A estas alturas de la enfermedad, el diagnóstico es evidente y el remedio muy difícil. Pero sólo ahora, cuando le han tocado en la misma sede de su partido en Barcelona, Aguirre levanta la voz, cuando no lo hizo antes al tratarse de otras organizaciones o personas. Durante décadas el PP ha callado ante la creciente violencia de muy distintos tipos por parte de las organizaciones independentistas que ni siquiera necesitaron el brutal uso de los nacionalistas vascos o españolistas de la falange para imponerse. Silencio cómplice del PP con el que pagaba el apoyo para gobernar en Madrid.
Hoy Aguirre se queja con razón de que nada menos que ocho concejales de Ahora Madrid abandonaron la sesión para no condenar el asalto de la CUP a la sede del PP, imitando así los “nuevos” partidos y la “nueva izquierda” la peor traición de los anteriores. Claro que eso es, como dice Aguirre, “muy grave”. Pero ¿Quiénes colaboraron a ese atropello a los derechos humanos, a la libertad de expresión, a un informado "derecho a decidir" en Cataluña?
