Leía el mensaje del papa para la próxima jornada de la juventud, que se celebrará el domingo de Ramos en Roma, centrada en Lc 1, 49: “El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí”-, Francisco confía un neto deseo: "que vosotros, jóvenes, caminéis no sólo haciendo memoria del pasado, sino también con valentía en el presente y esperanza en el futuro”, actitudes, añade, “siempre presentes en la joven Mujer de Nazaret”.
Ciertamente, todos repensamos a lo largo del camino cristiano “los hechos de la vida, y podemos penetrar en su significado y profundizar nuestra vocación, que se revela en el encuentro con Dios y en el servicio a los demás”. Buen ejemplo da María, según relata san Lucas: “después de haber recibido el anuncio del ángel y haber respondido con su «sí» a la llamada para ser madre del Salvador, María se levanta y va de prisa a visitar a su prima Isabel, que está en el sexto mes de embarazo”.
Pero las llamadas de Dios no dependen de un pasado, más bien corto en los jóvenes. Por eso, cuando Dios toca su corazón “se vuelven capaces de grandes obras”: “Cuando el Señor nos llama no se fija en lo que somos, en lo que hemos hecho. Al contrario, en el momento en que nos llama, él está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de ofrecer. Como la joven María, podéis hacer que vuestra vida se convierta en un instrumento para mejorar el mundo. Jesús os llama a dejar vuestra huella en la vida, una huella que marque la historia, vuestra historia y la historia de muchos”.