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Carmen Chacón y Dolores de Cospedal celebran un mitin en Tomelloso

Tomelloso o dónde pisan los políticos

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El insigne jurista argentino Juan Bautista Alberdi, considerado como el padre intelectual de la Constitución argentina de 1853, escribió en una ocasión: “Cuando un pueblo de las sociedades anglosajonas necesita alguna obra o mejoramiento de público interés, sus hombres se miran unos a otros, se buscan, se reúnen, discuten, ponen de acuerdo sus voluntades y obran por sí mismos en la ejecución del trabajo que sus comunes preferencias necesitan ver satisfecho” .

En cambio, afirma Alberdi, “en los pueblos de origen latino, los individuos que necesitan un trabajo de mejoramiento general, elevan sus ojos al gobierno, lo esperan todo de su intervención y se quedan sin luz, sin comercio, sin puentes y sin muelles” .

Nacimiento de Tomelloso

Tomelloso, el lugar donde nací, es una ciudad de algo más de treinta y ocho mil habitantes, situada al noreste de la provincia de Ciudad Real. Se sabe, hoy, que comenzó a poblarse en 1530, alrededor de un pozo llamado “Tomilloso”, aprovechando que dicho pozo se situaba en el cruce de una cañada, una vereda y el Real Camino de Carreteros. Mi ciudad nace, pues, en tierras de la Orden de Santiago, a la que estará adscrita hasta la desaparición de esta en el siglo XIX.

En 1589, mi localidad de origen, que aun gusta de llamarse “pueblo” a sí misma, alcanzó su independencia, a base de trabajo y tesón, previo pago de los derechos correspondientes a la Corona de Felipe II. Sin embargo, la villa matriz (Socuéllamos), apeló contra esta decisión de la Monarquía Universal y Tomelloso volvió a ser una pedanía.

Lucha por la independencia de un pueblo trabajador

Se inició, de este modo, un conflicto de casi doscientos años, hasta que, debido al esfuerzo y la presión de los vecinos, Tomelloso alcanzó su independencia definitiva como villa en 1758. Aunque el proceso legal no se cerró hasta 1769 e implicó el pago de una indemnización a la villa matriz.

Ya desde su primera independencia, Tomelloso estaba habitado por gente fundamentalmente trabajadora. Tanto es así que, tras grandes desastres naturales en la comarca y la migración de importantes familias, en el siglo XVII, la población vino a concentrarse allí, en busca de trabajo.

La búsqueda del sustento

Este pueblo donde nací, nombrado “ciudad” en 1927, aunque vivía del cultivo del cereal, comenzó, poco a poco, en el siglo XVIII a plantar vid. Se trataba de buscar nuevas fuentes de ingreso, debido a la progresiva decadencia de la ganadería, que restaba importancia a la cañada y, sobre todo, al cereal.

En este sentido, la plaga de filoxera que arrasó los viñedos franceses en el siglo XIX, no pudo con las vides de La Mancha, lo que significó la explosión del cultivo del viñedo, fuente principal de vida para Tomelloso hasta hoy día.

Tomelloso se adapta a las circunstancias

Al perder importancia, por la evolución económica, sus antiguas vías de comunicación (la Cañada de Cuenca, la vereda de la Alhambra y el Real Camino), Tomelloso se encontró con un nuevo y gran problema: apenas le quedaron comunicaciones por tierra y, además, de muy mala calidad. Una vez más, nuestros antepasados lo afrontaron de cara, desarrollando un gran número de alcoholeras para destilar el vino que se producía. Es por ello que, desde mediados del siglo XX, hasta hoy, Tomelloso figura como primer productor mundial del alcohol vínico.

Sin embargo, la mecanización masiva de las tareas agrarias, también durante mediados del siglo pasado, redujo la necesidad de mano de obra, hasta el punto de que la población decreció. Pero los tomelloseros volvieron a reaccionar como sabían, con más trabajo y esfuerzo, introduciendo la variedad en los cultivos, a partir de la inauguración del pantano de Peñarroya en 1959.

Una historia de trabajo, trabajo y trabajo

De este modo, no importa repetirse, con trabajo y esfuerzo, con sacrificio y empeño, nuestros padres mantuvieron la vitalidad de Tomelloso y, en los años ochenta, comenzó la implantación de una importante cantidad de pequeñas y medianas empresas industriales. Llegaba una nueva generación de tomelloseros.

Hoy, Tomelloso cuenta, como se ha dicho, con más de treinta y ocho mil habitantes. Su historia, la historia de nuestros padres, es una historia de trabajo. De trabajo, tenacidad y abnegación. Una historia donde apenas ha aparecido ningún gobierno, sea del color que sea.

