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Un enigma de la presente tesitura económica es la existencia de puestos de trabajo vacantes en medio del paro masivo

El gran desfase del dato del empleo

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Se podría pensar (yo lo pensaba) que con casi 14 millones de estadounidenses en el paro -- y casi la mitad de aquéllos de larga duración -- las empresas podrían ocupar con rapidez casi cualquier vacante. No es así. De alguna forma, se produce un desfase entre las vacantes laborales y los trabajadores desocupados. Los economistas llaman a esto "paro estructural".

El número exacto de empleos afectados no está claro; no hay estadísticas definitivas. El economista de la Universidad de Georgetown Harry Holzer cree que la tasa de paro podría estar más cerca del 8% que del 9,1% actual si la mayoría de estos puestos de trabajo se ocuparan. Eso implica hasta 1,5 millones de empleos más. El economista del Fondo Monetario Internacional Prakash Loungani calcula que el 25% del paro es estructural; eso es más de 3 millones de empleos. Un reciente estudio realizado entre 2.000 empresas por
el Instituto McKinsey, el grupo de investigación de la consultora homónima, concluye que el 40% de ellas tuvo puestos vacantes durante seis meses al menos por no poder encontrar candidatos idóneos.

Reconozcamos dos realidades. En primer lugar, aunque el paro estructural es importante, la principal causa de paro elevado sigue siendo la profunda recesión. Durante la recesión, el empleo registró un descenso súbito del 20% en la construcción, el 15% en la actividad industrial y el 7% en el comercio. Sólo una economía más fuerte puede remediar este nivel de paro.

En segundo lugar, una gran economía como la nuestra siempre tiene vacantes. La gente se marcha o es despedida. El mecanismo de selección va despacio. Algunos puestos de trabajo altamente especializados son inherentemente difíciles de cubrir: pongamos un ingeniero de transportes con chino e inglés fluidos (un ejemplo cotidiano).

Aún así, el desfase del empleo obstaculiza la recuperación y es mal presagio. Cuanto más difícil le es encontrar empleo al trabajador, más tiempo permanece parado -- y esto, a su vez, agrava sus perspectivas. "El paro de larga duración trasladada una señal negativa a los empresarios: ¿Qué tendrá de malo este individuo?", dice Holzer. Ciertos empleos destruidos
durante la recesión y las habilidades vinculadas ni siquiera volverán alguna vez. "Las redes de contactos del trabajador se atrofian", añade. "Sus habilidades parecen más obsoletas".

Mientras cada vez más trabajadores pasan a ser progresivamente menos contratables, ciertos economistas elevan su estimación del "pleno empleo" --la tasa de paro consecuencia de una inflación estable. Podría ser del 6% en comparación con el 5% previo a la recesión, dice Mark Zandi, de Moody's Analytics. Tratar de reducir el paro por debajo del 6% abaratando el crédito correría el riesgo de una inflación más alta.

Carl Camden, responsable de la empresa de trabajo temporal Kelly Services, dice que la escasez de conocimientos abarca un amplio abanico de puestos de trabajo, desde los electricistas a los diseñadores CAD/ CAM (diseño y fabricación informatizados) pasando por personal de laboratorio especializado en pruebas clínicas con un doctorado.

"No se pueden encontrar ingenieros para ocupar vacantes en muchas ciudades", dice Camden. "Tenemos tres puestos de trabajo para cada candidato".

En cualquier economía dinámica, el constante cambio de la tecnología, los productos y las empresas genera de forma natural vacíos entre los conocimientos disponibles y las habilidades buscadas. Pero las actuales lagunas parecen trascender esto. Un estudio encargado por la Asociación Nacional de Fabricantes Industriales en 2009, cerca del mínimo de la recesión, concluye que la tercera parte de las empresas se enfrentarán a
situaciones de falta de personal. Las más considerables eran las de ingenieros y científicos y entre las empresas de los sectores aeroespacial, biotecnológico y la defensa.

