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Por Pedro Ruiz

Lo inexplicable era el silencio (resultados electorales al margen)

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Los poderosos suelen serlo más que por su talla... porque los demás se agachan. Claro que erguirse sólo ante uno de ellos es un riesgo personal que se paga carísimo. Pero ahí está la dignidad. Dignidad que no todos pueden permitirse por no poner en peligro la familia, el pan, la vida...



Contraste en PP y PSOE.

Sin embargo hay situaciones como la vivida aquí en los que el coro de los bisbiseos y las 'sotto voces' es tan clamoroso que ya se no se entendería el silencio colectivo. El uso de esta democracia, y la propia palabra, hace ya demasiados años que es bastardo, mercantil, mentiroso, esclerotizado, maniqueo, insensible y finalmente dictatorial con un cínico maquillaje.

Renuncio a trasladar mi peripecia personal, que es extensa y puede que muy reveladora, porque no es el caso. Este momento escapa de los protagonismos. Es como una depuración del vapor de una olla a presión que al final aparece en forma de nube que ya veremos donde descargará y cómo. No quiero divagar ni definir, ni ser más o menos listo que nadie. Me pongo a yuxtaponer argumentos que a mi modo de ser son el condimento de esta ebullición.

En los últimos 20 años que ya son años, muchos políticos han mentido sobre todos los asuntos a conveniencia. Han incumplido promesas. Han chalaneado pactos en público y en privado a espaldas de lo dicho. Han solidificado su posición de elegidos para ser inderrocables. Han utilizado los medios que pertenecen a la sociedad y a cada uno de sus miembros en beneficio de sus personas y formaciones. Demasiados de ellos, elegidos por sufragio popular han devenido en 'franquitos' al servicio de sí mismos, de sus partidos y de las favorecidas empresas conniventes. Y siendo los empleados de los ciudadanos se han convertido en sus secuestradores.

El numero de cargos, asesores, recolocados y amigos de la administración se ha vuelto ofensivo e insorportable. Los dirigentes, la mayoria, han olvidado su condición de servidores para actuar como si fueran 'los reyes del mambo'. No contestan preguntas, cambian las reglas, se han envanecido hasta la nausea. Llenan todos los días los telediarios, las portadas, las radios... Para soltar una y otra vez la misma tediosa y ahogante matraca.

Autoproclamados 'el ombligo del mundo' son el oráculo de la nada con todos los altavoces controlados. La mitad para el equipo A y la mitad para el equipo B. Y los demás a escuchar, a aplaudir o soportar campañas de difamación. Controlan los medios. Los públicos y los privados. Y en ellos sólo trabajan sus amigos, sus complices o sus sinérgicos naturales.

Hay censura. Y mucha. Y manipulación. Constante. No hablo de oidas. Los canales públicos están regidos por los ministros, presidentes o comisarios que telefonean directamente o por persona interpuesta para autorizar o prohibir a conveniencia.

La contratación de productoras se rige mayoritariamente por el amiguismo y el reparto de ganancias. La concesión de canales sigue el mismo criterio. Nada o casi nada, es lo que parece.

Con su forma de expresarse han cristalizado en la mente del pueblo un ejemplo lamentable de gresca permanente. De chulitos jugando al 'y tú más'. Han resucitado el guerracivilismo. Desempolvado odios ya amainados. Permitiendo focos de discordia creyendo que los podrían apagar luego, que ahora son embriones de incendios. Han permitido hasta institucionalizar la corrupción. Tapándola, maquillándola, disculpándola o practicándola. Y no sólo la corrupción descubierta o ilegal si no la que corre cada minuto por los llamados 'cauces legales' en los que se favorece a los dóciles e ignora a los demás con decisiones de forma aparente y de fondo 'conveniente'.

Se han arrodillado o asociado con los banqueros, listos, oligarcas, los falsos profetas económicos y sus empresas derivadas. Han enriquecido a sus servidores en todos los ambitos incluyendo el fútbol y sus transmisiones. Han invadido la justicia, la cultura, el deporte, el comercio, las costumbres, las tradiciones....Se han hecho en suma los amos de sus amos. No se les cae la cara de verguenza de soportar una ley electoral en la que un voto conveniente vale más que mil tan dignos como ese... o más.

