Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | The Washington Post Writers
Entre la política y la familia

Gajes del oficio

|

WASHINGTON - La decisión del Gobernador de Indiana Mitch Daniels de no concurrir a los comicios por la candidatura presidencial del partido ofrece la excusa idónea para lamentar la naturaleza cada vez más inclusiva de la política moderna y para elogiar a los políticos que anteponen las consideraciones familiares a la ambición personal.

A mi me parece positivo
Es cierto que existe una zona pequeña y paulatinamente menor de privacidad en la vida política, sobre todo en sus esferas más elevadas. La lucha indecorosa por hacerse con la exclusiva de los famosos con la que alimentar lo que The New York Times tilda de "La Maquinaria del Cotilleo" ha tenido un efecto de contagio en política.

Esto sin duda ha surtido el efecto de disuadir de ingresar en la vida pública a ciertos buenos caballeros y señoras. Pero el fenómeno no es nuevo por completo ni tampoco especialmente lamentable.

América tiene una rica si bien desigual afición a centrarse en la vida personal de los aspirantes a presidente, desde el cotilleo del "mami, mami, ¿dónde está mi papi?" que habría dicho el hijo ilegítimo del Presidente Grover Cleveland hasta la postura de discreción mantenida por la prensa con los líos de faldas de John F. Kennedy.

El ex presidente de la Cámara y actual candidato presidencial Republicano Newt Gingrich me reconocía esto el otro día cuando le pregunté si las cosas no estarían yendo demasiado lejos. "Por definición, si te postulas a la presidencia, no existe ningún límite", decía Gingrich durante un almuerzo organizado por el Christian Science Monitor. "Que se lo digan a Grover Cleveland. Que se lo digan a Andrew Jackson (objeto de burlas por bigamia). No existe ningún límite. Acepto eso, pero yo no tengo que participar de la conversación".

Yo iría más lejos: el carácter en política importa, sobre todo en un presidente. La forma en la que los candidatos se desenvuelven en su vida privada dice mucho del personaje público; las decisiones relativas a la forma de llevar ese comportamiento a puerta cerrada en el contexto de una carrera más relevante habrían de estar en manos de los electores. En última instancia, el precio de ignorar la vida personal de los candidatos es más grave que el precio de sondearlos.

He dedicado más tiempo de la cuenta a escribir acerca de la intersección entre el comportamiento en privado de los políticos y el papel público como para concluir otra cosa. Bill Clinton y Mónica Lewinsky, John Edwards y Rielle Hunter, Mark Foley y las publicaciones para adolescentes, John Ensign y su responsable de campaña que además era la mujer de su mejor amigo... la lista es interminable. Lo personal se solapa inevitablemente a lo político.

Y por cierto, no hablamos únicamente de sexo -- también de dinero. Gingrich se declaró "totalmente desconcertado" ante el escándalo surgido a tenor de los entre 250.000 y 500.000 dólares que dejó a deber en Tiffany's, la exclusiva joyería. La gente de a pie probablemente esté desconcertada ante la forma en que una persona responsable puede incurrir en una factura así de elevada -- o de cómo, según afirma Gingrich, se puede dejar a débito ese dineral sin pagar intereses. Van a querer saber más, y con razón.

Lamento la decisión de Daniels de no concurrir -- sólo es que no lo lamento tanto como para hacer un llamamiento a relanzar el acuerdo existente en favor de que los políticos tengan mayor privacidad.

También lamento la forma en que Daniels dosificó la información pública relativa a una decisión privada. Que conste, estoy totalmente a favor de que los maridos deleguen en sus esposas. Tan harta como estoy de escuchar a funcionarios públicos anunciar que tiran la toalla para pasar más tiempo con sus familias, esto me suena más a infrecuente caso de político que no aspira a ocupar un cargo por el bien de su familia. Y suena bastante avanzado que un caballero admita que su mujer, y sus hijas, han tenido la última palabra.

De manera que mi primera reacción al anuncio de Daniels de que "en cuestiones que nos afectan a todos, nuestra constitución familiar concede poder de veto a las mujeres de la formación" fue: ¿Puedo examinar una copia?

Pero luego pensé: Oye, cielo, ¿y tuviste que buscar culpables? Según la versión de Daniels, él es el héroe desinteresado: "atrapado entre dos deberes. Amo a mi país. Amo a mi familia más".

Esto convierte a su mujer Cheri Daniels, por alusiones, en la bola y la cadena -- al no estar dispuesta a sacrificar su privacidad por el bien de su país y el beneficio de su marido. Una vez que se levante de los pies de los caballos, Cheri Daniels será ya para siempre La Esposa que Se Echó Atrás.

Yo no la culpo. Ningún cónyuge con dos dedos de frente se somete a los roces de una campaña presidencial. "La respuesta instintiva de Michelle Obama fue decir no", decía Barack Obama a Newsweek. "Me parece que parte del motivo de que accediera fue que sabía que iba a tener poder de veto, que ella y las niñas iban a pesar en última instancia más que mi propia ambición en este proceso".

Decir que no a tu marido es difícil. Es aún más difícil cuando hay que decir que no -- y él te echa la culpa sin decirlo expresamente en una circular de prensa.

