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El Rayo Vallecano regresa a Primera División

Pesadilla con final feliz

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Doce años. Doce largas y angustiosas temporadas transitando por las categorías inferiores del fútbol español. Largo camino de penurias y de sueños quebrantados que, de vez en cuando, se tornaban en pequeñas alegrías. Han tenido que pasar doce años para volver a ver al Rayo Vallecano, de nuevo, en Primera División.




Sandoval ha capitaneado la nave vallecana hasta Primera (Agencias)


El camino no ha sido fácil. La maratón franjirroja tuvo que sobreponerse a una dura caída, quizás, la peor de toda su historia, de sus 87 años de historia. Un duro golpe que llegó en uno los peores momentos de la competición, cuando las piernas empiezan a flojear y cuando el oxígeno empieza a faltar, llegando incluso por momentos, al punto de hacer peligrar su vida. Desde su propia casa empezaron a caer piedras de tamaños considerables, una detrás de otra; el derrumbe era inevitable, el Rayo necesitaba una solución.

Fue entonces cuando el equipo encontró en su afición el mejor refugio para resguardarse del vendaval que le estaba azotando desde los pisos altos de la casa. Desde ese momento, la unión equipo – afición se consagró, más si cabe, durante toda la temporada, haciendo de esta alianza una llama de esperanza para el devenir del conjunto franjirrojo.

La afición es el motivo
El Rayo cambió de Familia. Se levantó dolorido de la caída para seguir adelante con su particular lucha – tanto dentro como fuera del terreno de juego - para pelear por el sueño de su gente, la que le había fabricado un nuevo techo, una pequeña guarida donde cobijarse, solo con el único objetivo de ver a sus jugadores felices jugando al fútbol y seguir adelante con el sueño de miles de personas. Un compromiso mutuo que se fue haciendo más sólido con el paso de los kilómetros de la eterna maratón, a pesar de los golpes recibidos.

Las magulladuras de la dura caída seguían escociendo, pero si alguna vez decaía, ahí estaba, animando, omnipresente todos los domingos, su nueva familia, pendiente de todo lo que le ocurriese a su escudo, a esa franja roja que le atraviesa el corazón, intentando hacer olvidar, al menos durante noventa minutos, los malos momentos vividos durante la semana, evadiendo la realidad para dejar vía libre a la esperanza y a la ilusión. El Rayo, herido de guerra, decidió entonces embarcarse en el navío propiedad del barrio de Vallecas y conocido popularmente como el ‘Santa Inés’. Desde el barco, la maratón se hizo más amena.

Llegó al navío un nuevo comandante con nuevas ideas que hicieron llenar las arcas de la esperanza en la tripulación vallecana. Y así, jornada tras jornada, izando las banderas franjirrojas tanto fuera como dentro de su territorio, la unión entre equipo y afición fue haciéndose semana tras semana más compacta, más hermosa, más rayista y más pirata que nunca.

Pirateando rumbo a Primera
“La Vida Pirata” resonaba al final de cada partido en cualquier estadio o puerto de la geografía de plata. El rumbo de la nave franjirroja hacia Primera era imparable, nada ni nadie podía detenerlo. De esa forma, zarpando por todo tipo de mares y superando cien mil obstáculos, el ‘Santa Inés’ atracaba por fin en el puerto de Vallecas el 22 de mayo de 2011, doce años después, para hacer entrega a su afición, compañera eterna de fatigas, del mejor de los trofeos cosechados durante todos estos años de carencias y menesteres. El sexto ascenso a Primera en una de las temporadas más complicadas para el rayismo.

Una temporada que ha hecho sacar a la luz el lado oscuro de este deporte, pero que a su vez, ha sido capaz de devolver la ilusión a un barrio que durante mucho tiempo ha reído y llorado junto a él, ha cantado, ha sufrido y ha viajado con él, lo ha visto herido de muerte y ha hecho lo imposible por sacarlo adelante de las peores situaciones. Por ello, Vallecas está hoy de enhorabuena, y es que después de doce años de pesadillas, la barriada del sureste de Madrid vuelve a disfrutar, vuelve a sonreír y vuelve a piratear con orgullo al tener a su Rayo de vuelta entre los grandes. La pesadilla, finalmente, tuvo final feliz.



