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Tras dos años en la Segunda División, los béticos vuelven a su sitio con una piel nueva

Catarsis verdiblanca por la ascensión del nuevo Betis

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Revive una temporada histórica para el beticismo en este reportaje especial con motivo del regreso del Real Betis a la categoría reina. Mario Pérez, nuestro corresponsal verdiblanco, relata con pasión y precisión una temporada para el recuerdo.




Afición y jugadores celebraron a lo grande el retorno a Primera (Agencias)


Por fin son las dos palabras más repetidas por los “béticos del universo” durante estos días con permiso del archiconocido “musho betis”. Después de dos años en la Segunda División, los verdiblancos convierten las lágrimas de aquél descenso ante el Valladolid en gotas de alegría e ilusión por un Betis que se sabe, se comporta, y se hace sentir entre todos los aficionados no solo como un equipo distinto, sino también como una entidad decidida a resurgir con una gestión humilde y eficaz adecuada a los nuevos tiempos del fútbol.

La caída libre tras tocar el cielo con la Champions y saborear la gloria con el Chelsea muestran cual no es el camino a seguir para esta nueva andadura que comenzó con una limpia de beticismo y sigue con un viaje en AVE inolvidable. Cómo no, en el club donde casi todo es emoción el ansiado ascenso no llegó en casa, ni siquiera con una victoria fuera. El Betis perdió con el Nástic en Tarragona, pero ascendió en su vuelta en tren al consumarse la derrota del Granada que hacía el sueño realidad.

Fue extraño, es cierto; pero otra vez la gloria supo de forma especial. Otra vez un viaje se convirtió en mágico, como la tarde en la que el beticismo invadía Madrid hacia la conquista de la segunda Copa del Rey de la historia. Al llegar a Sevilla la Palmera hizo de Olimpo bético, y se llenó de todos los dioses que hicieron posible el milagro del ascenso.

Estaban todas las almas béticas, cuarto anillo incluido, uniéndose los protagonistas de la grada con los defensores de las trece barras sobre el césped. Estuvo también el estratega, Pepe Mel, el artífice de un Betis que cree en sí mismo y que lleva a gala todos los viejos valores del club. También estuvo allí Rafael Gordilllo, el mito del beticismo convertido en presidente para hacer Betis pese a que el despacho es la banda más compleja por la que corrió con los colores verdiblancos.

Desfilaron por la pasarela de la Palmera todos los futbolistas de la plantilla del ascenso, haciendo gala del sentimiento de unión con el que el Betis comenzó a sembrar para hacer realidad el sueño. Pese a ser superior a todos desde el inicio, el Betis saborea el triunfo con una sonrisa porque como todos los equipos tuvo que atravesar un desierto llamado Liga Adelante.

Un ascenso nada fácil con muchos recuerdos
Comenzó con goleadas en casa, desplegando un juego en el que Salva Sevilla ha sido director de orquesta. El almeriense ha sido el delineante perfecto para trazar las líneas que llevan a la gloria. También estuvo Jorge Molina, desde el principio fundamental, aunque sufriese una lesión inoportuna que no llegó a notarse por la resurrección de Rubén Castro que supero incluso la marca anotadora que le valió la fama en el mundo del fútbol. La defensa dio seguridad con Belenguer, Dorado y Roversio, cuyos intercambios apenas afectaron al equipo.

Uno de los valores que ha recuperado este nuevo Betis es la cantera. Beñat, Isidoro, Casto, Israel, Manu Palancar, Razak, Cañas, Alex Martínez… El primero de ellos destacó y conquistó la elástica verdiblanca con el 10 bordado junto al respeto y la admiración de unos béticos que alucinaron con las maneras de un joven con pies de veterano. Ezequiel fue la electricidad junto a Israel, y todos en general cumplieron con la dura exigencia de vestir la camiseta del Betis.

