Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | El minuto más engreído
No hay romanticismo en la Puerta del Sol

El Movimiento 15-M o las auroras que aún no han despuntado

|

Si son tan amables, imaginen ustedes conmigo a una familia media de un lugar medio de España. Esta familia tiene unos ingresos medios, una hipoteca sobre su vivienda, un crédito para pagar el coche y otro crédito más para costear ciertas reformas en la casa que han creído convenientes para su bienestar. Completando el cuadro, imaginemos, si son tan amables, que esta familia tiene un hijo.

Una familia con muchos gastos
Sólo con esta información, ya se puede intuir que esta familia tiene más gastos de los que puede pagar y que, si un día cambia el entorno económico que permite que los dos padres trabajen y que sus créditos se les hayan concedido a un tipo de interés bajísimo, si en un momento dado esto varía, la familia se verá en problemas.

Ahora continuemos imaginando, si son tan amables, que el coche familiar sufre un accidente y los padres se ven obligados a solicitar un nuevo crédito para repararlo o sustituirlo. Pero, he aquí que el banco (los pérfidos banqueros), tras analizar la solvencia familiar, llega a la conclusión de que esta familia está endeudada y le exige un nuevo aval.

La familia recorta para acceder a un crédito
La familia hace un esfuerzo y reduce fuertemente sus gastos con el fin de conseguir ese aval, que les proporcione el crédito que necesitan. Por tanto, el joven hijo puede disfrutar de menos ropa nueva, tiene que despedirse de la posibilidad de un coche propio y sufre algunos ajustes más.

En esto, el hijo se “indigna” con su padres, porque están aceptando “la dictadura del mercado financiero” (es decir, están tratando de pagar sus deudas y de obtener un nuevo crédito que necesitan desesperadamente). Y, para mostrar su indignación juvenil, el joven acampa en el jardín y se dedica a reflexionar sobre la maldad del sistema financiero y sobre cómo es posible que sus padres no le puedan garantizar su “derecho” a mantener su ritmo de vida.

¿Pueden imaginarlo?

No hay romanticismo en la Puerta del Sol
Como se ve, no comparto, en absoluto, el romanticismo con el que se están observando, incluso desde medios totalmente contrarios a ellas, las protestas de Sol o el Movimiento 15-M. Como decía hace unos días Daniel Inneti, “en una sociedad con una ciudadanía de baja intensidad, desafección galopante hacia la política, debates planos y argumentos inexistentes, cualquier llamamiento a sumarse a las críticas, encuentra inmediatamente acogida”.

Y, añadiríamos, en una sociedad acostumbrada a esperarlo todo del Estado y a no asumir, nunca, nunca, la responsabilidad individual de lo que hace (el presidente del gobierno cree que ha perdido las elecciones “por la crisis”), en una sociedad que ayer estaba indignada por los arbitrajes en los partidos de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, o que se indigna todos los días con los programas de televisión para concederles después audiencias millonarias; en una sociedad así, la supuesta indignación de los jóvenes difícilmente se puede diferenciar de la pataleta de un niño en el supermercado, porque sus padres no le quieren comprar lo que pide.

En este sentido, la indignación sólo funciona como válvula de escape, para producir la ilusión de que se está participando en política, de que se está “haciendo algo” y, al final, todo quede igual. Ruego me disculpen mis colegas columnistas, pero no alcanzo a ver esperanza en este movimiento.

La voz del pueblo
Unos cuantos miles de jóvenes (y otros, por cierto, no tan jóvenes), se reúnen y acampan en una plaza. Entablan debates absurdos, fruto seguramente de la degeneración continua de nuestro sistema educativo. Lo quieren todo, pero no saben qué es “todo”; dicen ser “la voz del pueblo” y, por eso, pasan por encima de la ley (con la complicidad del gobierno).

Sin embargo, ellos, que son unos pocos miles y que dicen representar al pueblo, no “se sienten representados” por un partido al que han votado ocho millones de españoles ni por otro al que han votado seis millones.

Propuestas contradictorias del Movimiento 15-M
¿Alguien entiende algo? Personalmente, sólo percibo inmadurez. Nada más que inmadurez: buscar explicaciones simples para problemas muy complejos, pretender reorganizar políticamente, de arriba abajo, un Estado de cuarenta y ocho millones de habitantes, sin tener el más mínimo conocimiento ni la más mínima preparación para ello, pretender garantizar una serie de derechos a cargo del Estado, pero deshacerse de la “dictadura de los mercados” (¿de qué bolsillo saldrá el dinero para pagarlo?). Pura y simple inmadurez. Pensamiento Alicia, en términos de Gustavo Bueno, es decir, creer que las cosas se consiguen simplemente con desearlas.

La dictadura de los mercados
Aun más: no alcanzo, discúlpenme, a entender cómo se puede llamar “dictadura de los mercados” a la exigencia de garantías de pago por quien te proporciona el crédito que necesitas. ¿No habíamos quedado en que la crisis económica se había producido porque los bancos concedían créditos sin la suficiente garantía?

