Multitud de cantantes y músicos están amenizando estos días la estancia de las personas concentradas en las plazas españolas. Quieren mostrar su apoyo a la causa. No obstante,
la experiencia nos hace desconfiados. Por eso, cabe preguntarse si detrás de estas actuaciones hay un interés de promoción. Siguiendo la línea de las manifestaciones, es de suponer que simplemente es un granito de arena más para hacer fuerza.
Un ejemplo es La Sonrisa de Julia, que tenía un concierto programado en Lleida el jueves, pero por sorpresa aparecieron en la plaza Ricard Viñes de la ciudad, donde se lleva a cabo la acampada. Entusiasmaron al público. Al día siguiente, un grupo local de rumba catalana, Los Nimai, también se pasó por allí. Otros más conocidos acuden hasta la madrileña Puerta del Sol o a la Plaza Cataluña de Barcelona, se mezclan y hablan con la gente, pero no interpretan sus temas. También están aquellos que lanzan mensajes a través de las redes sociales, principalmente Twitter. Curioso es el caso de Vetusta Morla, que se unió a la cacerolada de Sol, aunque digitalmente hablando. Podrían haber colgado una fotografía golpeando una sartén.
En los foros de Internet, los internautas son muy críticos con gente como Penélope Cruz, Willy Toledo o Alejandro Sanz, asegurando que no pueden sentirse indignados con la situación actual debido a su buena posición económica. Pero también agradecen que otros, como Amaral o Eva Hache, hayan acudido a las concentraciones e informen sobre lo que han visto.
Por otro lado, están los artistas anónimos, que intentan expresar sus inquietudes mediante canciones improvisadas, mímica, pintura al aire libre, recitales de poesía… Son recibidos con grandes aplausos por parte de los concentrados, que reciben sus propuestas como nunca antes. En las capitales de provincia españolas, con acampadas menos aglomeradas, son el centro de atención por unos minutos. Sienten que su arte llega al público. Las protestas han servido para que la cultura salga a la calle y para que ésta se detenga a mirar y no pase de largo con las prisas típicas de las ciudades.