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Una operación de prensa contra el presidente Horacio Cartes, inspirada y sufragada sobre todo por un par de dueños de diarios, acabó en un incendio del Parlamento y una inútil muerte

Morir por evitar la Enmienda

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Una deliberada campaña plagada de falsedades y sofismas, se desata cíclicamente en Paraguay cuando un presidente en ejercicio del poder cae en cuenta de la falta de motivación que representa el no poder ser reelecto.

Ya lo decía el sabio pensador francés Alexis de Tocqueville, cuando tras residir en Estados Unidos por dos años, a mediados del siglo XIX, notó que la posibilidad de ser reelecto era lo que unía a un presidente con su pueblo. En ese entonces, en Estados Unidos la reelección no tenía límites, dado que recién a mediados del siglo XX se realizó una Enmienda para limitar a dos los mandatos presidenciales. La tradición de dos mandatos tenía, sin embargo, su raigambre histórica en los tiempos del General Washington, quien había escrito una memorable despedida donde advertía sobre facciosos que siempre estarían al acecho desde otros ámbitos de la sociedad aparentemente extraños al mundillo político, para intentar disputar la representatividad a las autoridades electas.

Si fue realmente Washington quien plasmó esa idea, además de un meritorio jefe militar y estadista, demostró también ser un teórico visionario.

Estas facciones salieron en los últimos tiempos de la penumbra en que estaban en Paraguay, donde la opinión pública pudo enterarse que muchas campañas periodísticas que desarrollaban los diarios más importantes de un país donde media constitución se viola todos los días sin que nadie se conmueva, ABC color y Ultima Hora, tenían como única motivación la avaricia de sus propietarios que anhelaban quedarse con algún negocio.

Si alguien tiene algún mérito en ello es el actual presidente Horacio Cartes, contra quien la prensa dirige una campaña despiadada desde hace meses, que tuvo su paroxismo el fin de semana con el asalto e incendio de la planta baja del Congreso, materializado por un grupo de vándalos que recibieron buena paga por el trabajo.

Lo más trágico fue el homicidio accidental de un activista opositor, a manos de un policía anti-motines que huyó de su arresto y no se percató que su arma estaba cargada con municiones de plomo, en medio de la confusión reinante. Creyendo estar disparando balines de gomas, abrió fuego contra un grupo de manifestantes reunido en su local partidario, resultando muerto el joven Rodrigo Quintana.

Tanto el incendio del Congreso, como la muerte de Rodrigo, tuvieron como principal responsable a los histéricos llamados a la violencia que realizaron desde los medios de comunicación conocidos comunicadores, siguiendo las premisas establecidas por Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci, dueños de los medios más poderosos del país.

De acuerdo con la mentira que han estado intentando instalar, enmendar una constitución equivale a violarla, conclusión a la que llegaron luego de que el presidente Horacio Cartes les negara apetecidos negocios.

La falacia de la irrealizable enmienda, la desmienten hasta los números. Estados Unidos: tiene veintisiete enmiendas a la constitución, Ecuador quince, Brasil cincuenta y cinco, cuarenta de las cuales se realizaron entre los años 1992 y 2003.

La constitución de Uruguay tiene cuatro enmiendas, en tanto en Bolivia se realizaron cuarenta enmiendas tan solo durante el año 2002. Guatemala alcanzó a realizar sesenta y dos enmiendas, mientras que Paraguay lleva realizada apenas una.

Se dice que la Constitución dice lo que la Corte Suprema dice que dice, pero en Paraguay, caso excepcional, dice lo que dos dueños de diarios quieren que diga: que enmendarla es violarla.

Por defender lo que dicen dos hermeneutas aficionados, creyéndose impunes, un grupúsculo de vándalos cometió un atentado contra un emblemático símbolo de la democracia, el edificio del Congreso Nacional. Si el presidente Cartes hubiera tenido pretensiones de erigirse en Dictador, los torpes manifestantes le dieron una magnífica oportunidad solo comparable a la que los Nazis tuvieron en febrero de 1933 con el famoso incendio del Reichstag.

Suponemos habrán entendido que su capacidad de desencadenar un golpe suave como lo hicieron en el "marzo paraguayo" de 1999 se ha ido para siempre y no volver, y que han llegado derrotados al mes de abril.

Y que no era necesario llamar a morir para evitar la Enmienda.