Los políticos siempre abandonaron a Tomelloso

Hasta hace bien pocos años, Tomelloso sólo disponía de un Instituto de Enseñanza Media (ahora Secundaria), no contaba con comunicaciones de transporte decentes, ni siquiera por carretera, el tren fue eliminado por falta de rentabilidad. No había, en una ciudad de más de treinta mil habitantes, una delegación de la ITV. Y, al parecer, no tenía el volumen suficiente para asignarle un Hospital Comarcal.

Todos los gobiernos locales, de todos los colores y durante muchos años, se justificaron con excusas de lo más variopintas. Hasta que las gentes de Tomelloso, como si de un pueblo anglosajón se tratase, según Alberdi, se hicieron dignas de sus padres y se unieron en una Plataforma cívica (Plataforma por la Comarca de Tomelloso).

Organizaron actos y manifestaciones, idearon acciones, enviaron cartas y llegaron a hablar con los políticos. Llegó el Conservatorio de Música, la ITV, dos autovías y, por fin, el Hospital Comarcal. También arrancaron la promesa, por parte de políticos de todos los colores, de una parada de tren en una línea del AVE. Por supuesto, la promesa nunca se cumplió.

Tomelloso es un ejemplo para los políticos

Tomelloso continúa siendo un ejemplo de energía y perseverancia, a pesar de nuestra clase política local, autonómica y nacional. Nuestros padres, y los padres de nuestros padres, se enfrentaron a todos los problemas a base de trabajo y constancia. Y tanto los que siguen viviendo allí como los que ya no lo hacemos, tratamos, en todo momento, de hacernos dignos de nuestros antepasados.

Hoy lunes, ayer cuando lean esto, Dolores de Cospedal y Carmen Chacón han elegido Tomelloso para celebrar un mitin de campaña electoral. Aunque mejor harían en ir a escuchar a nuestros mayores, y no a prometerles alguna cosa otra vez, no me cabe la menor duda de que serán bien recibidas: esa es otra de las virtudes de mi pueblo. Bien es verdad que, como he dicho otras veces, España tiene la clase política que se merece. Pero, en esta ocasión, la señora ministra y la señora candidata deberían saber, al menos, que no están a la altura del suelo que pisan.

* * * * * *

Ya dije que a Tomelloso aun le gusta llamarse “pueblo”. Como decía Miguel Delibes “empecé a darme cuenta de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras que las pilas de ladrillo y los bloques de cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí ningún testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso o las perspectivas de futuro”.

Tomelloso o dónde pisan los políticos

Carmen Chacón y Dolores de Cospedal celebran un mitin en Tomelloso
Felipe Muñoz
martes, 10 de mayo de 2011, 07:03 h (CET)
El insigne jurista argentino Juan Bautista Alberdi, considerado como el padre intelectual de la Constitución argentina de 1853, escribió en una ocasión: “Cuando un pueblo de las sociedades anglosajonas necesita alguna obra o mejoramiento de público interés, sus hombres se miran unos a otros, se buscan, se reúnen, discuten, ponen de acuerdo sus voluntades y obran por sí mismos en la ejecución del trabajo que sus comunes preferencias necesitan ver satisfecho” .

En cambio, afirma Alberdi, “en los pueblos de origen latino, los individuos que necesitan un trabajo de mejoramiento general, elevan sus ojos al gobierno, lo esperan todo de su intervención y se quedan sin luz, sin comercio, sin puentes y sin muelles” .

Nacimiento de Tomelloso

Tomelloso, el lugar donde nací, es una ciudad de algo más de treinta y ocho mil habitantes, situada al noreste de la provincia de Ciudad Real. Se sabe, hoy, que comenzó a poblarse en 1530, alrededor de un pozo llamado “Tomilloso”, aprovechando que dicho pozo se situaba en el cruce de una cañada, una vereda y el Real Camino de Carreteros. Mi ciudad nace, pues, en tierras de la Orden de Santiago, a la que estará adscrita hasta la desaparición de esta en el siglo XIX.

En 1589, mi localidad de origen, que aun gusta de llamarse “pueblo” a sí misma, alcanzó su independencia, a base de trabajo y tesón, previo pago de los derechos correspondientes a la Corona de Felipe II. Sin embargo, la villa matriz (Socuéllamos), apeló contra esta decisión de la Monarquía Universal y Tomelloso volvió a ser una pedanía.

Lucha por la independencia de un pueblo trabajador

Se inició, de este modo, un conflicto de casi doscientos años, hasta que, debido al esfuerzo y la presión de los vecinos, Tomelloso alcanzó su independencia definitiva como villa en 1758. Aunque el proceso legal no se cerró hasta 1769 e implicó el pago de una indemnización a la villa matriz.

Ya desde su primera independencia, Tomelloso estaba habitado por gente fundamentalmente trabajadora. Tanto es así que, tras grandes desastres naturales en la comarca y la migración de importantes familias, en el siglo XVII, la población vino a concentrarse allí, en busca de trabajo.

