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Etiquetas | NBA | Finales
Wade y James dejan escapar un partido que tenían ganado.

Los Mavericks asaltan Miami en un partido legendario (93-95)

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Dallas Mavericks consiguió igualar las Finales de la NBA gracias a un triunfo que quedará para el recuerdo de este deporte. Por un tanteo de 93-95 el equipo entrenado por Rick Carlisle remontó de forma increíble el encuentro a unos Miami Heat que cantaron victoria antes de tiempo y no supieron gestionar una ventaja de hasta 15 puntos en la recta final del partido.

Ficha técnica
93- Miami Heat: Bibby (14), Wade (36), James (29), Bosh (12), Anthony (-) -cinco inicial--; Haslem (2), Chalmers (9) y Miller (-).

95- Dallas Mavericks: Kidd (6), Stevenson (9), Marion (20), Nowitzki (24), Chandler (13) --cinco inicial--; Stojakovic (0), Terry (16), Haywood (2), Barea (5) y Cardinal (-).

Parciales: 28-28, 23-23, 24-20 y 18-24

Árbitros: Crawford, Malloy y Mauer. (2).

Incidencias: 20003 espectadores en el American Airlines Arena de Miami.

Datos destacables
Lo mejor: Dirk Nowitzki
El jugador alemán dio un paso más hacia la leyenda con dos acciones finales que ya forman parte de la Historia de las Finales de la NBA.

Lo peor: La suficiencia de Miami Heat
Imperdonable que un equipo que en su propia cancha domina el partido por 15 puntos frente a un equipo completamente a su merced se deje remontar de esa manera. El devenir de la serie calibrará el impacto de una derrota tan estrepitosa.

El dato: Dallas Mavericks, experto en remontar.
No es el primer partido de play-off que Dallas tiene muy cuesta arriba y acaba logrando vencer. En los dos últimos partidos de la serie frente a Oklahoma llegaron a estar contra las cuerdas y consiguieron salir victoriosos.
Gracias a una pésima selección de tiro y a una defensa no excesivamente contundente los de Spoelstra han perdido el factor cancha, recibiendo la puntilla de mano de un sideral Dirk Nowitzki en la recta final del choque.

Empezó Miami Heat mucho más entonado en ataque, intentando aprovechar la potencia y la velocidad en transiciones rápidas de Wade y Lebron James. Este recurso era especialmente peligroso si se tiene en cuenta que Dallas Mavericks comenzó el partido de una forma muy imprecisa y con excesivas pérdidas de balón. Con el paso de los minutos los tejanos se asentaron en la cancha e intentaron buscar opciones ofensivas que en el primer partido brillaron por su ausencia, como el juego al poste de Chandler. A pesar de que estas variantes le dieron rédito a los de Carlisle e incluso llegaron a disfrutar de la iniciativa en el marcador, los problemas en la defensa exterior con cualquier emparejamiento eran un handicap demasiado grave para Dallas Mavericks.

Una canasta de Wade aprovechando su manifiesta superioridad física sobre Stojakovic y un triple de Lebron James (que prolongaba su sensacional racha de 4/5 en tiros de 3 del primer partido) voltearon el marcador. En esa fase llegaron los momentos más críticos de los Mavs en lo que se llevaba de partido, con serios problemas en la defensa del juego tan directo de Miami y con muy pocas ideas en ataque (coincidiendo con la estancia de Dirk en el banquillo). Pero Miami no supo hacer sangre de esta situación y los del Oeste se recuperaron e incluso retomaron la ventaja de forma momentánea.

La presencia de JJ Barea en pisto aportó nuevos bríos a los de Dallas, dando al juego un ritmo más alocado e incrementando la cadencia anotadora de sus compañeros (a pesar de que Haywood, sustituto en la zona de Chandler, ralentizaba sensiblemente la circulación de balón). La diferencia llegó a estirarse hasta los 6 puntos (34-40), coincidiendo con la no coincidencia en pista de Lebron y Wade. Precisamente dos acciones en las que Dwyane desplegó todas sus facultades atléticas redujeron la diferencia a 2 puntos (38-40). Sin poder culminar una nueva remontada los Dallas Mavericks volvieron a tomar aire gracias a un triple de Stevenson (que estaba culminando una buena noche desde el tiro exterior), aprovechando lo excesivamente pendiente que estaba la defensa de Miami en generar 2x1 contra Nowitzki.

