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Un gol del argentino silencia el Bernabéu en el último minuto

Real Madrid - Barcelona: Messi decide el Clásico (2-3)

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Ficha Técnica ->
2- Real Madrid CF: Navas; Carvajal, Nacho,Ramos, Marcelo; Kroos, Casemiro (Kovacic 68'), Modric; Bale (Asensio 38'), Cristiano y Benzema (James 80').

3- FC Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Umtiti, Piqué, Alba; Busquets, Rakitic, Iniesta; Alcácer (André Gomes 68'), Messi y Suárez.

Goles: 1-0 Casemiro (27'); 1-1 Messi (31'); 1-2 Rakitic (72'); 2-2 James (85'); 2-3 Messi (92')

Árbitro: Hernández Hernández (Canario). En el Madrid vieron amarilla Casemiro (11'), Kovacic (80') y expulsó a Sergio Ramos con roja directa (77'). En el Barça vieron amarilla Umtiti (38') y Messi (92')

Un recital de Messi resucitó al Barcelona en el Santiago Bernabéu, donde se levantó con grandeza de su eliminación europea y, amparado en el fútbol magistral de su líder, remontó un clásico trascendental ante un Real Madrid que nunca se rindió y acabó probando de su propia medicina en el minuto 92. 


A la grandeza de un duelo entre Real Madrid y Barcelona le acompañaba el aspecto decisivo del marcador. Lo convirtió en el clásico del miedo y la especulación en el primer acto y de la belleza y fútbol vertical en el segundo. El fútbol convertido en estado de ánimo, con los madridistas lanzados en el momento decisivo del curso y los azulgrana encontrando la mejor medicina para huir de la depresión que habría supuesto tirar la temporada en cinco días.


Fueron pocos minutos de acelerón pero sirvieron para que Cristiano pidiese penalti derribado por Umtiti y para que Carvajal metiese miedo con sus subidas. Ter Stegen comenzaba a parar. Le sacaba la primera a Cristiano, feliz con espacios y encarando con ventaja a Piqué para regatear de tacón y probar suerte de zurdazo. 


Bale, lesionado de nuevo


El 4-3-3 de Zidane invitaba a correr al contragolpe. No le importaba dar el balón al rival. Buscaba atacar con velocidad. Fue la razón por la que optó por Bale y se equivocó. La presencia de un medio más le habría dado el control, pero forzó a un jugador que no estaba en plenas condiciones de jugar un duelo de alta intensidad. A los 37 minutos se lesiono el sóleo sano, el que forzaba por no cargar el recién recuperado. Su presencia fue testimonial. 


Diferencia abismal en el liderazgo que debe asumir un jugador de altos vuelos. El que ejerció Leo Messi, listo para dar una lección. El Barcelona apareció cuando su líder decidió. Sin Neymar y con Alcácer completando el tridente ofensivo, la falta de balones invitaron a Messi a retrasar metros su posición. Es indiferente donde juegue, siempre interpreta bien el juego. A los doce minutos se disfrazaba de medio centro, pisaba el balón e invitaba a un pulso personal a Casemiro. Con facilidad lo dejó atrás y recibió el castigo con una entrada que condicionaba el resto de partido del brasileño. 


La ventaja en la clasificación del Real Madrid le invitó a pensar primero en ser fuerte defensivamente. Reculó en exceso y el partido se situó donde quería Messi, que no se cansaba de buscar a Casemiro y explotar su velocidad. Rompía por el centro y generaba desequilibrio. Enchufado, suelto, hábil. Un golpe de Marcelo con el codo en la boca de Messi apagó por momentos al argentino justo cuando llegaba el gol madridista. Una vez más a balón parado, con otro saque de esquina de Kroos que despejó Piqué, acabó en centro de Marcelo, remate de Ramos al poste y Casemiro, atento para marcar a placer, explotaba el punto débil de los últimos partidos del Barça. 


Messi decide


Todo se le ponía en contra. Era el momento de que apareciese su salvador y Messi nunca falla. En una baldosa se fue de Modric y Carvajal antes de batir con facilidad a Keylor por bajo. Dominador absoluto del clásico, provocaba la reacción cinco minutos después de un golpe directo. Se marchaba Bale y Zidane apostaba por Asensio antes que por Isco. Era la recta final del primer acto cuando, ante la firmeza de Ter Stegen, Leo podía sentenciar y, derribado por Casemiro, en la séptima falta del brasileño, pedía su expulsión y provocaba que fuese el primer cambio de Zidane. 