Emaná fue otro año más la estrella. Junto a Iriney quizá formó la pareja de extranjeros más decisivos de la categoría. El camerunés fue “el hijo” de Pepe Mel, que siempre le exigió el máximo. El internacional estuvo disconforme ante la imposibilidad de marcharse, pero pronto fue sinónimo de profesionalidad, actitud, y compromiso con el objetivo. Eso le hizo ser determinante para el triunfo final, al igual que lo fue Iriney; que en su segunda temporada fue un verdadero “Kaiser” en la medular del Betis.

Mención aparte merecen dos situaciones claves en el Betis de esta temporada, que provocaron alegría y tristeza a partes iguales: el orgullo copero anter el Barça y la enfermedad de Miki Roqué. En copa el Betis desafió al todopoderoso Barça cuando menos se esperaba los béticos, y pese a la eliminación; el Currobetis sorprendió a todo el fútbol español y llenó de orgullo al beticismo.

El peor momento de todo el año no llegó ni tan siquiera con la pájara de resultados que sufrieron los verdiblancos en febrero. El corazón de todos se encogió con el anuncio del tumor en la pelvis de Miki Roqué. El canterano se hizo un hueco en el once de Pepe Mel y cuando más asombrosa era su proyección llegó la triste noticia. Todavía está pendiente de operación y es claro que el ascenso está dedicado al dorsal 26 del Betis; al que todos esperan para la nueva etapa en Primera.

Pese a que todos tienen en la mente a Miki Roqué, un porcentaje del triunfo de ese Betis que ahora quiere hacer las cosas desde el beticismo con la razón, la humildad, y la ambición como banderas; pertenece a todos los que llegaron hasta aquí. Los Capi, Caffa, Sergio García, Pavone, …todos ellos hicieron lo posible por un ascenso que se truncó en Salamanca.

Afortunadamente, el Stereo Love fue banda sonora de la catarsis verdiblanca y volvió a sonar con final feliz.Un pedacito de la ascensión del nuevo Betis y de los próximos logros; también les pertenece. A ellos, a todas las partes de este nuevo Betis, y a los béticos del universo, ENHORABUENA.

Catarsis verdiblanca por la ascensión del nuevo Betis

Tras dos años en la Segunda División, los béticos vuelven a su sitio con una piel nueva
Mario Pérez
lunes, 16 de mayo de 2011, 21:37 h (CET)
Revive una temporada histórica para el beticismo en este reportaje especial con motivo del regreso del Real Betis a la categoría reina. Mario Pérez, nuestro corresponsal verdiblanco, relata con pasión y precisión una temporada para el recuerdo.




Afición y jugadores celebraron a lo grande el retorno a Primera (Agencias)


Por fin son las dos palabras más repetidas por los “béticos del universo” durante estos días con permiso del archiconocido “musho betis”. Después de dos años en la Segunda División, los verdiblancos convierten las lágrimas de aquél descenso ante el Valladolid en gotas de alegría e ilusión por un Betis que se sabe, se comporta, y se hace sentir entre todos los aficionados no solo como un equipo distinto, sino también como una entidad decidida a resurgir con una gestión humilde y eficaz adecuada a los nuevos tiempos del fútbol.

La caída libre tras tocar el cielo con la Champions y saborear la gloria con el Chelsea muestran cual no es el camino a seguir para esta nueva andadura que comenzó con una limpia de beticismo y sigue con un viaje en AVE inolvidable. Cómo no, en el club donde casi todo es emoción el ansiado ascenso no llegó en casa, ni siquiera con una victoria fuera. El Betis perdió con el Nástic en Tarragona, pero ascendió en su vuelta en tren al consumarse la derrota del Granada que hacía el sueño realidad.

Fue extraño, es cierto; pero otra vez la gloria supo de forma especial. Otra vez un viaje se convirtió en mágico, como la tarde en la que el beticismo invadía Madrid hacia la conquista de la segunda Copa del Rey de la historia. Al llegar a Sevilla la Palmera hizo de Olimpo bético, y se llenó de todos los dioses que hicieron posible el milagro del ascenso.