Pero, donde mi confusión llega ya al límite es cuando trato de entender por qué alguien se indigna con quien le pide que pague sus deudas y, sin embargo, no se indigne con quienes han contraído esas deudas que ahora no podemos pagar. Peor aún: hay “indignación” porque el gobierno no gasta lo suficiente para “garantizar nuestros derechos”. ¿Cómo podría gastar más si no es endeudándose y, de nuevo, entregándose al la “dictadura del mercado”?

Indignados ¿contra quién?
Y, puestos a indignarse, un blanco razonable estaría en los propios ciudadanos, que, a base de pedir derechos económicos (“democracia económica”), a base de demandar al Estado cada vez más y más, empuja a éste a contraer deudas que, necesariamente, después le obligarán a subir los impuestos y a lanzarse en manos de los “mercados financieros”.

En fin, no veo nada esperanzador en este “despertar”. Sólo la válvula de escape a la frustración de unas expectativas ilusorias. No me imagino, ni me cabe en la cabeza, el movimiento 15-M movilizado “sólo” por la regeneración democrática: reforma de la ley electoral, separación real de poderes, limitación de mandatos, techos de gasto, competencias autonómicas y otras cuestiones “baladíes”. Y no he visto aparecer, por ninguna parte, la palabra “libertad”, lo cual es muy, muy significativo. Ciertamente, lo más identificativo de este confuso movimiento está en lo que NO han propuesto.

Las soluciones requieren mucho tiempo y trabajo
Por supuesto que lo que ocurre hoy en España es muy grave. Y, si queremos cambiarlo, el proceso será largo y requerirá de mucho trabajo y de mucha responsabilidad.

Primero, hay que entender qué es lo que está ocurriendo. Y esto es algo muy complejo, que exige mucho estudio y mucho conocimiento. Después, hay que tener un programa de acción serio, que se haga cargo de esa complejidad y que contemple, por tanto, los tiempos necesarios para su evolución y para su ejecución.

Auroras que no han despuntado
Finalmente, hay que realizar este programa. Con mucho tiempo, con mucho compromiso, con mucha responsabilidad y, sobre todo, con mucho trabajo. Si el Movimiento 15-M está dispuesto a eso, me encontrará de su lado. Aunque, todo sea dicho, esto parece bastante difícil de hacer acampado en la Puerta del Sol.

Nada que ver con el infantil “lo queremos todo y lo queremos ahora”. Ya exclamaba el Rig Veda “’¡Hay tantas auroras que aún no han despuntado!”. Discúlpenme, pero yo sigo viendo, aquí, noche cerrada.

El Movimiento 15-M o las auroras que aún no han despuntado

No hay romanticismo en la Puerta del Sol
Felipe Muñoz
martes, 24 de mayo de 2011, 10:05 h (CET)
Si son tan amables, imaginen ustedes conmigo a una familia media de un lugar medio de España. Esta familia tiene unos ingresos medios, una hipoteca sobre su vivienda, un crédito para pagar el coche y otro crédito más para costear ciertas reformas en la casa que han creído convenientes para su bienestar. Completando el cuadro, imaginemos, si son tan amables, que esta familia tiene un hijo.

Una familia con muchos gastos
Sólo con esta información, ya se puede intuir que esta familia tiene más gastos de los que puede pagar y que, si un día cambia el entorno económico que permite que los dos padres trabajen y que sus créditos se les hayan concedido a un tipo de interés bajísimo, si en un momento dado esto varía, la familia se verá en problemas.

Ahora continuemos imaginando, si son tan amables, que el coche familiar sufre un accidente y los padres se ven obligados a solicitar un nuevo crédito para repararlo o sustituirlo. Pero, he aquí que el banco (los pérfidos banqueros), tras analizar la solvencia familiar, llega a la conclusión de que esta familia está endeudada y le exige un nuevo aval.

La familia recorta para acceder a un crédito
La familia hace un esfuerzo y reduce fuertemente sus gastos con el fin de conseguir ese aval, que les proporcione el crédito que necesitan. Por tanto, el joven hijo puede disfrutar de menos ropa nueva, tiene que despedirse de la posibilidad de un coche propio y sufre algunos ajustes más.

En esto, el hijo se “indigna” con su padres, porque están aceptando “la dictadura del mercado financiero” (es decir, están tratando de pagar sus deudas y de obtener un nuevo crédito que necesitan desesperadamente). Y, para mostrar su indignación juvenil, el joven acampa en el jardín y se dedica a reflexionar sobre la maldad del sistema financiero y sobre cómo es posible que sus padres no le puedan garantizar su “derecho” a mantener su ritmo de vida.

¿Pueden imaginarlo?

No hay romanticismo en la Puerta del Sol
Como se ve, no comparto, en absoluto, el romanticismo con el que se están observando, incluso desde medios totalmente contrarios a ellas, las protestas de Sol o el Movimiento 15-M. Como decía hace unos días Daniel Inneti, “en una sociedad con una ciudadanía de baja intensidad, desafección galopante hacia la política, debates planos y argumentos inexistentes, cualquier llamamiento a sumarse a las críticas, encuentra inmediatamente acogida”.