Se repetía en la reanudación la salida en tromba del Real Madrid. Debía liberarse de la presión del marcador, sentir que un triunfo le daba la Liga y un resultado adverso no se la quitaba. Ter Stegen sacaba una nueva mano a un disparo de Kroos y en oleadas llegaba sin encontrar el premio. Una parada de balonmano del portero azulgrana a testarazo de Benzema, mantenía en pie a su equipo. El partido se abría y se convertía en un espectacular intercambio de golpes. Alcácer perdonaba la suya, chutando de puntera y provocando la respuesta con un pie de Keylor. Se ganaba los aplausos de su afición el costarricense con otra parada repleta de reflejos a un cabezazo de Piqué. 


La expulsión de Ramos


Fotonoticia 20170423230054 355 45 45 0 0

El duelo era espectacular y podía caer de cualquier lado. Asensio devoraba espacios y asistía a Cristiano que fallaba lo que nunca perdona. Respondía de inmediato el Barcelona con balón de mago con el exterior del pie de Iniesta al segundo palo y remate de Luis Suárez que sacaba Keylor. Los porteros se imponían hasta que Rakitic inventó un zurdazo imparable a la escuadra para el 1-2. Con los nervios a flor de piel llegaba la acción polémica del partido. Ramos entraba duro a Messi, con los dos pies por delante, y cuando todos esperaban la amarilla recibía una dura cartulina roja a trece minutos del final. 


Es cuando aparecía el espíritu de lucha madridista. Prohibido rendirse. Tiró de orgullo. Zidane apostó por James y la fe de Marcelo encontró el premio del gol del colombiano. El Bernabéu era una fiesta que llevó al Real Madrid a olvidarse de que estaba en inferioridad numérica y de que el empate era un buen resultado. Buscó el tercer tanto, que lo tuvo James y Asensio, pero lo acabó encajando en el broche perfecto de Messi. Keylor había salvado ante Piqué, pero nada pudo hacer cuando la subida de Sergi Roberto no fue frenada en falta por Marcelo y el centro de Jordi Alba lo culminaba con maestría Leo en la última jugada. Veintitrés goles en los clásicos le convierten en el jugador con más influencia de la historia del duelo más grande. Su recital incendia la Liga.

Real Madrid - Barcelona: Messi decide el Clásico (2-3)

Un gol del argentino silencia el Bernabéu en el último minuto
Redacción
domingo, 23 de abril de 2017, 20:37 h (CET)

Ficha Técnica ->
2- Real Madrid CF: Navas; Carvajal, Nacho,Ramos, Marcelo; Kroos, Casemiro (Kovacic 68'), Modric; Bale (Asensio 38'), Cristiano y Benzema (James 80').

3- FC Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Umtiti, Piqué, Alba; Busquets, Rakitic, Iniesta; Alcácer (André Gomes 68'), Messi y Suárez.

Goles: 1-0 Casemiro (27'); 1-1 Messi (31'); 1-2 Rakitic (72'); 2-2 James (85'); 2-3 Messi (92')

Árbitro: Hernández Hernández (Canario). En el Madrid vieron amarilla Casemiro (11'), Kovacic (80') y expulsó a Sergio Ramos con roja directa (77'). En el Barça vieron amarilla Umtiti (38') y Messi (92')

Un recital de Messi resucitó al Barcelona en el Santiago Bernabéu, donde se levantó con grandeza de su eliminación europea y, amparado en el fútbol magistral de su líder, remontó un clásico trascendental ante un Real Madrid que nunca se rindió y acabó probando de su propia medicina en el minuto 92. 


A la grandeza de un duelo entre Real Madrid y Barcelona le acompañaba el aspecto decisivo del marcador. Lo convirtió en el clásico del miedo y la especulación en el primer acto y de la belleza y fútbol vertical en el segundo. El fútbol convertido en estado de ánimo, con los madridistas lanzados en el momento decisivo del curso y los azulgrana encontrando la mejor medicina para huir de la depresión que habría supuesto tirar la temporada en cinco días.


Fueron pocos minutos de acelerón pero sirvieron para que Cristiano pidiese penalti derribado por Umtiti y para que Carvajal metiese miedo con sus subidas. Ter Stegen comenzaba a parar. Le sacaba la primera a Cristiano, feliz con espacios y encarando con ventaja a Piqué para regatear de tacón y probar suerte de zurdazo. 