Estaban todas las almas béticas, cuarto anillo incluido, uniéndose los protagonistas de la grada con los defensores de las trece barras sobre el césped. Estuvo también el estratega, Pepe Mel, el artífice de un Betis que cree en sí mismo y que lleva a gala todos los viejos valores del club. También estuvo allí Rafael Gordilllo, el mito del beticismo convertido en presidente para hacer Betis pese a que el despacho es la banda más compleja por la que corrió con los colores verdiblancos.

Desfilaron por la pasarela de la Palmera todos los futbolistas de la plantilla del ascenso, haciendo gala del sentimiento de unión con el que el Betis comenzó a sembrar para hacer realidad el sueño. Pese a ser superior a todos desde el inicio, el Betis saborea el triunfo con una sonrisa porque como todos los equipos tuvo que atravesar un desierto llamado Liga Adelante.

Un ascenso nada fácil con muchos recuerdos
Comenzó con goleadas en casa, desplegando un juego en el que Salva Sevilla ha sido director de orquesta. El almeriense ha sido el delineante perfecto para trazar las líneas que llevan a la gloria. También estuvo Jorge Molina, desde el principio fundamental, aunque sufriese una lesión inoportuna que no llegó a notarse por la resurrección de Rubén Castro que supero incluso la marca anotadora que le valió la fama en el mundo del fútbol. La defensa dio seguridad con Belenguer, Dorado y Roversio, cuyos intercambios apenas afectaron al equipo.

Uno de los valores que ha recuperado este nuevo Betis es la cantera. Beñat, Isidoro, Casto, Israel, Manu Palancar, Razak, Cañas, Alex Martínez… El primero de ellos destacó y conquistó la elástica verdiblanca con el 10 bordado junto al respeto y la admiración de unos béticos que alucinaron con las maneras de un joven con pies de veterano. Ezequiel fue la electricidad junto a Israel, y todos en general cumplieron con la dura exigencia de vestir la camiseta del Betis.

Emaná fue otro año más la estrella. Junto a Iriney quizá formó la pareja de extranjeros más decisivos de la categoría. El camerunés fue “el hijo” de Pepe Mel, que siempre le exigió el máximo. El internacional estuvo disconforme ante la imposibilidad de marcharse, pero pronto fue sinónimo de profesionalidad, actitud, y compromiso con el objetivo. Eso le hizo ser determinante para el triunfo final, al igual que lo fue Iriney; que en su segunda temporada fue un verdadero “Kaiser” en la medular del Betis.

Mención aparte merecen dos situaciones claves en el Betis de esta temporada, que provocaron alegría y tristeza a partes iguales: el orgullo copero anter el Barça y la enfermedad de Miki Roqué. En copa el Betis desafió al todopoderoso Barça cuando menos se esperaba los béticos, y pese a la eliminación; el Currobetis sorprendió a todo el fútbol español y llenó de orgullo al beticismo.

El peor momento de todo el año no llegó ni tan siquiera con la pájara de resultados que sufrieron los verdiblancos en febrero. El corazón de todos se encogió con el anuncio del tumor en la pelvis de Miki Roqué. El canterano se hizo un hueco en el once de Pepe Mel y cuando más asombrosa era su proyección llegó la triste noticia. Todavía está pendiente de operación y es claro que el ascenso está dedicado al dorsal 26 del Betis; al que todos esperan para la nueva etapa en Primera.

Pese a que todos tienen en la mente a Miki Roqué, un porcentaje del triunfo de ese Betis que ahora quiere hacer las cosas desde el beticismo con la razón, la humildad, y la ambición como banderas; pertenece a todos los que llegaron hasta aquí. Los Capi, Caffa, Sergio García, Pavone, …todos ellos hicieron lo posible por un ascenso que se truncó en Salamanca.

Afortunadamente, el Stereo Love fue banda sonora de la catarsis verdiblanca y volvió a sonar con final feliz.Un pedacito de la ascensión del nuevo Betis y de los próximos logros; también les pertenece. A ellos, a todas las partes de este nuevo Betis, y a los béticos del universo, ENHORABUENA.

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