha una reacción en cadena: provocan inversiones erróneas (y, por tanto, despidos posteriores, cuando se muestra lo erróneo de la inversión), obliga a los bancos a competir a la baja para sobrevivir y crea a los trabajadores al apariencia de que podemos pagar lo que no podemos pagar en absoluto.

Todo ello, en manos de un gobierno incapaz, termina necesariamente por destruir la economía de un país: banqueros, empresarios y trabajadores incluidos. Por cierto, nunca a los políticos.

Contra el género humano
Contaba Juan de Mairena, el filósofo ficticio de Machado, que uno de sus discípulos había escrito un artículo sobre al vacuidad y la inconveniencia de los banquetes. El artículo estaba dividido en cuatro partes:

A)Contra aquellos que aceptan banquetes en su honor.

B)Contra aquellos que declinan el honor de los banquetes.

C)Contra los que asisten a banquetes celebrados en honor de otros.

D)Contra los que no asisten a tales banquetes.

El discípulo censuraba a los primeros por fatuos y engreídos; acusaba a los segundos de hipócritas y de falsa modestia; a los terceros, los tachaba de parásitos del honor ajeno y, a los últimos, de “roezancos” y envidiosos del mérito.

Juan de Mairena preguntó cuál sería el título del artículo. “Contra los banquetes”, le informó el discípulo. A lo que el filósofo imaginario de Machado aconsejó:

- Yo lo titularía, mejor: “Contra el género humano, con motivo de los banquetes”.

Contra el género humano, con motivo de la crisis económica mundial

La crisis económica mundial, con ocasión de los banquetes
Felipe Muñoz
martes, 28 de junio de 2011, 07:26 h (CET)
Permítame, si son tan amables, que me una hoy, a modo de ejercicio, al clamor popular para que la crisis económica, la “paguen” quienes la provocaron. Porque “siempre pagamos los mismos”. Es decir, las crisis económicas siempre se ceban con los trabajadores, que, como todo el mundo sabe, no tenemos culpa de nada, somos moralmente superiores a los malvados banqueros y nunca, nunca, admitimos, ni por asomos, la menor sombra de corrupción en nuestro entorno.

Nunca utilizamos, los trabajadores, las herramientas de la empresa para asuntos personales; nunca hacemos trabajos “en B”, somos de los más escrupulosos cuando se trata del IVA de las facturas, tanto emitidas como pagadas. En fin, resulta de una injusticia palmaria que paguemos siempre los buenos. Que, de tan buenos, empezamos a parecer tontos.

El máximo responsable de la crisis

En primer lugar, como todo el mundo sabe, el máximo responsable de la crisis económica actual (y de otros muchos males que aquejan a nuestro mundo) es, por supuesto, George Bush hijo, demonio enviado por los dioses para castigar los pecados de los pérfidos agentes de Wall Street.

Efectivamente, la base de la crisis económica que padecemos reside en las políticas neoliberales de Bush, apoyadas en el crédito barato y en los grandes déficits públicos. (Porque, como todo el mundo sabe, la práctica económica neoliberal se basa en los bajos tipos de interés forzados artificialmente y en la asunción de grandes déficits públicos, mientras que la política económica socialdemócrata, en cambio, gira en torno al equilibrio presupuestario y no interviene, para nada, en los tipos de interés).

La Unión Europea
En segundo lugar, nos encontramos con la Unión Europea, en la que , como todo el mundo sabe, gobierna también un neoliberalismo salvaje, encarnado en el presidente de Francia y en la canciller alemana. Fieros neoliberales donde los haya, que han dejado a los pobres trabajadores franceses y alemanes en una situación mucho peor que la de los trabajadores españoles. Ya se sabe que la derecha mira sólo por los intereses de los ricos y poderosos. Por suerte, nosotros tenemos a nuestro presidente socialdemócrata, que nunca nos dejará en la estacada.

Esta Unión Europea, tan neoliberal ella, sigue de cerca las neoliberales políticas de Bush, interviniendo los tipos de interés a la baja a través del Banco Central Europeo y rescatando, con dinero público, a los bancos y a las grandes empresas que han errado en sus inversiones. Práctica liberal al más puro estilo, que habría recomendado el mismísimo Hayek.

Los mercados
En tercer lugar, tenemos a los mercados. Los diabólicos mercados que tienen secuestrado a nuestro presidente y le obligan a ejecutar políticas ultraliberales contra su voluntad. Ultraliberalismo del mismo tipo que venimos hablando, por supuesto. Ese que rescata Cajas de Ahorros en quiebra, porque han sido gestionadas por políticos, y permite a los sindicatos y a la patronal negociar cómo van a ser los contratos a los que podremos optar una vez nos hayan despedido a todos.

De cualquier modo, ¿quiénes son o en qué consisten esos mercados, que no cejan de presionar a nuestro insigne gobierno, a base de empujar hacia arriba los dichos “puntos básicos” del diferencial de nuestra deuda?

