Algunos dirán que semejante fallo es un error sin parangón. Pero, pleonasmo aparte, ¿qué esperábamos? Los ganapanes se han hecho con el poder y no están dispuestos a soltarlo. La dictadura de la mediocridad ha dado su particular golpe de Estado. Paniaguados de todos los pelajes, sexo y condición, han desembarcado en las instituciones para prostituirlas y vivir adheridos al momio público como sanguijuelas. Estos chupópteros hermafroditas se reproducen por esporas y viven de succionar la gran teta de la pacha mama. Son asilvestrados catetos altamente cualificados para chupar de la ganga pública. Dios les cría y ellos se ajuntan en la Junta. Son auténticos artesanos de la bicoca. Lo que importa es chupar y no importa de dónde, ni cómo. Genuflexos, tumbados o de pie… ¡no les moverán!
¡Qué manera de chupar! Conjuguemos el verbo prevaricar, todos al unísono: “Yo prevarico, tú prevaricas, él prevarica… ¡todos prevaricamos y mariquita el último!”
¿¡Qué importa si Bildu también quiere apuntarse a este frenético mamoneo!? Mientras a ellos no les quiten la p… la teta de la boca… ¡adelante como famélicos lechoncillos! Hay tetillas para todos los hocicos. ¡Viva el socialismo de pancarta y pandereta! ¡Viva el conservadurismo de las sardinas en lata!
Llevamos demasiado tiempo asistiendo como convidados de piedra a esta macabra ceremonia del absurdo en la que se ha convertido la política nacional. Empachándonos de zafias naderías: televisión basura, programas de marujeo, deportes a todas horas, tonterías injustas, informativos que más bien parecen publirreportajes.
Eso sí, hay mucha niña mona en los telediarios. Al tiempo que la Inquisición feminista proclama la herejía machista, se llena la televisión de generosos escotes que muestran insinuantes canalillos, morritos hinchados a base de bótox, pantaloncitos ajustados y mucho maquillaje. Mucha niña mona, pero ninguna sola, y poca sustancia en los contenidos. Si antes cantábamos aquello de “prietas las filas”, ahora podemos decir lo de “prietas las tetas”. Antes cantábamos y no catábamos. Ahora ni cantamos ni catamos. Nos hemos vuelto un país gris y apergaminado.
Zapatero, ayer beligerante pacifista de quitaipón, hoy justifica la participación española en la guerra de Libia. Y mientras aplaude el terrorismo de Estado en el extranjero, en casa mete a los mayordomos y lacayos de los terroristas dentro del Estado. ¡Viva la madre que lo parió!
En el otro lado, los mismos que cargan las tintas contra el régimen “art-decó” de Castro en Cuba, hacen negocios alegremente con el régimen comunista-capitalista chino, y ponen a sus retoños al cuidado de niñeras chinas para que aprendan mandarín.
Los que claman al cielo porque el Estatuto de Cataluña es anticonstitucional, y vulnera la unidad territorial de España, hacen mutis por el foro cuando entregamos nuestra soberanía nacional a la Unión Europea. Las Fuerzas Armadas están subordinadas a lo que disponga la OTAN y, entretanto, nuestros supuestos aliados británicos invaden las aguas jurisdiccionales españolas en Gibraltar sin que podamos hacer otra cosa que protestar baldíamente.
Estamos a merced de las torticeras maniobras de los especuladores internacionales porque renunciamos a nuestra moneda, y tenemos que soportar estoicamente las invectivas de los británicos, que sí han conservado la suya. Nos llaman PIGS y les damos las gracias por hacerlo.
Los medios de comunicación que ayer condenaban enérgicamente los crímenes de Estado del GAL, hoy festejan los que cometen los servicios secretos norteamericanos. Los que ayer no se creían la participación de Al Qaeda en los atentados del 11-M, hoy se felicitan por la muerte de Ben Laden porque ahora resulta que él fue su instigador. ¿En qué quedamos? ¡Vale ya!
Los que ayer salían a la calle para protestar por la guerra de Iraq, después viajaban a Hollywood para mendigar un papelito secundario en una peliculita de serie B, y se guardaban muy mucho de abrir allí la boca para criticar la política de Bush. En boca cerrada no entran moscas. Salvo en las de los muertos iraquíes.
El presidente Zapatero, que aquí presumía de ateo, allí oraba devotamente y recitaba las Escrituras en aquelarres paganos organizados por puritanos segregacionistas. Luego, él y su señora esposa se retrataban con sus niñas posando con los Obama con toda naturalidad, como el que acompaña a sus hijos a una fiesta de Halloween. Desde luego, las criaturitas, iban ataviadas para la ocasión.
Entretanto, el trasatlántico “España” se va a pique por la impericia del pésimo capitán que lo gobierna, y sólo hay botes salvavidas para la tripulación, no para el pasaje. Zapatero y los suyos serán los primeros en abandonar el barco. Los demás, acabaremos hundiéndonos en el fondo del mar y durmiendo el sueño de los justos.