Y, añadiríamos, en una sociedad acostumbrada a esperarlo todo del Estado y a no asumir, nunca, nunca, la responsabilidad individual de lo que hace (el presidente del gobierno cree que ha perdido las elecciones “por la crisis”), en una sociedad que ayer estaba indignada por los arbitrajes en los partidos de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, o que se indigna todos los días con los programas de televisión para concederles después audiencias millonarias; en una sociedad así, la supuesta indignación de los jóvenes difícilmente se puede diferenciar de la pataleta de un niño en el supermercado, porque sus padres no le quieren comprar lo que pide.

En este sentido, la indignación sólo funciona como válvula de escape, para producir la ilusión de que se está participando en política, de que se está “haciendo algo” y, al final, todo quede igual. Ruego me disculpen mis colegas columnistas, pero no alcanzo a ver esperanza en este movimiento.

La voz del pueblo
Unos cuantos miles de jóvenes (y otros, por cierto, no tan jóvenes), se reúnen y acampan en una plaza. Entablan debates absurdos, fruto seguramente de la degeneración continua de nuestro sistema educativo. Lo quieren todo, pero no saben qué es “todo”; dicen ser “la voz del pueblo” y, por eso, pasan por encima de la ley (con la complicidad del gobierno).

Sin embargo, ellos, que son unos pocos miles y que dicen representar al pueblo, no “se sienten representados” por un partido al que han votado ocho millones de españoles ni por otro al que han votado seis millones.

Propuestas contradictorias del Movimiento 15-M
¿Alguien entiende algo? Personalmente, sólo percibo inmadurez. Nada más que inmadurez: buscar explicaciones simples para problemas muy complejos, pretender reorganizar políticamente, de arriba abajo, un Estado de cuarenta y ocho millones de habitantes, sin tener el más mínimo conocimiento ni la más mínima preparación para ello, pretender garantizar una serie de derechos a cargo del Estado, pero deshacerse de la “dictadura de los mercados” (¿de qué bolsillo saldrá el dinero para pagarlo?). Pura y simple inmadurez. Pensamiento Alicia, en términos de Gustavo Bueno, es decir, creer que las cosas se consiguen simplemente con desearlas.

La dictadura de los mercados
Aun más: no alcanzo, discúlpenme, a entender cómo se puede llamar “dictadura de los mercados” a la exigencia de garantías de pago por quien te proporciona el crédito que necesitas. ¿No habíamos quedado en que la crisis económica se había producido porque los bancos concedían créditos sin la suficiente garantía?

Pero, donde mi confusión llega ya al límite es cuando trato de entender por qué alguien se indigna con quien le pide que pague sus deudas y, sin embargo, no se indigne con quienes han contraído esas deudas que ahora no podemos pagar. Peor aún: hay “indignación” porque el gobierno no gasta lo suficiente para “garantizar nuestros derechos”. ¿Cómo podría gastar más si no es endeudándose y, de nuevo, entregándose al la “dictadura del mercado”?

Indignados ¿contra quién?
Y, puestos a indignarse, un blanco razonable estaría en los propios ciudadanos, que, a base de pedir derechos económicos (“democracia económica”), a base de demandar al Estado cada vez más y más, empuja a éste a contraer deudas que, necesariamente, después le obligarán a subir los impuestos y a lanzarse en manos de los “mercados financieros”.

En fin, no veo nada esperanzador en este “despertar”. Sólo la válvula de escape a la frustración de unas expectativas ilusorias. No me imagino, ni me cabe en la cabeza, el movimiento 15-M movilizado “sólo” por la regeneración democrática: reforma de la ley electoral, separación real de poderes, limitación de mandatos, techos de gasto, competencias autonómicas y otras cuestiones “baladíes”. Y no he visto aparecer, por ninguna parte, la palabra “libertad”, lo cual es muy, muy significativo. Ciertamente, lo más identificativo de este confuso movimiento está en lo que NO han propuesto.

Las soluciones requieren mucho tiempo y trabajo
Por supuesto que lo que ocurre hoy en España es muy grave. Y, si queremos cambiarlo, el proceso será largo y requerirá de mucho trabajo y de mucha responsabilidad.

Primero, hay que entender qué es lo que está ocurriendo. Y esto es algo muy complejo, que exige mucho estudio y mucho conocimiento. Después, hay que tener un programa de acción serio, que se haga cargo de esa complejidad y que contemple, por tanto, los tiempos necesarios para su evolución y para su ejecución.

Auroras que no han despuntado
Finalmente, hay que realizar este programa. Con mucho tiempo, con mucho compromiso, con mucha responsabilidad y, sobre todo, con mucho trabajo. Si el Movimiento 15-M está dispuesto a eso, me encontrará de su lado. Aunque, todo sea dicho, esto parece bastante difícil de hacer acampado en la Puerta del Sol.

Nada que ver con el infantil “lo queremos todo y lo queremos ahora”. Ya exclamaba el Rig Veda “’¡Hay tantas auroras que aún no han despuntado!”. Discúlpenme, pero yo sigo viendo, aquí, noche cerrada.

Noticias relacionadas

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto