Lo tenía muy claro, había que arriesgar, pisar el acelerador y reventar la plaza. Hacía mucho tiempo que no veía a un novillero tan dispuesto en este ruedo por el amor de Dios. Miren y vean si arriesgó, al primero de su lote se entretiene en darle seis largas cambiadas de rodillas sin perder la posición.
El novillo era extraordinario el mejor del encierro diría yo, pero vaya si lo toreó bien. Si en el quite respondió por chicuelinas ajustadas ya con la muleta nada ni nadie le detuvo. Catarata de redondos, largas, templada, asentadas la profundidad de caída del Lago Victoria. Adrián cambia de mano para firmar muletazos de ensueño junto a un pequeño circular al relentí. Era un puro cartel de Ruano Llopis, este torero tiene clase y lo sabe. Fernando no le duda en ningún momento, le pone la muleta en la cara cosida con fino hilo, lo cita, lo vuelve a llamar obrándose la indulgencia plena del novillo. El animal se entrega, se descuelga, hace el avión Falcón y no se puede disfrutar más con ellos dos juntos en un palmo de terreno. Toro y torero, los dos de Madrid y de Madrid al cielo de Sevilla, o mejor de Torres de la Alameda a Cabanillas de la Sierra, fue alo así como tuvo que ser la final de Roland Garrós en la tierra batida, hasta que llegó el ultimo tercio. Con la espada y con el descabello especialmente se rompe la magia, sainete gordo después de una faena de dos orejas.
Con el sexto tuvo más merito pues el toro no tenía ese recorrido ni esa calidad aunque resultó ser más noble. De nuevo el secreto estuvo escondido en su palma de la mano, poco a poco rompe por ambas manos y Fernando mide bien tiempos y distancias para regalarnos otro circular en un suspiro. Con la espada no perdona y cae la única oreja de la tarde que bien pudo haberle valido para pasear por Sevilla a hombros si hubiera dado clases de descabello. Mario Alcalde no tuvo opciones y le tocó por desgracia el peor lote manso, descastado y con peligro. Antonio Espaliú brillo seguro con el capote en su primero por verónicas acompasadas pese a no confiarse en la muleta. Con el segundo un manso con mucha guasa sufrió una cogida sin gravedad después de hacer un imposible por dominarlo.
Ficha del festejo:
Plaza de toros de La Maestranza. Novillada con picadores. Se lidiaron seis novillos de Montealto bien presentados, serios y rematados. Destacaron tercero, segundo y sexto. Menos de media entrada.
Mario Alcalde: silencio tras dos avisos y silencio.
Antonio Espaliú: silencio tras aviso y silencio.
Fernando Adrián: vuelta al ruedo y oreja.