Cuando el marcador señalaba que restaban 3 minutos para llegar al descanso, Dallas Mavericks estiraba todavía más la ventaja hasta llevarla a los 9 puntos (42-51), gracias al buen hacer y la capacidad resolutiva bajo el aro de Marion (a pesar de su estilo no excesivamente plástico). Y sucedió entonces que cuando peor estaba el partido para Miami Heat los Mavericks empezaron a realizar faltas absurdas, regalando tiros libres a los locales sin que ni tan siquiera hubieran realizado buenos ataques, siendo la puntilla un triple de Wade que dejaba el marcador en 51-51, resultado con el que se llegó al descanso. Dallas había echado por tierra en 3 minutos todo el trabajo realizado durante la primera parte y daba vida a unos Miami Heat muy crecidos y con un Wade en plan estelar, autor de 21 puntos en los dos primeros cuartos.

La reanudación siguió por estos mismos derroteros. Dallas estaba excesivamente espeso en la circulación de balón y perdieron muchos balones que aprovecharon Lebron James y Wade para culminar la remontada e incluso situar la ventaja de los suyos en 5 puntos (57-52). Los Mavericks llevabamás de 5 minutos, sumando el final del segundo cuarto y el inicio del tercero, sin anotar un tiro de campo. Para cuando consiguieron paliar esa sangría Miami ya se había crecido y la dinámica había cambiado completamente. Parecía que en cualquier momento Miami podía romper el partido en su favor y era cuestión de tiempo que a Dallas le pasase factura su falta de tensión y ambición. Y en el ecuador del tercer cuarto la diferencia alcanzó los 8 puntos (69-61) ante la indolencia de los tejanos. Con una diferencia similar a favor de Dallas no hacía demasiados minutos, Miami parecía perfectamente capaz de voltear la situación, pero sin embargo no parecían los de Rick Carlisle con la suficiente actitud como para revertir la dinámica de aquel instante. Pero en ese momento aparecieron Nowitzki y Terry para, con acciones individuales y gracias en parte a la relajación de los Heat, reducir distancias y dejar el marcador en 75-71, permitiendo a Dallas tener opciones de cara al último cuarto. Un escenario extremadamente benévolo viendo la evolución del tercer cuarto.

En los primeros compases del último cuarto tuvo incluso Dallas una oportunidad para empatar el encuentro malgastada por un excesivamente revolucionado Jason Terry. Coincidió la entrada de Lebron James a pista para Miami y la salida de Marion con el inicio de un parcial de 13-0 para los locales que parecía desintegrar el partido y allanar el camino de Miami Heat hacia el anillo. Pero en esos minutos finales, con 88-73 en el marcador, sucedió lo imposible para que todos pudiésemos ver uno de los desenlaces de partido más increíbles que se hayan podido ver en una final de la NBA. Miami Heat se relajó en demasía al mismo tiempo que Dallas apretaba su defensa. Punto a punto, canasta a canasta, los de Rick Carlisle fueron minando la diferencia de los de Florida hasta llegar al último minuto del partido, momento en el que Dirk Nowitzki apareció para sublimar el baloncesto con dos acciones que iban a destruir a Miami Heat al mismo tiempo que iba a permitir a su equipo poder decidir la suerte de este anillo en su propia pista.

Con empate a 90 en el marcador Dirk aprovecho que su par se quedaba enganchado en un bloqueo para fulminar la red del aro de Miami con un triple estratosférico que dejaba las cosas muy de cara para los suyos. Tras tiempo muerto solicitado por Spoelstra, Chalmers acogió de brazos abiertos un tiro desde la esquina libre de marca, gracias a un inexplicable error defensivo de los Mavs, para volver a equilibrar la contienda. Y ya sin tiempos muertos para ninguno de los dos equipos y con 24 segundos por jugar, Dirk aniquiló el estigma de ser un jugador desaparecido en finales de partido importantes con una jugada al poste en la que hizo con Chris Bosh lo que le dio la gana. Una plácida bandeja con 3 segundos por disputarse situaba el marcador en 93-95. Un desesperado intento de Wade desde la línea de 7,20 no entró y Dallas conseguía lo que nadie había conseguido en estos play-off: asaltar el American Airlines Arena de Miami. Con este triunfo, la franquicia de Dallas recupera el factor cancha y todo podría decidirse en la ciudad tejana.

