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"El comunismo posee un lenguaje que cualquiera puede entender. Sus elementos son hambre, envidia, muerte". Heinrich Heine

¿Por qué razón fascismo es peor que comunismo?

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“Los proletarios tienen que destruir la propiedad privada” Carl Marx. La esencia del comunismo se centra, básicamente, en todos menos en construir, más bien se trata de ir destruyendo lo que ya existe, aquello que ha costado siglos de esfuerzos del ser humano para lograr mejorar sus condiciones de vida, algo que nunca se hubiera conseguido sin la curiosidad de los inventores, la inteligencia de los científicos, el emprendimiento de los empresarios, el esfuerzo de los estudiantes y la ambición y deseo de mejora, seguridad, remedio a sus dolencias y mejores condiciones de vida, de una humanidad que siempre ha querido progresar, a través de los siglos, mediante su proceso ininterrumpido hacia lo que se ha venido denominando civilización.

El comunismo se fue incubado desde la Edad Media, debido a las grandes desigualdades que existían en una sociedad donde unos, los reyes absolutistas, los grandes terratenientes, los caciques y la jerarquía religiosa, eran poseedores de las riquezas, tierras y medios de producción, mientras los siervos, obreros, soldados, esclavos o campesinos dependían en absoluto de aquellos para comer, vestirse, trabajar o incluso disponer de sus propias personas, sujetas a la voluntad omnímoda de sus señores. Tuvo su primera manifestación, aunque bajo otras denominaciones, en la Revolución Francesa, con el cruento asalto de las masas de indigentes y lumpen de la sociedad francesa, que malvivían en los extrarradios de París, a la Bastilla (14 julio 1789). Como en cada ocasión en que se han producido este tipo de revoluciones de masas, a aquella fecha histórica le siguió un largo periodo en el que, la vida de las personas valía menos que la de un ave de corral. Los jacobinos (extremistas, duros y muy bien organizados, respaldados por el Consejo y el pueblo de París) y los girondinos (la gran burguesía) se hicieron con la Asamblea francesa y empezó el llamado periodo del “terror”. A los primeros les cupo el “honor” de poner en marcha la famosa “madame guillotine”, que tantos miles de cabezas seccionó, hasta que se impuso la cordura, coincidiendo con la llegada al poder de Napoleón Bonaparte.

El verdadero comunismo vino con la revolución “burguesa” en Rusia, en febrero del 1917 (bajo el lema “paz y pan”) seguida con la de los bolcheviques de 25 de octubre, con Lenín al frente. Purgas y matanzas siguieron a la implantación del régimen soviético que llegaron a su culmen con la subida de Stalin al poder, al que se le atribuye la muerte de más de veintitrés millones de ciudadanos rusos, enviados a Siberia con motivo del fracaso de su plan industrial. Es España conocimos de forma directa lo que significaban los frentes populares, patrocinados desde la Rusia soviética, cuando, en plena guerra civil española, envió a sus comisarios a implantar el terror en el frente republicano e importando las famosas chekas de la KGB, unas unidades de psicópatas torturadores que se cebaron en miles de españoles, sobre los que se descargó el sadismo de aquellos sicarios, que torturaron hasta la muerte a tantos inocentes, incluso, después de los sucesos de 1937, en Barcelona, muchos de los perdedores del enfrentamiento entre la CNT y los Comunistas, fueron llevados a las chekas, donde también sufrieron las más atroces y vesánicas torturas.

Ahora, señores, cuando en España ya no existen aquellas diferencias abismales, cuando acabamos de salir de una crisis que amenazó con llevarnos a la ruina, cuando los trabajadores tienen reconocidos sus derechos por las leyes, y existen tribunales de Justicia que se ocupan de defenderlos ante los posibles abusos de los patronos, o cuando tenemos una democracia que, algunos, creíamos consolidada, que garantiza que quienes tienen la obligación de gobernarnos salgan de las urnas y tenemos una Constitución aprobada por todos los españoles de forma mayoritaria, han vuelto a aparecer los “cachorros” de aquel comunismo soviético, los comunistas bolivarianos de Podemos, para intentar arrastrarnos otra vez a la revolución de las masas.

Como es habitual en esta clase de individuos no aceptan la discrepancia, no admiten ni respetan a quienes no opinan como ellos y no aceptan que otras personas no aprueben que, su propuesta de régimen de gobierno, sea la que les conviene a los españoles; convirtiendo a los que, legítimamente, no admiten el comunismo como una opción válida para gobernar España, automáticamente, no en adversarios políticos, sino en enemigos y, para que no haya duda sobre el concepto que tienen de los que muestran disconformidad con sus teorías, métodos y procedimientos, les aplican el apelativo de “fascistas”. Lo curioso es que, así como las feministas han acuñado la expresión de “machista” como comodín para zanjar cualquier discusión que mantengan con un hombre, los socialistas y comunistas suelen apelar a la calificación de “fascista”, cuando no tienen mejores argumentos para justificarse.

Nadie puede negar que los fascistas, especialmente en el caso alemán, fueron los causantes de verdaderas barbaries, como fue el caso del Holocausto judío, con cerca de seis millones de asesinados y quemados en los famosos campos de exterminio de los nazis. Sin embargo, aun así, no llegaron ni mucho menos al número de asesinatos perpetrados por Stalin y todos sus sicarios, en un verdadero genocidio de sus propios compatriotas, a los que enviaron a una muerte cierta en la Siberia, donde fallecieron de hambre y frío. Es evidente que no se trata aquí de establecer una competencia respecto a cuál de los dos sistemas es el peor o el que más repugnante nos pueda parecer; pero resulta muy notable que a nadie se le ocurre tachar de comunista, en un sentido peyorativo, a alguien de izquierdas con el que no se esté de acuerdo, sin embargo, hasta en el mismo Parlamento, hemos escuchado a señores de izquierdas o separatistas, tachar a los de las derechas de fascistas aunque, precisamente en la sede de la representación popular, todos los que ocupan escaños, incluso los comunistas y separatistas, lo hacen gracias a haber sido elegidos, democráticamente, por medio de las urnas.

Todos los actuales representantes de la derecha o el centro derecha, como se quiera, nada tienen que ver (han pasado muchos años) con aquellas cortes del general Franco y, en consecuencia, tampoco con aquella falange joseantoniana de la que nadie se acuerda, a no ser por estos que buscan resucitar las viejas heridas de aquella contienda, sacando a relucir circunstancias y hechos que ya debieran de estar enterrados junto a aquellos que ya no están con nosotros. En todo caso, conviene que se les recuerde a aquellos que invocan la Historia sin tener una puñetera idea de lo que dicen, que José Antonio Primo de Rivera, hijo del golpista general Primo de Rivera, y asesinado por los “rojos” en la prisión de Alicante; no era, ni mucho menos, un seguidor del general Franco y su idea de la falange puede resumirse perfectamente en este pensamiento: “ Las derechas, sí, invocan a la Patria, invocan a las tradiciones; pero son insolidarias con el hambre del pueblo, insolidarias con la tristeza de esos campesinos que aquí, en Andalucía, y en Extremadura y en León, siguen viviendo como se vivía hace 500 años, siguen viviendo como desde la creación del mundo viven algunas bestias. Y esto no puede ser así” ¿Alguien encuentra similitudes con algunos de los discursos de la izquierda de hoy en día? ¡Ah, cuánta ignorancia y cuanta mala uva se necesita para descalificar las ideas y a las personas, cuando interesa que la verdad no se conozca y se intenta ocultarla tras una sarta de mentiras confiando en que, a quienes se dirigen, sean todavía más palurdos que ellos!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, recomendaríamos a quienes, hasta ahora, se han dejado apabullar con el epíteto de “falangista”, respondan al su interlocutor, llamándole comunista soviético; porque, si es cierto que, en nombre de la falange se cometieron crímenes y torturas; nadie puede negar que en tiempos del señor Stalín y mirando a unos años atrás, en nombre del comunismo internacional se han producido verdaderos genocidios, como por ejemplo: Kim IL Sung de Corea del norte (1.600.000 muertos); Pol Pot de Camboya (1.700.000 muertos); J. Stalin, URRS (23.000.000 muertos) Mao Zedong, China ( 75.000.000. muertos). Suficiente, creo, para tapar la boca al señor Pablo Iglesias y a todos sus seguidores, cuando hablan del fascismo de las derechas.

¿Por qué razón fascismo es peor que comunismo?

"El comunismo posee un lenguaje que cualquiera puede entender. Sus elementos son hambre, envidia, muerte". Heinrich Heine
Miguel Massanet
sábado, 25 de marzo de 2017, 11:43 h (CET)
“Los proletarios tienen que destruir la propiedad privada” Carl Marx. La esencia del comunismo se centra, básicamente, en todos menos en construir, más bien se trata de ir destruyendo lo que ya existe, aquello que ha costado siglos de esfuerzos del ser humano para lograr mejorar sus condiciones de vida, algo que nunca se hubiera conseguido sin la curiosidad de los inventores, la inteligencia de los científicos, el emprendimiento de los empresarios, el esfuerzo de los estudiantes y la ambición y deseo de mejora, seguridad, remedio a sus dolencias y mejores condiciones de vida, de una humanidad que siempre ha querido progresar, a través de los siglos, mediante su proceso ininterrumpido hacia lo que se ha venido denominando civilización.

El comunismo se fue incubado desde la Edad Media, debido a las grandes desigualdades que existían en una sociedad donde unos, los reyes absolutistas, los grandes terratenientes, los caciques y la jerarquía religiosa, eran poseedores de las riquezas, tierras y medios de producción, mientras los siervos, obreros, soldados, esclavos o campesinos dependían en absoluto de aquellos para comer, vestirse, trabajar o incluso disponer de sus propias personas, sujetas a la voluntad omnímoda de sus señores. Tuvo su primera manifestación, aunque bajo otras denominaciones, en la Revolución Francesa, con el cruento asalto de las masas de indigentes y lumpen de la sociedad francesa, que malvivían en los extrarradios de París, a la Bastilla (14 julio 1789). Como en cada ocasión en que se han producido este tipo de revoluciones de masas, a aquella fecha histórica le siguió un largo periodo en el que, la vida de las personas valía menos que la de un ave de corral. Los jacobinos (extremistas, duros y muy bien organizados, respaldados por el Consejo y el pueblo de París) y los girondinos (la gran burguesía) se hicieron con la Asamblea francesa y empezó el llamado periodo del “terror”. A los primeros les cupo el “honor” de poner en marcha la famosa “madame guillotine”, que tantos miles de cabezas seccionó, hasta que se impuso la cordura, coincidiendo con la llegada al poder de Napoleón Bonaparte.

El verdadero comunismo vino con la revolución “burguesa” en Rusia, en febrero del 1917 (bajo el lema “paz y pan”) seguida con la de los bolcheviques de 25 de octubre, con Lenín al frente. Purgas y matanzas siguieron a la implantación del régimen soviético que llegaron a su culmen con la subida de Stalin al poder, al que se le atribuye la muerte de más de veintitrés millones de ciudadanos rusos, enviados a Siberia con motivo del fracaso de su plan industrial. Es España conocimos de forma directa lo que significaban los frentes populares, patrocinados desde la Rusia soviética, cuando, en plena guerra civil española, envió a sus comisarios a implantar el terror en el frente republicano e importando las famosas chekas de la KGB, unas unidades de psicópatas torturadores que se cebaron en miles de españoles, sobre los que se descargó el sadismo de aquellos sicarios, que torturaron hasta la muerte a tantos inocentes, incluso, después de los sucesos de 1937, en Barcelona, muchos de los perdedores del enfrentamiento entre la CNT y los Comunistas, fueron llevados a las chekas, donde también sufrieron las más atroces y vesánicas torturas.

Ahora, señores, cuando en España ya no existen aquellas diferencias abismales, cuando acabamos de salir de una crisis que amenazó con llevarnos a la ruina, cuando los trabajadores tienen reconocidos sus derechos por las leyes, y existen tribunales de Justicia que se ocupan de defenderlos ante los posibles abusos de los patronos, o cuando tenemos una democracia que, algunos, creíamos consolidada, que garantiza que quienes tienen la obligación de gobernarnos salgan de las urnas y tenemos una Constitución aprobada por todos los españoles de forma mayoritaria, han vuelto a aparecer los “cachorros” de aquel comunismo soviético, los comunistas bolivarianos de Podemos, para intentar arrastrarnos otra vez a la revolución de las masas.

Como es habitual en esta clase de individuos no aceptan la discrepancia, no admiten ni respetan a quienes no opinan como ellos y no aceptan que otras personas no aprueben que, su propuesta de régimen de gobierno, sea la que les conviene a los españoles; convirtiendo a los que, legítimamente, no admiten el comunismo como una opción válida para gobernar España, automáticamente, no en adversarios políticos, sino en enemigos y, para que no haya duda sobre el concepto que tienen de los que muestran disconformidad con sus teorías, métodos y procedimientos, les aplican el apelativo de “fascistas”. Lo curioso es que, así como las feministas han acuñado la expresión de “machista” como comodín para zanjar cualquier discusión que mantengan con un hombre, los socialistas y comunistas suelen apelar a la calificación de “fascista”, cuando no tienen mejores argumentos para justificarse.

Nadie puede negar que los fascistas, especialmente en el caso alemán, fueron los causantes de verdaderas barbaries, como fue el caso del Holocausto judío, con cerca de seis millones de asesinados y quemados en los famosos campos de exterminio de los nazis. Sin embargo, aun así, no llegaron ni mucho menos al número de asesinatos perpetrados por Stalin y todos sus sicarios, en un verdadero genocidio de sus propios compatriotas, a los que enviaron a una muerte cierta en la Siberia, donde fallecieron de hambre y frío. Es evidente que no se trata aquí de establecer una competencia respecto a cuál de los dos sistemas es el peor o el que más repugnante nos pueda parecer; pero resulta muy notable que a nadie se le ocurre tachar de comunista, en un sentido peyorativo, a alguien de izquierdas con el que no se esté de acuerdo, sin embargo, hasta en el mismo Parlamento, hemos escuchado a señores de izquierdas o separatistas, tachar a los de las derechas de fascistas aunque, precisamente en la sede de la representación popular, todos los que ocupan escaños, incluso los comunistas y separatistas, lo hacen gracias a haber sido elegidos, democráticamente, por medio de las urnas.

Todos los actuales representantes de la derecha o el centro derecha, como se quiera, nada tienen que ver (han pasado muchos años) con aquellas cortes del general Franco y, en consecuencia, tampoco con aquella falange joseantoniana de la que nadie se acuerda, a no ser por estos que buscan resucitar las viejas heridas de aquella contienda, sacando a relucir circunstancias y hechos que ya debieran de estar enterrados junto a aquellos que ya no están con nosotros. En todo caso, conviene que se les recuerde a aquellos que invocan la Historia sin tener una puñetera idea de lo que dicen, que José Antonio Primo de Rivera, hijo del golpista general Primo de Rivera, y asesinado por los “rojos” en la prisión de Alicante; no era, ni mucho menos, un seguidor del general Franco y su idea de la falange puede resumirse perfectamente en este pensamiento: “ Las derechas, sí, invocan a la Patria, invocan a las tradiciones; pero son insolidarias con el hambre del pueblo, insolidarias con la tristeza de esos campesinos que aquí, en Andalucía, y en Extremadura y en León, siguen viviendo como se vivía hace 500 años, siguen viviendo como desde la creación del mundo viven algunas bestias. Y esto no puede ser así” ¿Alguien encuentra similitudes con algunos de los discursos de la izquierda de hoy en día? ¡Ah, cuánta ignorancia y cuanta mala uva se necesita para descalificar las ideas y a las personas, cuando interesa que la verdad no se conozca y se intenta ocultarla tras una sarta de mentiras confiando en que, a quienes se dirigen, sean todavía más palurdos que ellos!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, recomendaríamos a quienes, hasta ahora, se han dejado apabullar con el epíteto de “falangista”, respondan al su interlocutor, llamándole comunista soviético; porque, si es cierto que, en nombre de la falange se cometieron crímenes y torturas; nadie puede negar que en tiempos del señor Stalín y mirando a unos años atrás, en nombre del comunismo internacional se han producido verdaderos genocidios, como por ejemplo: Kim IL Sung de Corea del norte (1.600.000 muertos); Pol Pot de Camboya (1.700.000 muertos); J. Stalin, URRS (23.000.000 muertos) Mao Zedong, China ( 75.000.000. muertos). Suficiente, creo, para tapar la boca al señor Pablo Iglesias y a todos sus seguidores, cuando hablan del fascismo de las derechas.

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