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Un draconiano plan de recorte para EEUU

Economía de varita mágica

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WASHINGTON - Tim Pawlenty se presenta como el valiente que habla claro entre el elenco presidencial Republicano. Se echa flores por atacar las subvenciones del etanol en Iowa y proponer, en Florida nada menos, un incremento de la edad de jubilación de los afiliados a la seguridad social.

De forma que cuando el ex gobernador de Minnesota esbozó su plan económico el otro día, se esperaba más de la misma sobriedad a una escala mayor.

Se habrá decepcionado. Su política económica discurre de lo delirante a lo imprudente.

La parte delirante es evidente. "Vamos a fomentar la economía un 5% -- el lugar del paupérrimo 2% proyectado actualmente", insta. "Tal objetivo de crecimiento económico nacional pondrá a nuestro alcance un futuro positivo".

¿Pero por qué pensar a una escala tan pequeña? ¿Por qué no el 7 por ciento? ¿Por qué no el 10? Si podemos poner un hombre en la luna...

Pawlenty, interpretando la responsabilidad, nos dice que el 5% no son "castillos en el aire. Lo hemos hecho antes".

Sí, puntualmente -- muy puntualmente. En una ocasión durante los 30 últimos años, con el crecimiento del PIB en el 7,2% en 1984. Pawlenty elige convenientemente los ejercicios (1983 a 1987, 1996 a 1999) próximos a su objetivo del 5% -- pero esas horquillas se acompañaron de tramos de desaceleración económica.

Desde luego nunca se ha crecido a un ritmo del 5% diez ejercicios consecutivos, como imagina Pawlenty al conjurar un mundo mítico en el que los recortes fiscales relanzan tan rápidamente la economía que generan 3,8 billones de dólares extra a lo largo de una década.

Lo que nos lleva al miembro imprudente de la ecuación. La piedra angular de los planes de Pawlenty - la varita mágica que mueve para dar lugar a este crecimiento -- está constituida por recortes fiscales masivos nuevos. El tipo corporativo sería rebajado drásticamente del 35% al 15%. Los impuestos sobre beneficios, dividendos e intereses, el de patrimonio -- todos desaparecen. Las familias pagan un tipo fiscal del 10% a los primeros 100.000 dólares de ingresos, el 25% en todo lo que viene después.

Si usted es de los que piensan -- qué bien, un marco tributario más justo y homogéneo, piénselo mejor. Pawlenty está rebajando el tipo individual y conservando la ensalada de desgravaciones y deducciones. Es el peor de todos los mundos posibles (recaudación pública menor y un código fiscal complejo).

¿Y a qué precio? La campaña de Pawlenty me informaba de que -- hasta dando por sentado que su optimista proyección del crecimiento en el 5% se hace realidad -- el recorte fiscal daría lugar a 2 billones de dólares menos en recaudación de lo que se proyecta actualmente. Si el crecimiento permanece a los niveles esperados y no se dispara como consecuencia de las bajadas tributarias de Pawlenty, la factura sale por unos sorprendentes 5,8 billones de dólares. De cualquiera de las formas, es más que irresponsable considerar otra enorme bajada tributaria en un momento de crisis fiscal inminente. En un momento en el que Demócratas y Republicanos convienen en que dolorosos recortes del gasto público habrán de formar parte de la solución, Pawlenty propone otros 2 billones de dolor. Y eso si las cosas van bien.

La forma de comprender la locura de los planes de Pawlenty es compararlos con los presupuestos de Paul Ryan que tramitó la Cámara. Ryan proponía rebajar el tipo impositivo individual -- pero sólo junto a la ampliación de la base impositiva (en otras palabras, eliminar las desgravaciones) para generar el mismo nivel de recaudación. Ryan deja claro que hará lo que sea necesario para mantener los impuestos en el 18% de la horquilla del PIB. La reforma tributaria de Pawlenty es todo jauja, sin obligaciones.

Y su plan de recorte del gasto público es más obligación de lo que nadie podría imaginar digerir. Durante la presidencia de Ronald Reagan, antes de la jubilación de la generación de los 60 y el consiguiente incremento del gasto en la seguridad social y el programa Medicare, el gasto federal alcanzaba de media el 22% del PIB. Los draconianos recortes de Ryan, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, llevan el gasto hasta algo más del 20% del PIB en el ejercicio 2020.

Pawlenty recortaría el gasto un 18% del PIB -- e implantaría eso mediante enmienda constitucional. Así que Pawlenty imagina cortar otro 2% del PIB además de los recortes de Ryan. En una economía de 14 billones de dólares, eso representa otros 280.000 millones de dólares al ejercicio, importe equivalente a grandes rasgos a la mitad del presupuesto de la defensa. ¿De dónde? La campaña afirma que dará más detalles más tarde, pero planea meter la tijera donde está la pasta: el gasto social. Los detalles harán que los recortes de Ryan parezcan discretos.

Una consecuencia arriesgada de la propuesta de Pawlenty es que puede desencadenar una carrera armamentística política de recortes tributarios en el terreno presidencial. ¿Superará Mitt Romney a Pawlenty - o interpretará al adulto del reparto Republicano? Puede que haya un discurso económico menos sensato que el de Pawlenty por parte de algún aspirante presidencial serio, pero no se me ocurre ninguno.

