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Etiquetas | Literatura
El lenguaje del cómic puesto al servicio de una biografía impecable

‘Dublinés’ de Alfonso Zapico

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Portada del cómic

¡Qué lejos quedan! Sí, qué lejos quedan las biografías, edulcoradas y amaneradas, que durante los años sesenta leíamos en los tebeos de la mexicana editorial Novaro. ¡Y qué distintas! Recuerdo perfectamente aquellas ‘Vidas ejemplares’ en las que voluntariosos dibujantes y guionistas – no me viene a la memoria sus nombres y no quiero investigarlos tampoco – nos hablaban de las gestas heroicas de El Cid Campeador o de los esfuerzos evangelizadores de Fray Junípero Serra o de la vileza de todos los nobles – innobles, más bien– que rodeaban la figura, cristiana figura por cierto, de Wenceslao, rey de Bohemia, que cayó asesinado a manos de su hermano Boleslao.

Cito todos estos retazos de cabeza, tras la lectura de la magnífica biografía del escritor irlandés, James Joyce, que, bajo el título de ‘Dublinés’ (Ed. Astiberri), acaba de publicar Alfonso Zapico (Blimea, 1981), después de pasar un tiempo recluido en la Maison des Auteurs de Angoulème, donde ha continuado puliéndose como dibujante de tebeos, de cómics o de novelas gráficas. O de todo a la vez.

Zapico ha construido una biografía que se lee como si fuera un tebeo, ¿qué otra cosa es sino? Ha conseguido perfilar un Joyce coherente, verdadero y verosímil, sin duda real pero también legendario. Las 229 páginas del volumen se devoran en un rato, un rato largo, claro, y a través de ellas podemos construir una imagen, bastante poliédrica, de James Joyce que debe aproximarse muy mucho a la realidad. Para ello, el autor asturiano ha utilizado un dibujo que, sin dejar de ser caricaturesco, infunde la suficiente credibilidad como para inspirar confianza en el lector. ‘Dublinés’ es un magnífico ejemplo de la validez del lenguaje del cómic para crear biografías sólidas e impecables. La vida del irlandés discurre linealmente a lo largo de la historia, salpicada en algunos tramos por las minibiografías de aquellos personajes - amigos, políticos o escritores -, que rodearon al autor del ‘Ulyses’ durante su existencia. La presencia de estas minibiografías, lejos de romper el ritmo narrativo, lo refuerzan y garantizan al lector la fácil comprensión de las siguientes viñetas, al tiempo que dan vida y relieve a las extravagancias y peculiaridades del biografiado. Vendría a ser algo parecido a un ‘Dramatis personae’ intercalado a mitad del relato. Sin estos personajes secundarios, ‘Dublinés’ sería otra cosa o, tal vez, no sería.

Mediante la utilización de todos estos recursos, Zapico consigue mostrarnos a las claras la compleja personalidad de Joyce que, en algunos momentos, recuerda al comportamiento de uno de los genios de la historieta hispana, el gran Vázquez por sus prontos irreductibles. El irlandés aúna en su persona las ansias por triunfar, la posesión de un acerado espíritu crítico hacia los escritores irlandeses de su época, su calidad como autor y su innegable tendencia a las francachelas, salpicadas de alcohol y mujeres. Y todo esto lo ha podido narrar el joven dibujante asturiano, haciendo gala de la suficiente habilidad para adentrarse en su psicología y mostrarnos, por momentos, las distintas “virtudes” de este poliédrico personaje de la literatura universal: obstinación, desprecio, alcoholismo, inconformismo, amor-desamor, egocentrismo, amor filial, lealtad con sus amigos, profundas rencillas con sus enemigos, disputas con sus editores...

El lenguaje gráfico utilizado por Alfonso Zapico alterna las viñetas minuciosamente detallistas, sin perder nunca su sello, con otras más simples, sin fondo, igualmente efectivas. Estas últimas traen a la memoria de quien esto escribe algunos dibujos del argentino Quino. También resulta de gran interés la reproducción, hecha con su puño y pluma, de algunos retratos célebres del escritor irlandés que Zapico incorpora a la narración. Sin olvidar tampoco, el derroche de imágenes contenidas en el cómic, lo que invita a pensar en un intenso trabajo documentalista para localizar auténticos escenarios de época.