Bale, lesionado de nuevo


El 4-3-3 de Zidane invitaba a correr al contragolpe. No le importaba dar el balón al rival. Buscaba atacar con velocidad. Fue la razón por la que optó por Bale y se equivocó. La presencia de un medio más le habría dado el control, pero forzó a un jugador que no estaba en plenas condiciones de jugar un duelo de alta intensidad. A los 37 minutos se lesiono el sóleo sano, el que forzaba por no cargar el recién recuperado. Su presencia fue testimonial. 


Diferencia abismal en el liderazgo que debe asumir un jugador de altos vuelos. El que ejerció Leo Messi, listo para dar una lección. El Barcelona apareció cuando su líder decidió. Sin Neymar y con Alcácer completando el tridente ofensivo, la falta de balones invitaron a Messi a retrasar metros su posición. Es indiferente donde juegue, siempre interpreta bien el juego. A los doce minutos se disfrazaba de medio centro, pisaba el balón e invitaba a un pulso personal a Casemiro. Con facilidad lo dejó atrás y recibió el castigo con una entrada que condicionaba el resto de partido del brasileño. 


La ventaja en la clasificación del Real Madrid le invitó a pensar primero en ser fuerte defensivamente. Reculó en exceso y el partido se situó donde quería Messi, que no se cansaba de buscar a Casemiro y explotar su velocidad. Rompía por el centro y generaba desequilibrio. Enchufado, suelto, hábil. Un golpe de Marcelo con el codo en la boca de Messi apagó por momentos al argentino justo cuando llegaba el gol madridista. Una vez más a balón parado, con otro saque de esquina de Kroos que despejó Piqué, acabó en centro de Marcelo, remate de Ramos al poste y Casemiro, atento para marcar a placer, explotaba el punto débil de los últimos partidos del Barça. 


Messi decide


Todo se le ponía en contra. Era el momento de que apareciese su salvador y Messi nunca falla. En una baldosa se fue de Modric y Carvajal antes de batir con facilidad a Keylor por bajo. Dominador absoluto del clásico, provocaba la reacción cinco minutos después de un golpe directo. Se marchaba Bale y Zidane apostaba por Asensio antes que por Isco. Era la recta final del primer acto cuando, ante la firmeza de Ter Stegen, Leo podía sentenciar y, derribado por Casemiro, en la séptima falta del brasileño, pedía su expulsión y provocaba que fuese el primer cambio de Zidane. 


Se repetía en la reanudación la salida en tromba del Real Madrid. Debía liberarse de la presión del marcador, sentir que un triunfo le daba la Liga y un resultado adverso no se la quitaba. Ter Stegen sacaba una nueva mano a un disparo de Kroos y en oleadas llegaba sin encontrar el premio. Una parada de balonmano del portero azulgrana a testarazo de Benzema, mantenía en pie a su equipo. El partido se abría y se convertía en un espectacular intercambio de golpes. Alcácer perdonaba la suya, chutando de puntera y provocando la respuesta con un pie de Keylor. Se ganaba los aplausos de su afición el costarricense con otra parada repleta de reflejos a un cabezazo de Piqué. 


La expulsión de Ramos


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El duelo era espectacular y podía caer de cualquier lado. Asensio devoraba espacios y asistía a Cristiano que fallaba lo que nunca perdona. Respondía de inmediato el Barcelona con balón de mago con el exterior del pie de Iniesta al segundo palo y remate de Luis Suárez que sacaba Keylor. Los porteros se imponían hasta que Rakitic inventó un zurdazo imparable a la escuadra para el 1-2. Con los nervios a flor de piel llegaba la acción polémica del partido. Ramos entraba duro a Messi, con los dos pies por delante, y cuando todos esperaban la amarilla recibía una dura cartulina roja a trece minutos del final. 


Es cuando aparecía el espíritu de lucha madridista. Prohibido rendirse. Tiró de orgullo. Zidane apostó por James y la fe de Marcelo encontró el premio del gol del colombiano. El Bernabéu era una fiesta que llevó al Real Madrid a olvidarse de que estaba en inferioridad numérica y de que el empate era un buen resultado. Buscó el tercer tanto, que lo tuvo James y Asensio, pero lo acabó encajando en el broche perfecto de Messi. Keylor había salvado ante Piqué, pero nada pudo hacer cuando la subida de Sergi Roberto no fue frenada en falta por Marcelo y el centro de Jordi Alba lo culminaba con maestría Leo en la última jugada. Veintitrés goles en los clásicos le convierten en el jugador con más influencia de la historia del duelo más grande. Su recital incendia la Liga.

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