Los Mavericks asaltan Miami en un partido legendario (93-95)

Wade y James dejan escapar un partido que tenían ganado.
Miguel Terroso
viernes, 3 de junio de 2011, 04:34 h (CET)
Dallas Mavericks consiguió igualar las Finales de la NBA gracias a un triunfo que quedará para el recuerdo de este deporte. Por un tanteo de 93-95 el equipo entrenado por Rick Carlisle remontó de forma increíble el encuentro a unos Miami Heat que cantaron victoria antes de tiempo y no supieron gestionar una ventaja de hasta 15 puntos en la recta final del partido.

Ficha técnica
93- Miami Heat: Bibby (14), Wade (36), James (29), Bosh (12), Anthony (-) -cinco inicial--; Haslem (2), Chalmers (9) y Miller (-).

95- Dallas Mavericks: Kidd (6), Stevenson (9), Marion (20), Nowitzki (24), Chandler (13) --cinco inicial--; Stojakovic (0), Terry (16), Haywood (2), Barea (5) y Cardinal (-).

Parciales: 28-28, 23-23, 24-20 y 18-24

Árbitros: Crawford, Malloy y Mauer. (2).

Incidencias: 20003 espectadores en el American Airlines Arena de Miami.

Datos destacables
Lo mejor: Dirk Nowitzki
El jugador alemán dio un paso más hacia la leyenda con dos acciones finales que ya forman parte de la Historia de las Finales de la NBA.

Lo peor: La suficiencia de Miami Heat
Imperdonable que un equipo que en su propia cancha domina el partido por 15 puntos frente a un equipo completamente a su merced se deje remontar de esa manera. El devenir de la serie calibrará el impacto de una derrota tan estrepitosa.

El dato: Dallas Mavericks, experto en remontar.
No es el primer partido de play-off que Dallas tiene muy cuesta arriba y acaba logrando vencer. En los dos últimos partidos de la serie frente a Oklahoma llegaron a estar contra las cuerdas y consiguieron salir victoriosos.
Gracias a una pésima selección de tiro y a una defensa no excesivamente contundente los de Spoelstra han perdido el factor cancha, recibiendo la puntilla de mano de un sideral Dirk Nowitzki en la recta final del choque.

Empezó Miami Heat mucho más entonado en ataque, intentando aprovechar la potencia y la velocidad en transiciones rápidas de Wade y Lebron James. Este recurso era especialmente peligroso si se tiene en cuenta que Dallas Mavericks comenzó el partido de una forma muy imprecisa y con excesivas pérdidas de balón. Con el paso de los minutos los tejanos se asentaron en la cancha e intentaron buscar opciones ofensivas que en el primer partido brillaron por su ausencia, como el juego al poste de Chandler. A pesar de que estas variantes le dieron rédito a los de Carlisle e incluso llegaron a disfrutar de la iniciativa en el marcador, los problemas en la defensa exterior con cualquier emparejamiento eran un handicap demasiado grave para Dallas Mavericks.

Una canasta de Wade aprovechando su manifiesta superioridad física sobre Stojakovic y un triple de Lebron James (que prolongaba su sensacional racha de 4/5 en tiros de 3 del primer partido) voltearon el marcador. En esa fase llegaron los momentos más críticos de los Mavs en lo que se llevaba de partido, con serios problemas en la defensa del juego tan directo de Miami y con muy pocas ideas en ataque (coincidiendo con la estancia de Dirk en el banquillo). Pero Miami no supo hacer sangre de esta situación y los del Oeste se recuperaron e incluso retomaron la ventaja de forma momentánea.

La presencia de JJ Barea en pisto aportó nuevos bríos a los de Dallas, dando al juego un ritmo más alocado e incrementando la cadencia anotadora de sus compañeros (a pesar de que Haywood, sustituto en la zona de Chandler, ralentizaba sensiblemente la circulación de balón). La diferencia llegó a estirarse hasta los 6 puntos (34-40), coincidiendo con la no coincidencia en pista de Lebron y Wade. Precisamente dos acciones en las que Dwyane desplegó todas sus facultades atléticas redujeron la diferencia a 2 puntos (38-40). Sin poder culminar una nueva remontada los Dallas Mavericks volvieron a tomar aire gracias a un triple de Stevenson (que estaba culminando una buena noche desde el tiro exterior), aprovechando lo excesivamente pendiente que estaba la defensa de Miami en generar 2x1 contra Nowitzki.

