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Etiquetas | Paraguay | Política
Una especie de versión libre del famoso incendio del Reichstag, fue escenificada en Paraguay, debido a una oposición torpe e ignorante que con seguridad ni siquiera conoce la historia

La versión paraguaya del Incendio del Reichstag

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La historia recuerda a Marinus van der Lubbe, un desempleado holandés medio ciego y según los nazis demente, como el supuesto responsable de incendiar el Congreso alemán (Reichstag), que ardió el 27 de febrero de 1933. Once meses más tarde, sería condenado a muerte y decapitado.

Pertenecía al Partido Comunista de los Países Bajos, y ya había intentado quemar el Palacio Imperial y una oficina de desempleo, sin lograrlo. Fue juzgado con otros tres activistas búlgaros, y ejecutado el diez de enero de 1934. No había cumplido los 25 años.

Fue declarado inocente por la justicia alemana setenta y cinco años después, en el año 2008, aunque sus antecedentes permitan dudar de la absolución.

Es muy difundida la versión de que el incendio del Reichstag fue solo una operación de bandera falsa de los nazis, y Van Der Lubbe un chivo expiatorio, que se da por cierta dado la infame historia del partido político alemán que llevó a Hitler al poder.

Aunque suponemos que en el Paraguay del Siglo XXI no existen posibilidades de implantar una dictadura nazista, lo cierto es que a la torpe oposición política al gobierno de Horacio Cartes le ha salido un tiro por la culata similar.

El incendio del Reichstag había permitido librarse de su oposición política, prohibiendo su prensa y propaganda, e ilegalizar a los comunistas. Para hacerlo, el 23 de marzo de 1933, se aprobó La “Ley para solucionar los peligros que acechan al Pueblo y al Estado”, mejor conocida como la “Ley habilitante de 1933”.

En Paraguay, la Constitución contempla la Enmienda, pero existían problemas con el reglamento del Congreso que fueron expeditivamente solucionados esta semana. Luego de dicha modificación, aprobada por mayoría, el Senado aprobó la Enmienda. La confirmación en diputados no estaba en discusión, pues el partido de gobierno tiene clara mayoría.

Para que la Enmienda Constitucional tenga validez, debe ser aproada por un referéndum, en el cual todos los paraguayos decidirán si quieren o no un presidente reelegible por un período, a la usanza política de Estados Unidos.

El procedimiento tiene otra semejanza curiosa con el paralelismo alemán que mencionamos al principio. Como la Ley Habilitante de 1933 necesitaba una mayoría de las dos terceras partes del Parlamento. Para superar ese contratiempo, el titular del Reichstag Hermann Goering, logró modificar el reglamento y se logró establecer que un parlamentario ausente sin excusa válida era considerado presente en la sesión.

Hecha la modificación reglamentaria, el boicot del partido Socialista Alemán y la inasistencia de sus diputados no fue obstáculo para que la Ley Habilitante fuera aprobada. El 23 de marzo de 1933, cuando aún no había transcurrido un mes del incendio.

Las teorías conspirativas en torno a aquel suceso nunca fueron confirmadas con rigor historiográfico, pero mucha gente las considera ciertas por el contexto de la dictadura nazi y sus terribles consecuencias sobre todo para Europa.

En Paraguay, un sector fragmentario de la oposición en alianza con algunos empresarios de la prensa, pretendió revertir el curso de la historia llamando a la gente a movilizarse contra la decisión parlamentaria de aprobar la Enmienda. Los medios de prensa que apoyaban la protesta hicieron llamados histéricos a los adherentes a sus intereses, y por momento se desataron disturbios que derivaron en un asalto al Congreso por parte de grupos violentistas. En medio de unos delirios demenciales y convencidos de que podrían hacerlo impunemente porque tenían respaldo de los poderosos empresarios de la prensa, prendieron fuego al Congreso, destrozaron parte de las instalaciones y saquearon lo que estaba a mano.

Una gran mayoría de la ciudadanía decidió no participar de los desmanes, abandonando a los vándalos a su suerte. Este grupo que había actuado bajo influencia del periodismo, terminó con sus huesos en la cárcel, y sólo recibió recriminaciones de la opinión pública.

La maniobra tuvo como destino un rotundo fracaso, sobre todo porque el número de manifestantes no era lo suficientemente multitudinario para sostener el edificio del Congreso en su poder, y porque el gobierno en ningún momento fue presa del pánico. Los diarios desestabilizadores ahora apelan a la injerencia norteamericana, como manotazo de ahogado, para intentar un retroceso en el curso de los acontecimientos.

Olvidan que ya en marzo de 2014, a meses de haber asiumido, el presidente Horacio Cartes, fue destituido el Fiscal Arregui por resolución número 672 firmada por el Fiscal General del Estado. Arregui, apadrinado por USAID y creyéndose todopoderoso, invocó el respaldo norteamericano haciendo publicar sus fotos con el embajador de Estados Unidos en Paraguay en la prensa amiga.

Inmediatamente, el gobierno de Horacio Cartes señaló la intromisión en asuntos internos, utilizando a fiscales mediáticos dirigidos por países extranjeros a la región.

Una vez más, se está repitiendo la historia y como dice un viejo refrán, los que la desconocen están condenados a repetirla. En este caso, lo que se repetirá es una derrota.

