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La saturación de rivalidad en los clásicos ha resultado nefasta para el fútbol

Momentos de encrucijadas

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Tras la tempestad, debería haber llegado la calma. No ha sido así después del diluvio de clásicos. De hecho, a estas alturas, Real Madrid y Barcelona siguen achicando agua. Mourinho por aquí, Busquets por allá... Ya dije en plena vorágine de partidos que los dos equipos tenían la misma culpa de la crispación, aunque muchos son incapaces de ver la viga en su propio ojo. Lo peor que puede suceder, por ambos lados, es la falta de autocrítica; y si ésta ha sido escasa entre los blancos, en los azulgranas brilla por su ausencia.

Los madridistas (lo confieso: me encuentro entre ellos; por si alguien no se había dado cuenta) hemos reconocido declaraciones inapropiadas de Mourinho y comportamiento inadecuado de jugadores como Arbeloa o Pepe. En cambio, entre los aficionados culés, Pep Guardiola sigue siendo un santo (pero habla de árbitros cuando le vienen mal dadas) y sus pupilos ni hicieron teatro ni contribuyeron a las broncas. La prepotencia y autocomplacencia se han instalado en el propio equipo barcelonista, otrora humilde, como pudimos comprobar en cada una de las alusiones al eterno rival durante la celebración de la Liga. Está claro que los culés siguen padeciendo un gran complejo porque, incluso en su mejor etapa, ven que el enemigo blanco sigue estando mejor dotado (...me refiero al palmarés). “Que sigan inventando”, espetó Puyol, un ejemplo del cambio de doctor Jekyll a Mister Hyde; el mismo veneno han tomado Pedro, Busquets (dijo “mono”), Villa..., y otros como Piqué y Alves ya son Hyde de nacimiento. El resumen de los números refleja que el Barcelona sólo marcó un gol más que el Real Madrid en cuatro partidos y que jugó contra 10 en dos partidos.

Lo que todos tememos es que las rencillas creadas durante el empacho de clásicos, una saturación de rivalidad que ha resultado nefasta para el fútbol, terminen afectando a la selección. En el fondo, va a ser inevitable. Los propios jugadores están reconociendo que antes tenían ya poca relación, y ahora tienen demasiado que reprocharse. Entre unos y otros, han puesto a la ‘roja’ en una encrucijada. La próxima concentración de la selección demostrará la profesionalidad de cada uno de los internacionales. Vicente del Bosque tendrá también mucho que ver en la forma de superar el problema. Para empezar, haría mal en señalar culpables en su lista de convocados, dejando fuera a alguno que hasta ahora ha sido fijo con él. En cambio, le invito a saldar una deuda pendiente y a dar a un espléndido Raúl la oportunidad de una despedida digna y justa en detrimento de un Fernando Torres apático.

Real Madrid y Barcelona tienen también sus propias encrucijadas en días de transición entre esta temporada aún no terminada y la siguiente. En el caso de los blancos, el dilema está en los fichajes. Los que lleguen deben contribuir a culminar el proyecto de Mourinho y nunca suponer un cambio o una nueva revolución. Sahin va en la correcta dirección. Sin embargo, ¿esta política supone la renuncia implícita a la llegada de nuevos galácticos? Sí, aunque no de forma rotunda. Teniendo en cuenta que muchos ya visten de blanco y que otros suponen traspasos inviables (los azulgranas), el mercado ofrece pocas opciones. Las “bombas” del verano podrían ser Fernando Llorente y Cesc Fábregas. Sus culebrones están a punto de intensificarse.

La encrucijada del barcelonismo es distinta: ¿conseguirá el “Pep Team” superar al “Dream Team”? Pendientes aún de la próxima final de la Champions, Messi, Iniesta y compañía rozan el mito pero el tiempo corre en su contra. Con un Real Madrid en ascenso, es una incógnita si el equipo culé mantendrá su inercia ganadora durante la última temporada de Guardiola en su banquillo. El tiempo dará las respuestas...

Momentos de encrucijadas

La saturación de rivalidad en los clásicos ha resultado nefasta para el fútbol
Alberto Mendo
lunes, 16 de mayo de 2011, 08:48 h (CET)
Tras la tempestad, debería haber llegado la calma. No ha sido así después del diluvio de clásicos. De hecho, a estas alturas, Real Madrid y Barcelona siguen achicando agua. Mourinho por aquí, Busquets por allá... Ya dije en plena vorágine de partidos que los dos equipos tenían la misma culpa de la crispación, aunque muchos son incapaces de ver la viga en su propio ojo. Lo peor que puede suceder, por ambos lados, es la falta de autocrítica; y si ésta ha sido escasa entre los blancos, en los azulgranas brilla por su ausencia.

Los madridistas (lo confieso: me encuentro entre ellos; por si alguien no se había dado cuenta) hemos reconocido declaraciones inapropiadas de Mourinho y comportamiento inadecuado de jugadores como Arbeloa o Pepe. En cambio, entre los aficionados culés, Pep Guardiola sigue siendo un santo (pero habla de árbitros cuando le vienen mal dadas) y sus pupilos ni hicieron teatro ni contribuyeron a las broncas. La prepotencia y autocomplacencia se han instalado en el propio equipo barcelonista, otrora humilde, como pudimos comprobar en cada una de las alusiones al eterno rival durante la celebración de la Liga. Está claro que los culés siguen padeciendo un gran complejo porque, incluso en su mejor etapa, ven que el enemigo blanco sigue estando mejor dotado (...me refiero al palmarés). “Que sigan inventando”, espetó Puyol, un ejemplo del cambio de doctor Jekyll a Mister Hyde; el mismo veneno han tomado Pedro, Busquets (dijo “mono”), Villa..., y otros como Piqué y Alves ya son Hyde de nacimiento. El resumen de los números refleja que el Barcelona sólo marcó un gol más que el Real Madrid en cuatro partidos y que jugó contra 10 en dos partidos.

Lo que todos tememos es que las rencillas creadas durante el empacho de clásicos, una saturación de rivalidad que ha resultado nefasta para el fútbol, terminen afectando a la selección. En el fondo, va a ser inevitable. Los propios jugadores están reconociendo que antes tenían ya poca relación, y ahora tienen demasiado que reprocharse. Entre unos y otros, han puesto a la ‘roja’ en una encrucijada. La próxima concentración de la selección demostrará la profesionalidad de cada uno de los internacionales. Vicente del Bosque tendrá también mucho que ver en la forma de superar el problema. Para empezar, haría mal en señalar culpables en su lista de convocados, dejando fuera a alguno que hasta ahora ha sido fijo con él. En cambio, le invito a saldar una deuda pendiente y a dar a un espléndido Raúl la oportunidad de una despedida digna y justa en detrimento de un Fernando Torres apático.

Real Madrid y Barcelona tienen también sus propias encrucijadas en días de transición entre esta temporada aún no terminada y la siguiente. En el caso de los blancos, el dilema está en los fichajes. Los que lleguen deben contribuir a culminar el proyecto de Mourinho y nunca suponer un cambio o una nueva revolución. Sahin va en la correcta dirección. Sin embargo, ¿esta política supone la renuncia implícita a la llegada de nuevos galácticos? Sí, aunque no de forma rotunda. Teniendo en cuenta que muchos ya visten de blanco y que otros suponen traspasos inviables (los azulgranas), el mercado ofrece pocas opciones. Las “bombas” del verano podrían ser Fernando Llorente y Cesc Fábregas. Sus culebrones están a punto de intensificarse.

La encrucijada del barcelonismo es distinta: ¿conseguirá el “Pep Team” superar al “Dream Team”? Pendientes aún de la próxima final de la Champions, Messi, Iniesta y compañía rozan el mito pero el tiempo corre en su contra. Con un Real Madrid en ascenso, es una incógnita si el equipo culé mantendrá su inercia ganadora durante la última temporada de Guardiola en su banquillo. El tiempo dará las respuestas...

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