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“Nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura.” George Orwell

Maduro, sus secuaces y los peligros para España

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No sabemos cómo van a explicar, los señores de Podemos, el nuevo paso llevado a cabo por Nicolás Maduro en Venezuela, para culminar su proyecto de establecer en aquel país el remedo más parecido a lo que fueron los “soviet” rusos, posteriores a las revoluciones: burguesa, de febrero y, soviética leninista, de octubre de 1917. En todo caso, es evidente que cualquier explicación que hubieran podido argumentar para revelar su sometimiento al régimen venezolano, cualquier justificación respecto a su íntima relación con el dictador Maduro o cualquier intento de defender su presencia en España, para traernos la “democracia” de aquel país, las “libertades” de aquellas pobres gentes o el modelo político vigente en aquella quebrada nación; es obvio que con lo que ha sucedido hace pocas horas, queda automáticamente desautorizado; porque, señores, en Venezuela, el Tribunal Supremo, incumpliendo las funciones que tiene encomendadas, invadiendo competencias que le deberían ser ajenas y pasándose por el arco del triunfo las definiciones de Montesquieu sobre los tres poderes independientes que deben existir en un Estado; ha cometido uno de estos actos autoritarios, propios de estados totalitarios, al hacerse cargo, unilateralmente, de varias de las competencias del Parlamento.

Hace unos días este mismo TSJ ya determinó límites de la inmunidad parlamentaria de los representantes legislativos, añadiendo a sus funciones como ejecutor de las leyes del país, una nueva facultad de crear nuevas limitaciones a la inmunidad parlamentaria; una competencia del legislativa con lo que se ha convertido en juez y parte, limitando las competencias de un Parlamento libremente elegido por el pueblo venezolano, por un amplia mayoría que, no obstante, no ha servido para nada, ya que las primeras leyes impulsadas por el legislativo han quedado sin efecto, precisamente por las actuaciones de un tribunal completamente entregado a la voluntad del sátrapa venezolano. Ahora ha dado un paso más en su intención de anular por completo la actividad parlamentaria, basándose en lo que ellos llaman “desacato” llegándose al absurdo de justificar las limitaciones que se le imponen al parlamento en base a “garantizar el estado de derecho”, una condición democrática que, los chavistas venezolanos, nunca han respetado.

Como suele suceder entre estos partidos asamblearios, dónde la democracia no existe, debido a que la figura del dictador, del líder supremo, está tan enraizada que siempre se acaba haciendo lo que él dice, por mucho que, en ocasiones, se intente dorarlo simulando apelar a la voluntad de los votantes. El caso del intento del señor Errejón de plantarle cara al indiscutido mandamás de Podemos, el señor Pablo Iglesias, es una muestra de cómo, estos comunistas bolivarianos, vienen utilizando los métodos dictatoriales para impedir que se pongan en cuestión las órdenes de los gerifaltes, que no suelen dejar más que cadáveres políticos tras de sí. En Cataluña, en estos días, está teniendo lugar una de estas batallas sordas en las que, aparentemente, no parece que sea más que una simple constatación de opiniones; pero que, en el fondo, está encubriendo el ser o no ser de un intento de Podemos (En Comú Podem) de Barcelona, capitaneado por Ada Colau apoyada por Xavier Doménech, de crear su propio partido, una actitud que ya ha producido un enfrentamiento con la dirección de Podemos y la deserción de Albano Dante Fachín, que se opone frontalmente a la formación del nuevo partido.

