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Bienvenidos al miserable mundo de la política inmutable

Atascar las vidas de los parados

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La economía necesita otro empujón, pero el Congreso está paralizado. Los Demócratas, o la mayoría de ellos, se dan cuenta de que su futuro político y el bienestar de millones de hogares penden de que se pueda rebajar la tasa de paro. Pero aun así los Republicanos tienen la capacidad de impedir hasta el más pequeño de los avances.

Este es el aspecto de la agonía de los Demócratas desde dentro. El pasado jueves, los Demócratas del Senado dedicaron su almuerzo legislativo semanal a una única pregunta: ¿Qué propuestas de estímulo del empleo tienen alguna posibilidad de superar el Congreso, teniendo en cuenta el control Republicano de la Cámara y el veto práctico que tiene el Partido Republicano en el Senado, donde ya no legisla una mayoría simple?

El programa estaba organizado por el Senador de Nueva York Charles E. Schumer. No necesita un experto en encuestas para saber que el empleo es la cuestión definitiva de su formación.

"Los electores nos extendieron dos licencias en 2010, no una", decía durante una entrevista. "Nos dijeron que debíamos reducir el déficit y cortar el derroche público. Ignoramos eso a nuestra costa. Pero también nos dijeron que creáramos empleo, que fortaleciéramos la economía y que ayudáramos a la clase media a llegar a fin de mes". Washington, dije Schumer, está ignorando la segunda orden.

Los senadores llegaron a la conclusión de que la única medida de estímulo con alguna posibilidad de arrancar votos Republicanos implica bajadas tributarias. Ésa es la razón de que haya un gran revuelo en torno a la ampliación otro ejercicio de la deducción por nómina, y tal vez prolongarla en la parte del impuesto que paga el empresario.

El Congreso también podría acompañar la ayuda a la actividad industrial con la protección medioambiental renovando y ampliando una deducción fiscal encaminada a promover la actividad industrial energéticamente sostenible, propuesta del Senador Demócrata de Ohio Sherrod Brown y de la Senadora Demócrata de Michigan Debbie Stabenow. De igual forma, a Schumer le gustaría ver deducciones al consumo energético en hogares y oficinas.

Y, sí, la esperanza es lo último que se pierde en el caso de una ley de empleo público mediante la renovación de la Ley de Transporte Terrestre, medida que cantidades importantes de legisladores Republicanos siempre han apoyado, y la creación de un banco de infraestructuras. La instancia inyectaría dinero privado en la misma medida que público en los proyectos del estado y los liberaría en parte de la asignación extraordinaria de fondos políticos.

La entidad es una idea que debería de encantar a los Republicanos, pero suponiendo un mundo político más racional que aquel en el que vivimos ahora.

Por el momento, los Republicanos no tienen ningún interés en desplazar el debate nacional hacia la inversión en creación de empleo porque se benefician el doble de dejar paralizado a Washington con debates en torno al déficit. Es un hecho reconocido que los Republicanos se benefician si la economía permanece atascada. Y a pesar de su papel en el crecimiento desbocado del déficit durante los años Bush, siempre van a superar a los Demócratas en los recortes del gasto.

¿Existe alguna vía de salida pues para los que recurren a Washington? La decepcionante cifra del empleo más reciente ha surtido por lo menos el saludable efecto de recordar a los Demócratas que no pueden convenir con cualquier cosa que desacelere más la recuperación. "El primer principio ha de ser 'no empeorar las cosas'", decía el congresista de Maryland Chris Van Hollen, un responsable de las negociaciones de los legisladores Demócratas en el déficit. "Existe el peligro de empeorar las cosas adoptando recortes muy acusados a corto plazo".

Y Schumer, optimista congénito si bien terco, está convencido de que ciertas ideas tendrán un atractivo tan generalizado que con el tiempo los Republicanos tragarán.

Pero hay otro actor en todo esto. La impresión generalizada entre los legisladores Demócratas -- una opinión que fomenta la impaciencia cuando se expresa en privado -- es que el Presidente Obama tiene que ingeniar un giro en el debate nacional. Brown, por ejemplo, defiende con firmeza el rescate automovilístico de Obama y está encantado de que últimamente el presidente esté hablando más de la actividad industrial. Pero aún así añade: "El presidente tiene que centrar más este debate en el empleo y menos en los presupuestos".

Obama está convencido y afirma en sus intervenciones, la más reciente la semana pasada en el centro Northern Virginia, que el estado tiene que jugar un papel importante a la hora de ampliar las oportunidades. Por el momento, sin embargo, el mensaje abrumador que sale de la capital del país (y que desafía la lógica económica) dice que recortar el gasto público es lo único que puede hacer el estado para mejorar la situación económica.

Sí, nos hace falta un acuerdo presupuestario, e intuyo que alcanzaremos uno. Pero todos los recortes del gasto del mundo no servirán de nada a Obama si el año que viene el paro está cerca de donde se encuentra ahora. Alterar el mensaje y las políticas que salen de Washington es apremiante. Un acuerdo fiscal que ignore el paro suspende el examen simultáneo que pusieron los electores en 2010.

Atascar las vidas de los parados

Bienvenidos al miserable mundo de la política inmutable
E. J. Dionne
sábado, 11 de junio de 2011, 15:40 h (CET)
La economía necesita otro empujón, pero el Congreso está paralizado. Los Demócratas, o la mayoría de ellos, se dan cuenta de que su futuro político y el bienestar de millones de hogares penden de que se pueda rebajar la tasa de paro. Pero aun así los Republicanos tienen la capacidad de impedir hasta el más pequeño de los avances.

Este es el aspecto de la agonía de los Demócratas desde dentro. El pasado jueves, los Demócratas del Senado dedicaron su almuerzo legislativo semanal a una única pregunta: ¿Qué propuestas de estímulo del empleo tienen alguna posibilidad de superar el Congreso, teniendo en cuenta el control Republicano de la Cámara y el veto práctico que tiene el Partido Republicano en el Senado, donde ya no legisla una mayoría simple?

El programa estaba organizado por el Senador de Nueva York Charles E. Schumer. No necesita un experto en encuestas para saber que el empleo es la cuestión definitiva de su formación.

"Los electores nos extendieron dos licencias en 2010, no una", decía durante una entrevista. "Nos dijeron que debíamos reducir el déficit y cortar el derroche público. Ignoramos eso a nuestra costa. Pero también nos dijeron que creáramos empleo, que fortaleciéramos la economía y que ayudáramos a la clase media a llegar a fin de mes". Washington, dije Schumer, está ignorando la segunda orden.

Los senadores llegaron a la conclusión de que la única medida de estímulo con alguna posibilidad de arrancar votos Republicanos implica bajadas tributarias. Ésa es la razón de que haya un gran revuelo en torno a la ampliación otro ejercicio de la deducción por nómina, y tal vez prolongarla en la parte del impuesto que paga el empresario.

El Congreso también podría acompañar la ayuda a la actividad industrial con la protección medioambiental renovando y ampliando una deducción fiscal encaminada a promover la actividad industrial energéticamente sostenible, propuesta del Senador Demócrata de Ohio Sherrod Brown y de la Senadora Demócrata de Michigan Debbie Stabenow. De igual forma, a Schumer le gustaría ver deducciones al consumo energético en hogares y oficinas.

Y, sí, la esperanza es lo último que se pierde en el caso de una ley de empleo público mediante la renovación de la Ley de Transporte Terrestre, medida que cantidades importantes de legisladores Republicanos siempre han apoyado, y la creación de un banco de infraestructuras. La instancia inyectaría dinero privado en la misma medida que público en los proyectos del estado y los liberaría en parte de la asignación extraordinaria de fondos políticos.

La entidad es una idea que debería de encantar a los Republicanos, pero suponiendo un mundo político más racional que aquel en el que vivimos ahora.

Por el momento, los Republicanos no tienen ningún interés en desplazar el debate nacional hacia la inversión en creación de empleo porque se benefician el doble de dejar paralizado a Washington con debates en torno al déficit. Es un hecho reconocido que los Republicanos se benefician si la economía permanece atascada. Y a pesar de su papel en el crecimiento desbocado del déficit durante los años Bush, siempre van a superar a los Demócratas en los recortes del gasto.

¿Existe alguna vía de salida pues para los que recurren a Washington? La decepcionante cifra del empleo más reciente ha surtido por lo menos el saludable efecto de recordar a los Demócratas que no pueden convenir con cualquier cosa que desacelere más la recuperación. "El primer principio ha de ser 'no empeorar las cosas'", decía el congresista de Maryland Chris Van Hollen, un responsable de las negociaciones de los legisladores Demócratas en el déficit. "Existe el peligro de empeorar las cosas adoptando recortes muy acusados a corto plazo".

Y Schumer, optimista congénito si bien terco, está convencido de que ciertas ideas tendrán un atractivo tan generalizado que con el tiempo los Republicanos tragarán.

Pero hay otro actor en todo esto. La impresión generalizada entre los legisladores Demócratas -- una opinión que fomenta la impaciencia cuando se expresa en privado -- es que el Presidente Obama tiene que ingeniar un giro en el debate nacional. Brown, por ejemplo, defiende con firmeza el rescate automovilístico de Obama y está encantado de que últimamente el presidente esté hablando más de la actividad industrial. Pero aún así añade: "El presidente tiene que centrar más este debate en el empleo y menos en los presupuestos".

Obama está convencido y afirma en sus intervenciones, la más reciente la semana pasada en el centro Northern Virginia, que el estado tiene que jugar un papel importante a la hora de ampliar las oportunidades. Por el momento, sin embargo, el mensaje abrumador que sale de la capital del país (y que desafía la lógica económica) dice que recortar el gasto público es lo único que puede hacer el estado para mejorar la situación económica.

Sí, nos hace falta un acuerdo presupuestario, e intuyo que alcanzaremos uno. Pero todos los recortes del gasto del mundo no servirán de nada a Obama si el año que viene el paro está cerca de donde se encuentra ahora. Alterar el mensaje y las políticas que salen de Washington es apremiante. Un acuerdo fiscal que ignore el paro suspende el examen simultáneo que pusieron los electores en 2010.

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Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
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