Morir por evitar la Enmienda

Una operación de prensa contra el presidente Horacio Cartes, inspirada y sufragada sobre todo por un par de dueños de diarios, acabó en un incendio del Parlamento y una inútil muerte
Luis Agüero Wagner
miércoles, 5 de abril de 2017, 00:01 h (CET)
Una deliberada campaña plagada de falsedades y sofismas, se desata cíclicamente en Paraguay cuando un presidente en ejercicio del poder cae en cuenta de la falta de motivación que representa el no poder ser reelecto.

Ya lo decía el sabio pensador francés Alexis de Tocqueville, cuando tras residir en Estados Unidos por dos años, a mediados del siglo XIX, notó que la posibilidad de ser reelecto era lo que unía a un presidente con su pueblo. En ese entonces, en Estados Unidos la reelección no tenía límites, dado que recién a mediados del siglo XX se realizó una Enmienda para limitar a dos los mandatos presidenciales. La tradición de dos mandatos tenía, sin embargo, su raigambre histórica en los tiempos del General Washington, quien había escrito una memorable despedida donde advertía sobre facciosos que siempre estarían al acecho desde otros ámbitos de la sociedad aparentemente extraños al mundillo político, para intentar disputar la representatividad a las autoridades electas.

Si fue realmente Washington quien plasmó esa idea, además de un meritorio jefe militar y estadista, demostró también ser un teórico visionario.

Estas facciones salieron en los últimos tiempos de la penumbra en que estaban en Paraguay, donde la opinión pública pudo enterarse que muchas campañas periodísticas que desarrollaban los diarios más importantes de un país donde media constitución se viola todos los días sin que nadie se conmueva, ABC color y Ultima Hora, tenían como única motivación la avaricia de sus propietarios que anhelaban quedarse con algún negocio.

Si alguien tiene algún mérito en ello es el actual presidente Horacio Cartes, contra quien la prensa dirige una campaña despiadada desde hace meses, que tuvo su paroxismo el fin de semana con el asalto e incendio de la planta baja del Congreso, materializado por un grupo de vándalos que recibieron buena paga por el trabajo.

Lo más trágico fue el homicidio accidental de un activista opositor, a manos de un policía anti-motines que huyó de su arresto y no se percató que su arma estaba cargada con municiones de plomo, en medio de la confusión reinante. Creyendo estar disparando balines de gomas, abrió fuego contra un grupo de manifestantes reunido en su local partidario, resultando muerto el joven Rodrigo Quintana.

Tanto el incendio del Congreso, como la muerte de Rodrigo, tuvieron como principal responsable a los histéricos llamados a la violencia que realizaron desde los medios de comunicación conocidos comunicadores, siguiendo las premisas establecidas por Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci, dueños de los medios más poderosos del país.

De acuerdo con la mentira que han estado intentando instalar, enmendar una constitución equivale a violarla, conclusión a la que llegaron luego de que el presidente Horacio Cartes les negara apetecidos negocios.

La falacia de la irrealizable enmienda, la desmienten hasta los números. Estados Unidos: tiene veintisiete enmiendas a la constitución, Ecuador quince, Brasil cincuenta y cinco, cuarenta de las cuales se realizaron entre los años 1992 y 2003.

La constitución de Uruguay tiene cuatro enmiendas, en tanto en Bolivia se realizaron cuarenta enmiendas tan solo durante el año 2002. Guatemala alcanzó a realizar sesenta y dos enmiendas, mientras que Paraguay lleva realizada apenas una.

Se dice que la Constitución dice lo que la Corte Suprema dice que dice, pero en Paraguay, caso excepcional, dice lo que dos dueños de diarios quieren que diga: que enmendarla es violarla.

Por defender lo que dicen dos hermeneutas aficionados, creyéndose impunes, un grupúsculo de vándalos cometió un atentado contra un emblemático símbolo de la democracia, el edificio del Congreso Nacional. Si el presidente Cartes hubiera tenido pretensiones de erigirse en Dictador, los torpes manifestantes le dieron una magnífica oportunidad solo comparable a la que los Nazis tuvieron en febrero de 1933 con el famoso incendio del Reichstag.

Suponemos habrán entendido que su capacidad de desencadenar un golpe suave como lo hicieron en el "marzo paraguayo" de 1999 se ha ido para siempre y no volver, y que han llegado derrotados al mes de abril.

Y que no era necesario llamar a morir para evitar la Enmienda.

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