La búsqueda del sustento

Este pueblo donde nací, nombrado “ciudad” en 1927, aunque vivía del cultivo del cereal, comenzó, poco a poco, en el siglo XVIII a plantar vid. Se trataba de buscar nuevas fuentes de ingreso, debido a la progresiva decadencia de la ganadería, que restaba importancia a la cañada y, sobre todo, al cereal.

En este sentido, la plaga de filoxera que arrasó los viñedos franceses en el siglo XIX, no pudo con las vides de La Mancha, lo que significó la explosión del cultivo del viñedo, fuente principal de vida para Tomelloso hasta hoy día.

Tomelloso se adapta a las circunstancias

Al perder importancia, por la evolución económica, sus antiguas vías de comunicación (la Cañada de Cuenca, la vereda de la Alhambra y el Real Camino), Tomelloso se encontró con un nuevo y gran problema: apenas le quedaron comunicaciones por tierra y, además, de muy mala calidad. Una vez más, nuestros antepasados lo afrontaron de cara, desarrollando un gran número de alcoholeras para destilar el vino que se producía. Es por ello que, desde mediados del siglo XX, hasta hoy, Tomelloso figura como primer productor mundial del alcohol vínico.

Sin embargo, la mecanización masiva de las tareas agrarias, también durante mediados del siglo pasado, redujo la necesidad de mano de obra, hasta el punto de que la población decreció. Pero los tomelloseros volvieron a reaccionar como sabían, con más trabajo y esfuerzo, introduciendo la variedad en los cultivos, a partir de la inauguración del pantano de Peñarroya en 1959.

Una historia de trabajo, trabajo y trabajo

De este modo, no importa repetirse, con trabajo y esfuerzo, con sacrificio y empeño, nuestros padres mantuvieron la vitalidad de Tomelloso y, en los años ochenta, comenzó la implantación de una importante cantidad de pequeñas y medianas empresas industriales. Llegaba una nueva generación de tomelloseros.

Hoy, Tomelloso cuenta, como se ha dicho, con más de treinta y ocho mil habitantes. Su historia, la historia de nuestros padres, es una historia de trabajo. De trabajo, tenacidad y abnegación. Una historia donde apenas ha aparecido ningún gobierno, sea del color que sea.

Los políticos siempre abandonaron a Tomelloso

Hasta hace bien pocos años, Tomelloso sólo disponía de un Instituto de Enseñanza Media (ahora Secundaria), no contaba con comunicaciones de transporte decentes, ni siquiera por carretera, el tren fue eliminado por falta de rentabilidad. No había, en una ciudad de más de treinta mil habitantes, una delegación de la ITV. Y, al parecer, no tenía el volumen suficiente para asignarle un Hospital Comarcal.

Todos los gobiernos locales, de todos los colores y durante muchos años, se justificaron con excusas de lo más variopintas. Hasta que las gentes de Tomelloso, como si de un pueblo anglosajón se tratase, según Alberdi, se hicieron dignas de sus padres y se unieron en una Plataforma cívica (Plataforma por la Comarca de Tomelloso).

Organizaron actos y manifestaciones, idearon acciones, enviaron cartas y llegaron a hablar con los políticos. Llegó el Conservatorio de Música, la ITV, dos autovías y, por fin, el Hospital Comarcal. También arrancaron la promesa, por parte de políticos de todos los colores, de una parada de tren en una línea del AVE. Por supuesto, la promesa nunca se cumplió.

Tomelloso es un ejemplo para los políticos

Tomelloso continúa siendo un ejemplo de energía y perseverancia, a pesar de nuestra clase política local, autonómica y nacional. Nuestros padres, y los padres de nuestros padres, se enfrentaron a todos los problemas a base de trabajo y constancia. Y tanto los que siguen viviendo allí como los que ya no lo hacemos, tratamos, en todo momento, de hacernos dignos de nuestros antepasados.

Hoy lunes, ayer cuando lean esto, Dolores de Cospedal y Carmen Chacón han elegido Tomelloso para celebrar un mitin de campaña electoral. Aunque mejor harían en ir a escuchar a nuestros mayores, y no a prometerles alguna cosa otra vez, no me cabe la menor duda de que serán bien recibidas: esa es otra de las virtudes de mi pueblo. Bien es verdad que, como he dicho otras veces, España tiene la clase política que se merece. Pero, en esta ocasión, la señora ministra y la señora candidata deberían saber, al menos, que no están a la altura del suelo que pisan.

* * * * * *

Ya dije que a Tomelloso aun le gusta llamarse “pueblo”. Como decía Miguel Delibes “empecé a darme cuenta de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras que las pilas de ladrillo y los bloques de cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí ningún testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso o las perspectivas de futuro”.

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