Cuando el marcador señalaba que restaban 3 minutos para llegar al descanso, Dallas Mavericks estiraba todavía más la ventaja hasta llevarla a los 9 puntos (42-51), gracias al buen hacer y la capacidad resolutiva bajo el aro de Marion (a pesar de su estilo no excesivamente plástico). Y sucedió entonces que cuando peor estaba el partido para Miami Heat los Mavericks empezaron a realizar faltas absurdas, regalando tiros libres a los locales sin que ni tan siquiera hubieran realizado buenos ataques, siendo la puntilla un triple de Wade que dejaba el marcador en 51-51, resultado con el que se llegó al descanso. Dallas había echado por tierra en 3 minutos todo el trabajo realizado durante la primera parte y daba vida a unos Miami Heat muy crecidos y con un Wade en plan estelar, autor de 21 puntos en los dos primeros cuartos.

La reanudación siguió por estos mismos derroteros. Dallas estaba excesivamente espeso en la circulación de balón y perdieron muchos balones que aprovecharon Lebron James y Wade para culminar la remontada e incluso situar la ventaja de los suyos en 5 puntos (57-52). Los Mavericks llevabamás de 5 minutos, sumando el final del segundo cuarto y el inicio del tercero, sin anotar un tiro de campo. Para cuando consiguieron paliar esa sangría Miami ya se había crecido y la dinámica había cambiado completamente. Parecía que en cualquier momento Miami podía romper el partido en su favor y era cuestión de tiempo que a Dallas le pasase factura su falta de tensión y ambición. Y en el ecuador del tercer cuarto la diferencia alcanzó los 8 puntos (69-61) ante la indolencia de los tejanos. Con una diferencia similar a favor de Dallas no hacía demasiados minutos, Miami parecía perfectamente capaz de voltear la situación, pero sin embargo no parecían los de Rick Carlisle con la suficiente actitud como para revertir la dinámica de aquel instante. Pero en ese momento aparecieron Nowitzki y Terry para, con acciones individuales y gracias en parte a la relajación de los Heat, reducir distancias y dejar el marcador en 75-71, permitiendo a Dallas tener opciones de cara al último cuarto. Un escenario extremadamente benévolo viendo la evolución del tercer cuarto.

En los primeros compases del último cuarto tuvo incluso Dallas una oportunidad para empatar el encuentro malgastada por un excesivamente revolucionado Jason Terry. Coincidió la entrada de Lebron James a pista para Miami y la salida de Marion con el inicio de un parcial de 13-0 para los locales que parecía desintegrar el partido y allanar el camino de Miami Heat hacia el anillo. Pero en esos minutos finales, con 88-73 en el marcador, sucedió lo imposible para que todos pudiésemos ver uno de los desenlaces de partido más increíbles que se hayan podido ver en una final de la NBA. Miami Heat se relajó en demasía al mismo tiempo que Dallas apretaba su defensa. Punto a punto, canasta a canasta, los de Rick Carlisle fueron minando la diferencia de los de Florida hasta llegar al último minuto del partido, momento en el que Dirk Nowitzki apareció para sublimar el baloncesto con dos acciones que iban a destruir a Miami Heat al mismo tiempo que iba a permitir a su equipo poder decidir la suerte de este anillo en su propia pista.

Con empate a 90 en el marcador Dirk aprovecho que su par se quedaba enganchado en un bloqueo para fulminar la red del aro de Miami con un triple estratosférico que dejaba las cosas muy de cara para los suyos. Tras tiempo muerto solicitado por Spoelstra, Chalmers acogió de brazos abiertos un tiro desde la esquina libre de marca, gracias a un inexplicable error defensivo de los Mavs, para volver a equilibrar la contienda. Y ya sin tiempos muertos para ninguno de los dos equipos y con 24 segundos por jugar, Dirk aniquiló el estigma de ser un jugador desaparecido en finales de partido importantes con una jugada al poste en la que hizo con Chris Bosh lo que le dio la gana. Una plácida bandeja con 3 segundos por disputarse situaba el marcador en 93-95. Un desesperado intento de Wade desde la línea de 7,20 no entró y Dallas conseguía lo que nadie había conseguido en estos play-off: asaltar el American Airlines Arena de Miami. Con este triunfo, la franquicia de Dallas recupera el factor cancha y todo podría decidirse en la ciudad tejana.

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