No faltan teorías de lo que no funciona. Para ocupar plazas de oficial, los graduados han hecho menos hincapié en la formación vocacional, las universidades laborales a menudo no están bien conectadas al mercado laboral local, y los programas de aprendiz de los sindicatos se han marchitado, según Anthony Carnevale, responsable del Centro de Educación y Mano de Obra de Georgetown. Otra teoría dice que los estadounidenses están menos dispuestos a moverse a la hora de aceptar empleos. El estudio de la consultora McKinsey recoge que en la década de los 50, uno de cada cinco estadounidenses se mudaba cada año; ahora el dato es uno de cada 10. "El empleo es más móvil que el trabajador", dice Camden.

Las empresas brindaban tradicionalmente formación, pero también eso podría haber cambiado. Las lealtades se han debilitado. Las empresas están más dispuestas a despedir; el trabajador está más dispuesto a cambiar de barco. La formación puede parecer una mala inversión porque el trabajador no se va a quedar el tiempo suficiente para rentabilizar una inversión. En el estudio de la consultora McKinsey, las empresas niegan recortar los presupuestos de formación. Pero Carnevale y los demás creen que la formación ha cambiado de forma sustancial. Antes, las empresas proporcionaban formación más básica en negocios o tecnología; ahora las empresas esperan que el trabajador se incorpore con estos conocimientos y centran la formación en prácticas y sistemas específicos de la empresa.

"Los empresarios buscan gente con conocimientos avalados en los terrenos exactos", reza el estudio McKinsey. "La principal causa de dificultad a la hora de ocupar vacantes (citada por el 45% de las empresas) es la falta de experiencia suficiente".

De manera que se trata de una situación imposible por ilógica: no puedes lograr un contrato a menos que tengas experiencia; pero no puedes adquirir experiencia a menos que se te contrate. Con la tecnología cambiando a toda velocidad, el trabajador tiene que saber más, al mismo tiempo incluso que sus sistemas de reciclaje de conocimientos se debilitan. No existe ninguna cura instantánea al desfase laboral actual, pero podría paliarse si las
empresas más grandes de América fueran un poco más audaces. Ciertamente muchas de ellas -- disfrutando de fuertes beneficios -- podrían hacer una pequeña apuesta a que, al brindar más formación a la plantilla, pueden hacerse realmente un favor a sí mismas y al país.

El gran desfase del dato del empleo

Un enigma de la presente tesitura económica es la existencia de puestos de trabajo vacantes en medio del paro masivo
Robert J. Samuelson
domingo, 19 de junio de 2011, 22:00 h (CET)
Se podría pensar (yo lo pensaba) que con casi 14 millones de estadounidenses en el paro -- y casi la mitad de aquéllos de larga duración -- las empresas podrían ocupar con rapidez casi cualquier vacante. No es así. De alguna forma, se produce un desfase entre las vacantes laborales y los trabajadores desocupados. Los economistas llaman a esto "paro estructural".

El número exacto de empleos afectados no está claro; no hay estadísticas definitivas. El economista de la Universidad de Georgetown Harry Holzer cree que la tasa de paro podría estar más cerca del 8% que del 9,1% actual si la mayoría de estos puestos de trabajo se ocuparan. Eso implica hasta 1,5 millones de empleos más. El economista del Fondo Monetario Internacional Prakash Loungani calcula que el 25% del paro es estructural; eso es más de 3 millones de empleos. Un reciente estudio realizado entre 2.000 empresas por
el Instituto McKinsey, el grupo de investigación de la consultora homónima, concluye que el 40% de ellas tuvo puestos vacantes durante seis meses al menos por no poder encontrar candidatos idóneos.

Reconozcamos dos realidades. En primer lugar, aunque el paro estructural es importante, la principal causa de paro elevado sigue siendo la profunda recesión. Durante la recesión, el empleo registró un descenso súbito del 20% en la construcción, el 15% en la actividad industrial y el 7% en el comercio. Sólo una economía más fuerte puede remediar este nivel de paro.

En segundo lugar, una gran economía como la nuestra siempre tiene vacantes. La gente se marcha o es despedida. El mecanismo de selección va despacio. Algunos puestos de trabajo altamente especializados son inherentemente difíciles de cubrir: pongamos un ingeniero de transportes con chino e inglés fluidos (un ejemplo cotidiano).

Aún así, el desfase del empleo obstaculiza la recuperación y es mal presagio. Cuanto más difícil le es encontrar empleo al trabajador, más tiempo permanece parado -- y esto, a su vez, agrava sus perspectivas. "El paro de larga duración trasladada una señal negativa a los empresarios: ¿Qué tendrá de malo este individuo?", dice Holzer. Ciertos empleos destruidos
durante la recesión y las habilidades vinculadas ni siquiera volverán alguna vez. "Las redes de contactos del trabajador se atrofian", añade. "Sus habilidades parecen más obsoletas".

Mientras cada vez más trabajadores pasan a ser progresivamente menos contratables, ciertos economistas elevan su estimación del "pleno empleo" --la tasa de paro consecuencia de una inflación estable. Podría ser del 6% en comparación con el 5% previo a la recesión, dice Mark Zandi, de Moody's Analytics. Tratar de reducir el paro por debajo del 6% abaratando el crédito correría el riesgo de una inflación más alta.

Carl Camden, responsable de la empresa de trabajo temporal Kelly Services, dice que la escasez de conocimientos abarca un amplio abanico de puestos de trabajo, desde los electricistas a los diseñadores CAD/ CAM (diseño y fabricación informatizados) pasando por personal de laboratorio especializado en pruebas clínicas con un doctorado.

"No se pueden encontrar ingenieros para ocupar vacantes en muchas ciudades", dice Camden. "Tenemos tres puestos de trabajo para cada candidato".

En cualquier economía dinámica, el constante cambio de la tecnología, los productos y las empresas genera de forma natural vacíos entre los conocimientos disponibles y las habilidades buscadas. Pero las actuales lagunas parecen trascender esto. Un estudio encargado por la Asociación Nacional de Fabricantes Industriales en 2009, cerca del mínimo de la recesión, concluye que la tercera parte de las empresas se enfrentarán a
situaciones de falta de personal. Las más considerables eran las de ingenieros y científicos y entre las empresas de los sectores aeroespacial, biotecnológico y la defensa.

No faltan teorías de lo que no funciona. Para ocupar plazas de oficial, los graduados han hecho menos hincapié en la formación vocacional, las universidades laborales a menudo no están bien conectadas al mercado laboral local, y los programas de aprendiz de los sindicatos se han marchitado, según Anthony Carnevale, responsable del Centro de Educación y Mano de Obra de Georgetown. Otra teoría dice que los estadounidenses están menos dispuestos a moverse a la hora de aceptar empleos. El estudio de la consultora McKinsey recoge que en la década de los 50, uno de cada cinco estadounidenses se mudaba cada año; ahora el dato es uno de cada 10. "El empleo es más móvil que el trabajador", dice Camden.

Las empresas brindaban tradicionalmente formación, pero también eso podría haber cambiado. Las lealtades se han debilitado. Las empresas están más dispuestas a despedir; el trabajador está más dispuesto a cambiar de barco. La formación puede parecer una mala inversión porque el trabajador no se va a quedar el tiempo suficiente para rentabilizar una inversión. En el estudio de la consultora McKinsey, las empresas niegan recortar los presupuestos de formación. Pero Carnevale y los demás creen que la formación ha cambiado de forma sustancial. Antes, las empresas proporcionaban formación más básica en negocios o tecnología; ahora las empresas esperan que el trabajador se incorpore con estos conocimientos y centran la formación en prácticas y sistemas específicos de la empresa.

"Los empresarios buscan gente con conocimientos avalados en los terrenos exactos", reza el estudio McKinsey. "La principal causa de dificultad a la hora de ocupar vacantes (citada por el 45% de las empresas) es la falta de experiencia suficiente".

De manera que se trata de una situación imposible por ilógica: no puedes lograr un contrato a menos que tengas experiencia; pero no puedes adquirir experiencia a menos que se te contrate. Con la tecnología cambiando a toda velocidad, el trabajador tiene que saber más, al mismo tiempo incluso que sus sistemas de reciclaje de conocimientos se debilitan. No existe ninguna cura instantánea al desfase laboral actual, pero podría paliarse si las
empresas más grandes de América fueran un poco más audaces. Ciertamente muchas de ellas -- disfrutando de fuertes beneficios -- podrían hacer una pequeña apuesta a que, al brindar más formación a la plantilla, pueden hacerse realmente un favor a sí mismas y al país.

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