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En comparación con los siete candidatos de New Hampshire Bush fue la reencarnación de Theodore Roosevelt

¿Nostalgia de George W. Bush?

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WASHINGTON - Puede que deba dar gracias al actual palmarés de candidatos presidenciales Republicanos por brindarme una experiencia que nunca en la vida esperé tener: durante el debate electoral de esta semana en New Hampshire, sufrí un momento de nostalgia de George W. Bush.

Permítame decir rápidamente que se vio atenuado por otra respuesta a Bush de la que voy a hablar. Pero aun así, en comparación con los siete candidatos de New Hampshire -- y con la mayoría Republicana actual en la Cámara de Representantes - Bush fue la reencarnación de Theodore Roosevelt.

El reparto presidencial Republicano de 2012 a la vista el lunes no ofreció una sola idea de cómo solucionar un problema al que se enfrenta nuestro país a la que no se llegue bajando los impuestos, recortando drásticamente los marcos de regulación o eliminando de una tacada instancias enteras de la administración pública.

La gran ganadora del debate fue la congresista Michele Bachmann, en parte porque comparecía con una estrategia y la llevó a cabo, y en parte porque tuvo ante la Cámara las tablas que se adquieren a base de cientos de apariciones televisivas, y en parte porque no dio imagen de ser una radical como una cabra, que es la conclusión a la que se llega a juzgar por sus muchas alocuciones escandalosas del pasado.

Pero se mostró casi convencional aunque sólo fuera porque el resto del Partido Republicano se ha desplazado tanto hacia la derecha que se ha puesto a la altura de ella. En el seno del Partido Republicano actual, ella es algo convencional, y eso tendría que dejar de piedra a los Republicanos más razonables. Hasta el sorprendente llamamiento de Bachmann a deshacernos de la Agencia de Protección Medioambiental (creada por la administración Republicana de Richard M. Nixon) circuló sin ser desafiado por sus rivales.

Esa es la razón de que sintiera nostalgia de Bush, sobre todo del candidato a presidente en el 2000. A diferencia de este elenco de Republicanos, Bush reconocía que el gobierno federal puede aliviar las injusticias y lograr que se hagan cosas útiles.

Diga lo que quiera de su programa de reforma de la educación No Child Left Behind. El programa aceptaba, correctamente, que el estado tiene que jugar una parte importante a la hora de reformar nuestros centros públicos y les obligaba a rendir cuentas frente a un conjunto de baremos.

Para sacarla adelante, Bush trabajó con dos de los Demócratas más progres del Congreso, el difunto Edward M. Kennedy y el congresista de California George Miller. Ahora hay que reformar la reforma, por supuesto, pero se trataba de una iniciativa seria.

Y aunque muchos problemas reviste la forma en que Bush se decantó por proporcionar recetas médicas dentro del programa Medicare de la tercera edad, dio en el blanco al estar convencido de que había que hacerlo. Cualquier plan de protección sanitaria digno de ser llamado integral tiene que cubrir las recetas médicas. Bush no financió esta prestación, y su estructura es más compleja y más expansiva de lo que hace falta. Pero Bush sí abordó una necesidad real.

Ah sí, y en serio echo de menos parte de la retórica de los primeros tiempos de Bush. No me puedo imaginar hoy a un Republicano pronunciando el discurso de Bush en Indianápolis en 1999 titulado - ¿recuerda a Barack Obama? - "El deber de la esperanza".

Bush criticaba la opinión de que "si el estado se hace a un lado, todos nuestros problemas se resolverán" por ser "una mentalidad destructiva". Se burlaba de esto por tratarse de un enfoque "sin objetivo más elevado, sin finalidad más noble, que 'dejarnos en paz'".

Por el contrario, Bush afirmaba: "Siempre hemos sacado lo mejor de nosotros en forma de simpatía y generosidad, cosas ambas que se manifiestan en nuestra vida y nuestras leyes". Amén, y el Republicano que manifieste hoy tales opiniones será castigado sin piedad por Fox News.

Bien, hay límites a mi nostalgia Bush. En resumen: envió tropas a la batalla en dos conflictos y bajó los impuestos, a las rentas altas sobre todo, dejándonos en medio de importantes baches fiscales y exteriores.

El desastre presupuestario que nos cargó no precisa de elaboración. Pero observe todas las crónicas como consecuencia del debate en torno a que los Republicanos vuelven al aislacionismo. La moraleja de esto es que el intervencionismo imprudente produce inevitablemente una reacción hacia el no-intervencionismo imprudente.

En particular, la guerra de Irak se emprendió antes de haber cerrado la guerra de Afganistán. Bush y sus asesores no se dedicaron a pensar en la factura ni en las consecuencias de abrir los conflictos simultáneamente. Ahora convivimos con la terrible repercusión de estas decisiones, y los estadounidenses de toda franja política están comprensiblemente agotados.

Esa es la razón de que la nostalgia de Bush te lleve tan lejos. El Presidente 43, que habría dado vida a una variante constructiva del conservadurismo moderado, desató en su lugar las iras del movimiento fiscal que ahora devora al Partido Republicano y amenaza con convertir a Michele Bachmann en un gigante político, que se dice pronto.

¿Nostalgia de George W. Bush?

