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Etiquetas | Fórmula 1 / GP Mónaco
El alemán se vio favorecido tras cambiar neumáticos después de la bandera roja. Alonso, segundo, optó a la victoria gracias a una buena estrategia de Ferrari.

Vettel se estrena en Mónaco con la carrera más divertida del año

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Amargo final para una carrera maravillosa en el circuito más legendario. Vettel consigue la victoria gracias a un oportuno cambio de neumáticos tras el parón del GP en la vuelta 69. Fernando y Button, con gomas en mejor estado, vieron anuladas sus opciones de triunfo.

Todas las clasificaciones en la web oficial de la F1




Espectacular, magnífico, increíble. Un GP para recordar siempre (Agencias)


Entre casinos, yates y ostentación se ha producido la carrera más emocionante de toda la temporada. Las distintas estrategias y la salida de dos coches de seguridad nos han permitido una lucha a tres (Vettel - Alonso - Button) que hacía olvidar la diferencia en el Mundial para representar la competitividad más salvaje.

Son los mejores, qué duda cabe. Pero la decisión de permitir a Red Bull y Vettel afrontar el tramo final de la carrera con neumáticos nuevos ha sido una conclusión agridulce a un GP magnífico. Las reglas están escritas, pero a veces ciertas normas parecen fabricadas para la destrucción del espectáculo.

La lucha en carrera fue continúa y se vio beneficiada por la diferente interpretación en cada escudería sobre la degradación de las gomas. Los adelantamientos, esa especie en peligro de extinción en Mónaco, volvieron a estar presentes en un circuito que ha vivido uno de sus días gloriosos desde el primer kilómetro.

Webber se para y regala una lucha a tres
Había expectación por saber si la arrancada memorable del F150º en Montmeló podía repetirse en las calles monegascas. No había espacio para milagros, pero la mala salida de Mark Webber permitió a Button y Alonso mover a su monoplaza hasta el podio virtual.

El australiano no fue al único que se le atragantó el comienzo. Schumacher quedó como espectador de lujo en medio de unos rivales que lo condenaron hasta la novena plaza y a una emocionante batalla contra el McLaren de Lewis Hamilton.

El inglés rebasó al ‘Kaiser’ sin problemas, pero el heptacampeón estrenó la serie de adelantamientos imposibles en Santa Devota recuperando una posición que finalmente perdería debido a la mala relación de Mercedes y los superblandos.

El guión sonaba a rancio. Vettel volaba con Button y Alonso intentando mantener distancias. En McLaren sabían que había que mover fichas si querían optar a la victoria final, y Jenson enfiló el caminó al box tras dieciséis giros. Red Bull demostró que incluso el monopolio puede flaquear, y decidió precipitadamente llamar a sus dos coches al garaje.

Confusión con los neumáticos con pequeño desastre para Sebastian y cataclismo para Webber. Lo de siempre, vamos. Button se hizo con el liderato, pero Fernando (que paró una vuelta después) se mantuvo en la tercera plaza del podio. El cuarto, eso sí, quedaba ya a un mundo.

Massa y Lewis animan el GP
Los superblandos de Jenson le hacían volar, y abría hueco entre sus dos perseguidores. De nuevo su parada se adelantaba en el tiempo. La segunda visita a los mecánicos se produjo en el giro 33. Providencial. Tan solo una vuelta después, el coche de seguridad hacía acto de presencia.

Lewis lo intentó en Loews, como Michael lo había hecho con Nico Rosberg anteriormente, pero Massa no estaba por la labor de dar facilidades al enemigo. Toque inevitable que dañó la dirección del Ferrari, ocasionando el posterior accidente en el túnel del circuito.

La táctica saltó al escenario. Vettel, sorprendiendo a todos, no entro en el box. Alonso, a punto de comerse el Mercedes de Schumacher en la ‘Rascasse’ (el alemán siempre sabe elegir donde estacionar), calzó las gomas más duras. La idea de no parar hasta el final comenzaba a sonar en el ambiente. Lo que nadie se esperaba, es que no fueran los únicos en intentarlo.