Gajes del oficio

Entre la política y la familia
Ruth Marcus
miércoles, 25 de mayo de 2011, 07:02 h (CET)
WASHINGTON - La decisión del Gobernador de Indiana Mitch Daniels de no concurrir a los comicios por la candidatura presidencial del partido ofrece la excusa idónea para lamentar la naturaleza cada vez más inclusiva de la política moderna y para elogiar a los políticos que anteponen las consideraciones familiares a la ambición personal.

A mi me parece positivo
Es cierto que existe una zona pequeña y paulatinamente menor de privacidad en la vida política, sobre todo en sus esferas más elevadas. La lucha indecorosa por hacerse con la exclusiva de los famosos con la que alimentar lo que The New York Times tilda de "La Maquinaria del Cotilleo" ha tenido un efecto de contagio en política.

Esto sin duda ha surtido el efecto de disuadir de ingresar en la vida pública a ciertos buenos caballeros y señoras. Pero el fenómeno no es nuevo por completo ni tampoco especialmente lamentable.

América tiene una rica si bien desigual afición a centrarse en la vida personal de los aspirantes a presidente, desde el cotilleo del "mami, mami, ¿dónde está mi papi?" que habría dicho el hijo ilegítimo del Presidente Grover Cleveland hasta la postura de discreción mantenida por la prensa con los líos de faldas de John F. Kennedy.

El ex presidente de la Cámara y actual candidato presidencial Republicano Newt Gingrich me reconocía esto el otro día cuando le pregunté si las cosas no estarían yendo demasiado lejos. "Por definición, si te postulas a la presidencia, no existe ningún límite", decía Gingrich durante un almuerzo organizado por el Christian Science Monitor. "Que se lo digan a Grover Cleveland. Que se lo digan a Andrew Jackson (objeto de burlas por bigamia). No existe ningún límite. Acepto eso, pero yo no tengo que participar de la conversación".

Yo iría más lejos: el carácter en política importa, sobre todo en un presidente. La forma en la que los candidatos se desenvuelven en su vida privada dice mucho del personaje público; las decisiones relativas a la forma de llevar ese comportamiento a puerta cerrada en el contexto de una carrera más relevante habrían de estar en manos de los electores. En última instancia, el precio de ignorar la vida personal de los candidatos es más grave que el precio de sondearlos.

He dedicado más tiempo de la cuenta a escribir acerca de la intersección entre el comportamiento en privado de los políticos y el papel público como para concluir otra cosa. Bill Clinton y Mónica Lewinsky, John Edwards y Rielle Hunter, Mark Foley y las publicaciones para adolescentes, John Ensign y su responsable de campaña que además era la mujer de su mejor amigo... la lista es interminable. Lo personal se solapa inevitablemente a lo político.

Y por cierto, no hablamos únicamente de sexo -- también de dinero. Gingrich se declaró "totalmente desconcertado" ante el escándalo surgido a tenor de los entre 250.000 y 500.000 dólares que dejó a deber en Tiffany's, la exclusiva joyería. La gente de a pie probablemente esté desconcertada ante la forma en que una persona responsable puede incurrir en una factura así de elevada -- o de cómo, según afirma Gingrich, se puede dejar a débito ese dineral sin pagar intereses. Van a querer saber más, y con razón.

Lamento la decisión de Daniels de no concurrir -- sólo es que no lo lamento tanto como para hacer un llamamiento a relanzar el acuerdo existente en favor de que los políticos tengan mayor privacidad.

También lamento la forma en que Daniels dosificó la información pública relativa a una decisión privada. Que conste, estoy totalmente a favor de que los maridos deleguen en sus esposas. Tan harta como estoy de escuchar a funcionarios públicos anunciar que tiran la toalla para pasar más tiempo con sus familias, esto me suena más a infrecuente caso de político que no aspira a ocupar un cargo por el bien de su familia. Y suena bastante avanzado que un caballero admita que su mujer, y sus hijas, han tenido la última palabra.

De manera que mi primera reacción al anuncio de Daniels de que "en cuestiones que nos afectan a todos, nuestra constitución familiar concede poder de veto a las mujeres de la formación" fue: ¿Puedo examinar una copia?

Pero luego pensé: Oye, cielo, ¿y tuviste que buscar culpables? Según la versión de Daniels, él es el héroe desinteresado: "atrapado entre dos deberes. Amo a mi país. Amo a mi familia más".

Esto convierte a su mujer Cheri Daniels, por alusiones, en la bola y la cadena -- al no estar dispuesta a sacrificar su privacidad por el bien de su país y el beneficio de su marido. Una vez que se levante de los pies de los caballos, Cheri Daniels será ya para siempre La Esposa que Se Echó Atrás.

Yo no la culpo. Ningún cónyuge con dos dedos de frente se somete a los roces de una campaña presidencial. "La respuesta instintiva de Michelle Obama fue decir no", decía Barack Obama a Newsweek. "Me parece que parte del motivo de que accediera fue que sabía que iba a tener poder de veto, que ella y las niñas iban a pesar en última instancia más que mi propia ambición en este proceso".

Decir que no a tu marido es difícil. Es aún más difícil cuando hay que decir que no -- y él te echa la culpa sin decirlo expresamente en una circular de prensa.

Noticias relacionadas

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto