WASHINGTON - No espere ver un montón de periódicos y páginas web con este titular: "Funciona Rescate del Gobierno Intervencionista". Pero sería del todo exacto.
Los titulares reales evidencian la idea. "La demanda de vehículos ecológicos ayuda a GM a obtener un beneficio de 3.200 millones de dólares", anuncia The Washington Post. "GM anuncia el triple de beneficios que en el primer trimestre, con la rentabilidad subiendo un 15%", informa The New York Times.
Muy poca atención se ha prestado al éxito del rescate de la administración a los fabricantes automovilísticos ubicados en Detroit, y casi ninguna atención se ha puesto en lo total y estrepitosamente equivocados que estaban los detractores del rescate cuando insistían en que estaba destinado al fracaso.
"Introducir a la administración federal en cada faceta del sector privado es muy peligroso", decía a Fox News en diciembre de 2008 el congresista Dan Burton, R-Ind. "A largo plazo podría hacer que nos convirtiéramos en un país cuasi-socialista". No veo ninguna prueba de que nos hayamos convertido en un "país cuasi-socialista", sólo importantes beneficios.
El congresista Lamar Smith, R-Texas, llamaba al rescate "la vanguardia de la guerra contra el capitalismo de la administración Obama", al tiempo que otros congresistas se mofaban de la intervención del presidente en el sector automovilístico. "Por supuesto sabemos que nadie del grupo de trabajo tiene experiencia alguna en el sector automovilístico, y durante la vista legislativa supimos que muchos de ellos ni siquiera tienen coche", afirmaba el congresista Louie Gohmert, R-Texas, tras una vista acerca del rescate celebrada en mayo de 2009. "¿Y ellos marcan la industria automovilística de nuestro futuro? ¿Qué falla en esta imagen?"
Siento decirlo, pero no verá una rueda de prensa en la que los enemigos del rescate reconozcan con franqueza lo equivocados que estaban.
La ausencia de transparencia es impresionante, si bien no sorprendente. Plasma la acusada parcialidad en la forma en que se desenvuelve nuestro debate político. La premisa incuestionable de tanta información política es que los ataques a la capacidad de la administración pública de hacer cualquier cosa bien tienen sentido intuitivo porque "todo el mundo sabe" que el gobierno es básicamente incompetente e ineficaz, sobre todo cuando se le compara con el sector privado.
Los fallos del gobierno reciben mucha cobertura. Es útil porque el gobierno debe rendir cuentas de sus errores. Lo que no está bien es que escuchemos tan poco cuando el gobierno actúa con competencia y hasta con creatividad. Porque si los errores enseñan, los éxitos también enseñan.
En el caso de la industria automovilística, permitir que el mercado funcionara sin ninguna intervención por parte de la administración habría borrado del mapa una gran parte del sector radicado en los estados de los grandes lagos. Esta decisión irreversible habría perjudicado a la economía, a muchas comunidades y a decenas de miles de familias.
Y en contra de las predicciones de los críticos, los funcionarios públicos fueron muy capaces de trabajar con el mercado a la hora de reestructurar el sector. La administración pública no se impuso al capitalismo. Templó el mercado en un momento en que sus fuerzas "naturales" precipitaban la catástrofe. El gobierno contaba con los recursos para ganar tiempo para el sector.
Lo alentador es que el votante medio entiende que las agresiones en cadena contra el gobierno proporcionan mejor orientación para la producción de ganchos que para la redacción de legislaciones sensatas. Ese es el motivo de que los legisladores Republicanos estén dando marcha atrás como locos a sus planes de privatizar el programa de la tercera edad Medicare.
Los conservadores estaban convencidos en serio de que los votantes desconfiaban tanto del gobierno que celebrarían la oportunidad de deshacerse del Intervencionista Medicare y tener la oportunidad de contratar pólizas en el maravilloso mercado de los seguros de salud. ¿No asume la gente que cualquier cosa es mejor que el gobierno?
Pero había importantes lagunas en el camino a la utopía del mercado. Dejemos a un lado que los presupuestos Republicanos no reservan el dinero suficiente a largo plazo para que la tercera edad se permita una cobertura sanitaria privada decente. La verdad es que la mayoría de los consumidores no tienen mucha confianza en las aseguradoras, con las que tienen mucha experiencia.
Cuando hablamos de garantizar el acceso a la sanidad durante la vejez, la mayor parte de los ciudadanos confía en la administración más que en el mercado. Esto no significa que crean que Medicare no tiene defectos. Lo que sí saben es que el programa Medicare no deja colgada la atención de la gente en medio de una enfermedad y que su cobertura es asequible porque la administración la subvenciona.
Es axiomático que el gobierno no es perfecto y que es mejor contar con un sector privado. Tendría que ser axiomático que el mercado no es perfecto tampoco, y que necesitamos del gobierno para que intervenga cuando el mercado falla. El éxito del rescate automovilístico y el fracaso de la campaña anti-Medicare de los Republicanos enseñan la misma moraleja los dos: La era del extremismo anti-gobierno está acabando.