La versión paraguaya del Incendio del Reichstag

Una especie de versión libre del famoso incendio del Reichstag, fue escenificada en Paraguay, debido a una oposición torpe e ignorante que con seguridad ni siquiera conoce la historia
Luis Agüero Wagner
domingo, 2 de abril de 2017, 11:15 h (CET)
La historia recuerda a Marinus van der Lubbe, un desempleado holandés medio ciego y según los nazis demente, como el supuesto responsable de incendiar el Congreso alemán (Reichstag), que ardió el 27 de febrero de 1933. Once meses más tarde, sería condenado a muerte y decapitado.

Pertenecía al Partido Comunista de los Países Bajos, y ya había intentado quemar el Palacio Imperial y una oficina de desempleo, sin lograrlo. Fue juzgado con otros tres activistas búlgaros, y ejecutado el diez de enero de 1934. No había cumplido los 25 años.

Fue declarado inocente por la justicia alemana setenta y cinco años después, en el año 2008, aunque sus antecedentes permitan dudar de la absolución.

Es muy difundida la versión de que el incendio del Reichstag fue solo una operación de bandera falsa de los nazis, y Van Der Lubbe un chivo expiatorio, que se da por cierta dado la infame historia del partido político alemán que llevó a Hitler al poder.

Aunque suponemos que en el Paraguay del Siglo XXI no existen posibilidades de implantar una dictadura nazista, lo cierto es que a la torpe oposición política al gobierno de Horacio Cartes le ha salido un tiro por la culata similar.

El incendio del Reichstag había permitido librarse de su oposición política, prohibiendo su prensa y propaganda, e ilegalizar a los comunistas. Para hacerlo, el 23 de marzo de 1933, se aprobó La “Ley para solucionar los peligros que acechan al Pueblo y al Estado”, mejor conocida como la “Ley habilitante de 1933”.

En Paraguay, la Constitución contempla la Enmienda, pero existían problemas con el reglamento del Congreso que fueron expeditivamente solucionados esta semana. Luego de dicha modificación, aprobada por mayoría, el Senado aprobó la Enmienda. La confirmación en diputados no estaba en discusión, pues el partido de gobierno tiene clara mayoría.

Para que la Enmienda Constitucional tenga validez, debe ser aproada por un referéndum, en el cual todos los paraguayos decidirán si quieren o no un presidente reelegible por un período, a la usanza política de Estados Unidos.

El procedimiento tiene otra semejanza curiosa con el paralelismo alemán que mencionamos al principio. Como la Ley Habilitante de 1933 necesitaba una mayoría de las dos terceras partes del Parlamento. Para superar ese contratiempo, el titular del Reichstag Hermann Goering, logró modificar el reglamento y se logró establecer que un parlamentario ausente sin excusa válida era considerado presente en la sesión.

Hecha la modificación reglamentaria, el boicot del partido Socialista Alemán y la inasistencia de sus diputados no fue obstáculo para que la Ley Habilitante fuera aprobada. El 23 de marzo de 1933, cuando aún no había transcurrido un mes del incendio.

Las teorías conspirativas en torno a aquel suceso nunca fueron confirmadas con rigor historiográfico, pero mucha gente las considera ciertas por el contexto de la dictadura nazi y sus terribles consecuencias sobre todo para Europa.

En Paraguay, un sector fragmentario de la oposición en alianza con algunos empresarios de la prensa, pretendió revertir el curso de la historia llamando a la gente a movilizarse contra la decisión parlamentaria de aprobar la Enmienda. Los medios de prensa que apoyaban la protesta hicieron llamados histéricos a los adherentes a sus intereses, y por momento se desataron disturbios que derivaron en un asalto al Congreso por parte de grupos violentistas. En medio de unos delirios demenciales y convencidos de que podrían hacerlo impunemente porque tenían respaldo de los poderosos empresarios de la prensa, prendieron fuego al Congreso, destrozaron parte de las instalaciones y saquearon lo que estaba a mano.

Una gran mayoría de la ciudadanía decidió no participar de los desmanes, abandonando a los vándalos a su suerte. Este grupo que había actuado bajo influencia del periodismo, terminó con sus huesos en la cárcel, y sólo recibió recriminaciones de la opinión pública.

La maniobra tuvo como destino un rotundo fracaso, sobre todo porque el número de manifestantes no era lo suficientemente multitudinario para sostener el edificio del Congreso en su poder, y porque el gobierno en ningún momento fue presa del pánico. Los diarios desestabilizadores ahora apelan a la injerencia norteamericana, como manotazo de ahogado, para intentar un retroceso en el curso de los acontecimientos.

Olvidan que ya en marzo de 2014, a meses de haber asiumido, el presidente Horacio Cartes, fue destituido el Fiscal Arregui por resolución número 672 firmada por el Fiscal General del Estado. Arregui, apadrinado por USAID y creyéndose todopoderoso, invocó el respaldo norteamericano haciendo publicar sus fotos con el embajador de Estados Unidos en Paraguay en la prensa amiga.

Inmediatamente, el gobierno de Horacio Cartes señaló la intromisión en asuntos internos, utilizando a fiscales mediáticos dirigidos por países extranjeros a la región.

Una vez más, se está repitiendo la historia y como dice un viejo refrán, los que la desconocen están condenados a repetirla. En este caso, lo que se repetirá es una derrota.

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