Economía de varita mágica

Un draconiano plan de recorte para EEUU
Ruth Marcus
sábado, 11 de junio de 2011, 15:28 h (CET)
WASHINGTON - Tim Pawlenty se presenta como el valiente que habla claro entre el elenco presidencial Republicano. Se echa flores por atacar las subvenciones del etanol en Iowa y proponer, en Florida nada menos, un incremento de la edad de jubilación de los afiliados a la seguridad social.

De forma que cuando el ex gobernador de Minnesota esbozó su plan económico el otro día, se esperaba más de la misma sobriedad a una escala mayor.

Se habrá decepcionado. Su política económica discurre de lo delirante a lo imprudente.

La parte delirante es evidente. "Vamos a fomentar la economía un 5% -- el lugar del paupérrimo 2% proyectado actualmente", insta. "Tal objetivo de crecimiento económico nacional pondrá a nuestro alcance un futuro positivo".

¿Pero por qué pensar a una escala tan pequeña? ¿Por qué no el 7 por ciento? ¿Por qué no el 10? Si podemos poner un hombre en la luna...

Pawlenty, interpretando la responsabilidad, nos dice que el 5% no son "castillos en el aire. Lo hemos hecho antes".

Sí, puntualmente -- muy puntualmente. En una ocasión durante los 30 últimos años, con el crecimiento del PIB en el 7,2% en 1984. Pawlenty elige convenientemente los ejercicios (1983 a 1987, 1996 a 1999) próximos a su objetivo del 5% -- pero esas horquillas se acompañaron de tramos de desaceleración económica.

Desde luego nunca se ha crecido a un ritmo del 5% diez ejercicios consecutivos, como imagina Pawlenty al conjurar un mundo mítico en el que los recortes fiscales relanzan tan rápidamente la economía que generan 3,8 billones de dólares extra a lo largo de una década.

Lo que nos lleva al miembro imprudente de la ecuación. La piedra angular de los planes de Pawlenty - la varita mágica que mueve para dar lugar a este crecimiento -- está constituida por recortes fiscales masivos nuevos. El tipo corporativo sería rebajado drásticamente del 35% al 15%. Los impuestos sobre beneficios, dividendos e intereses, el de patrimonio -- todos desaparecen. Las familias pagan un tipo fiscal del 10% a los primeros 100.000 dólares de ingresos, el 25% en todo lo que viene después.

Si usted es de los que piensan -- qué bien, un marco tributario más justo y homogéneo, piénselo mejor. Pawlenty está rebajando el tipo individual y conservando la ensalada de desgravaciones y deducciones. Es el peor de todos los mundos posibles (recaudación pública menor y un código fiscal complejo).

¿Y a qué precio? La campaña de Pawlenty me informaba de que -- hasta dando por sentado que su optimista proyección del crecimiento en el 5% se hace realidad -- el recorte fiscal daría lugar a 2 billones de dólares menos en recaudación de lo que se proyecta actualmente. Si el crecimiento permanece a los niveles esperados y no se dispara como consecuencia de las bajadas tributarias de Pawlenty, la factura sale por unos sorprendentes 5,8 billones de dólares. De cualquiera de las formas, es más que irresponsable considerar otra enorme bajada tributaria en un momento de crisis fiscal inminente. En un momento en el que Demócratas y Republicanos convienen en que dolorosos recortes del gasto público habrán de formar parte de la solución, Pawlenty propone otros 2 billones de dolor. Y eso si las cosas van bien.

La forma de comprender la locura de los planes de Pawlenty es compararlos con los presupuestos de Paul Ryan que tramitó la Cámara. Ryan proponía rebajar el tipo impositivo individual -- pero sólo junto a la ampliación de la base impositiva (en otras palabras, eliminar las desgravaciones) para generar el mismo nivel de recaudación. Ryan deja claro que hará lo que sea necesario para mantener los impuestos en el 18% de la horquilla del PIB. La reforma tributaria de Pawlenty es todo jauja, sin obligaciones.

Y su plan de recorte del gasto público es más obligación de lo que nadie podría imaginar digerir. Durante la presidencia de Ronald Reagan, antes de la jubilación de la generación de los 60 y el consiguiente incremento del gasto en la seguridad social y el programa Medicare, el gasto federal alcanzaba de media el 22% del PIB. Los draconianos recortes de Ryan, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, llevan el gasto hasta algo más del 20% del PIB en el ejercicio 2020.

Pawlenty recortaría el gasto un 18% del PIB -- e implantaría eso mediante enmienda constitucional. Así que Pawlenty imagina cortar otro 2% del PIB además de los recortes de Ryan. En una economía de 14 billones de dólares, eso representa otros 280.000 millones de dólares al ejercicio, importe equivalente a grandes rasgos a la mitad del presupuesto de la defensa. ¿De dónde? La campaña afirma que dará más detalles más tarde, pero planea meter la tijera donde está la pasta: el gasto social. Los detalles harán que los recortes de Ryan parezcan discretos.

Una consecuencia arriesgada de la propuesta de Pawlenty es que puede desencadenar una carrera armamentística política de recortes tributarios en el terreno presidencial. ¿Superará Mitt Romney a Pawlenty - o interpretará al adulto del reparto Republicano? Puede que haya un discurso económico menos sensato que el de Pawlenty por parte de algún aspirante presidencial serio, pero no se me ocurre ninguno.

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