Pesadilla con final feliz

El Rayo Vallecano regresa a Primera División
Francisco Javier Sánchez
lunes, 23 de mayo de 2011, 08:22 h (CET)
Doce años. Doce largas y angustiosas temporadas transitando por las categorías inferiores del fútbol español. Largo camino de penurias y de sueños quebrantados que, de vez en cuando, se tornaban en pequeñas alegrías. Han tenido que pasar doce años para volver a ver al Rayo Vallecano, de nuevo, en Primera División.




Sandoval ha capitaneado la nave vallecana hasta Primera (Agencias)


El camino no ha sido fácil. La maratón franjirroja tuvo que sobreponerse a una dura caída, quizás, la peor de toda su historia, de sus 87 años de historia. Un duro golpe que llegó en uno los peores momentos de la competición, cuando las piernas empiezan a flojear y cuando el oxígeno empieza a faltar, llegando incluso por momentos, al punto de hacer peligrar su vida. Desde su propia casa empezaron a caer piedras de tamaños considerables, una detrás de otra; el derrumbe era inevitable, el Rayo necesitaba una solución.

Fue entonces cuando el equipo encontró en su afición el mejor refugio para resguardarse del vendaval que le estaba azotando desde los pisos altos de la casa. Desde ese momento, la unión equipo – afición se consagró, más si cabe, durante toda la temporada, haciendo de esta alianza una llama de esperanza para el devenir del conjunto franjirrojo.

La afición es el motivo
El Rayo cambió de Familia. Se levantó dolorido de la caída para seguir adelante con su particular lucha – tanto dentro como fuera del terreno de juego - para pelear por el sueño de su gente, la que le había fabricado un nuevo techo, una pequeña guarida donde cobijarse, solo con el único objetivo de ver a sus jugadores felices jugando al fútbol y seguir adelante con el sueño de miles de personas. Un compromiso mutuo que se fue haciendo más sólido con el paso de los kilómetros de la eterna maratón, a pesar de los golpes recibidos.

Las magulladuras de la dura caída seguían escociendo, pero si alguna vez decaía, ahí estaba, animando, omnipresente todos los domingos, su nueva familia, pendiente de todo lo que le ocurriese a su escudo, a esa franja roja que le atraviesa el corazón, intentando hacer olvidar, al menos durante noventa minutos, los malos momentos vividos durante la semana, evadiendo la realidad para dejar vía libre a la esperanza y a la ilusión. El Rayo, herido de guerra, decidió entonces embarcarse en el navío propiedad del barrio de Vallecas y conocido popularmente como el ‘Santa Inés’. Desde el barco, la maratón se hizo más amena.

Llegó al navío un nuevo comandante con nuevas ideas que hicieron llenar las arcas de la esperanza en la tripulación vallecana. Y así, jornada tras jornada, izando las banderas franjirrojas tanto fuera como dentro de su territorio, la unión entre equipo y afición fue haciéndose semana tras semana más compacta, más hermosa, más rayista y más pirata que nunca.

Pirateando rumbo a Primera
“La Vida Pirata” resonaba al final de cada partido en cualquier estadio o puerto de la geografía de plata. El rumbo de la nave franjirroja hacia Primera era imparable, nada ni nadie podía detenerlo. De esa forma, zarpando por todo tipo de mares y superando cien mil obstáculos, el ‘Santa Inés’ atracaba por fin en el puerto de Vallecas el 22 de mayo de 2011, doce años después, para hacer entrega a su afición, compañera eterna de fatigas, del mejor de los trofeos cosechados durante todos estos años de carencias y menesteres. El sexto ascenso a Primera en una de las temporadas más complicadas para el rayismo.

Una temporada que ha hecho sacar a la luz el lado oscuro de este deporte, pero que a su vez, ha sido capaz de devolver la ilusión a un barrio que durante mucho tiempo ha reído y llorado junto a él, ha cantado, ha sufrido y ha viajado con él, lo ha visto herido de muerte y ha hecho lo imposible por sacarlo adelante de las peores situaciones. Por ello, Vallecas está hoy de enhorabuena, y es que después de doce años de pesadillas, la barriada del sureste de Madrid vuelve a disfrutar, vuelve a sonreír y vuelve a piratear con orgullo al tener a su Rayo de vuelta entre los grandes. La pesadilla, finalmente, tuvo final feliz.



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