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El empresariado más que nunca requiere de la unidad de todos los españoles en defensa de nuestros productos

Pelegrí tome conciencia

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Sólo le faltaba al conseller de Agricultura Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat de Cataluña haber lanzado un boicot a los productos españoles. El "patriotismo alimentario" de Josep Maria Pelegrí rezuma provincianismo porque por mucho que él se empeñe Cataluña forma parte a todos los niveles del entramado empresarial español y en este caso del agroalimentario. Su llamamiento a que catalanes consuman los productos de esa tierra no es acertado ni solidario. Quizá esa petición la aplaudan los nacionalistas pero se aleja del principio de solidaridad consagrado en la Constitución Española.

¿Qué pasaría con el empresariado catalán si el resto de Comunidades Autónomas no consumiéramos sus productos? No sería la primera vez. Ya sufrió el cava catalán amenazas provocadas por la política de Carod Rovira y sus declaraciones boicoteando la candidatura de Madrid de las Olimpiadas. La reacción de los empresarios fue inmediata y tuvo que rectificar, pues Cataluña se beneficia de una posición privilegiada en el mercado español. Hay dos caminos, el de Pelegrí no es el apropiado. Lo idóneo es avanzar unidos. Recientemente hemos sufrido un episodio deplorable de la erróneamente denominada "crisis del pepino". Erróneamente porque no es otra cosa que una crisis alemana a la que nos hemos sumado a designar "crisis del pepino", dañándonos a nosotros mismos. En Alemania comenzó y allí terminó con un gran perjudicado, España.

La equivocada política informativa, el ineficiente sistema de alerta sanitario de la Unión Europea y la debilidad del Gobierno de Zapatero ha tenido enormes consecuencias sobre uno de los sectores más importantes de la economía española. Cinco días de silencio desde la acusación de la consejera de Salud de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, a los pepinos españoles de ser los portadores de la bacteria letal "E.coli". Suficiente para generar una alarma que se extendiera a todas las hortalizas y paralizara negocios y ventas. Un duro golpe para España del que no consigue recuperarse, teniendo en cuenta que es el primer exportador mundial de pepino y de frutas y hortalizas.

La experiencia con la Unión Europea y con Alemania exige una actuación del conjunto de los españoles en defensa de nuestros alimentos. Y sobre todo requiere de un gobierno fuerte que no ceda y obligue a los responsables a cubrir el cien por cien de las pérdidas y a financiar una fuerte campaña de publicidad europea que limpie e impulse los productos españoles. El señor Pelegrí es miembro de un gobierno de una gran autonomía pero que tome conciencia que no sería tan grande sin el resto de España.

Pelegrí tome conciencia

El empresariado más que nunca requiere de la unidad de todos los españoles en defensa de nuestros productos
Mercedes Zaragüeta Casanova
lunes, 20 de junio de 2011, 08:47 h (CET)
Sólo le faltaba al conseller de Agricultura Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat de Cataluña haber lanzado un boicot a los productos españoles. El "patriotismo alimentario" de Josep Maria Pelegrí rezuma provincianismo porque por mucho que él se empeñe Cataluña forma parte a todos los niveles del entramado empresarial español y en este caso del agroalimentario. Su llamamiento a que catalanes consuman los productos de esa tierra no es acertado ni solidario. Quizá esa petición la aplaudan los nacionalistas pero se aleja del principio de solidaridad consagrado en la Constitución Española.

¿Qué pasaría con el empresariado catalán si el resto de Comunidades Autónomas no consumiéramos sus productos? No sería la primera vez. Ya sufrió el cava catalán amenazas provocadas por la política de Carod Rovira y sus declaraciones boicoteando la candidatura de Madrid de las Olimpiadas. La reacción de los empresarios fue inmediata y tuvo que rectificar, pues Cataluña se beneficia de una posición privilegiada en el mercado español. Hay dos caminos, el de Pelegrí no es el apropiado. Lo idóneo es avanzar unidos. Recientemente hemos sufrido un episodio deplorable de la erróneamente denominada "crisis del pepino". Erróneamente porque no es otra cosa que una crisis alemana a la que nos hemos sumado a designar "crisis del pepino", dañándonos a nosotros mismos. En Alemania comenzó y allí terminó con un gran perjudicado, España.

La equivocada política informativa, el ineficiente sistema de alerta sanitario de la Unión Europea y la debilidad del Gobierno de Zapatero ha tenido enormes consecuencias sobre uno de los sectores más importantes de la economía española. Cinco días de silencio desde la acusación de la consejera de Salud de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, a los pepinos españoles de ser los portadores de la bacteria letal "E.coli". Suficiente para generar una alarma que se extendiera a todas las hortalizas y paralizara negocios y ventas. Un duro golpe para España del que no consigue recuperarse, teniendo en cuenta que es el primer exportador mundial de pepino y de frutas y hortalizas.

La experiencia con la Unión Europea y con Alemania exige una actuación del conjunto de los españoles en defensa de nuestros alimentos. Y sobre todo requiere de un gobierno fuerte que no ceda y obligue a los responsables a cubrir el cien por cien de las pérdidas y a financiar una fuerte campaña de publicidad europea que limpie e impulse los productos españoles. El señor Pelegrí es miembro de un gobierno de una gran autonomía pero que tome conciencia que no sería tan grande sin el resto de España.

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