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Dichosas coincidencias: En el orden del día de la Sesión nº 40 del Pleno
del Congreso de los Diputados se había establecido que la a priori pregunta
más interesante, de la ‘Consorte eclesial’ Irene María Montero a la
Vicepresidenta del Gobierno, coincidiera en el tiempo con la presencia del
embajador ruso en España, Yuri Korchagin, presentado por el Presidente del
Senado Pío García-Escudero en la tribuna de Nueva Economía Fórum.
Estando Rajoy ausente, por razón de preferencias y de recuperación de ‘lo
noticioso’ en el magnífico Canal Parlamento que emite en diferido las sesiones
de Pleno, algunos optamos por el ruso y dejamos para después el Parlamento.
Al llegar, en la entrada del Congreso de la calle de Cedaceros había cola.
En una mesa, una mujer policía (o guardia civil) verificaba acreditaciones y
entregaba ‘cipoles’, en argot las tarjetas que facultan la entrada. En la espera,
ojeando El País, me topé con las características del sexo de las hienas
mientras dos mujeres, delante de mí, comentaban el embarazo de una de ellas
(8 semanas) y el no sabido sexo del nonato. Se juntaban así dos sexos
desconocidos: el del humano en gestación, dudoso por la premura; y el de la
hiena, que lo es, parece, por morfología, ya que, decía El País, «El tamaño, la
forma y la erección del clítoris son prácticamente iguales a las del pene..., no
dispone de una abertura vaginal externa, los labios se fusionan para formar una
especie de escroto»
Sin saber qué había dado de sí la pregunta de la ‘Consorte eclesial’ a la
Vicepresidenta, alguien hablo sobre el asunto: Lo de siempre, Montero había
sacado las flores del tiesto y la Triple S (Soraya Sáenz de Santamaría) había
dado la correspondiente clase de botánica parlamentaria para volver las flores
a su sitio. Como hace cada vez que administra (hay quien dice que perpetra)
lecciones a la Consorte cuando ésta confunde el Hemiciclo y el escaño con
otras cosas. Comentario sobre el rapapolvo, sonrisas a la serie de preguntas
concatenadas de Montero a cuenta de no se precisó qué. Y una continuación
graciosa, de sainete, que ocurrió después, dijeron, cuando se vio a Iglesias,
mandamás máximo en Podemos, haciendo una pregunta al ministro del Interior
sobre la adjudicación de una vivienda de la Guardia Civil al director General de
Tráfico.
Una mujer entró en conversación para destacar (hay sensibilidades
femeninas que lo detectan) la actuación de Iglesias, como primaveral ‘macho
alfa en berrea’, en defensa de hembra. Ocurría, dijeron, que la pregunta no la
había hecho el diputado gaditano Juan Antonio Delgado al que podría haberle
correspondido como guardia civil que es. Pero en Podemos las cosas de
militares y de la Guardia Civil tienen su ‘telenguendengue’, precisó otro de la
cola (acaso vinculado al cuerpo de la Guardia Civil). Según éste, la decisión
preguntona de Iglesias no se debía a berreas galantes sino a la no firma de
Delgado en el manifiesto de Podemos en favor de los agresores a un grupo de
guardias civiles y sus parejas en Alsasua.
Para entonces, en el Hemiciclo habían acabado las preguntas de la
Sesión de Control y avanzaba la segunda de las dos únicas Interpelaciones
urgentes, nos dijo un periodista que salía. Repasé el orden del día. Sólo
quedaba la Moción consecuencia de Interpelación urgente «del Grupo Parlamentario
Ciudadanos, sobre las políticas del Ministerio del Interior para mejorar la seguridad de
los usuarios de motocicletas y ciclomotores».
Llegó mi turno, entregué el Carnet de Prensa, recibí la acreditación y miré a las
mujeres que seguían hablando sobre el sexo del bebé que nacería de una de ellas. En
vez de ir hacia el Hemiciclo, bajé las escaleras, pasé por la Sala de Prensa donde el
todavía diputado Homs recibía amistades (no peligrosas) de adversarios y no tanto
(ERC y PNV). Decía algo, con tono quejica. No me paré y seguí hacia la mesa de los
periódicos. Dudé entre releer alguno o hacer un sudoku para acoplar números en
líneas, columnas y cuadrados. Opté por cruzar los brazos y oir lo que venía de la
puerta abierta de la Sala de Prensa: Habló Homs, luego Joan Tardá, y más tarde Aitor
Esteban.
Estuve un rato, hablé, crucé palabras, tomé notas y al cabo de un rato, cuando
ya había acabado la Sesión, salí. Al recibir el carnet de prensa, la mujer que me lo dio
vio el periódico y se fijó en el artículo sobre el sexo de las hienas.
- Lo importante es el sexo del bebé que va a nacer y del que hablaban ustedes
antes. Pero yo hoy voy a escribir sobre el sexo de las hienas. - dije a modo de
disculpa.
- Las del periódico. - matizó ella, puede que con sorna.
Sonreí y no contesté. Al llegar a la puerta, miré a la mujer. Ella no reía. Con la
uña del pulgar izquierdo se rascaba una ceja. Puede que los tuviéramos in mente el
sexo de las hienas.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
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