Y es que, aunque en apariencia, el grupo comunista Podemos, forma un bloque monolítico, en realidad no es tal y es evidente que, a Pablo Iglesias, cada vez le va a ser más complicado mantener unidos a los diferentes grupos (las Mareas de Galicia, el grupo asturiano, el grupo de Madrid con la alcaldesa Manuela Carmena, con la que ya han tenido sus fricciones etc.) Lo cierto es que, a medida que va pasando el tiempo, la convivencia en el Parlamento de la nación se va haciendo más complicada, no sólo por el hecho de que el PP se ve obligado a ir cediendo para seguir en el gobierno, sino por la circunstancia de que las formas y maneras horteras, desaliñadas y mal educadas de los componentes de Podemos en el hemiciclo, se están haciendo cada vez más patentes y las muestras de la insolencia en las intervenciones de sus parlamentarios, es evidente que, cada vez, son soportadas peor por el resto de partidos que, en esta ocasión, además de tener que enfrentarse a adversarios políticos con los que debatir, tienen que hacerlo con un grupo de sujetos con una incontinencia verbal con la que no contaban y que, en ocasiones, como le ocurrió a la vicepresidenta, Sáez de Santamaría, con la portavoz de Podemos, Irene Montero, a la que tuvo que replicar seriamente reprochándole por sus malos modos en su manera de expresarse.

En todo caso, estamos viendo al gobierno del señor Rajoy despendolado, con signos evidentes de estar dispuesto a “tirar la casa por la ventana” con tal de poder continuar gobernando el país; si es que el ir tirando de la deuda pública para satisfacer las demandas de los separatistas y parar la amenaza del referendo “para decidir”, se puede considerar como gobernar como es debido este país. Detectamos un pánico del ejecutivo ante el verse obligado a tener que recurrir al artículo 155 de la Constitución, una falta de confianza en sí mismo y un desconcierto cuando han podido comprobar que, todas las ilusiones que, seguramente, se hicieron respecto a que iban a conseguir mantener quietos a los de Ciudadanos, aunque incumplieran los acuerdos suscritos con ellos o al terror que experimentaban los socialistas a tener que pasar por unas nuevas elecciones que, cuando se dan cuenta de que en el Parlamento todo les falla, que los de Ciudadanos no dudan en crearles problemas en Murcia y, seguramente van a formar parte de los que proponen una moción de censura, aunque ello suponga ir de la mano de Podemos y que, aquella gobernanza en minoría es posible que no aguante el tiempo que tenían calculado; mucho nos tememos que no baste toda la cachaza e inmovilismo del don Mariano para salvar una legislatura que amenaza con acabar de forma abrupta.

Lo peor de todo este embrollo en el que estamos metidos, es que está sucediendo en unos momentos en los que, Europa, está pasando por una situación delicada, no sólo debido al acoso de los yihadistas del EI y de sus comandos solitarios, sino que está teniendo que hacer frente a las consecuencias del brexit inglés, que se ha acabado de materializar de mano de la señora May, que no ha esperado a poner en conocimiento de la UE, su propósito de abandonarla. En estos momentos España debiera de poder actuar sin fisuras, unida, con un consenso de todos los partidos para demostrar la unidad de la nación española y su fortaleza, para poder asumir el papel que, sin duda le correspondería, si estuviera en condiciones de presentarse como una de las primeras potencias económicas europeas, revalorizada por la “espantada” inglesa y con opciones firmes a ocupar un puesto relevante en lo que quedará de la UE. Pero tenemos un telón de Aquiles, que amenaza con tirar abajo todo el castillo de naipes que se pudiera haber construido para sacar el máximo partido a nuestra posición geopolítica privilegiada. Se trata de nuestra evidente inestabilidad política, de la situación social creada con una serie de frentes abiertos ( el de los estibadores es uno de ellos) que ponen en jaque a nuestros dirigentes y que pueden situarnos en una situación a la defensiva si, como intentan algunos partidos de la extrema izquierda, se empeñan en crear problemas con el objetivo claro de crear un caos que es lo que, evidentemente, están intentando cuando anuncian que van a convertir las calles de las ciudades españoles en lugares en los que enfrentarse al Gobierno y a las Cortes, tal y como vienen anunciando los descerebrados de Podemos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos perplejos como la situación va empeorando, el gobierno sigue demostrando un optimismo que nadie más que él es capaz de ver y, los ciudadanos, ya no hablemos de los españoles que queremos seguir siéndolo en Cataluña, no acabamos de dar crédito a la forma en la que los políticos están tratando nuestro futuro, sin ser capaces de infundirnos la más mínima esperanza de que salgamos enteros de este maremágnum en el que nos encontramos.