La basura en los medios audiviosuales ejerce de circo creciente sin que pestañeen. Los jóvenes nacen condenados a aceptar todo esto como si fuera 'lo natural'. Los mayores en su decepción, lo observan atónitos como si de una pesadilla macabra se tratará. El país está en bancarota ética. Pero atención... Las personas que han estado en las plazas son sólo un pequeño exponente. En los cafés, las casas, las oficinas, los táxis, los campos... En el resto de la vida el clamor era y es mayoritariamente ese. Aunque muchos de ellos ayer votaran a opciones tradicionales.

Señores políticos, empleados nuestros, la fiesta ha terminado para ustedes también. Bájense del techo del templo porque las columnas han empezado a temblar. Ya todos les han visto el plumero. No sé cual es la solución ni los cauces. Pero si sé y me daña desde hace años una cosa, no quiero vivir en una sociedad donde la honradez es una desventaja y el abuso el pan nuestro de cada día.

Llevo más de 20 años en mi particular Puerta Del Sol... esperando sin esperanza

Y también sé que los que les contestan hoy, a los que aplaudo mientras sean pacificos y no instrumentalizados, pueden ser mañana como algunos de los que hay ahora en el poder. Pero de momento son lo contrario. Lo contrario al hedor. ¿Cómo asombrarse de ésto? Lo inexplicable era el silencio.

Si no se atiende a este clamor, absolutamente justificado, la indignación tomará otros caminos. Y algunos de ellos que me bailan en la cabeza y que no tienen nada que ver con la violencia, pueden poner al llamado sistema en un auténtico brete. Así es que, al margen de los resultados de ayer, que harían mal en interpretar como una cataplasma o una cortina de olvido toménselo en serio onmisapientes políticos.

Porque cuando el miedo se pierde una vez, y los motivos son tan aplastantes, ya no hay marcha atrás. Ser demócrata es importante. Pero ser libre mucho más y la libertad es del individuo y no de los decretos. Escríbanselo en la frente.

Pedro Ruiz.

Lo inexplicable era el silencio (resultados electorales al margen)

Por Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
lunes, 23 de mayo de 2011, 09:19 h (CET)
Los poderosos suelen serlo más que por su talla... porque los demás se agachan. Claro que erguirse sólo ante uno de ellos es un riesgo personal que se paga carísimo. Pero ahí está la dignidad. Dignidad que no todos pueden permitirse por no poner en peligro la familia, el pan, la vida...



Contraste en PP y PSOE.

Sin embargo hay situaciones como la vivida aquí en los que el coro de los bisbiseos y las 'sotto voces' es tan clamoroso que ya se no se entendería el silencio colectivo. El uso de esta democracia, y la propia palabra, hace ya demasiados años que es bastardo, mercantil, mentiroso, esclerotizado, maniqueo, insensible y finalmente dictatorial con un cínico maquillaje.

Renuncio a trasladar mi peripecia personal, que es extensa y puede que muy reveladora, porque no es el caso. Este momento escapa de los protagonismos. Es como una depuración del vapor de una olla a presión que al final aparece en forma de nube que ya veremos donde descargará y cómo. No quiero divagar ni definir, ni ser más o menos listo que nadie. Me pongo a yuxtaponer argumentos que a mi modo de ser son el condimento de esta ebullición.

En los últimos 20 años que ya son años, muchos políticos han mentido sobre todos los asuntos a conveniencia. Han incumplido promesas. Han chalaneado pactos en público y en privado a espaldas de lo dicho. Han solidificado su posición de elegidos para ser inderrocables. Han utilizado los medios que pertenecen a la sociedad y a cada uno de sus miembros en beneficio de sus personas y formaciones. Demasiados de ellos, elegidos por sufragio popular han devenido en 'franquitos' al servicio de sí mismos, de sus partidos y de las favorecidas empresas conniventes. Y siendo los empleados de los ciudadanos se han convertido en sus secuestradores.