En comparación con los siete candidatos de New Hampshire Bush fue la reencarnación de Theodore Roosevelt
E. J. Dionne
viernes, 17 de junio de 2011, 07:12 h (CET)
WASHINGTON - Puede que deba dar gracias al actual palmarés de candidatos presidenciales Republicanos por brindarme una experiencia que nunca en la vida esperé tener: durante el debate electoral de esta semana en New Hampshire, sufrí un momento de nostalgia de George W. Bush.

Permítame decir rápidamente que se vio atenuado por otra respuesta a Bush de la que voy a hablar. Pero aun así, en comparación con los siete candidatos de New Hampshire -- y con la mayoría Republicana actual en la Cámara de Representantes - Bush fue la reencarnación de Theodore Roosevelt.

El reparto presidencial Republicano de 2012 a la vista el lunes no ofreció una sola idea de cómo solucionar un problema al que se enfrenta nuestro país a la que no se llegue bajando los impuestos, recortando drásticamente los marcos de regulación o eliminando de una tacada instancias enteras de la administración pública.

La gran ganadora del debate fue la congresista Michele Bachmann, en parte porque comparecía con una estrategia y la llevó a cabo, y en parte porque tuvo ante la Cámara las tablas que se adquieren a base de cientos de apariciones televisivas, y en parte porque no dio imagen de ser una radical como una cabra, que es la conclusión a la que se llega a juzgar por sus muchas alocuciones escandalosas del pasado.

Pero se mostró casi convencional aunque sólo fuera porque el resto del Partido Republicano se ha desplazado tanto hacia la derecha que se ha puesto a la altura de ella. En el seno del Partido Republicano actual, ella es algo convencional, y eso tendría que dejar de piedra a los Republicanos más razonables. Hasta el sorprendente llamamiento de Bachmann a deshacernos de la Agencia de Protección Medioambiental (creada por la administración Republicana de Richard M. Nixon) circuló sin ser desafiado por sus rivales.

Esa es la razón de que sintiera nostalgia de Bush, sobre todo del candidato a presidente en el 2000. A diferencia de este elenco de Republicanos, Bush reconocía que el gobierno federal puede aliviar las injusticias y lograr que se hagan cosas útiles.

Diga lo que quiera de su programa de reforma de la educación No Child Left Behind. El programa aceptaba, correctamente, que el estado tiene que jugar una parte importante a la hora de reformar nuestros centros públicos y les obligaba a rendir cuentas frente a un conjunto de baremos.

Para sacarla adelante, Bush trabajó con dos de los Demócratas más progres del Congreso, el difunto Edward M. Kennedy y el congresista de California George Miller. Ahora hay que reformar la reforma, por supuesto, pero se trataba de una iniciativa seria.

Y aunque muchos problemas reviste la forma en que Bush se decantó por proporcionar recetas médicas dentro del programa Medicare de la tercera edad, dio en el blanco al estar convencido de que había que hacerlo. Cualquier plan de protección sanitaria digno de ser llamado integral tiene que cubrir las recetas médicas. Bush no financió esta prestación, y su estructura es más compleja y más expansiva de lo que hace falta. Pero Bush sí abordó una necesidad real.

Ah sí, y en serio echo de menos parte de la retórica de los primeros tiempos de Bush. No me puedo imaginar hoy a un Republicano pronunciando el discurso de Bush en Indianápolis en 1999 titulado - ¿recuerda a Barack Obama? - "El deber de la esperanza".

Bush criticaba la opinión de que "si el estado se hace a un lado, todos nuestros problemas se resolverán" por ser "una mentalidad destructiva". Se burlaba de esto por tratarse de un enfoque "sin objetivo más elevado, sin finalidad más noble, que 'dejarnos en paz'".

Por el contrario, Bush afirmaba: "Siempre hemos sacado lo mejor de nosotros en forma de simpatía y generosidad, cosas ambas que se manifiestan en nuestra vida y nuestras leyes". Amén, y el Republicano que manifieste hoy tales opiniones será castigado sin piedad por Fox News.

Bien, hay límites a mi nostalgia Bush. En resumen: envió tropas a la batalla en dos conflictos y bajó los impuestos, a las rentas altas sobre todo, dejándonos en medio de importantes baches fiscales y exteriores.

El desastre presupuestario que nos cargó no precisa de elaboración. Pero observe todas las crónicas como consecuencia del debate en torno a que los Republicanos vuelven al aislacionismo. La moraleja de esto es que el intervencionismo imprudente produce inevitablemente una reacción hacia el no-intervencionismo imprudente.

En particular, la guerra de Irak se emprendió antes de haber cerrado la guerra de Afganistán. Bush y sus asesores no se dedicaron a pensar en la factura ni en las consecuencias de abrir los conflictos simultáneamente. Ahora convivimos con la terrible repercusión de estas decisiones, y los estadounidenses de toda franja política están comprensiblemente agotados.

Esa es la razón de que la nostalgia de Bush te lleve tan lejos. El Presidente 43, que habría dado vida a una variante constructiva del conservadurismo moderado, desató en su lugar las iras del movimiento fiscal que ahora devora al Partido Republicano y amenaza con convertir a Michele Bachmann en un gigante político, que se dice pronto.

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