Los instrumentos del proceso de estabilización y asociación con los países de la región se formularon en la Cumbre de Zagreb del año 2000 y la Cumbre de Salónica de 2003 completó la Agenda para acercarlos a la UE. El programa de Salónica contiene un doble objetivo: por un lado reforzar estabilidad y seguridad mediante la reconciliación y cooperación regional, y por otro, acercar a estos países a la Unión Europea.
En el marco de las asociaciones en favor de los países de los Balcanes Occidentales, el Consejo aprobó en 2006 la Asociación con Serbia incluido Kosovo, tal como se define en la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el objetivo principal de concretar la perspectiva europea de esta región, foco del último conflicto interno en tierras del viejo continente. Este se completó con la firma en abril de 2008 en Luxemburgo del Acuerdo de Estabilización y Asociación, que ratificó la apuesta común por una futura integración del país en la UE. El 22 de diciembre de 2009 Serbia presentó a la presidencia sueca de la Unión su solicitud formal de ingreso.
Las prioridades de Serbia
Las prioridades marcadas para Serbia por la UE son: el respeto a las obligaciones asumidas, la cooperación sin reservas con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), las cuestiones relativas a Kosovo, la aplicación de disposiciones constitucionales con arreglo a la normativa comunitaria, las instituciones y la Administración Pública, la reforma del sistema judicial, la lucha contra la corrupción y la finalización del proceso de privatización.
En lo político debe reforzarse el control de los cuerpos de seguridad, el sistema judicial, la lucha contra la corrupción, los derechos humanos civiles, políticos, sociales económicos y culturales, la cooperación regional, la reconciliación, y la integración de los refugiados.
En el plano económico destaca la necesidad de aplicar una política presupuestaria estable y viable, reformar la gestión tributaria, mejorar los procedimientos concursales, reforzar el control financiero, reformar los sistemas de jubilación y seguros, regular la economía sumergida, desarrollar de forma viable el mercado inmobiliario, promover el empleo flexibilizando el mercado y mejorando el entorno y la educación, reforzar la competencia y proseguir con la privatización.
Objetivos de Kosovo
Centrándose en Kosovo los objetivos se basan en los establecidos por la ONU para garantizar la seguridad, la democracia y la diversidad étnica. Derechos humanos, minorías, libertades básicas, tolerancia interétnica son los objetivos principales. Sin olvidar la cooperación con Serbia y con el TPIY, los servicios públicos, la transparencia y la lucha contra la corrupción, la delincuencia organizada y financiera o el terrorismo. o el refuerzo de la propiedad privada.
Reforzar la función pública y garantizar la ausencia de discriminaciones, así como la cooperación regional y los acuerdos suscritos tanto a nivel regional como europeo son los desafíos desde el plano político. En el ámbito económico debe perseguirse una política presupuestaria y social estable y viable, luchar contra la pobreza y la exclusión social, mejorar la solvencia y eficacia financiera, proseguir la reestructuración y privatización, y crear un mercado laboral oficial; todo ello consolidando la propiedad privada.
Para todo ello, el marco financiero indicativo plurianual de la UE asignó casi 977 millones de euros a Serbia y algo más de 395 millones a Kosovo para el periodo 2009-2011. Además este último recibió en 2006 una ayuda financiera excepcional para reforzar su hacienda y mejorar su situación económica, por cuanto no puede adherirse a las instituciones internacionales y beneficiarse de préstamos o demás ayudas.
La UE no sólo ha apoyado directamente a los Balcanes, sino que ha apostado la cooperación regional como pieza clave para la estabilidad política y la prosperidad económica y como única vía para que los países de la región superen exitosamente sus desafíos comunes en materia de energía, transporte, infraestructura o delincuencia transfronteriza.
La Comisión, garante del interés común, ha concluido recientemente en su último balance anual sobre los progresos de Serbia y Kosovo hacia su integración con la UE que se están alcanzando numerosos éxitos, pero que existen aún demasiados ámbitos preocupantes.
Por ejemplo, la reciente detención de Ratko Mladić es un paso adelante en las aspiraciones comunitarias de Belgrado y una muy buena noticia no sólo para el país balcánico sino también para el conjunto de la familia europea y europeísta.
Kosovo es, en línea con el anterior, uno de los más importantes retos que tiene Belgrado. La Unión Europea ha reiterado en numerosas ocasiones que Kosovo tiene una clara perspectiva europea. El compromiso con este territorio es claro y la UE juega un papel de liderazgo a la hora de promover la estabilidad y la seguridad en la región. De conformidad con la resolución 1244 del CSNU, Kosovo se encuentra en un régimen interino comandado por unas instituciones provisionales que auto gobiernan el territorio desde febrero de 2002. Tras la declaración unilateral de independencia realizada por la Asamblea kosovar en febrero de 2008 y la entrada en vigor de su propia constitución cuatro meses después, la UE declaró que no tenía una posición común al respecto, dejando que cada Estado miembro tome su propia postura sobre este caso sui generis.
Serbia y Kosovo son los territorios que han protagonizado la última brecha histórica de conflicto entre europeos. El trauma de la descomposición yugoslava tuvo en su último capítulo en 1999, no sólo a los conocidos fantasmas de la muerte, tortura o desplazamientos humanos masivos, sino un episodio que sirvió de ejemplo de los problemas de la Unión para responder rápido y al unísono contra un ataque a la propia esencia de los pilares ideológicos que la conforman. Desde hace 10 años, la UE ha apostado por la zona y los acuerdos han sido numerosos y muy fructíferos. Queda mucho por hacer; el futuro es prometedor pero hay que trabajarlo conjunta y solidariamente. El único futuro que le queda a los Balcanes en su conjunto es entrar en la Unión. Bruselas lo sabe y, con gestos como su cooperación para cerrar las brechas del cercano y oscuro pasado, parece que Serbia también.