Por desgracia el fallecimiento de la ex-ministra Carme Chacón no ha constituido una excepción a esta sensación de que nos rodea una falta de humanidad que es lamentable.
Leyendo algunos comentarios del Twitter es imposible no percibir la indigencia moral de algunos desgraciados que revistiendo su maldad, su odio y su podredumbre interior de lucha ideológica han vomitado frases hacen revolverse a cualquier persona de bien que tenga el infortunio de leerlos.
Llevo dos días preguntándome qué clase de vida llevarán esas personas que lejos de empatizar con la familia y amigos que han perdido a un ser querido, son capaces de erigirse en jueces de la moral que dicta quienes pueden ser alabados en el fin de sus días y quienes deben ser insultados o vejados.
Es obvio que estamos hablando de personas que tienen que llevar vidas muy miserables. Si sus almas son miserables es harto improbable que sus vidas lleven un camino mucho mejor que el de la mediocridad y la oscuridad.
No me cabe duda que las redes sociales, además de para muchos otros menesteres, funcionan también como vía de desahogo para personalidades un tanto sociopáticas y con un odio tan inmenso contra ellos mismos que necesitan exteriorizarlo y mostrarlo al mundo transformado en odio hacia los demás. Supongo que cuando eres un ser que no soporta mirarse al espejo sin sentir repugnancia necesitas buscar figuras a las que vilipendiar en un intento de que la sociedad odie a los demás como tú, te odias a ti mismo.
Sea como fuere, me quedo con la gente decente. Porque gente decente es aquella que entiende que el debate ideológico deja de ser una pelea cuando estamos hablando de la vida, el bienestar o la dignidad de otros seres humanos.
No sólo ha fallecido una ex-ministra. No sólo ha fallecido una ex-política. Da igual si ideológicamente coincidíamos o no. Da igual si compartíamos con ella todas las medidas que tomó o todas las políticas que llevó a cabo.
Ha muerto una persona. Una mujer que era madre, familiar, amiga y compañera de otras personas. Personas, que hoy sentirán un dolor que cualquiera que tenga un poco de corazón puede entender.
Parece incomprensible que a estas alturas de la película la gente decente ya no esté pidiendo ni siquiera comprensión, es que simplemente pedimos respeto.
No quiero terminar de escribir este artículo sin dar mis más sinceras condolencias a todos los allegados de Carme Chacón.