Con el 'safety' fuera de pista, y la última parada de Button, la carrera configuró un final increíble. Vettel, con las gomas más gastadas, Fernando con duros y Button con superblandos. En este orden y con veinte vueltas por disputarse. Maravilloso.

Charlie echa una mano a Red Bull
"¿Qué hace Red Bull?", era la pregunta que más sonaba en el circuito. ¿Lo inteintentaría hasta el final? Con una diferencia en el campeonato brutal, y sin necesidad de victoria, la respuesta parecía clara. Hasta el final con unos neumáticos que debían hacerse eternos para lograr la compleja empresa.

Los tres pilotos se pusieron a la par en apenas unos giros (¡qué bonita es la F1 a tres bandas!), y Vettel resisitía la presión contante de un Fernando que esperaba pacientemente encontrar el hueco a la vez que echaba un ojo al retrovisor. Los doblados aparecieron, y en un grupo tan numeroso que el coche de seguridad encendió motores minutos antes de producirse la debacle.

Alguersuari, Petrov, Hamilton y Sutil dejaron partes de su monoplaza en el asfalto deteniendo el GP en su fase más interesante. Bandera roja y temor a que una carrera magnífica se resolviera de la peor de las maneras.

Charlie Whiting llamó a la cordura y la carrera se reinició. GP a seis vueltas. La emoción inundaba el Principado. Se permitió el cambio de gomas, beneficiando a un Vettel que dejaba de un lado sus maltrechas gomas. Chasco general. En Red Bull disfrutaban de la suerte (esa fortuna polémica) de los campeones.

En la reanudación Hamilton se lleva a Maldonado por delante en Santa Devota, el punto más lógico de adelantamiento. Vettel está bendito. Nada cambió hasta el final. Nueva victoria del alemán, que va disparado hacia su segundo título. Lástima que no se haya podido disfrutar de ese final de infarto. La FIA debe una a los espectadores.

Vettel se estrena en Mónaco con la carrera más divertida del año

El alemán se vio favorecido tras cambiar neumáticos después de la bandera roja. Alonso, segundo, optó a la victoria gracias a una buena estrategia de Ferrari.
Roberto Carrera Hernández
domingo, 29 de mayo de 2011, 13:43 h (CET)
Amargo final para una carrera maravillosa en el circuito más legendario. Vettel consigue la victoria gracias a un oportuno cambio de neumáticos tras el parón del GP en la vuelta 69. Fernando y Button, con gomas en mejor estado, vieron anuladas sus opciones de triunfo.

Todas las clasificaciones en la web oficial de la F1




Espectacular, magnífico, increíble. Un GP para recordar siempre (Agencias)


Entre casinos, yates y ostentación se ha producido la carrera más emocionante de toda la temporada. Las distintas estrategias y la salida de dos coches de seguridad nos han permitido una lucha a tres (Vettel - Alonso - Button) que hacía olvidar la diferencia en el Mundial para representar la competitividad más salvaje.

Son los mejores, qué duda cabe. Pero la decisión de permitir a Red Bull y Vettel afrontar el tramo final de la carrera con neumáticos nuevos ha sido una conclusión agridulce a un GP magnífico. Las reglas están escritas, pero a veces ciertas normas parecen fabricadas para la destrucción del espectáculo.

La lucha en carrera fue continúa y se vio beneficiada por la diferente interpretación en cada escudería sobre la degradación de las gomas. Los adelantamientos, esa especie en peligro de extinción en Mónaco, volvieron a estar presentes en un circuito que ha vivido uno de sus días gloriosos desde el primer kilómetro.

Webber se para y regala una lucha a tres
Había expectación por saber si la arrancada memorable del F150º en Montmeló podía repetirse en las calles monegascas. No había espacio para milagros, pero la mala salida de Mark Webber permitió a Button y Alonso mover a su monoplaza hasta el podio virtual.

