Los hechos acontecieron el pasado 5 de mayo cuando, según testigos presenciales, Soto estaba sentado en el parque de Santa Clara. Llegó entonces un dispositivo policial exigiendo que se retirase del lugar y, ante la negativa del conocido disidente, fue reducido por la fuerza, esposado y golpeado brutalmente a la vista de todo el mundo.
Fue la misma policía quien trasladó a Soto al Hospital Arnaldo Milián Castro de Santa Clara, donde fue examinado y recibió el alta. Algunas horas más tarde, comenzó a sentirse mal y un amigo lo llevó de nuevo al hospital, donde pasó dos días en estado crítico hasta que murió en la madrugada del domingo.
El equipo medico informó el mismo día que la causa de la muerte fue una pancreatitis, aunque no se espera un certificado médico oficial hasta dentro de 10 días. Por su parte, las autoridades se escudan en este diagnóstico provisional y aseguran que murió “de enfermedad”.
Juan Wilfredo Soto García, de 46 años de edad, tenía una salud delicada: sufría insuficiencia cardiaca y renal e hipertensión, además de diabetes y gota.
El periodista Guillermo Fariñas, compañero de oposición, ha calificado su muerte como un “asesinato” y señala como principal responsable a Raúl Castro, por su reciente discurso en el Congreso del Partido Comunista: “Se trata de un crimen” – señala Fariñas – “es un asesinato y el responsable es el Gobierno por alentar la violencia policial. Él estaba esposado cuando recibió los golpes, y en el parque vigilaban la operación conocidos responsables de la policía política de Santa Clara”.
En cambio, la madre del fallecido declaraba que su hijo “no fue asesinado”, sino que “estaba muy enfermo”, palabras que Fariñas achaca al miedo de la familia a hablar públicamente. “Por algo me pidieron que despidiera el duelo, porque sabían que Juan Wilfredo era un reconocido opositor”.
Soto García era conocido como “El estudiante”. Fue condenado por primera vez a los 17 años, cuando aún era alumno preuniversitario, por “sabotaje a la propiedad social”. De ahí el mote con el que se le conoció posteriormente.
Fue enviado dos veces más a prisión por el delito de “propaganda enemiga”, y durante los últimos años se había dedicado a trabajar junto a la Coalición Central Opositora.
La respuesta de la disidencia
Según informa el Diario de Cuba, más de 80 opositores iniciarán una huelga de hambre si el régimen no condena el “asesinato” de Soto García.
Fariñas, quien ya ha protagonizado 23 ayunos, aseguraba al diario que “si antes del 26 de julio no han condenado al policía que mató a nuestro hermano y si Raúl Castro no desautoriza la violencia contra la oposición pacífica, más de 80 personas en toda Cuba nos vamos a plantar”.
No es éste un caso aislado de violencia policial en Cuba, pues hace sólo unos días Ángel Moya, miembro del conocido “grupo de los 75”, recibió también una brutal paliza. La oposición culpa directamente a Raúl Castro de estos episodios, por alentar a la policía a este tipo de actuaciones. “Lo que nunca haremos es negarle al pueblo a defender su Revolución” – había dicho el presidente – “puesto que la defensa de la independencia, de la conquista del socialismo y de nuestras plazas y calles seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos”
Curiosa forma de defender ideas socialistas es, en todo caso, impedir la libertad de elección mediante la coacción y el abuso de autoridad. La palabra santa “Revolución” sigue omnipresente en el discurso del régimen cubano, y Castro llama al pueblo a defenderla por todos los medios pero, a día de hoy, ¿es ésta la Revolución del pueblo cubano o la Revolución personal de Castro y sus allegados?
Un pueblo que tiene miedo a hablar no es un pueblo libre y, si la libertad fue el principal objetivo de la Revolución, Castro debería analizar qué queda de aquel espíritu.