El numero de cargos, asesores, recolocados y amigos de la administración se ha vuelto ofensivo e insorportable. Los dirigentes, la mayoria, han olvidado su condición de servidores para actuar como si fueran 'los reyes del mambo'. No contestan preguntas, cambian las reglas, se han envanecido hasta la nausea. Llenan todos los días los telediarios, las portadas, las radios... Para soltar una y otra vez la misma tediosa y ahogante matraca.

Autoproclamados 'el ombligo del mundo' son el oráculo de la nada con todos los altavoces controlados. La mitad para el equipo A y la mitad para el equipo B. Y los demás a escuchar, a aplaudir o soportar campañas de difamación. Controlan los medios. Los públicos y los privados. Y en ellos sólo trabajan sus amigos, sus complices o sus sinérgicos naturales.

Hay censura. Y mucha. Y manipulación. Constante. No hablo de oidas. Los canales públicos están regidos por los ministros, presidentes o comisarios que telefonean directamente o por persona interpuesta para autorizar o prohibir a conveniencia.

La contratación de productoras se rige mayoritariamente por el amiguismo y el reparto de ganancias. La concesión de canales sigue el mismo criterio. Nada o casi nada, es lo que parece.

Con su forma de expresarse han cristalizado en la mente del pueblo un ejemplo lamentable de gresca permanente. De chulitos jugando al 'y tú más'. Han resucitado el guerracivilismo. Desempolvado odios ya amainados. Permitiendo focos de discordia creyendo que los podrían apagar luego, que ahora son embriones de incendios. Han permitido hasta institucionalizar la corrupción. Tapándola, maquillándola, disculpándola o practicándola. Y no sólo la corrupción descubierta o ilegal si no la que corre cada minuto por los llamados 'cauces legales' en los que se favorece a los dóciles e ignora a los demás con decisiones de forma aparente y de fondo 'conveniente'.

Se han arrodillado o asociado con los banqueros, listos, oligarcas, los falsos profetas económicos y sus empresas derivadas. Han enriquecido a sus servidores en todos los ambitos incluyendo el fútbol y sus transmisiones. Han invadido la justicia, la cultura, el deporte, el comercio, las costumbres, las tradiciones....Se han hecho en suma los amos de sus amos. No se les cae la cara de verguenza de soportar una ley electoral en la que un voto conveniente vale más que mil tan dignos como ese... o más.

La basura en los medios audiviosuales ejerce de circo creciente sin que pestañeen. Los jóvenes nacen condenados a aceptar todo esto como si fuera 'lo natural'. Los mayores en su decepción, lo observan atónitos como si de una pesadilla macabra se tratará. El país está en bancarota ética. Pero atención... Las personas que han estado en las plazas son sólo un pequeño exponente. En los cafés, las casas, las oficinas, los táxis, los campos... En el resto de la vida el clamor era y es mayoritariamente ese. Aunque muchos de ellos ayer votaran a opciones tradicionales.

Señores políticos, empleados nuestros, la fiesta ha terminado para ustedes también. Bájense del techo del templo porque las columnas han empezado a temblar. Ya todos les han visto el plumero. No sé cual es la solución ni los cauces. Pero si sé y me daña desde hace años una cosa, no quiero vivir en una sociedad donde la honradez es una desventaja y el abuso el pan nuestro de cada día.

Llevo más de 20 años en mi particular Puerta Del Sol... esperando sin esperanza

Y también sé que los que les contestan hoy, a los que aplaudo mientras sean pacificos y no instrumentalizados, pueden ser mañana como algunos de los que hay ahora en el poder. Pero de momento son lo contrario. Lo contrario al hedor. ¿Cómo asombrarse de ésto? Lo inexplicable era el silencio.

Si no se atiende a este clamor, absolutamente justificado, la indignación tomará otros caminos. Y algunos de ellos que me bailan en la cabeza y que no tienen nada que ver con la violencia, pueden poner al llamado sistema en un auténtico brete. Así es que, al margen de los resultados de ayer, que harían mal en interpretar como una cataplasma o una cortina de olvido toménselo en serio onmisapientes políticos.

Porque cuando el miedo se pierde una vez, y los motivos son tan aplastantes, ya no hay marcha atrás. Ser demócrata es importante. Pero ser libre mucho más y la libertad es del individuo y no de los decretos. Escríbanselo en la frente.

Pedro Ruiz.

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