El australiano no fue al único que se le atragantó el comienzo. Schumacher quedó como espectador de lujo en medio de unos rivales que lo condenaron hasta la novena plaza y a una emocionante batalla contra el McLaren de Lewis Hamilton.

El inglés rebasó al ‘Kaiser’ sin problemas, pero el heptacampeón estrenó la serie de adelantamientos imposibles en Santa Devota recuperando una posición que finalmente perdería debido a la mala relación de Mercedes y los superblandos.

El guión sonaba a rancio. Vettel volaba con Button y Alonso intentando mantener distancias. En McLaren sabían que había que mover fichas si querían optar a la victoria final, y Jenson enfiló el caminó al box tras dieciséis giros. Red Bull demostró que incluso el monopolio puede flaquear, y decidió precipitadamente llamar a sus dos coches al garaje.

Confusión con los neumáticos con pequeño desastre para Sebastian y cataclismo para Webber. Lo de siempre, vamos. Button se hizo con el liderato, pero Fernando (que paró una vuelta después) se mantuvo en la tercera plaza del podio. El cuarto, eso sí, quedaba ya a un mundo.

Massa y Lewis animan el GP
Los superblandos de Jenson le hacían volar, y abría hueco entre sus dos perseguidores. De nuevo su parada se adelantaba en el tiempo. La segunda visita a los mecánicos se produjo en el giro 33. Providencial. Tan solo una vuelta después, el coche de seguridad hacía acto de presencia.

Lewis lo intentó en Loews, como Michael lo había hecho con Nico Rosberg anteriormente, pero Massa no estaba por la labor de dar facilidades al enemigo. Toque inevitable que dañó la dirección del Ferrari, ocasionando el posterior accidente en el túnel del circuito.

La táctica saltó al escenario. Vettel, sorprendiendo a todos, no entro en el box. Alonso, a punto de comerse el Mercedes de Schumacher en la ‘Rascasse’ (el alemán siempre sabe elegir donde estacionar), calzó las gomas más duras. La idea de no parar hasta el final comenzaba a sonar en el ambiente. Lo que nadie se esperaba, es que no fueran los únicos en intentarlo.

Con el 'safety' fuera de pista, y la última parada de Button, la carrera configuró un final increíble. Vettel, con las gomas más gastadas, Fernando con duros y Button con superblandos. En este orden y con veinte vueltas por disputarse. Maravilloso.

Charlie echa una mano a Red Bull
"¿Qué hace Red Bull?", era la pregunta que más sonaba en el circuito. ¿Lo inteintentaría hasta el final? Con una diferencia en el campeonato brutal, y sin necesidad de victoria, la respuesta parecía clara. Hasta el final con unos neumáticos que debían hacerse eternos para lograr la compleja empresa.

Los tres pilotos se pusieron a la par en apenas unos giros (¡qué bonita es la F1 a tres bandas!), y Vettel resisitía la presión contante de un Fernando que esperaba pacientemente encontrar el hueco a la vez que echaba un ojo al retrovisor. Los doblados aparecieron, y en un grupo tan numeroso que el coche de seguridad encendió motores minutos antes de producirse la debacle.

Alguersuari, Petrov, Hamilton y Sutil dejaron partes de su monoplaza en el asfalto deteniendo el GP en su fase más interesante. Bandera roja y temor a que una carrera magnífica se resolviera de la peor de las maneras.

Charlie Whiting llamó a la cordura y la carrera se reinició. GP a seis vueltas. La emoción inundaba el Principado. Se permitió el cambio de gomas, beneficiando a un Vettel que dejaba de un lado sus maltrechas gomas. Chasco general. En Red Bull disfrutaban de la suerte (esa fortuna polémica) de los campeones.

En la reanudación Hamilton se lleva a Maldonado por delante en Santa Devota, el punto más lógico de adelantamiento. Vettel está bendito. Nada cambió hasta el final. Nueva victoria del alemán, que va disparado hacia su segundo título. Lástima que no se haya podido disfrutar de ese final de infarto. La FIA debe una a los espectadores.

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