Desde sus dos primeros álbumes editados en España, ‘Café Budapest’ y ‘La guerra del profesor Bertenev’, la evolución de Alfonso Zapico es obvia, inminente e innegable. Cada libro suyo incrementa la complejidad del anterior. Y, en este sentido, ‘Dublinés, como ya he dicho, ha requerido, sin duda, un enorme trabajo de documentación sobre James Joyce, que se plasma en la calidad de los textos y en la ambientación que envuelve a los personajes una viñeta tras otra. No cabe duda tampoco de que afirmar que el género histórico parece hecho a la medida de este narrador gráfico asturiano es una gran verdad. Si en sus obras anteriores, Zapico se había planteado conflictos como las relaciones entre judíos y palestinos o la Guerra de Crimea mezcladas con historias de amor, en este ‘Dublinés’ ha entrado de lleno en el terreno puro y duro de la historia sin fabulación, en la realidad documentada, en la biografía que aludía al principio. No hay personajes de ficción en esta novela gráfica – ¿se le puede llamar así después de todo lo escrito hasta aquí? – todos son auténticos. Y despertar de su tumba mucho tiempo después a tantos tipos ilustres, conocidos y sobre todo reales, para ingresarlos en el papel a golpe de tinta y lápiz no es tarea baladí, sino laboriosa. Mucho esfuerzo, muchas horas de lectura hay debajo – detrás, más bien – de todas las imágenes contenidas en las 245 páginas de este ‘Dublinés’. El fruto, desde luego, ha merecido la pena. Que lo disfruten, mis improbables.

‘Dublinés’ de Alfonso Zapico

Ed. Astiberri, abril 2011

229 páginas, tapa dura, bitono, 18 euros.

‘Dublinés’ de Alfonso Zapico

El lenguaje del cómic puesto al servicio de una biografía impecable
Herme Cerezo
martes, 10 de mayo de 2011, 07:51 h (CET)


Portada del cómic

¡Qué lejos quedan! Sí, qué lejos quedan las biografías, edulcoradas y amaneradas, que durante los años sesenta leíamos en los tebeos de la mexicana editorial Novaro. ¡Y qué distintas! Recuerdo perfectamente aquellas ‘Vidas ejemplares’ en las que voluntariosos dibujantes y guionistas – no me viene a la memoria sus nombres y no quiero investigarlos tampoco – nos hablaban de las gestas heroicas de El Cid Campeador o de los esfuerzos evangelizadores de Fray Junípero Serra o de la vileza de todos los nobles – innobles, más bien– que rodeaban la figura, cristiana figura por cierto, de Wenceslao, rey de Bohemia, que cayó asesinado a manos de su hermano Boleslao.

Cito todos estos retazos de cabeza, tras la lectura de la magnífica biografía del escritor irlandés, James Joyce, que, bajo el título de ‘Dublinés’ (Ed. Astiberri), acaba de publicar Alfonso Zapico (Blimea, 1981), después de pasar un tiempo recluido en la Maison des Auteurs de Angoulème, donde ha continuado puliéndose como dibujante de tebeos, de cómics o de novelas gráficas. O de todo a la vez.