Maduro, sus secuaces y los peligros para España

“Nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura.” George Orwell
Miguel Massanet
sábado, 1 de abril de 2017, 11:46 h (CET)
No sabemos cómo van a explicar, los señores de Podemos, el nuevo paso llevado a cabo por Nicolás Maduro en Venezuela, para culminar su proyecto de establecer en aquel país el remedo más parecido a lo que fueron los “soviet” rusos, posteriores a las revoluciones: burguesa, de febrero y, soviética leninista, de octubre de 1917. En todo caso, es evidente que cualquier explicación que hubieran podido argumentar para revelar su sometimiento al régimen venezolano, cualquier justificación respecto a su íntima relación con el dictador Maduro o cualquier intento de defender su presencia en España, para traernos la “democracia” de aquel país, las “libertades” de aquellas pobres gentes o el modelo político vigente en aquella quebrada nación; es obvio que con lo que ha sucedido hace pocas horas, queda automáticamente desautorizado; porque, señores, en Venezuela, el Tribunal Supremo, incumpliendo las funciones que tiene encomendadas, invadiendo competencias que le deberían ser ajenas y pasándose por el arco del triunfo las definiciones de Montesquieu sobre los tres poderes independientes que deben existir en un Estado; ha cometido uno de estos actos autoritarios, propios de estados totalitarios, al hacerse cargo, unilateralmente, de varias de las competencias del Parlamento.

Hace unos días este mismo TSJ ya determinó límites de la inmunidad parlamentaria de los representantes legislativos, añadiendo a sus funciones como ejecutor de las leyes del país, una nueva facultad de crear nuevas limitaciones a la inmunidad parlamentaria; una competencia del legislativa con lo que se ha convertido en juez y parte, limitando las competencias de un Parlamento libremente elegido por el pueblo venezolano, por un amplia mayoría que, no obstante, no ha servido para nada, ya que las primeras leyes impulsadas por el legislativo han quedado sin efecto, precisamente por las actuaciones de un tribunal completamente entregado a la voluntad del sátrapa venezolano. Ahora ha dado un paso más en su intención de anular por completo la actividad parlamentaria, basándose en lo que ellos llaman “desacato” llegándose al absurdo de justificar las limitaciones que se le imponen al parlamento en base a “garantizar el estado de derecho”, una condición democrática que, los chavistas venezolanos, nunca han respetado.

Como suele suceder entre estos partidos asamblearios, dónde la democracia no existe, debido a que la figura del dictador, del líder supremo, está tan enraizada que siempre se acaba haciendo lo que él dice, por mucho que, en ocasiones, se intente dorarlo simulando apelar a la voluntad de los votantes. El caso del intento del señor Errejón de plantarle cara al indiscutido mandamás de Podemos, el señor Pablo Iglesias, es una muestra de cómo, estos comunistas bolivarianos, vienen utilizando los métodos dictatoriales para impedir que se pongan en cuestión las órdenes de los gerifaltes, que no suelen dejar más que cadáveres políticos tras de sí. En Cataluña, en estos días, está teniendo lugar una de estas batallas sordas en las que, aparentemente, no parece que sea más que una simple constatación de opiniones; pero que, en el fondo, está encubriendo el ser o no ser de un intento de Podemos (En Comú Podem) de Barcelona, capitaneado por Ada Colau apoyada por Xavier Doménech, de crear su propio partido, una actitud que ya ha producido un enfrentamiento con la dirección de Podemos y la deserción de Albano Dante Fachín, que se opone frontalmente a la formación del nuevo partido.