Los mercados son los pequeños ahorradores

Pues se trata, ni más ni menos, que de pequeños ahorradores, como usted y como yo, que suscriben, en un banco, un fondo de inversión, de esos que los bancos nos ofrecen continuamente. Estos fondos de inversión, se utilizan para adquirir deuda del Estado, por los altos tipos de interés que ofrece. Es por ello que, si existe la más mínima sospecha de que un Estado no vaya a poder pagar su deuda, los bancos no se arriesgan a invertir (el dinero de sus clientes, no se olvide) en la deuda de ese Estado, a no ser que se compense el mayor riesgo con un mayor tipo de interés. ¿Qué haría usted en su caso?

Infames mercados, que, seguramente manejados por los ricos y los poderosos, o por políticos (neoliberales, eso siempre) vendidos a sus intereses, no confían en el buen hacer y en la capacidad probada de nuestro gobierno, que ya ha demostrado sobradamente que sabe administrar con eficiencia unos recursos económicos escasos. Los mercados, pues, también debería pagar la crisis.

La responsabilidad del gobierno en la crisis

Luego está, cómo no, el gobierno. Con la antigua tradición española de culpar al gobierno de todo lo que ocurre, resulta sorprendente lo poco que se ha culpado al actual con respecto a su gestión de la crisis. Incluso, imaginen, hay quien culpa al gobierno anterior de José María Aznar. (Claro: era amigo de Bush y copiaba sus prácticas neoliberales, de crédito barato y subvención permanente).

Lo cierto es que, en este caso, no hay mucha materia sobre la que ironizar. En economía, como en casi todo lo demás, este gobierno ha sido el gobierno de Murphy: si algo se podía hacer mal, lo ha hecho mal.

Los bancos y la crisis económica

No hay que olvidar, por Dios, a los bancos, cuya absoluta falta de ética tanto nos subleva. Los malévolos banqueros han aprovechado los bajos tipos de interés para endilgarnos créditos que los ciudadanos no habíamos solicitado ni queríamos en absoluto. Estos señores, obesos y fumadores (¡fumadores!), todos ellos sin excepción, se han dedicado a convencernos de que podíamos pagarnos casas y coches, que nosotros sabíamos perfectamente (para eso estudiamos con la LOGSE) que, si cambiaba la coyuntura económica, no podíamos pagar de ningún modo.

Las empresas y la crisis económica

¿Y las empresas? ¿Qué me dicen de las empresas? Todas ellas aprovechan la crisis económica para despedir a una buena parte de sus trabajadores. Malvados empresarios (son como los banqueros, pero con tirantes). De todos es conocido que los empresarios odian a muerte a sus trabajadores y que están esperando la menor oportunidad para despedirlos, por muy productivos que sean y por mucho dinero que hagan ganar a la empresa. Por eso, en tiempos de bonanza económica, los empresarios sufren terriblemente, por no atreverse a despedir a sus trabajadores, no vayan a tener que pagarles una indemnización.

Los trabajadores y la crisis económica

Y, finalmente, los ciudadanos de a pie. Como definición provisional, podríamos decir que un “trabajador” o un “ciudadano de a pie” es aquel que nunca tiene la culpa de nada de lo que pasa en su país.

Al fin y al cabo, ¿qué hemos hecho mal? ¿Quién puede reprocharnos nada? Mi trabajo habría sido para toda la vida si los pérfidos empresarios, que seguro que me odian, no hubieran aprovechado la crisis para despedirme. Además, yo no quería una casa tan grande y, mucho menos, incluir un coche nuevo en el crédito de la hipoteca: fueron los banqueros los que me obligaron a firmar, muy en contra de mi voluntad. Y, además, los tipos de interés iban a quedarse, para siempre, por debajo del 2%; ¿cómo se atreven a subir?

En resumen, es una cuestión de política económica

Ciertamente, de todos estos hechos, lo único que se podía haber evitado realmente, eran las políticas “neoliberales” de bajos tipos de interés, que, a la postre, distorsionan todo el entrono económico y ponen en marcha una reacción en cadena: provocan inversiones erróneas (y, por tanto, despidos posteriores, cuando se muestra lo erróneo de la inversión), obliga a los bancos a competir a la baja para sobrevivir y crea a los trabajadores al apariencia de que podemos pagar lo que no podemos pagar en absoluto.

Todo ello, en manos de un gobierno incapaz, termina necesariamente por destruir la economía de un país: banqueros, empresarios y trabajadores incluidos. Por cierto, nunca a los políticos.

Contra el género humano
Contaba Juan de Mairena, el filósofo ficticio de Machado, que uno de sus discípulos había escrito un artículo sobre al vacuidad y la inconveniencia de los banquetes. El artículo estaba dividido en cuatro partes:

A)Contra aquellos que aceptan banquetes en su honor.

B)Contra aquellos que declinan el honor de los banquetes.

C)Contra los que asisten a banquetes celebrados en honor de otros.

D)Contra los que no asisten a tales banquetes.

El discípulo censuraba a los primeros por fatuos y engreídos; acusaba a los segundos de hipócritas y de falsa modestia; a los terceros, los tachaba de parásitos del honor ajeno y, a los últimos, de “roezancos” y envidiosos del mérito.

Juan de Mairena preguntó cuál sería el título del artículo. “Contra los banquetes”, le informó el discípulo. A lo que el filósofo imaginario de Machado aconsejó:

- Yo lo titularía, mejor: “Contra el género humano, con motivo de los banquetes”.

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