Zapico ha construido una biografía que se lee como si fuera un tebeo, ¿qué otra cosa es sino? Ha conseguido perfilar un Joyce coherente, verdadero y verosímil, sin duda real pero también legendario. Las 229 páginas del volumen se devoran en un rato, un rato largo, claro, y a través de ellas podemos construir una imagen, bastante poliédrica, de James Joyce que debe aproximarse muy mucho a la realidad. Para ello, el autor asturiano ha utilizado un dibujo que, sin dejar de ser caricaturesco, infunde la suficiente credibilidad como para inspirar confianza en el lector. ‘Dublinés’ es un magnífico ejemplo de la validez del lenguaje del cómic para crear biografías sólidas e impecables. La vida del irlandés discurre linealmente a lo largo de la historia, salpicada en algunos tramos por las minibiografías de aquellos personajes - amigos, políticos o escritores -, que rodearon al autor del ‘Ulyses’ durante su existencia. La presencia de estas minibiografías, lejos de romper el ritmo narrativo, lo refuerzan y garantizan al lector la fácil comprensión de las siguientes viñetas, al tiempo que dan vida y relieve a las extravagancias y peculiaridades del biografiado. Vendría a ser algo parecido a un ‘Dramatis personae’ intercalado a mitad del relato. Sin estos personajes secundarios, ‘Dublinés’ sería otra cosa o, tal vez, no sería.

Mediante la utilización de todos estos recursos, Zapico consigue mostrarnos a las claras la compleja personalidad de Joyce que, en algunos momentos, recuerda al comportamiento de uno de los genios de la historieta hispana, el gran Vázquez por sus prontos irreductibles. El irlandés aúna en su persona las ansias por triunfar, la posesión de un acerado espíritu crítico hacia los escritores irlandeses de su época, su calidad como autor y su innegable tendencia a las francachelas, salpicadas de alcohol y mujeres. Y todo esto lo ha podido narrar el joven dibujante asturiano, haciendo gala de la suficiente habilidad para adentrarse en su psicología y mostrarnos, por momentos, las distintas “virtudes” de este poliédrico personaje de la literatura universal: obstinación, desprecio, alcoholismo, inconformismo, amor-desamor, egocentrismo, amor filial, lealtad con sus amigos, profundas rencillas con sus enemigos, disputas con sus editores...

El lenguaje gráfico utilizado por Alfonso Zapico alterna las viñetas minuciosamente detallistas, sin perder nunca su sello, con otras más simples, sin fondo, igualmente efectivas. Estas últimas traen a la memoria de quien esto escribe algunos dibujos del argentino Quino. También resulta de gran interés la reproducción, hecha con su puño y pluma, de algunos retratos célebres del escritor irlandés que Zapico incorpora a la narración. Sin olvidar tampoco, el derroche de imágenes contenidas en el cómic, lo que invita a pensar en un intenso trabajo documentalista para localizar auténticos escenarios de época.

Desde sus dos primeros álbumes editados en España, ‘Café Budapest’ y ‘La guerra del profesor Bertenev’, la evolución de Alfonso Zapico es obvia, inminente e innegable. Cada libro suyo incrementa la complejidad del anterior. Y, en este sentido, ‘Dublinés, como ya he dicho, ha requerido, sin duda, un enorme trabajo de documentación sobre James Joyce, que se plasma en la calidad de los textos y en la ambientación que envuelve a los personajes una viñeta tras otra. No cabe duda tampoco de que afirmar que el género histórico parece hecho a la medida de este narrador gráfico asturiano es una gran verdad. Si en sus obras anteriores, Zapico se había planteado conflictos como las relaciones entre judíos y palestinos o la Guerra de Crimea mezcladas con historias de amor, en este ‘Dublinés’ ha entrado de lleno en el terreno puro y duro de la historia sin fabulación, en la realidad documentada, en la biografía que aludía al principio. No hay personajes de ficción en esta novela gráfica – ¿se le puede llamar así después de todo lo escrito hasta aquí? – todos son auténticos. Y despertar de su tumba mucho tiempo después a tantos tipos ilustres, conocidos y sobre todo reales, para ingresarlos en el papel a golpe de tinta y lápiz no es tarea baladí, sino laboriosa. Mucho esfuerzo, muchas horas de lectura hay debajo – detrás, más bien – de todas las imágenes contenidas en las 245 páginas de este ‘Dublinés’. El fruto, desde luego, ha merecido la pena. Que lo disfruten, mis improbables.

‘Dublinés’ de Alfonso Zapico

Ed. Astiberri, abril 2011

229 páginas, tapa dura, bitono, 18 euros.

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