Y es que, aunque en apariencia, el grupo comunista Podemos, forma un bloque monolítico, en realidad no es tal y es evidente que, a Pablo Iglesias, cada vez le va a ser más complicado mantener unidos a los diferentes grupos (las Mareas de Galicia, el grupo asturiano, el grupo de Madrid con la alcaldesa Manuela Carmena, con la que ya han tenido sus fricciones etc.) Lo cierto es que, a medida que va pasando el tiempo, la convivencia en el Parlamento de la nación se va haciendo más complicada, no sólo por el hecho de que el PP se ve obligado a ir cediendo para seguir en el gobierno, sino por la circunstancia de que las formas y maneras horteras, desaliñadas y mal educadas de los componentes de Podemos en el hemiciclo, se están haciendo cada vez más patentes y las muestras de la insolencia en las intervenciones de sus parlamentarios, es evidente que, cada vez, son soportadas peor por el resto de partidos que, en esta ocasión, además de tener que enfrentarse a adversarios políticos con los que debatir, tienen que hacerlo con un grupo de sujetos con una incontinencia verbal con la que no contaban y que, en ocasiones, como le ocurrió a la vicepresidenta, Sáez de Santamaría, con la portavoz de Podemos, Irene Montero, a la que tuvo que replicar seriamente reprochándole por sus malos modos en su manera de expresarse.

En todo caso, estamos viendo al gobierno del señor Rajoy despendolado, con signos evidentes de estar dispuesto a “tirar la casa por la ventana” con tal de poder continuar gobernando el país; si es que el ir tirando de la deuda pública para satisfacer las demandas de los separatistas y parar la amenaza del referendo “para decidir”, se puede considerar como gobernar como es debido este país. Detectamos un pánico del ejecutivo ante el verse obligado a tener que recurrir al artículo 155 de la Constitución, una falta de confianza en sí mismo y un desconcierto cuando han podido comprobar que, todas las ilusiones que, seguramente, se hicieron respecto a que iban a conseguir mantener quietos a los de Ciudadanos, aunque incumplieran los acuerdos suscritos con ellos o al terror que experimentaban los socialistas a tener que pasar por unas nuevas elecciones que, cuando se dan cuenta de que en el Parlamento todo les falla, que los de Ciudadanos no dudan en crearles problemas en Murcia y, seguramente van a formar parte de los que proponen una moción de censura, aunque ello suponga ir de la mano de Podemos y que, aquella gobernanza en minoría es posible que no aguante el tiempo que tenían calculado; mucho nos tememos que no baste toda la cachaza e inmovilismo del don Mariano para salvar una legislatura que amenaza con acabar de forma abrupta.

Lo peor de todo este embrollo en el que estamos metidos, es que está sucediendo en unos momentos en los que, Europa, está pasando por una situación delicada, no sólo debido al acoso de los yihadistas del EI y de sus comandos solitarios, sino que está teniendo que hacer frente a las consecuencias del brexit inglés, que se ha acabado de materializar de mano de la señora May, que no ha esperado a poner en conocimiento de la UE, su propósito de abandonarla. En estos momentos España debiera de poder actuar sin fisuras, unida, con un consenso de todos los partidos para demostrar la unidad de la nación española y su fortaleza, para poder asumir el papel que, sin duda le correspondería, si estuviera en condiciones de presentarse como una de las primeras potencias económicas europeas, revalorizada por la “espantada” inglesa y con opciones firmes a ocupar un puesto relevante en lo que quedará de la UE. Pero tenemos un telón de Aquiles, que amenaza con tirar abajo todo el castillo de naipes que se pudiera haber construido para sacar el máximo partido a nuestra posición geopolítica privilegiada. Se trata de nuestra evidente inestabilidad política, de la situación social creada con una serie de frentes abiertos ( el de los estibadores es uno de ellos) que ponen en jaque a nuestros dirigentes y que pueden situarnos en una situación a la defensiva si, como intentan algunos partidos de la extrema izquierda, se empeñan en crear problemas con el objetivo claro de crear un caos que es lo que, evidentemente, están intentando cuando anuncian que van a convertir las calles de las ciudades españoles en lugares en los que enfrentarse al Gobierno y a las Cortes, tal y como vienen anunciando los descerebrados de Podemos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos perplejos como la situación va empeorando, el gobierno sigue demostrando un optimismo que nadie más que él es capaz de ver y, los ciudadanos, ya no hablemos de los españoles que queremos seguir siéndolo en Cataluña, no acabamos de dar crédito a la forma en la que los políticos están tratando nuestro futuro, sin ser capaces de infundirnos la más mínima esperanza de que salgamos enteros de este maremágnum en el que nos encontramos.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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